A veces llego tarde,
te siento distante.

Las estrellas callan esos cantos qué los ángeles alguna vez se las habían enseñado.

Pasamos de ser la unión de dos mentes en perfecta sincronía, a charla a duras penas cero veces en un día.

Pero el tiempo es el qué dictará la sentencia a la basta creencia del amor.

Lloraré con el cielo.
Gritaré con los truenos.
Bailaré con los colibríes.

Pero nada sustituiría la fragancia de ese latir incansable.

Nadie opacaría esa sonrisa qué impregna cada recuerdo distante.

Si no concilio un sueño contigo, no me desesperaré.

Sé qué en mi imaginación bailan dos manos enlazadas en el tiempo congelado, sin peros ni contras.

Sin un tú, yo.

Sino un nosotros.

qué nunca sucedió.