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Hyunjin vive en un pueblo cuya ubicación no tiene importancia. La población es mínima, todos se conocen entre todos, la comunicación ha sido la clave para un buen vivir pero todo cambia cuando la gente poco a poco empieza a desaparecer.

En un mes, cuatro personas habían desaparecido, al siguiente mes fueron cinco, la gente empezó a sentirse insegura y los oficiales no tenían respuestas al qué sucedía con aquellas personas que repentinamente desaparecían. Al principio creyeron que fue una simple fuga de chicos, las víctimas rondaban entre los diez y veinte años, la edad donde quieres comerte el mundo y por qué no, tal vez alguna niña había decidido irse con alguno de esos adolescentes, según la policía estaban "en la edad de hacerlo".

La gente empezó a protegerse entre ellos mismos, guardias nocturnas y toques de queda ahora eran rutinarios y para su suerte, las desapariciones cesaron por cuatro meses. Todo hasta que Hyunjin dejó la puerta abierta.

Era sábado en la noche, el único día donde los jóvenes podrían salir a divertirse ya que un sábado al mes los adultos encargados de la guardia no laboraban al día siguiente, podían quedarse hasta más tarde y con las calles seguras, los chicos podían darse ese lujo.

Pero no Hyunjin quien para su mala suerte cayó enfermo tras haber jugado con Seungmin en la lluvia. Era su estación favorita, días fríos y lluviosos, siempre los aprovechaba al máximo pero esa vez su cuerpo parecía no estar muy de acuerdo por lo que, con fiebre avisó por el teléfono fijo que no podía salir. No había celulares, el sitio era tan pequeño que eran prácticamente innecesarios, además estaba alejado de otros pueblos y/o ciudades, no tenían buena señal para llamarse o contar con acceso a wifi, así que aunque quisiera estar ahí por una videollamada, era inútil. Seungmin le dijo que le llevaría algo de lo que sirvieran por lo que, con más ánimos, Hyunjin le dijo que podría ingresar por la puerta trasera de la casa pues quitaría el cerrojo, además lo invitó a quedarse a dormir pero el chico se negó recordándole que la mañana siguiente iría a ver a su familia a la ciudad.

Seungmin vivía con sus dos padres y dos veces al año iban por una semana a casa de su familia materna para pasar unas pequeñas vacaciones en familia que Seung adoraba con toda su alma pues había de todo en la ciudad. Por otra parte, Hyunjin vivía solo con su padre y aunque éste ganaba bien, su vida era sin lujos, por lo que sus vacaciones consistían en adentrarse al bosque por tres días y cazar juntos ya que era el pasatiempo favorito de su padre que, aunque Hwang no compartía gusto del todo, adoraba cuando comían carne de conejo o de venado ya que comprar la de cerdo en el supermercado era un lujo.

El castaño bajó desde su habitación para abrir la puerta de la cocina y mientras esperaba se decidió hacerse un té de limón, sentía la garganta reseca. Metió una taza con el sobre de té al microondas y sacó el azúcar y una cuchara mientras tanto. Su padre estaba cumpliendo con su guardia en las calles, cada cinco minutos pasaba una camioneta a verificar que todo estuviera bien, en caso de haber problemas sonaba una alarma que habían mandado a poner en cada esquina de las calles, así todos los vecinos salen en ayuda dependiendo de la alarma que sonara.
Hyunjin endulzaba su té hasta que la puerta de la cocina se abrió con fuerza por el aire, el muchacho se quejó dando unos pasos para cerrarla nuevamente, frotó sus manos y se giró para seguir en lo suyo, sin embargo la puerta volvió a abrirse. Una vez más se volteó a cerrarla, dio un par de palmadas en la puerta como si con aquello fuera a quedarse quieta y de nuevo, se dirigió a la mesa a pocos pasos de ahí para poder terminar lo que hacía, pero la puerta se abrió de nuevo.

Cansado de esa situación decidió cerrarla con broche y que Seungmin tocara un par de veces para abrirle, después de todo él estaría ahí abajo, iba a escucharlo a la primera. Sin embargo, al girarse se detuvo en seco al ver como un chico estaba parado en la puerta, no conseguía ver bien su rostro pues su cabello llegaba hasta su cadera pero su respiración se notaba agitada, su ropa desgastada y sintió su cuerpo completamente frío cuando vio sangre en sus manos y piernas. ¿Qué debía hacer? Estaba tan asustado que cuando sus miradas se encontraron acabó corriendo para intentar sacarlo en un acto de valentía pero el chico acabó por tirarlo, acto seguido cerró la puerta y se subió encima de Hyunjin sentándose sobre sus piernas, tomó sus muñecas y las acercó a su propio cuerpo para evitar que pudiera moverse, era notablemente más fuerte que Hwang, quien solo se removía intentando soltarse.

- ¡Dejame! ¡Dejame o gritaré! ¡Te lo juro!

- ¡Silencio! -el chico colocó la palma de su mano sobre los labios de Hyunjin para obligarlo a callarse mientras tomaba ahora sus muñecas con si diestra. Lo siguiente en escucharse fue un murmullo fuera de la puerta, unas sombras se visualizaron y tan pronto como todo eso cesó, suspiró mirando con atención al castaño-. Quitaré mi mano, si gritas, te mataré, ¿Entendido?

Hwang se mantuvo unos segundos mirándolo antes de asentir con cierta duda. Cuando la mano contraria se apartó dejó salir un suspiro más relajado, no entendía nada, ¿Acaso era un asesino? ¿Moriría ahí mismo? Enfermo mientras su última acción fue haber preparado un té que nunca pudo beberse. No sabía si sus pensamientos vagaban más de lo que quisiera, pues de pronto su mente se quedó en blanco cuando el chico se acercó hasta rozar sus labios con los impropios; Hyunjin abrió sus ojos con sorpresa, podía sentir el aliento del chico chocar contra su piel, los labios del extraño recorrieron desde su mejilla hasta su cuello, el cual olfateo por efímeros segundos hasta que soltó un quejido en el cual aprovechó en girarse para invertir las posiciones. Fue entonces cuando pudo ver su cara de dolor. Se apartó un poco hasta sentarse en el suelo más por instinto que por gusto y pudo notar sangre salir del pantalón rasgado justo sobre su pierna izquierda.

- ¿Qu-qué pasó? -preguntó casi sin notarlo.

- Una bala... rozó mi pierna. -respondió de mala gana el pelinegro.

Sin detenerse a pensar en lo que hacía, Hyunjin corrió hacia la sala en busca del botiquín de emergencias que guardaban en un cajón del mueble bajo el televisor. Al regresar, el chico estaba sentado en el suelo, no llevaba ya su camiseta desgastada, estaba ejerciendo presión intentando detener el sangrado. Hwang se acercó con el botiquín y señalando éste dijo que no le haría nada malo, el muchacho no se fiaba del todo pero le permitió, después de todo, lo peor que podía pasar es que lo matara y sabía que de hacerlo, lo merecía.

Pero eso no pasó.

Hyunjin lo levantó con cuidado entre sus brazos para sentarlo en una silla, le quitó con cuidado el pantalón y con rapidez pero atención, curó la herida del chico lo mejor que pudo mientras éste lo miraba con total detalle, observaba cada movimiento con duda, curiosidad y finalmente, con agrado. Tenía curiosidad en porqué una persona ayudaría así a otra, sin conocerlo, sin esperar algo a cambio, sin duda alguna cuando irrumpió en su hogar. Por su parte, Hyunjin acabó con lo que hacía y más calmado, aseguró la venda que rodeaba la herida del chico, para su suerte no había sido grave pues como dijo, la bala lo rozó, pero eso no evitaba que sangrara y que ahora debía limpiar el lugar, sin embargo, al desviar su atención de lo que hacía hacia el chico pudo ver con total asombro como lamía la sangre en sus manos, la cual ya había manchado parte de su boca.

Hyunjin se quedó helado en su lugar, estaba tan aterrado, se enderezó poco a poco en su lugar intentando alejarse del chico pero apenas su espalda tocó el respaldo de la silla, el extraño se sentó en sus piernas y tomó su rostro para poder unir sus labios en un necesitado beso. Hwang no reaccionaba, sentía un raro sabor metálico en sus labios en el que fue su primer beso. Pero la carne es débil. Su cuerpo fue más rápido que él, sus manos ya rodeaban la cintura del chico y sus labios correspondían al beso dejándose guiar por el extraño, sentía un placentero cosquilleo recorrer su espalda y su nuca, estaba enloqueciéndolo pero una parte de él todavía cuerda le hizo apartarse echando su nuca hacia atrás, lo que consideró un error cuando el desconocido se acercó a besar su cuello dejando pequeñas mordidas en él.

No era estúpido, sabía lo que era el sexo pero no estaba seguro de querer hacerlo con un desconocido, al menos no la primera vez.

- Detente... ¡Alto! -Hyunjin llevó sus manos hacia los cabellos del chico, enredó sus dígitos en ellos y lo apartó-. Joder...

El muchacho no dijo nada, solo se quedaba mirándolo fijo con notable deseo en sus ojos, su respiración al igual que la suya eran erráticas y aunque aquello había sido lo mejor que Hyunjin experimentó en su corta vida no podía pasar por alto que era un extraño que apareció herido en la puerta de su casa.

- ¿Quién eres?

Preguntó, el chico se acercó hasta acurrucarse en su cuerpo dejando descansar su mejilla derecha en el hombro ajeno. Inhaló profundo con total calma y murmuró "Jeongin" antes de quedarse dormido sobre Hyunjin.

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