82; Una guerra. Un amor. La perdición.
Cómo aquella margarita sin pétalos, cuál guitarra sin hilos, ese infierno de almas marchitas.
Cómo ese amanecer que te incita a levantar la vista.
Cómo aquel fusil sin albo suicida.
Cómo ese tú y yo qué acaba en ese andén lleno de despedidas.
Cómo la vía láctea y la inmensidad de las estrellas.
Así...
Así es la necesidad que mi vida tiene de la tuya.
Que no te quiero para carreras, sino carreteras, para ese imposible.
Para ser mi comienzo y final.
Para eso y la eternidad.
Llenando de recuerdos palpitante ante
la arteria carótida y esa sien sedienta por el orgasmo
de ese cosquilleo producido por esa bala.
Ese disparo que lo destruye y revive según quién dispara.
Darte mi vida escrita en una carta. Ese adiós silencioso,
ese fin sin nombre ni rostro.
¡Oh destino!
¡Tú que me alejas de aquello que siempre he querido!.
¡Oh vida!
Qué me separas de mi felicidad infinita, la misma que está en sus labios y sus ojos semejantes a la luna roja, sin otoños pero con un corazón invernando mientras tenga su invierno.
Te pido.
No.
Te exijo.
Sí... te exijo me prometas.
Si realmente necesitas de esta poeta, me darás lo más bello de este mundo.
Me harás versos.
Si, eso quiero. Tus versos.
Tus líneas.
Tus llantos.
Tus miserias.
Tus efímeras palabras
quemadas al viento.
Sólo dame eso y te prometo.
Caminar contigo sobre ese infierno.
Abrazarme a ti cuándo nos tiremos
a ese volcán y saber que de esa lava me protegerás.
Amarte a ti.
Sólo a ti.
Inmensamente a ti.
Pues de tú oscuridad me enamoré,
sólo quiero acompañarte, qué me verses cómo nadie lo ha hecho.
Me beses con hambre, cómo si lo hubieras esperado hace ya bastantes milenios.
Vestirme con tus miradas, que despiertes y que te alegre ver mi silueta frágil, a tú lado.
No puedo ofrecerte más que una cálida compañía, besos de café, esos que te mantienen despierto pidiendo más.
Susurros interminables, letras imperfectas en comparación a las tuyas.
Volví de los no vivos por ti. Por hacerte feliz o al menos intentarlo.
Aún me consume el miedo de ser para ti más insignificante que una hormiga.
Así que.
Ante esta carta repleta de incoherencias que quizás dicta el corazón te pido me respondas.
Sólo algo, que ya me has desnudado por completo. No hablo de lo exterior y corrompido cómo lo es el cuerpo,no, eso no es nada comparado con desvestir mi alma.
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