Transcurrieron unos minutos antes de que la manilla de la puerta gire.

Yacía acostada en el sofá, ya que no quería seguir observando esa dolorosa expectación.

Ingresas a la casa y ni siquiera me miraste. Otra razón para que mi corazón se estruje más de lo que estaba.

No dejabas de sonreír en ningún momento. No puedo creer que la sonrisa que tanto me cautivaba sea un suplicio en este momento.

Quisiera ser yo la razón de tu alegría como antes y ¡vaya ironía! Ese antes terminó de ocurrir sólo hace unos días.

Sin embargo, lo siento tan lejano en este momento.

Como la envidio, quisiera ser ella en este instante.

Quisiera ser tu verdadero amor.

O más específico, quisiera ser humana para que me veas de otra forma, no como tu mascota.

Pero, son sólo anhelos sin valor de un gato.