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La única

Kohaku llevaba ya un par de semanas viviendo en casa de su hermana y se sentía ligeramente mejor. Era lindo pasar más tiempo con su sobrino, comer con su familia, ayudar a Chrome en su taller, probarse los diseños que Ruri estaba comenzando a confeccionar, entrenar con su padre...

Después de un tiempo, también comenzó a salir con sus amigos, a comer, a beber café, a ver tiendas. Algunas de sus amigas querían llevarla a bares o discotecas, pero Kohaku se negó, porque prefería dormirse temprano todas las noches.

En las noches era cuando más le dolía su separación con Senku, así que siempre buscaba cansarse lo más posible, llegar a la cama desfallecida y dormirse lo antes posible, para así no tener que recordar lo cómoda que se sentía cuando dormía junto a él, cuando la envolvía en sus brazos por la noche y la hacía sentir cálida y amada al tenerlo a su lado.

No... en verdad no quería pensar en eso.

Cuando pasó un mes, su familia comenzó a insistirle para que reanudara las citas que pactó antes de conocer a Senku en esa aplicación de encontrar enlazados, y ella al principio no quiso saber nada al respecto, pero estaba harta de sufrir por Senku, así que decidió que al menos debía intentarlo.

Se supone que Senku no fue su verdadero prometido, ¿no? Entonces debía ser capaz de amar a otro hombre, uno que la hiciera más feliz que él, ¿verdad?...

Ja, la verdad eso sería difícil... él la hizo muy, muy feliz...

No podía dejar de pensar... que si esa tal Luna nunca hubiera aparecido... ellos habrían estado bien... pero se supone que el anillo no se equivocaba... ¿no es cierto?

Decidió dejar de pensar en Senku y concentrarse en buscar a su verdadero prometido.

Lo primero que hizo fue intentar llamar al único hombre que más o menos le agradó antes de conocer a Senku, aunque era quince años mayor, pero no perdía nada por intentar.

Después de todo, estaba segura de que ya no le podrían romper más los magullados pedazos que le quedaron de su corazón.

Lo contactó por mensaje y se encontró con la noticia de que ya había encontrado a su alma gemela, cosa que la hizo jadear de genuina alegría.

Lo felicitó con entusiasmo y él le agradeció de todo corazón, y le comentó que su esposa (se acababa de casar) tenía algunos números de hombres que habían perdido a su prometida en las fechas en las que Kohaku perdió al suyo, así que ella fue con mucho gusto a compartir un almuerzo con ellos.

Se encontró con sorpresa que la nueva esposa del hombre de mediana edad era una mujer con cuatro hijos, uno recién nacido. Y la sorpresa le llegó con más fuerza cuando la mujer con cuatro hijos la reconoció.

—Oh, ¿tú no eres la prometida de Senku-san?

—¿Eh? ¿Cómo sabes que...? Bueno, realmente no importa, ya no lo soy. —Sonrió dolorosamente—. Fue... un error. Ambos nos equivocamos...

—Oh, qué lástima... Él y yo tuvimos una cita, pero el pobre estaba aterrado de acabar siendo padre de mis niños, se le notaba. —Rio divertida—. Es comprensible, son jóvenes. Y aquí encontré a mi verdadero amorcito. —Se abrazó con cariño a su esposo, que sonrió cariñosamente.

—Bueno, yo también estaba algo asustado de ser padre, pero los niños y yo nos llevamos bien... aunque aún tengo problemas con el mayor. —Sonrió con nerviosismo.

—Dales tiempo, han sido muchos cambios en su vida últimamente. —Le dio un besito en la mejilla, para luego mirar a Kohaku con una sonrisa comprensiva—. Vi en las noticias lo de tu relación con Senku... ustedes se veían realmente felices, lamento mucho que no haya resultado...

—No es que no resultara. Todo era maravilloso. —Miró distraídamente al cielo—. Pero es que él simplemente no era la persona correcta... el anillo es el que tiene la última palabra, ¿no es así? —susurró con voz llena de amargura.

—No sabría decirte —dijo el hombre, con una sonrisa dulce—. Mi esposa y yo no tenemos ni idea de si realmente somos almas gemelas, no tenemos ninguna prueba más allá del día y hora aproximada.

—¿Eh? —Kohaku los miró confundida—. ¿Y cómo es que están seguros? ¿S-se casaron solo por descarte?

—No estamos seguros, cariño. —La mujer rio divertida—. Simplemente nos amamos.

—Salimos y nos gustamos, seguimos intentando y sentimos una conexión, una atracción, un entendimiento. —El hombre miró con adoración a su esposa—. No todo es perfecto, y nunca podremos estar seguros como la mayoría de las parejas, pero... nos amamos. Creo que no se necesita más prueba que esa.

Kohaku sintió ganas de llorar, pero las contuvo.

Al ver su cambio de ánimo, la mujer decidió cambiar de tema, cosa que Kohaku agradeció internamente, y continuaron hablando de cosas más ligeras mientras terminaban su almuerzo, luego le dio la lista de tipos que perdieron a su prometida en el mismo día que ella, y que ya había confirmado que seguían disponibles y que no eran unos estafadores.

Sin nada más que hacer, Kohaku decidió arreglar una cita con cada uno de ellos.

—Hola, soy Yoshio. Hoshieda Yoshio —se presentó el primero, que tenía una edad bastante similar a la suya y era guapo, aunque tenía grandes ojeras y parecía deprimido—. Llevo meses buscando... disculpa si soy muy directo, pero ya he salido con varias mujeres y no quisiera perder el tiempo, así que te daré una lista de lo que considero mis cualidades buenas y malas y si no te convenzo aquí lo dejamos ¿ok? —Le pasó dos hojas.

—Ja, no me molesta ir al grano. —Sonrió algo divertida, para luego ver las hojas con rostro analítico—. Mmm, no me parece nada muy malo... aunque eso de que odias a tu madre es algo desagradable. —Lo miró con una mueca—. Espero que tengas una buena razón para eso, porque sino es repugnante.

Él la miró con interés.

—Qué bien, porque es mentira. Las cazafortunas solo me dicen que sí a todo, pareces no ser de esas... Entonces, ¿por qué no haces una lista de tus cosas? Así yo también te calificare.

Kohaku hizo una mueca, pero de todos modos accedió y escribió su propia lista en el reverso de las dos hojas.

Yoshio leyó con interés.

—Aquí dice que sigues enamorada de tu ex... Eso es demasiado sincero, ¿no crees?

—Ja, tú eras el que quería ser directo. —Cruzó los brazos—. No voy a mentirte, no hago esto porque quiero, lo hago porque él está con otra y no tengo más opción. —Al menos decirlo ya no la hacía estallar en llanto desgarrador al segundo.

—Hmm, creo que tengo que pensarlo...

Kohaku encogió los hombros.

Arreglaron una segunda cita para seguir evaluando la posibilidad y Kohaku salió con el segundo en la lista, que era un chiquillo como cinco años menor que ella.

—S-soy Daisuke, hola... —Era lindo, con el cabello castaño algo alborotado y un collar con un dije de lobo, pero parecía incapaz de mirarla a la cara.

—Hola...

Se quedaron en silencio los siguientes veinte minutos mientras Kohaku se terminaba su almuerzo, luego ella intentó sacarle conversación, sin mucho éxito, ya que él tartamudeaba mucho y se notaba muy nervioso.

Kohaku suspiró resignada.

—No pareces estar cómodo. ¿Qué tal si vamos a un lugar que te guste?

—Eh... Oh, tengo uno. —Sus ojos se iluminaron y acto seguido la llevó a un zoológico a ver lobos, cosa que le parecía algo rara, pero no le desagradó.

Daisuke se abrió mucho más, contándole cosas de los lobos, luego le dio un recorrido y le dio muchos más datos interesantes sobre otros animales, y Kohaku se empezó a divertir más, aunque no era nada como cuando estaba con Senku, más bien se sentía como si se estuviera divirtiendo con Ruri... pero es que el chico era demasiado adorable y tierno, aunque le despertaba cierto instinto protector, eso debía servir para algo, ¿verdad?

Quedaron en tener una segunda cita, y luego Kohaku salió con el tercer chico, uno llamado Titan que también tenía más o menos su edad y con el que además tenía ciertos gustos en común y con el que se divirtió mucho, por lo que también quedaron para una segunda cita.

El cuarto tipo era muy aburrido y no congeniaron en nada, así que todo acabó con la primera cita.

Con eso, ya se le habían acabado los contactos que le pasó la mujer con cuatro hijos, así que comenzó a buscar por internet, ya que la verdad los tres que sí había aceptado para una segunda cita no despertaban nada en ella, no como Senku...

Agh, no debía pensar en él... tenía que encontrar la forma de olvidarlo, sí o sí.

Él seguro se casaría pronto... y ella necesitaba salir adelante, necesitaba olvidarlo antes de que su corazón terminara de romperse por completo.

.

Senku llevaba más de un mes intentando sentir algo por Luna.

Algo, lo que sea. ¿No se suponía que esta era su verdadera alma gemela o lo que sea?

Todos decían que debía darle una oportunidad, conocerla más, que así vería que ella era la verdadera persona correcta, pero la verdad que no estaba viendo eso para nada.

Estaba teniendo citas con ella, la dejaba arrastrarlo a restaurantes lujosos, al cine y al teatro, comía los postres excesivamente dulces que ella se esforzaba en preparar, escuchaba sus conversaciones sobre moda, chismes y demás, pero no lograba sentir nada.

No todo era sombrío. Luna era estudiante de medicina, y ella en verdad se esforzaba por mejorar y convertirse en una buena doctora, y cuando conversaban sobre eso Senku en verdad se interesaba, pero... nada más.

Luna era una buena chica, eso se notaba, mostraba compasión por las personas necesitadas, buscaba hacer lo correcto, se esforzaba en mejorar y no tener que depender de la riqueza de su padre, pero... no le despertaba nada.

¿Era cruel compararla todo el tiempo con Kohaku? Probablemente. Cuando se lo comentó a Ryusui y Gen, Ryusui dijo que era despreciable, mientras que Gen se mostró más comprensivo y dijo que debía darle más tiempo, que muchas personas tardaban hasta años en desarrollar amor por sus almas gemelas.

—Quizás el amor, pero ¿qué hay de la atracción? ¿No debe haber alguna chispa, química, algo? —Hizo una mueca, pensando en su relación con Kohaku.

No quería decirlo en voz alta, pero le era inevitable comparar lo que sentía por ambas.

—Es muy complejo... pero ciertamente es difícil mientras tengas a otra persona metida en lo profundo de tu corazón. —Gen lo miró con tristeza, mientras que Ryusui suspiro, negando con la cabeza.

—¡Yo deseo a todas las mujeres del mundo! No obstante, anillo hay uno solo. —Bebió un sorbo de su licor de alto valor—. Pero ¿sabes? Corazón también hay uno solo. ¡Yo siempre sigo mi instinto! Quizás tú deberías seguir tu corazón. —Le guiñó un ojo.

Senku chasqueó la lengua, pero no hizo ningún comentario despectivo al respecto.

La verdad, le encantaría la idea de mandar a la mierda el anillo y hacer lo que quería su "corazón", que era más bien el cerebro porque el corazón era solo un órgano bombeador de sangre, pero los números y la lógica estaban a favor del anillo, de Luna.

Luna tenía pruebas, era respaldada por los datos, por el razonamiento, entonces era lógico que ella fuera su verdadera prometida ¿verdad?

Ja, quizás eso fuera cierto, pero eso no cambiaba que una asquerosa e ilógica parte de su mente seguía amando a esa leona... y la extrañaba tanto... tanto...

Pero no podía permitirse amarla. Ella no era la persona correcta.

No obstante, tampoco podía sacarse de la cabeza las palabras que le dijo su padre hace unas semanas.

"—Si lo sabes... entonces no deberías dudarlo..."

Eso fue lo que le dijo cuando Senku aseguró que hubiera sido feliz con Kohaku si Luna nunca hubiera aparecido, pero tampoco podía negar que Luna tenía las mejores pruebas, era ella quien estaba respaldada por la lógica, por los números.

"—Entonces, si quieres confiar en los números, dale a Luna su oportunidad, conócela, comprueba si ustedes funcionan... pero recuerda esto —Lo miró fijamente— la última palabra la tiene tu corazón".

Eso también se lo dijo, y por eso Senku intentó salir con Luna, pero era tan extenuante... y no dejaba de pensar que era una perdida de tiempo, o no podía dejar de compararla con Kohaku y eso hasta lo hacía sentir mal.

Por otro lado, la verdad le daba igual. Sentía que todo le daba igual. Su trabajo era lo único que le daba emoción últimamente, todo lo demás lo hacía casi en modo automático.

—¡Senku, buenos días! —Apenas le abrió a Luna esa mañana, ella lo arrastró afuera para ir a tener su cita-desayuno a una cafetería cercana que últimamente solían frecuentar.

A Luna le gustaban los restaurantes caros, pero no tenía problemas con lugares sencillos y hasta los encontraba entrañables. Senku no negaba que ella era una persona agradable, pero aun así no podía dejar de pensar en Kohaku, en sus lugares ruidosos y atestados, en su falta de modales, en sus ansias de comer a dos manos, su ropa llena de migajas, las manchitas de comida en su rostro que a él le encantaba limpiar por su cuenta, quizás con su boca...

—¿Senku? ¿Senku? ¿Me estás escuchando? —Luna sacudió una mano frente a su rostro y Senku parpadeó un poco, antes de suspirar.

—Lo siento, pensaba en... trabajo. ¿Qué decías?

—Bueno, me gustaría comenzar a planear la boda —dijo con ojos brillantes—. Ya está tardando mucho y mi padre no deja de preguntar para cuándo será, porque tiene una agenda muy ocupada y debe despejar esos días para poder asistir, ya sabes.

—Sí, sí, te dije que hagas lo que quieras... —Rascó su oído con fastidio.

Una imagen de Kohaku en su vestido de novia le llegó a la mente, pero se obligó a descartarla con rapidez.

Eso nunca iba a pasar. Ya nunca más...

De repente le empezó a doler el pecho, pero hizo lo mejor que pudo para disimularlo.

—¡Pero necesito de tu opinión, Senku! ¿Qué fecha quieres para la boda? Necesito tiempo para planear la boda, pero no quisiera esperar mucho más. Además, aún no me has dicho a dónde vamos a mudarnos. Me está encantando Japón, pero me dolería irme de Estados Unidos y dejar a mi familia, aunque entiendo que tú también tienes familia aquí, pero...

Ella siguió hablando y hablando, y Senku la escuchó solo a medias, más concentrado en su café y en su próximo proyecto científico, aunque no podía negar que tenía un punto en eso de que tenían que vivir juntos y debían elegir donde.

No sería malo para él mudarse a Estados Unidos, tenía algunos negocios allí, pero... ¿realmente quería irse de Japón? Sabía que extrañaría a sus amigos y familia, pero, por otro lado... eso seguro cortaría de raíz su posibilidad de volver a ver a Kohaku.

Y eso era lo que ella quería, ella le pidió que no volviera a verla, así que eso sería lo justo, ¿no es así?

Sí... quizás lo mejor sería que se fuera...

Tomó aire y miró de reojo a Luna.

—Voy a pensar eso de la mudanza, pero también debo hablarlo con mi familia.

—¡Oh, claro, por supuesto! —Asintió, feliz de que se involucrara más—. ¿Y la fecha? No quiero tardarme tanto, y las organizadoras de bodas suelen trabajar rápido, así que pensé que a finales del próximo mes estaría bien, eso me deja casi dos meses para planear.

Senku suspiró largamente.

—Bien.

¿Qué otra opción tenía?

Pasaron otras dos semanas y Luna comenzó a imprimir las invitaciones, y le dio un gran paquete a Senku para que las repartiera.

—¿A cuántas personas piensas invitar? —preguntó con desinterés.

—¡Unos cientos, apenas! Quería invitar a más pero tu madre dijo que era demasiado. —Hizo pucheros.

—Hmm... ok... —Le agradecería a Lillian luego.

—Y estaba pensando, umm... —Lo miró tímidamente—. Estaba pensando en que podríamos invitar a... pues a tu ex... y a su pareja, porque seguro ya la encontró. Entonces sería bueno que... —Senku dejó de escucharla, sintiendo nauseas de repente.

¿Cómo estaría Kohaku ahora? ¿Ya habría encontrado a su verdadero prometido?... ¿Estaría feliz mientras él todavía sufría por ella?...

O, por el contrario, ¿ella se sentiría tan mal como él?

La verdad, sea como sea, cualquiera de las posibilidades lo hacía sentir horriblemente mal.

—No la vamos a invitar —declaró de inmediato, callando a Luna que seguía parloteando.

Kohaku le había dicho que no quería volver a verlo, e iba a respetar eso.

—Oh, pero pensé que tal vez...

—No.

—Oh, ok... —Hizo una mueca, pero ya no dijo nada.

—Tengo que irme a trabajar. —Terminó el último trago de su café y se marchó sin decir nada más.

Pasó el resto del día con su mente atormentada por la idea de ver a Kohaku, de preguntarle de alguna forma cómo estaba, si estaba bien, si ya no sentía nada por él...

No obstante, sabía que, fuera cual fuera la respuesta, igual le iba a doler.

Sin embargo, la realidad era que ni siquiera le importaba demasiado la respuesta. Solo quería verla...

La extrañaba, quería verla, aunque fuera a la distancia... pero no podía. Le había prometido que se mantendría lejos, y debía cumplir... ¿verdad?

Suspiró y decidió mejor concentrarse en su trabajo para dejar de pensar en ella. Eso era lo que más hacía últimamente, de todos modos.

Al día siguiente, muy de mala gana, le dio a Ryusui y Gen sus invitaciones para la boda.

—Hmm, nunca había visto a un hombre tan miserable por casarse con su alma gemela —murmuró Ryusui mientras ojeaba la invitación.

—No estás obligado a nada, ya sabes~ —le recordó Gen, luciendo más bien preocupado, pero intentando decirlo con sutileza—. Si no te quieres casar, no lo hagas.

Antes de que Senku pudiera mandarlo al diablo, el hermano de Ryusui, Sai, de repente llegó a la oficina, con su computadora bajo el brazo.

—Termine el nuevo programa que se presentara ante los inversores el próximo mes —murmuró con un suspiro de cansancio—. Las simulaciones fueron complicadas, pero se logró. —Dejó la computadora frente a Senku.

—Bien, y terminaste antes de lo que esperaba, no está mal —lo felicitó sin ganas, abriendo la computadora y comenzando a examinar el programa—. Por cierto, ten. —Le dio una invitación para la boda, ya que era un colega muy importante además de ser el hermano de uno de sus mejores amigos.

—¿No te habías casado con Kohaku ya? —preguntó sin mucho interés, guardando la entrada en su bolsillo.

Senku se estremeció, pero por suerte Gen y Ryusui se lanzaron a explicarle el asunto.

—Resulta que al final no... era la chica correcta —dijo Gen con sutileza—. Acabaron rompiendo su relación porque Senku-chan encontró a la verdadera...

—¡Ja, ja, y nunca creerás quién era la verdadera! Luna Wright, fue justo cuando salía de nuestra empresa, de hecho. Así que es una cara conocida. —Ryusui chasqueó los dedos.

Sin embargo, Sai de repente palideció.

—¿L-Luna Wright...? —empezó a tartamudear.

—Sí, tenemos negocios con su padre, la recuerdas, ¿no?

—C-claro, por supues... eh, no, quiero decir... casi. O bueno, sí la recuerdo, pero apenas, no es como que me... ¡Ah, tengo que irme! —Salió prácticamente huyendo de la oficina.

—¡Oye, no te he dado mi opinión sobre el programa! —exclamó Senku con fastidio, pero luego chasqueó la lengua y siguió trabajando.

—¿Le pasa algo a tu hermano, Ryusui-chan? —preguntó Gen, con ojos entrecerrados como si sospechara algo.

—Ni idea, todos los últimos meses ha estado actuando raro. —Se frotó la barbilla—. También ha estado muy enfocado en su trabajo, apenas sale de la casa, creo que debería hablar con él, ya me está preocupando.

Ellos siguieron charlando, pero Senku ya no les hizo mucho caso.

Tenía que trabajar, tendría que trabajar por el resto de su vida, todo lo que pudiera, para olvidarse de la verdadera mujer que amaba, solo por un anillo en el cual ni siquiera creía...

Sin embargo, mientras contemplaba el techo en soledad esa noche, no pudo evitar recordar una vez más las palabras que le dijo su padre.

"La última palabra la tiene tu corazón".

Qué cursi, qué absurdo, qué ilógico... Y, a pesar de eso, quería seguir esas palabras.

No pudo dormir casi nada esa noche, y, a la mañana siguiente, cuando se subió a su auto y se preparó para ir a su trabajo, de la nada sus manos se movieron prácticamente solas y cambió el rumbo hasta el departamento de Kohaku.

No sabía ni qué iba a decirle, pero ya no podía soportarlo más.

Tenía que verla, tenía que hablarle, tenía que decirle que, anillo del destino o no, ella era la única mujer a la que amaba.

Continuará...

Holaaaaa :D

Lamento haber tardado, pero espero q el cap les haya gustado! :')

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Espero actualizar pronto, ahora me despido! :D

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

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