Mi primavera marchitó sin un otoño, será porqué tú invierno quemó mi verano?.
Eterno frío sin incendios, sin lluvia caigo en fango.
Me hundo, en horas, días no tengo para que el escribir, no encuentro palabras alusivas, son más bien aludidas.
Por la tristeza, lapiceros sin tinta, minutos desperdiciados entre estrés.

Veo muchos rostros pero en ninguno se reflejan tus ojos, tú voz se desvanece ante mi oscuridad.
Hay cosas que cambian y otras que matan.
Saboreo efímeras palabras sin decirse. Un para siempre?. Pff tonto despiste.
No hablo de un corazón al cuál han roto, más bien uno vacío, herido; por sí mismo.

Por los látigos qué se incrustaron cómo las espinas de esas rosas, que por su belleza quisieron arrancar, no se pudo.

En cambio dejo aquel trecho rojo, que arde, molesta dentro de esa cueva, fría y regida por las bastas criaturas nocturnas carentes de empatía alguna.

Seré cuál tiburón al acecho de tú depresión, buscaré curarlo con besos, abrazos sin compasión.
Pintaré esos bosquejos que no acabé los cuales permanecieron en braille para ojos que no susurran locuras saladas.

Ven.
Te invito a mi delirio, dónde en el ártico nacen rosas, dónde tú coraza es derretida con cariño que dejo impreso.

Ven.
¿Te cuento éste secreto?.
Pero silencio; será un vistazo.
Aunque recuerda.
En ese cartel sobresale en rojo sangre unas palabras avisando del peligro explícito que es el de ingresar en mi casa de espejos manchados de belleza.

Dice:
"Cuidado, no me haré responsable si a la cornisa del balcón grita tú sonrisa".

Pues si tú primavera marchita, tú verano se enfría, tú otoño revive y tú invierno se pone más cálido.
Créeme mi corazón no se hará responsable de lúcido latido que grita de tú piel.