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Ayer sentí mi corazón romperse, fueron pequeños destellos entre sus grietas.
Caían gotas saladas de mis ojos, rojos quedaron luego de qué la tormenta pasará de largo.
Gracias.
No queda otra palabra.
Se qué quizás leerás esto y no sabrás si es para ti, si mis lágrimas perdidas pertenecen a tú recuerdo.
Si aún así anhelo qué me hables.
Qué no siempre sea yo la qué te recuerde lo qué vales.
La qué aún con esas gotas saladas brotando de sus ventanas al alma escriba, te quiero.
Y
hoy estás más lejos qué lo usual.
Palabras qué olvidaron cómo pronunciarse.
Ojos qué rechazaron guardar mi mirada.
Abrazos qué rechazaste.
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