ANHELO
Era jueves, el sol se ocultaba y la luna aparecía. Nuestro dichoso pero rutinario encuentro por la calle en donde la oscuridad reinaba y la emoción estaba a flor de piel, se acercaba. Pronto comenzaba a sentirme fuera de la realidad, a percibir mi entorno como algo vacío y poco relevante. Lo único que me interesaba era verte caminar hacia nuestro punto de reunión; el callejón de las apariciones y de los efímeros encuentros. Ya me estaba acostumbrando a solo encontrarte en la oscuridad pero, ¿Por qué no podíamos vernos en otro lugar?
Con la misma expresión de alegría e igual vestimenta del día anterior, te acercabas a la mujer que vestía de manera diferente todas las ocasiones y la que cambiaba de expresión cada que podía. Estábamos de frente, observándonos en silencio. Tus ojos café oscuro de tamaño grande y pestañas largas, me miraban de forma imponente provocándome escalofríos. En aquél momento sentí una calidez reconfortante proveniente de tus dedos sobre la palma de mi mano, en ese instante supe que compartíamos el mismo sentimiento de temor, no nos atrevíamos a entrelazar nuestras manos, nos limitábamos a rozar nuestros dedos de forma delicada.
Deseaba abalanzarme hacia ti y darte los abrazos de los días anteriores en los que me había quedado con ganas, sabía que lo deseabas, pero así como yo, te abstenías. Tu mirada se dirigía a mi boca provocando en mi unas ganas incontrolables de besarte, sería un privilegio tocar tus labios, anhelaba hacerlo. Me sonrojaba cada vez que decías mi nombre con voz ronca, quería escucharte por todas las noches, desde luego sería un placer deleitarme con tu habla, con aquellos fascinantes pensamientos que poseías. Contigo no perdía el tiempo, con cada plática aprendía algo desconocido para mí, enriquecías mi mente. Empezaba a pensar que se trataba de una ilusión y temía tener razón.
Conversábamos a cerca de tus sueños perdidos, de lo que te gustaría hacer pero no podías, para ti era inalcanzable, sentías que se te escapaba lo más importante de tu vida, tu pasión. Tu mirada se opacaba, tus cejas temblaban y tus manos sudaban. Detestaba saber que no te atrevías a dejar atrás esos pensamientos angustiantes que te atormentaban cada que te lastimabas con tus palabras...quería hacerte cambiar de perspectiva, poder meterme en tu maravillosa mente e impulsarte a seguir. Deseaba darte una muestra de mi apoyo, para que supieras que yo era la ideal para acompañarte en tus aventuras; se me ocurrió acercarme a ti, esta vez sin titubeos, con seguridad, necesitaba hacerlo porque era probable que desaparecieras el día de mañana. Lograba percibir tu embriagante aroma y estando de frente nuestros alientos comenzaban a mezclarse, me mirabas de manera provocativa logrando parar mi respiración, no lo pensé más y te besé perdiéndome en tu adictivo sabor.
—Mujer bella—dijiste. Me estremecí.
Un zumbido demasiado agudo invadió mis oídos, esto significaba que pronto nos esfumaríamos, tú te perderías en la densa niebla mientras que yo regresaría a la realidad.
Aquél sonido era mi alarma. A las siete de la mañana comenzaba mi rutina del día y hoy no había amanecido feliz, si no frustrada, cada noche duraba menos nuestro encuentro, o al menos yo lo sentía así.
Con la mente en blanco me ponía el uniforme y alistaba mis cosas, ni si quiera me fijaba en qué desayunar, agarraba lo primero que veía.
Cinco para las ocho, justo a tiempo para comenzar esta mañana con el mismo desgano de hace unos días. Caminé por el largo pasillo que conducía a mi salón. Escuché casi detrás de mí unos pasos rápidos, alguien venía corriendo tan de prisa que logró rebasarme y entonces te reconocí, eras tú, el chico de todos mis sueños, aquél que yo deseaba tanto. Anhelaba que me miraras de la misma forma que ayer por la noche. Pasaste rozando mi hombro sin mirarme; me quedé inmóvil por un momento, no volteaste a verme, no me reconocías pero yo a ti sí. Solo existías en mis sueños. Ahí comprendí que serías parte de mi vida en una ilusión, algo inexistente para ti, algo que yo misma creaba.
Éramos extraños en el día y conocidos por las noches. Quería que fuéramos el uno para el otro sin tener que separarnos en todas las partes que contienen los días.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro