04. ÉL
Capítulo 04
ÉL
Stalkear a una persona. Revisar las redes sociales de alguien a quien no le hablas pero que te mueres por saber de su vida. Bueno no me interesa tanto lo que ha hecho con su vida, pero sí que me muero de curiosidad por saber de él, a pesar de todo, y aunque me duela y me moleste mucho conmigo misma, en el fondo sigo sintiendo algo por él, es decir, lo detesto, de verdad lo hago, pero al mismo tiempo hay algo que hace que mi curiosidad hacia él no cese.
Han pasado prácticamente tres meses desde la última vez que lo vi en California, vestía una camisa de mangas cortas con estampado de palmas y unos pantalones cortos color negro, recuerdo que caminaba por la acera cerca de la arena, la playa a lo lejos reflejaba los rayos del caluroso sol de California y el viento le removía el cabello rubio. Por muchos años estuve enamorada de él como una idiota, y tal vez esa sea la razón por lo que a pesar de todo lo que paso no logro sacarlo del todo de mi cabeza, y quizá también sea por eso que estoy aquí frente a la pantalla de mi celular debatiéndome entre si abrir o no una cuenta falsa de Instagram para poder stalkearlo.
Cerré todas mis cuentas en redes sociales hace unos diez meses, y a pesar de que Gia había insistido un par de veces yo me he rehusado a abrirlas de vuelta o crear nuevas, el acoso en redes fue lo que me impulso a cerrarlas, y desde entonces, solo mantuve mi celular para comunicarme a través de llamadas con la abuela.
Suspiro y tiro el celular a un lado de la cama.
No puedo hacerlo.
¿Qué gano haciéndolo?
¿Afligirme más por qué seguramente él siguió con su vida mientras la mía no deja de ser un desastre?
No, gracias, pero es mejor quedarme con la intriga que con la que sé es una dolorosa verdad. Ya desearía yo hacerle un poco de falta, ya desearía yo que mi ausencia significara algo.
Ahora mismo tengo problemas más grandes por los que preocuparme.
Lloré en frente de un extraño que para colmo de mis males es mi vecino, literal, está a unos pasos de la casa. Y yo lloré como una estúpida frente a él, quien además resulto ser el dichoso capitán del equipo de fútbol, un pesado, un idiota, pero más idiota yo, yo por hablar con él.
Yo por confiar en él.
Más idiota yo por dejar que se acercara.
Más idiota yo hablarle de mi vida.
Más idiota yo por llorarle encima.
¡Uhg! Como me odio.
Papá has algo, o llévame contigo, no puedo continuar así, solo quiero ir a la universidad y tener un título para ejercer lejos de aquí, muy lejos de aquí. Tan lejos que no vuelva a ver a nadie de California, y tan pero tan remoto que no vuelva a encontrarme con ningún Manuel Álvarez.
Salgo de la cama para estudiar un poco antes de dormir, debo estudiar sí quiero sobresalir, además es la única forma que conozco para distraerme cuando me siento frustrada, abro el space en g-mail dónde la miss de inglés ha dejado las indicaciones de la tarea, leo detenidamente hasta que una notificación de un correo nuevo aparece en la parte superior de la pantalla, doy click en el pero en cuanto lo abro la cara me arde porque el remitente no es otro sino que Manuel Álvarez.
Mierda.
Ya hasta se estaba tardando en joder.
¿Pero cómo obtuvo mi dirección de correo electrónico?
Mierda, el space de inglés. Lo que me faltaba, estamos en la misma clase.
¿Ahora que quiere? ¿Burlarse de mi en mi ?
Suelto un suspiro pesado y cierro los ojos con fuerza anhelando haber leído mal el nombre del remitente, los abro lentamente y para mi desgracia el nombre sigue allí, es él. Mierda.
Deslizo el dedo saltándome la parte de los saludos y leo directamente el mensaje:
Chica, ¿estamos bien? Porque, en realidad de un tiempo para aca siento que no, no sé que hice mal, o sí hice algo para molestarte, y sí lo hice, de verdad lo lamento, no sé sí mal interpretaste algo o sí dije algo que no debía, me gustaría poder disculparme en persona, pero me has evadido y no entiendo por qué, somos conocidos casi amigos ¿no?.
Y como tu casi amigo, me ofrezco a ser tú pareja para la tarea de inglés, sé que no conoces a nadie más, así que yo podría ayudarte, siempre y cuando tu quieras, y de verdad quisiera que quisieras. Piénsalo por favor Chica, de verdad quisiera poder hablar contigo como cuando nos conocimos, creo, no, sé que tenemos mucho en común en especial a la hora de hablar de las cosas que todos creen invisibles. Espero ansiosamente, por favor me respondas, y chica... no me evadas. Con toda la sinceridad que me cabe en el pecho, Manu 911.
Esta de mente ¿no?
Muy demente.
¿Yo, su casi amiga? Recuerdo claramente que eramos conocidos.
Me quedo con expresión perpleja en el rostro mientras contemplo el correo. Lo leo una vez y otra y otra, buscando una pista, algo que me diga que es una broma o una especie de burla de mal gusto, pero por más que lo leo no logro encontrar una pista de aquello y como no logro descifrar su mensaje hago lo que mejor se me da con los mensajes; lo ignoro, ni siquiera lo pienso, solo cierro la laptop de golpe como sí allí dentro hubiera algo que fuera a morderme. Suelto todo el aire retenido en mis pulmones y princesa suelta un ladrido, giro mi cabeza hacia ella, esta sentada aún lado del escritorio, ladea la cabeza con una expresión que me enternece (como casi todas las que hace).
—Lo siento, pero no, es tu amigo no el mío —le digo como sí ella entendiera algo de lo que yo acabava de hacer, como sí ella supiera las razones por las que temo hablarle otra vez.
Ella suelta algo parecido a un chillido y yo estiro mis manos para acariciarla detrás de las orejas.
—¿Estas triste por qué tú príncipe no vino a raptarte hoy? Lo lamento tanto por ti, pero será mejor que vayamos a dormir, y que tú mantengas a ese príncipe tuyo lejos de mi ¿bien? Excelente a dormir —sentencio metiéndome de nuevo en la cama. Princesa sube y se queda a la altura de mis pies formando una bola de pelo en una esquina de la cama.
***
Termino de barrer el pasillo que conecta las habitaciones con la escalera y el olor del guisado que esta preparando la abuela llena mis fosas nasales. Antes no me provocaba comer y mucho menos cocinar, pero desde que vivo con la abuela mi apetito esta regresando a pasos grandes, tal vez sea porque comer sola me afligía en gran medida, rodeada de tantos recuerdos en dónde un día mi padre y yo fuimos un gran equipo, dónde fuimos felices y planificamos tantas cosas.
Princesa baja por las escaleras guiada por el olor lista para hacerle de ojitos a la abuela para que le dé de comer a ella antes que a nadie. Ni siquiera me molesto en detenerla, la abuela ama con su alma a princesa tanto como a mí, y para ella darle amor implica que princesa siempre este satisfecha, cosa que dudo sea posible mientras princesa presencie que alguien tiene comida cerca.
—Huele bien allí abajo —digo lo suficientemente fuerte como para que la abuela pueda escucharme.
—Y sabe aun mejor —asegura ella al tiempo que escucho sonar el tazón de aluminio que utiliza para alimentar a la glotona —. Princesa ya va a comer, por qué no bajas también mi niña.
—Si, ya me di cuenta —niego con la cabeza, es como sí mi padre le hubiera dejado dos nietas a mi abuela y no una —. Bajo en un minuto.
Dejo la escoba en su lugar en el pequeño cuarto al final del pasillo, entro a mi habitación por una bandita para el cabello, lo recojo todo de manera inconexa. Bajo por las escaleras y allí vuelvo a ponerme mis pantuflas de cerdito con orejitas que tanto me gustan, al ser sábado no tengo que ni preocuparme por vestirme o peinarme bien, al fin y al cabo, no pretendo salir de casa, por eso visto un camisón holgado y un short negro.
—¿Ya ha terminado de comer la glotona? —pregunto divertida a mi abuela al tiempo que contemplo a princesa en una esquina clavada en su tazón.
—No debe tardar, mejor sírvete antes de que quiera comerse tu parte también —dice la abuela contemplando a princesa comer como sí no hubiera mañana.
—Yo no lo dudaría de ella —digo con una sonrisa. Sí princesa pudiera ella misma bajaría la olla de la estufa y se la comería toda y sin dejar rastro.
Tomo un plato de la lacena y me sirvo mi almuerzo mientras la abuela acaricia a princesa detrás de la cabeza diciéndole una que otra frase de cariño. Me siento en un taburete al lado de la encimera, apenas me llevo un bocado de comida a la boca cuando el timbre suena. Levanto la mirada hacia la abuela, ella tiene la misma expresión confundida que yo en el rostro.
—¿Esperas a alguien? —me pregunta.
—No —niego con la boca un poco llena. Tomo un poco de juego. —Gia tenía que trabajar en la heladería.
—Yo tampoco espero a nadie, tal vez sea alguna factura —infiere antes de sacudirse las manos para ir a abrir.
Pasan un par de segundos hasta que la abuela llega a la puerta, yo continúo comiendo como sí nada cuando escucho unas risas en la sala, princesa no tarda en abandonar su tazón para correr hacia la sala (después de lamer toda la superficie del recipiente).
—Pasa, adelante, no seas tímido, sé que hoy tú hermana debe estar en la Universidad y tus cocinas con los pies —escucho la voz risueña de mi abuela.
—Muchas gracias señora Corbett de verdad no quiero molestar —mi mandíbula se detiene en seco cuando escucho esa voz. Incluso la comida parece no poder rodar a través de mi garganta. Mierda.
—Más molesta me pondré yo sí le haces el feo a mi guiso.
—Eso nunca.
Entre risas los pasos se hacían cada vez más sonoros y cercanos hasta el punto en que sentí un par de ojos sobre mi espalda y yo roge interiormente que me tragara la tierra.
Mierda.
Mierda.
La reacción de mi cuerpo en ese instante fue hacerme pequeña, muy pequeña y encogerme de hombros. Hasta el punto de no dejar nada de mi cuello a la vista.
—Mira ella es mi nieta, tal vez la hayas visto en la preparatoria. Emilia —llama mi abuela y yo cierro los ojos con fuerza, tanta que desearía estar encerrada en mi habitación y no aquí, los abro ante la realidad que no puedo evitar antes de girarme por encima de mi hombro y fijar la mirada ella. —Él es Manuel, el vecino de al lado.
Asiento lentamente con la cabeza hacia mi abuela a manera de saludo y de reojo veo como levanta la mano en un gesto de saludo, pero evado mirarlo, aunque sé que probablemente él ya lo esta haciendo. Mi abuela sonríe y yo me giro nuevamente hacia mi plato, entre más rápido lo termine más rápido voy a salir de aquí, no soportaría verlo a la cara, me arden demasiado las mejillas.
¿Por qué tuve que llorarle encima? ¿Por qué con él de entre tantas personas?
No puedo permitir que se lo diga a la abuela o a nadie, no puedo y no quiero. Pero tampoco quiero verlo a la cara.
—Mi nieta es algo tímida, pero muy agradable se llevarán bien —le susurra mi abuela, pero igual logro escucharla.
¿Llevarnos bien? Sí pase una de las vergüenzas de mi vida con él. ¿¡Frente a él!.
—Toma asiento Manuelito enseguida te sirvo.
—Gracias señora Corbett.
Escucho los pasos de mi abuela dirigirse hacia la cocina mientras los tortuosos pasos de Manuel se dirigen hacia mí, escullo rechinar el taburete a mi lado hacia atrás y mi peor pesadilla se hace realidad cuando se sienta a mi lado. ¿Por qué a mí?
Ha este punto ya ni siquiera mastiqué la comida que tenía en la boca, pero debo terminármelo todo si deseo irme, cierro los ojos con fuerza cuando me llevo a la boca una gran cucharada de comida. Trato de masticar mientras giro mi cabeza en dirección contraria a él rodeando mi plato con los brazos para evitar mirarlo. Sin embargo, entre más me esmero en evadirlo más siento su mirada sobre mí.
—¿Emilia estás bien? —pregunta en un susurro.
Contigo aquí no podría estar peor, pero gracias por preguntar, tonto.
Detengo mi dentadura que se esfuerza por masticar lo más rápido posible, por un segundo, y asiento con la cabeza sin girarme hacia él.
—Bueno, es que ayer yo...
—Aquí tienes, espero te guste —mi abuela pone un plato con comida frente a él y yo se lo agradezco interiormente.
Continuo con mi misión de comer lo más rápido posible, cuando mi abuela se sienta frente a nosotros del otro lado de la encimera para comer. Ella habla con él sobre sus padres y su hermana, pero no les presto atención, me centro en terminar de comer y cuando estoy por terminar, para continuar con mi racha de mala suerte un trozo de carne decide atravesarse en mi garganta, rápidamente extiendo mi mano hacia mi baso de jugo antes de que una tos compulsiva se apodere de mi pero tomarlo no fue suficiente y termino inclinándome hacia un lado de la encimera expulsando parte del jugo incluso por la nariz luego de toser abierta y escandalosamente.
—¿Mi niña que te sucede? —pregunta la abuela con tono preocupado.
—Nada, nada...—trato de calmarla, pero vuelvo a toser y esta vez siento un par de golpecillos en mi espalda.
Mi abuela se levanta rápidamente por más agua mientras yo comienzo a buscar la forma de erradicar esta sensación horrible en mi garganta que me hace toser de manera descontrolada.
Finalmente, una mano me extiende un vaso de agua lo tomo de un solo trago al tiempo que siento un par de palmadas en mi espalda. Mi garganta parece encontrar alivio y yo vuelvo a respirar con normalidad
—¿Estás bien? —pregunta una voz a mi espalda que definitivamente no pertenece a mi abuela dado que ella esta en frente de mí.
—Si, es solo que recordé que tengo algo muy importante que hacer justo ahora, y no puedo esperar a hacerlo —me excuso con torpeza para calmar la preocupación en los ojos de mi abuela dejando el vaso en la encimera antes de escabullirme fuera de la cocina para correr y encerrarme en mi habitación.
Princesa ni se molesta en seguirme escalera arriba cuando paso por su costado prácticamente corriendo, como sí un asesino en serie me persiguiera. Cierro la puerta de mi habitación con fuerza pegando mi espalda a ella.
Mierda.
Mierda.
¿Qué me pasa?
¿Por qué vino?
¿A qué vino?
¿Por qué a mi papá?
¿Por qué?
Un par de lagrimas ruedan por mis mejillas, al tiempo que mi pecho sube y baja exaltado.
Niego con la cabeza y trato de convencerme a mi misma de que aquí estoy segura, aquí él no podrá entrar. Aquí no podrá verme, ni él ni nadie. Subo una mano a mi pecho para tratar de tranquilizarme. Estoy conmigo misma así que estoy bien, estoy bien.
Pasado un rato me encuentro a mi misma recostada en mi cama escuchando música con mis auriculares, más calmada, pero pensando en cómo voy a hacer para evadirlo si vivimos en la misma calle y vamos a la misma preparatoria.
Tomo la foto de mi papá de mi mesita de noche y acaricio su rostro con la yema de mis dedos.
—No será tan fácil ¿verdad?. Sobrevivir sin ti, no será tan fácil. Te extraño papá, cada día me haces más falta.
Abrazo la foto a mi pecho con fuerza mientras cierro los ojos. Sé que prometí ser fuerte frente a su tumba, sé que prometí que lucharía cada día por ser mejor como él quería, pero sin él, sin mi más grande apoyo me es difícil.
Abro los ojos de golpe al escuchar un sonido en la puerta, en cuanto la puerta se abre, noto que no es otra sino que princesa, había aprendido a abrir las puertas con su mandíbula por lo que no me sorprendió que entrara sola. Con agilidad trepa en la cama en un salto para comenzar a dar pequeños ladridos y lamerme por lo que me vi obligada a incorporarme para poner a salvo la fotografía de mi padre sobre la mesita de noche. Al acariciarla detrás de las orejas ella dejo de lamerme y se sentó antes de comenzar a jadear, pero al hacerle cosquillas alrededor de su cuello note que en su collar había algo envuelto, era algo de textura áspera, al parecer una hoja de papel, tire de ella, pero note que estaba envuelta alrededor del collar, por lo que aquella hoja no llego sola allí, al desenvolverla por completo, princesa se sacudió y volvió a ladrar, yo mire con extrañeza la hoja de papel antes de desdoblarla y comprobar que en ella habían letras. Era una especie de nota.
No lastimes a los demás con lo que te causa dolor a ti mismo (Buda)
¿Sabes? No sé qué te aflija, ni que te preocupe, pero quiero que sepas que sea lo que sea, aunque no me hables y me evites, yo sí te considero mi amiga, y jamás haría algo en tu contra porque no te veo haciendo algo en contra mía o que pudiera lastimarme, y sé ser reciproco, a este punto, Daría todo lo que sé, por la mitad de lo que ignoro (René Descartes).
Posdata: A princesa le gusta salir a pasear al parque.
Pestañe varias veces observando con desconcierto la nota. Tenía dos citas, dos frases que me golpearon directo a la cara. Debo reconocer que desde que nos conocimos siempre se ha comportado como... bueno, como un amigo. Un amigo, no, un conocido agradable lo definiría mejor, Gia me dijo que era un cretino, pero no se ha comportado como uno, al menos no conmigo. Entonces ¿Qué hago Manuel Álvarez? ¿Qué hago si no puedo verte a la cara?
—¿Qué se supone que debería hacer ahora? ¿Eh? —pregunto a princesa como sí ella pudiera responderme o entender algo de esto, se limita a soltar un ladrido y a ladear la cabeza.
La acaricio y suelto un pesado suspiro mientras ella suelta un chillido que me enternece, con esos ojitos es difícil no caer en la tentación de amarla y abrazarla.
Mi teléfono suena en algún lugar de la cama que ya se encuentra revuelta, levanto algunas almohadas buscándolo, pero parece que el sonido se ahoga cada vez más, alterada levanto la mirada hacia princesa quien se encuentra sentada.
—¿Me haría el favor su alteza de levantar su trasero de mi teléfono? —digo enarcando una ceja pero ella solo ladea de la cabeza, le doy un par de palmadas a la altura de la cadera para que se mueva pero ella lo toma como un juego y comienza a lamerme la cara, antes de que me cubra por completo de babas la tomo del lomo como si fuese un bebé y la bajo de la cama con dificultad por lo gorda y grande que esta.
—Quédate ahí un segundo ¿está bien? —le digo entre jadeos antes de girarme hacia la cama y tomar mi teléfono, apenas lo tomo noto la respiración de princesa a la altura de mi nuca, vaya que se tomó enserio lo de quedarse solo un segundo en el suelo.
Mi teléfono continúa sonando con insistencia en mi mano, por lo que centro mi atención en la pantalla y cuando veo que es un número de procedencia internacional la sangre se me congela, sí no es mi hermano, es mi madre, tiene que ser mi madre. No la he llamado desde que viaje desde California hace un par de semanas, y dudo que este enojada, más allá de eso debe estar histérica, porque el número de mi abuela no lo tiene así que no ha sabido nada de mi en todo este tiempo.
Genial, hermoso sábado para recibir un sermón.
Suspiro pesadamente antes de descolgar la llamada, que por suerte no es video llamada.
—Hola —digo suavemente.
—¡EMILIA CORBETT! ¿CUÁNDO IBAS A DIGNARTE EN LLAMAR A TU MADRE!
Casi por instinto alejo el celular de mi oreja. Lentamente vuelvo a acercármelo para tratar de apelar.
—Mamá, estoy bien, estoy con la abuela, y sí no te había llamado es porque cambié de número y accidentalmente perdí el tuyo.
—¿Accidentalmente? Por favor Emilia, soy tu madre y sí vas a hacer algo como cambiar de número yo debería saberlo y tú debiste guardar mi número en algo, claro, sí fueras un poco más consiente de tus actos.
—Esta bien mamá tal vez tengas razón —contesto con un tono de voz neutro, apelar cuando esta así de irritada es inútil y explicarle las cosas es aún más inútil sí nunca entiende, sí nunca escucha.
— La tengo Emilia y tú lo sabes, desde que tú padre se fue te dije que te vendrías a vivir conmigo, pero te negaste rotundamente, y sí cedí fue para que terminaras el año escolar allá, pero ahora resulta que no solo terminaste el año escolar allá sino que también te fuiste a vivir con tu abuela a ese pueblucho dónde no debe haber ni un buen maestro.
Razones por las que no me gusta hablar con ella hay muchas, y entre esas esta esta: mis estudios. Mamá quiere que estudie en los mejores colegios, que tenga las mejores calificaciones y que me comporte como una profesional desde la preparatoria; madura, capaz, responsable, y activa. Y sí hay algo que detesta más aparte de que yo no haya ido a estudiar al prestigioso colegio internado al que ella quería enviarme, es que haya terminado estudiando en la preparatoria de Addforst.
—Mamá, escucha, Addforst no es tan grande como California, pero tampoco es un pueblucho, aquí esta mi abuela, Gia, y me siento cómoda estando aquí, por primera vez después de que mi padre partió de este mundo me sentí cómoda, y sí me lo preguntas sí, la preparatoria es grande y muy bonita, de hecho tiene profesores de todas partes del país e incluso un programa de intercambios, y voy a graduarme ahí tal y como lo hizo papá, te guste o no.
—¿Me estas desafiando? ¿Recuerdas que eres menor de edad y que legalmente eres mi hija? Bastaría que yo me acercara a esa preparatoria para sacarte de allí a rastras si fuese necesario para que vivas conmigo y estudies dónde yo quiero.
—No se trata de desafiarte mamá ¿Por qué todo lo tomas como sí fuera un reto? No se trata de un juego de poder en dónde tienes que demostrar quien es el más fuerte, se trata de mi, de mis aspiraciones y de mi futuro, quiero estudiar aquí y seguir los pasos de mi padre ¿es tan complicado entender eso?
—¿Tú padre? Tú padre era un mediocre y lo sabes. ¿Periodista? ¿Eso es lo que quieres ser? ¿Para qué? ¿Para terminar en medio de una conmoción y morir por ir en busca del chisme? No Emilia, estás muy equivocada sí piensas que voy a permitir que estudies una carrera tan insignificante como esa.
Dos lagrimas rodaron por mis mejillas sin que yo pudiera contenerlas, era tan dura con sus palabras que ni siquiera era capaz de recordar que ese hombre al que ella llama mediocre dio todo por mi mientras ella formaba otra familia.
—No necesito ni tu aprobación ni tu dinero para estudiar lo que me gusta.
Fue todo lo que dije antes de colgar y apagar el teléfono en el mismo instante. En mi pecho se formó un agujero que parecía presionar mis pulmones haciendo que tuviera que respirar por la boca, princesa con un chillido suave se acerco a mi y la abrace antes de romper a llorar.
¿Por qué no podía medir sus palabras? ¿Por qué sí odiaba tanto a papá como decía se enamoro de él en un principio? ¿Por qué no puede solo dejarme hacer mi vida? ¿Por qué? ¿Por qué?
Comencé a ahogar sollozos contra el cuello de princesa quien a pesar de no tener la más mínima idea de lo que estaba pasando estaba allí aferrada a mí, dándome un consuelo que ni si quiera mi madre fue capaz de darme durante la sepultura de mi padre.
—¿Qué ha pasado mi niña? ¿Por qué estas así? —la voz suave de mi abuela invade mis oídos, ni siquiera note en que momento entro a la habitación, pero eso es lo que menos me importa ahora, con los ojos inundados de lágrimas comienzo a avanzar hacia ella caminado de rodillas sobre la cama para dejarme caer sobre sus brazos y abrazarla.
Por unos segundos no digo nada y ella tampoco, solo me abraza y trata de reconfortarme con palabras como todo va estar bien tranquila, pero yo sé que nada está bien, nada, y debo poner todo mi corazón y mi alma para conseguir una beca y no tener que recurrir nunca a mamá.
—Ella me llamo, y dijo cosas...—es lo único que entre sollozos logro decirle a la abuela.
Mi abuela dijo algo que no logre entender y yo agradecí que me abrazara sin preguntar más, nunca le he dicho a la abuela la forma grosera y grotesca que tiene mi madre para referirse a papá, porque delante de mi abuela siempre a dibujado una falsa sonrisa, y cargar, cargar con su hipocresía, me colma la paciencia, me irrita y me consume por dentro.
***
He de admitir que soy un desastre controlando mis emociones, tampoco soy muy inteligente, quizás sí alguien constante, pero algo torpe, supongo que de eso trata la vida, la de todos no solo la mía, se trata de crecer, equivocarse y reconocer el error para no volver a cometerlo. En mi caso, cometí un error al abrirme a la persona equivocada hace unos meses, pero, esa persona era alguien que fingía ser mi amigo solo por interés, un interés que yo no vi o más bien no quería ver, y solo lo admití hasta que paso lo de mi padre, cuando la realidad de quienes eran mis amigos y quienes no me golpeó de frente, pero ahora, conocí a alguien que parece distinto y que aunque me cueste reconocerlo se ha acercado a mi de forma genuina y sincera, alguien que no ha dicho nada a nadie de lo que me sucedió aquel día en la biblioteca, nadie se me queda viendo en los pasillos, y tampoco escucho murmullos a mi espalda, entonces, asumo que he cometido un error. Lo juzgue mal porque creí en las palabras de Gia por encima de cualquier otra cosa, creí que de verdad era un cretino y que solo se burlaría de mí, pero no lo hizo, él, no lo hizo, porque, tal vez él, sea diferente.
Después de recibir la llamada de mi madre, muchas cosas se quedaron dando vuelta en mi cabeza, y ahora más que nunca estoy segura de que sí quiero progresar, sí quiero cumplir mi sueño y regresar a California victoriosa, debo ser fuerte en todos los sentidos, nadie va a estar siempre allí para ser mi soporte cuando sienta que estoy por desmoronarme, nadie, porque papá falleció y sé que mi abuela no estará para siempre conmigo, así que antes de quedarme sola (porque sé que con mi madre no cuento) quiero poder ser fuerte y cambiar, quiero hacer un cambio que a mi padre enorgullezca y que a mi abuela alivie y reconforte, me dolieron mucho las palabras que me dijo mi madre, pero más me dolieron las que me dijo mi abuela y me hicieron aterrizar en la realidad "no estaré para siempre, y me dolería irme sin haberte visto sonreír genuinamente de felicidad" Por eso voy a cambiar, sí bien los cambios me dan miedo, espero que este miedo que siento en mi estomago sea por un buen cambio y no porque la historia de California esta por repetirse.
La oportunidad de enmendar las cosas está frente a mí, aunque siendo sincera sí estoy aquí es porque necesito una pareja para la tarea de inglés, todos en el salón ya anotaron la suya en el Excel que envió la miss por el space de la clase en g-mail, y aunque quisiera no puedo presentarla sola y necesito destacar en todas y cada una de las materias sin excepción, tengo un interés importante para estar aquí más allá de buscar la paz con mi vecino, pero en el fondo de mi ser también sé que al menos le debo un gracias por lo que hiso por mi en la biblioteca hace unos días.
Suelto todo el aire retenido en mis pulmones antes de dar un paso que me acerque más a la puerta frente a mí.
Tranquila Emilia, solo será una visita breve, muy breve. Solo respira.
Había dado muchas vueltas en mi habitación antes de venir aquí, muchas, no sé sí no encontraba el valor o la escusa para venir. Dije a mi abuela que saldría a devolverle algo que al vecino se le había quedado en la cocina, algo que yo misma me inventé y que a ella no mostré, apenas le di tiempo de cuestionarme algo cuando me escurrí por la puerta hacia la salida.
Antes de que se me ocurriera otra cosa y pudiera arrepentirme estire mi mano y toque el timbre una vez, una vez que probablemente nadie escucho así que bien podría irme y no pasaría nada, porque sí nadie escucho nadie se enterará que estuve aquí. Nadie. Nadie sale, así que será mejor que me vaya tal vez ya están durmiendo. Di media vuelta en el umbral lista para irme cuando un crujido a mi espalda hizo que me fuera imposible dar un paso.
—Hola —saludo una voz femenina en un tono extrañado, disimule lo mejor que pude el susto que me lleve en cuanto la puerta se abrió, parpadeé varias veces, solté por lo bajo todo el aire retenido en mis pulmones y me gire hacia ella lentamente.
La hermana de Manuel, claro, debe ser ella. Una chica bastante alta de cabello castaño y ojos café claro, casi como los de su hermano. Ambas nos miramos de arriba abajo como examinando a la otra durante unos segundos.
—¿Necesitas algo? —volvió a hablar ante mi eminente silencio, y entonces fue cuando recordé que yo no había saludado, de hecho, ni siquiera había abierto la boca. Me aclare la garganta.
—Eh, hola, soy la vecina, mhm, ¿Se encuentra Manuel?
—Con que la vecina ¿eh? —se cruzó de brazos y se apoyó en el marco de la puerta con expresión despectiva.
—Si, de hecho, vivo en aquella casa —señale la casa al lado, ella se inclino un poco como sí quisiera confirmar que existía una casa en la dirección que señale.
—Si claro, y yo me mude ayer. Eres una de esas niñas de hormonas locas de la preparatoria ¿verdad? Mira, he visto a muchas chicas acosar a mi hermano de diferentes formas, pero vaya que tu estas siendo creativa, y admiro a las personas creativas, pero, mira que venir a buscarlo de noche diciendo que eres la vecina cuando ni siquiera yo te conozco, eso es pasarse de sin vergüenza.
Trague grueso. Por el gesto que hizo al decir aquello, sé que eso fue como una especie de regaño.
Mierda, solo a mi se me ocurre venir así cuando sé perfectamente que mi abuela no me ha presentado a los vecinos, porque yo tampoco he querido.
—Ok, tienes un punto —digo antes de soltar un suspiro algo nerviosa —y debe ser porque no he dicho mi nombre aún, soy Emilia Corbett la nieta de la señora Corbett, me mude hace poco así que...
—Espera —me corta extendiendo una mano—. ¿Eres la nieta de la señora Corbett?
Asiento con la cabeza lentamente formando una dura línea con mis labios.
—Excelente, sabía que existías, pero no como lucías, oye ¿Sabes cocinar? —parpadee varias veces ante su cambio brusco de expresión y forma de hablar, incluso me sonrió.
—Bueno, me gusta la repostería y sé hacer que las cosas no se quemen, eso cuenta ¿no? —me encojo de hombros con algo de pena.
—Supongo que sí, algo siempre mejor que nada. Así que tu vienes conmigo.
Sin darme tiempo sí quiera de pensar, tomo mi muñeca con su mano y tiro de mi hacia el interior de la casa.
Evie♡.
The Climb es una canción escrita para todos aquellos corazones que sienten el anhelo de volver realidad lo que todos creen invisible:
https://youtu.be/NG2zyeVRcbs
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro