Esta casa es tan pacífica, tan tranquila, que puedo dormir todas las horas que quiera sin que nadie ni nada me interrumpa...

Bueno, retracto lo anterior.

La puerta se abre, dejando entrar a la persona que arruina toda calma.

—¿Seguro que tu gata no se acercará?

—No lo hará, no te preocupes.

Mejor me bajo del sofá antes que...

—Robert, está en el sofá, no me puedo sentar ahí.

Demasiado tarde.

Suspiras, cierras la puerta y te acercas.

—Natita ven aquí. —Me tomas con tus manos, dejándome en tu habitación—. Por favor, hazme caso.

Te vas rápidamente y sin que te des cuenta te sigo por detrás. No obstante, me detengo hasta el final del pasillo; así puedo ver todo lo que hagan, ¿con qué fin? Ni idea, sólo sé que alcanzo a observar de que Michelle se sienta en el sofá, pero bien alejada de donde yo había descansado.

No pude evitar reírme por dentro.

—¿Qué película quieres ver? —le preguntas mientras te sientas a su lado.

—¿Puede ser una de amor?

Rodeo los ojos, nunca te he visto ver esas cosas cuando me acuesto a tu lado, así que Michelle, lo siento pero a él no le gus...

—Bueno, ¿por qué no?

Espera, ¡¿qué?!

—¿En serio? —te observa con asombro—. Gracias.

Ríes por un momento pero te la quedas observando encelado, como si te hubieras perdido en su mirada, hechizado.

Siento como cada vez más mi corazón se apretuja, sin parar.

Es un suplicio recordar todas las veces que me has dicho lo lindos que son mis ojos y... que nunca los hayas observado de esa forma, siendo que son verdes también.

¡No lo entiendo, Robert! Simplemente no puedo...