52; Eterno invierno
No entiendo, cómo puedo sentirme tan triste, sin encontrar consuelo. Siendo que en la vida, lo que necesito, lo tengo.
Ojos con cascadas en forma de ojeras, hace días que el sueño no ampara mi descanso, pues me mantengo a altas horas envuelta entre sábanas, sudor y pena.
Las 00:00, 01:00, 00:02, 00:03, sin conciliar el réquiem que necesito, dibujo líneas negras por mis ojos, tratando de ocultar que siguen hinchados, respirar y esperar que se quite lo rojo.
Esta angustia que me aprisiona, cuál rufián metido al calabozo, tortura es esta angustia que me aborda la cavidad torácica y la estruja, crea un nudo tan fuerte que nadie lo puede desenredar.
Menos yo.
Nunca yo.
Soy la mitad de un ángel, pues mis alas han sido rotas, nunca tuve suerte. En casi nada.
Jamás a quién amé, me lo devolvió y quién me amó lo destroce. Quizás por eso no tengo unos labios, o, a quién besar. Nunca rompas un corazón, pues eso de que el dolor el karma te lo devuelve el doble, es verdad.
Al menos para mi.
Debí seguir de su mano, caminar al lado de sus pasos, seguir besándolo, seguir, sólo seguir.
Quizás sea ese reflejo roto hablando por mi, seguro son sus penas, su dolor transmitido en mis escritos, quizás no.
Pero la melancolía una vez más me hunde y me lanza a la deriva, sin un bote salvavidas.
Morir no me asusta más.
Atentar contra mi sanidad no es raro ni anormal.
Cruzar cerca de los automóviles, sentir la adrenalina de que te rozen, pasar por frente de ellos y que las bocinas chillen desesperadas, eso, a eso le llamo estar viva.
Pensé tirarme de un último escalón, rodar y despedazar mis pedazos llenos de sufrimiento por todos lados, no me pareció lo mejor, luego daría mucho trabajo limpiarlos.
Me llenaré de licor hoy, así dolerán menos las muñecas, menos dolerá el cuerpo, el alma, la vida y sólo la cabeza.
Hallaré un filo con él cuál desplazar líneas sobre papeles llenos de batallas perdidas, voz ronca, invierno eterno.
Al menos así puede ser que concilie el sueño, también para variar no tener pesadillas, sólo para variar.
Mis días son fingir, nadie lo nota, soy muy buena actriz. No me compadezco, me odio. Simple.
Aunque de los sentimientos desbordantes surgen orquídeas en mi jardín lleno de mala hierba, palabras emanan incontrolable vacío y deleite para la vista con sentido pesimista.
Quiero saber cuándo dejaré detrás esta maldita forma de ver la agonía de seguir viva. Seguir escribiendo no me sacia de romperme a cada minuto.
Fingir me cansó.
Quiero que notes mis ojos tristes, que notes el vacío, encontrar una razón por la cuál diga, si, por esto sigo. Pues mi vida se resume en esperar mi último suspiro.
Tener en orden las cosas con el de arriba, con los de aquí en la tierra y esperar que un día no deba despertar más.
Ver aquella eternidad. Pues no fui hecha para tales piedras que caen ante mi espalda. Sólo quiero paz y calma. Una palabra de ánimo, un todo un nada.
No sé ni lo que quiero.
Ya ni yo entiendo.
Quizás sólo quiera suerte, quizás quiera que mi 11:11 se cumpla, pero nunca lo hará. Pues para mi no hay fortuna para mi sólo resta tortura.
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