Recuerdo la primera vez,
la primera mirada,
la primera sonrisa y el cosquilleo.

1 , 2, 3

Siempre a pasos presurosos.

4, 5, 6

No puedo con este sentimiento que me embriaga los sentidos.

7, 8, 9, 10

Caigo en una adicción y laberinto interminable.

Tú,
yo,
nosotros.

Una vez leí: "Tú buscas un amor qué te consuma". Pues cariño, nosotros consumimos de ese edén, no mordimos la manzana,
pero si picamos en el anzuelo.

Enterramos recuerdos qué nos helaban los paseos, plegábamos lienzos de letras no escritas, de palabras no dichas y de
sentimientos efusivos y corruptos.

Corrompiste mi corazón, lo moldeaste para que mi puzzle encajara con el tuyo a la perfección.

Eres esa pintura qué jamás podría dejar de admirar, ese bosquejo a medio hacer qué deslumbra su infinita prolijidad y complejidad capciosa.

Mis escritos son experiencias vistas desde distintas épocas, cómo dirías tú.

Para mí son un alivio ante la presión y estrés del camino. No caigo entre rosas sin espinas, me dañan, me destrozan la coraza.

Tus labios sobre mi mapa se va borrando a cada paso, quisiera
sentir mis sábanas entre tus carreteras. Sentir el erizar de mi piel al oír tú voz, evitar tú mirada al despertar y encontrarte realizando una furtiva caminata turística por mis rutas.

Esas bromas, nuestras pláticas, enfados, besos, malos días siendo
los mejores al tenerte. Escaparnos de todos, escondiéndonos en nuestro palacio de espejos, ver nuestros pensamientos cobrar vida ante el mínimo toque del deseo.

Recuerdo tú primer "Te amo" susurrado en mis oídos, la mejor melodía para mis tímpanos.

Endorfinas corriendo entre mis venas, latidos incontrolables, el miocardio volviéndose loco, si pudiera hubiera salido de mi pecho para esconderse entre tus manos.

Marcas entre mis clavículas por culpa de tus labios, qué incasables buscaban silenciosos gritos por tú nombre.

Somos importantes,
muertos de miedo,
reina y rey de
nuestros mundos.
Separados por paralelas
sinfonías de la vida.

Ese primer beso
bajo la lluvia,
entre rutas.
Besar tus cicatrices,
tú las mías.
Qué te escondas
entre la seda y mi
encefalograma.
Somos esa escena
de la cuál nunca baja
el telón, la qué jamás
tiene una función
sin aplausos. La
qué tiene la boletería
agotada y saturada.

Somos esa melodía usada cómo base de esas canciones qué no dejo de oír, con las lágrimas atrapadas en mis pupilas.

Necesito tanto de ti en ésta noche. El eco del silencio cala más qué en mis huesos.

La brisa más helada de lo normal, mi pulso cae a cada suspiro qué no deja qué la esperanza florezca en ese muro de concreto.

No puedo vivir sin vernos, ni sentirnos o besarnos, peor el no hablarnos. Esto es peor qué mi propio infierno.

Quizás sea el precio de este amor tan puro y tan verdaderamente jodido.

Y yo una vez más cómo imbécil escribiendo sinfonías a mi corazón roto, tratando y esperando qué me leas.

Qué sepas qué muero por cumplir esos sueños qué se marchitaron entre ese océano hecho de penas tuyas y mías.

Dame una cura, qué esto de romperme a cada línea no me cabe. No tengo remedio.

Seguiré haciendo versos a tus ojos, para qué algún día, esto sea nada más qué un obstáculo superado...

Kimi.