Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 28 🌹

Bea

La incertidumbre crecía más y más dentro de mi pecho mientras más pasaba el tiempo. Me estrujaba los dedos a la vez que miraba el reloj, las manecillas seguían caminando y el dolor no aminoraba, todo lo contrario, aumentaba un poco más. Me sobaba el brazo con cuidado y de vez en cuando sentía algunas punzadas o un poco de dolor pero ya era menos que el día que todo pasó.

Todavía no podía creer que André estaba ahí abajo, siendo torturado o lo que sea que le hagan a los hombres como él, lo que se merecía por todo lo que me hizo todos los años que pasé a su lado, que me retuvo a su lado mejor dicho, ya que de ser por mí me hubiera escapado desde hace cuánto, dejarlo era uno de mis sueños más grandes y ahora se estaba cumpliendo que seguía sin creer fuera real.

—Hija —Fran se acercó a mí para poner una mano sobre mi hombro con mucho cuidado de no lastimarme. Le sonreí a medias y puso una taza de chocolate caliente frente a mis ojos —. Toma. No has dormido nada y no te ves bien —cogí la taza con una mano y le sonreí agradecida —. Vitale va a estar bien, va a regresar con bien —quería creer en sus palabras, ella más que nadie conocía a su hijo, sabía como era este mundo pero yo no podía evitar tener miedo y sentir una opresión en medio del pecho que por más que quisiera no se iba, no me quería dejar en paz.

—No puedo dormir, no dejo de pensar en que algo malo le ha pasado —apretó mi mano con suma delicadeza —. Sé que debo ser más positiva pero...Lo amo, Fran, amo tanto a Vitale que no quiero que nada malo le pase —una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios.

—Y él te ama a ti, por eso estoy segura que va a regresar, lo hará por ti y Bella —miramos a Fio y Samuele que dormían en uno de los sofás. Él la abrazaba y apretaba a su pecho, mientras que ella apoyaba su cabeza contra este.

Fran sonrió al ver a su hijo dormir plácidamente con la chica que tanto amaba.

—Se ven tan bonitos juntos —empezó a hablar sin soltar mi mano —. Nunca había visto a mi hijo así de feliz. Sé que es muy joven y que apenas empieza su vida pero creo fehacientemente que Fio es el amor de su vida. Se van a ir a Italia, Fio va a terminar sus estudios y tal vez Samy también lo haga —giró la cabeza para verme, tenía los ojos cristalinos —. Y tú te vas a casar con mi Vitale —palmeó mi mano —. Sé que serán muy felices.

—¿No te molesta que tu hijo se haya enamorado de una mujer...como yo?

—¿Una mujer cómo tú? —frunció el ceño —. ¿Qué quieres decir con eso?

—No soy una mujer como Alessia o las otras chicas con las que Vitale llegó a salir —apreté los labios —. Tuve una vida difícil, me vendieron por dinero, tantos años en la calle y...

—Y nada de eso importa, cariño —puso su mano en mi pecho —. Tu alma pura es lo que importa, que mi niño te ame y nada más. Lo que yo piense o piensen los demás no importa, solo lo que ustedes sienten —mantenía esa sonrisa en los labios —. Vitale te ama y te ama mucho.

—Lo sé, yo también lo amo y mucho —su sonrisa se hizo más grande —. No sé que sería de mí sin él —se formó un nudo en mi garganta.

—Estoy segura de que hubieras salido adelante, sin o con Vitale hubieses escapado de André —tragué grueso cuando dijo ese nombre.

—¿Eso crees?

—Estoy segura —apretó mi mano —. Ahora que todo esto termine puedes cumplir todos tus sueños, Bea, eres joven, bonita e inteligente, ahora tienes la solvencia económica para poder realizarte como mujer, así como tanto lo anhelas.

—¿No es demasiado tarde para mí?

—Nunca es tarde para empezar de nuevo —dejó un beso en mi mejilla —. Puedes conseguir todo lo que tú quieras, lograr todos tus sueños, tienes veinte años, cariño y toda una vida por delante —no pude evitar derramar un par de lágrimas.

Fran era una gran mujer que siempre tenía un consejo para darte o una palabra de aliento para hacerte sentir mejor y esta vez no fue la excepción.

—Voy a ver a Bella, aunque dudo mucho que se de cuenta de las cosas, todavía es pequeña e inocente —le sonreí.

—Gracias por todo, Fran.

—Quien debería agradecerte soy yo a ti por cuidar tan bien de mi Vitale y amarlo tanto —se puso de pie y soltó mi mano después de unos segundos. La vi salir de la sala y me puse de pie para mirar a través de la ventana. Las luces estaban encendidas, los hombres de Vitale iban de un extremo de la propiedad al otro, sosteniendo sus armas en alto, tenían la orden directa de tirar a matar si alguien ajeno a la familia se acercaba más de lo debido.

—¿Cómo estás? —escuché una voz familiar detrás de mí, al girar el cuerpo me di cuenta que era Chiara.

—Deberías estar descansando —señalé.

—Al igual que tú —señaló mi brazo y solté un suspiro.

—Estoy bien, ¿y tú cómo estás? —quería llevar la fiesta en paz con Chiara quien a fin de cuentas era la mano derecha de Vitale y siempre estaría a su lado. Si no cabía la prudencia en una tenía que caber en la otra, llevarnos bien era solo un paso para que la convivencia en esta casa fuera buena. Lo haría por mí, por Fran, la abuela, Bella pero más que nada por Vitale.

—Ya me siento mejor, gracias por preguntar —miró a Samuele y Fio, tuvo que hablar más bajo —. Espero que también te encuentres mejor —levanté un poco el brazo, sonriendo.

—También —le di un sorbo a mi taza con chocolate.

—Te noto nerviosa y preocupada.

—Fran dice que todo va a estar bien pero...No quiero que nada malo le pase.

—Vitale va a regresar con bien, ni siquiera se tendrá que manchar las manos para deshacerse de Massima. Está con Rossi —aseguró.

—¿Debería confiar en ese tal Rossi? —no dudó al responder.

—Sí, confía en él y que va a traer a Vitale de regreso con bien —si ella decía que las cosas iban a salir bien entonces así sería ya que Chiara llevaba años trabajando para los Schiavone —. Rossi no es bueno y nadie en este mundo lo es pero nunca lo va a apuñalar por la espalda —suspiré un poco más feliz al escucharle decir esto.

—Entonces lo haré —sonrió.

—¿Me puedo quedar contigo a esperar? Estoy aburrida de estar sola allá arriba y necesito caminar. Se me va a entumir el trasero —ambas reímos y nos quejamos por el dolor en nuestros cuerpos.

—Quédate, nos podemos hacer compañía —una sonrisa me bastó para saber que estaba de acuerdo.

Samuele y Fio estaban profundamente dormidos, a veces los miraba de más ya que se veían tan bien juntos, eran una hermosa pareja, un poco disfuncional pero a fin de cuentas se llevaban bien. Pronto se iban a ir a Italia, empezarían su vida lejos de nosotros pero nos íbamos a ver algunas veces al año y eso estaba bien para mí.

Anduve de un lado al otro, mirando todo, observando cada esquina y esperando que Vitale regresara a casa, que volviera con bien, sin un rasguño. Solo deseaba que no le pasara nada malo, Vania estaba con él y juró que lo iba a proteger, él juró que iba a regresar a casa.

Me detuve frente a la puerta que lleva al sótano, tentada con abrir y bajar para ver a André, tenía que enfrentarlo, decirle cuánto lo odiaba y que sería feliz el día que pagara por todo el daño que me hizo, cada golpe e insulto que estaba dejando atrás. Levanté la mano para abrir la puerta pero esta se quedó suspendida en el aire, tragué grueso. Todo mi cuerpo empezó a temblar, recordé los días a su lado, cada golpe, cada vez que me dejó inconsciente en el suelo sangrando a nada de morir por su culpa. Entonces las preguntas asaltaron mi cabeza como una avalancha que me dejó temblando en mi lugar, estática sin poder ni un músculo.

¿En serio harás esto?

Una mano se posó en mi hombro, pegué un respingo y giré la cabeza para encontrarme con Chiara.

—¿Qué haces? —ni siquiera permitió que pudiera responder porque se me adelantó —. Están entrando a la propiedad —informó. Bajé la mano y me apresuré con ella hacia la puerta principal, nos quedamos bajo el umbral de la puerta. Tres camionetas negras entraron una detrás de la otra, se detuvieron juntas y las puertas se abrieron. De la camioneta de enmedio salió Vitale, que al verme apresuró el paso, cuando llegó a mi lado lo primero que hice fue abrazarlo y asegurarme de que estaba bien, que no tenía ni un rasguño, que no le había pasado nada.

—Estás bien —asintió, correspondiendo a mi abrazo —. Estás aquí conmigo.

—Te dije que iba a regresar —me apretó con cuidado de no lastimarme el brazo. Se separó dejando un beso en mi mejilla en el proceso. Sus manos acunaron mis mejillas, las acarició con sus pulgares, me perdí en su mirada clara, en sus iris casi de color gris, en su boquita pequeña y sus labios rellenos. Tenía una barba de días que le hacía lucir sexy y seductor —. No te voy a dejar sola, cuando me necesites voy a estar para ti.

—Te amo —solo pude decir eso porque agregar una palabra de más sería romper la magia del momento.

—Y yo te amo a ti, cariño —Samuele y Fio aparecieron en el lobby, todavía estaban adormilados.

—¿Cómo te fue? —Samuele se acercó a su hermano, chocaron los puños y se abrazaron.

—Vamos a la sala, necesito tomar algo caliente.

—Voy a preparar chocolate —les dije pero Chiara me detuvo.

—Ve con él, yo preparo el chocolate —le sonreí agradecida.

Fran no tardó en bajar y así Vitale nos pudo platicar como pasó todo, no tuvo que ensuciarse las manos para matar a Massima ya que Rossi le entregó un frasco con alguna sustancia que provocó que este sufriera hasta el último segundo antes de morir. Rossi se haría cargo de Massima y el resto de su familia, en las calles se sabría lo que el Don de la Camorra hizo dejando de lado a Vitale para que no tuviera algún tipo de represalias, para que no se fueran contra él.

—Al menos hizo algo bien, Rossi —dijo Fran —. ¿Y ahora qué? —estábamos en la sala escuchando a Vitale, no se veía cansado ni mucho menos.

—Dijo que hará una fiesta para que lo nombren el dueño de toda la Cosa Nostra —sostenía la taza en una mano. Su mirada se encontraba perdida en algún punto de la alfombra, como si su cuerpo estuviera aquí pero sus pensamientos en otro lado.

—¿Confías cien por ciento en Rossi? —le preguntó Samuele, pregunta que lo sacó de sus cavilaciones.

—Sí, confío en él y si llegara a hacer algo en nuestra contra tengo todas las armas para acabarlo —musitó. Su mandíbula se tensó, apreté su mano y me miró con una sonrisa en los labios —. Pero vamos a olvidarnos de todo esto, ya no quiero pensar en Massima ni en sus hijos —se puso de pie y yo con él —. He pensado en hacer algo en conmemoración a Alessia y su madre, poner una tumba donde mi hija pueda ir a verla.

Miró a todos buscando una aprobación o en su caso una negación.

—Me parece buena idea —dijo Fran —. Mi niña se merece eso al menos —se refería a Bella —. Que haya un lugar donde pueda ir a llorarle a su madre —sonrió. Fio y Samuele opinaron lo mismo.

—Entonces vamos a dormir porque mañana hay que hacer muchas cosas —miró la hora en su reloj, ya pasaban de las tres de la mañana —. Todos necesitamos descansar.

Nos despedimos y cada uno subió a su habitación, dejando el tema de lado y si era posible enterrarlo para ya no hablar de ese infeliz y sus hijos. Vitale no quería que su hija creciera sabiendo que su abuelo mató a su madre y abuela, que fue un monstruo en toda la extensión de la palabra, y aunque muchas veces lo dijo él tampoco era una buena persona pero nunca llegó a ser como Massima, eso lo teníamos claro todos.

—Estaba preocupada por ti —levantó la mirada y sonrió.

—¿Mucho? —me ayudaba con el vendaje del brazo. Era atento y cuidadoso. ¿Podía pedirle más? No creo, así ya era perfecto.

—Demasiado diría yo. Casi se me sale el corazón al pensar que te pudo pasar algo.

—Pero no me pasó nada —limpió la herida con sumo cuidado —. No tuve que hacer nada porque Rossi lo tenía todo planeado ya.

En ese momento recordé lo que dijo abajo cuando su hermano le preguntó si confiaba en él.

—¿A qué te referías cuando dijiste que tenías todas las armas para destruirlo si llegaba a hacer algo en tu contra? —alcé una ceja pero tardó en responder unos segundos. Estaba concentrado en limpiar la herida y no llevarse uno de los hilos que usaron para cerrar la herida.

—Te lo voy a decir porque confío plenamente en ti, sé que no dirás nada.

—Soy una tumba —sus labios se estiraron en una bonita sonrisa.

—Rossi tiene una hija de siete años. En ese aspecto lo entiendo porque haría lo que fuera por ella así que ya te puedes imaginar a que me refiero —mis ojos se abrieron grandes.

—¿Le harías daño a una niña de siete años? —negó rápidamente.

—No lo haría nunca, pero así Rossi está consciente de que no debe traicionarme —cuando terminó llevó la basura al baño y se lavó las manos —. Él no sabe que no le haré daño a su retoño —salió del baño para meterse conmigo bajo los cobertores.

—¿Ahora qué? —agachó la cabeza y frunció el ceño.

—¿Ahora qué? —repitió —. Toca ser felices, ¿no? —me abrazó.

—Creo que sí —apoyé mi cabeza en su pecho —. Tengo miedo —le confesé en un tono de voz bajo.

—¿Miedo de qué?

—Que algo salga mal, que no pueda ser una buena madre para Bella, que arruine las cosas —solté un suspiro cansado.

—Eres una buena mujer, Bea, serás una buena madre para Bella y todos los hijos que vayamos a tener en un futuro —dejó un beso en mi frente.

—¿Crees que pueda terminar mis estudios? Quiero hacerlo, quiero ser un ejemplo para nuestra niña, quiero que tú y ella se sientan orgullosos de mí.

—Yo ya me siento orgulloso de ti, cariño. Te voy a apoyar en cada decisión que tomes, estaré siempre. Siempre.

—Siempre —repetí.

—Así es —lo escuché bostezar.

Tener al apoyo de Vitale en estos momentos era esencial para mí ya que me ayudaba a querer salir adelante, hacer las cosas bien para mí, para no quedarme estancada siendo una bruta que no pudo terminar los estudios. Ahora nada me lo impedía. Nada.

****

El frío y la humedad calaban mi piel. El lugar era frío y oscuro, solo una bombilla iluminaba todo el inmenso espacio, nunca pensé que fuera tan grande aquí abajo. Miré a mi alrededor y mis vellos se erizaron al ver la escena que tenía frente a mí.

No sé como tuve el valor de bajar y enfrentarlo, estar aquí en este momento. Pero tenía que hacerlo antes de empezar una nueva vida, desde cero. Tenía que dejar mi pasado atrás, vencerlo y si se podía terminar con él de raíz y si la única opción era matarlo lo haría, haría todo con tal de librarme de los fantasmas que me seguían día y noche, porque no podría continuar sin darle el cierre a este capítulo tan doloroso de mi vida.

—Estás aquí —se removió en su lugar. Ocupaba la silla que muchas de las veces ocupó Vitale en este mismo lugar. Lo imaginaba ataviado con uno de sus lujosos trajes, zapatos pulcros, anillos en los dedos, peinado hacia atrás y esa sonrisa siniestra que muy pocas veces dejaba ver.

—Y tú estás ahí —lo señalé con la pistola —. Obteniendo lo que te mereces.

Se encontraba en una situación penosa de la que solo él tenía la culpa y aún así no borraba de sus labios esa sonrisa arrogante y estúpida.

—¿Crees que merezco esto? —señaló el lugar —. ¿Eso crees?

—Creo que mereces más —miré la bandeja que yacía sobre una mesita, donde había todo tipo de instrumentos de tortura, impolutos y brillaban por el filo que tenían —. Si yo tuviera el valor de Vitale te hubiese cortado el pene y obligado a que te lo comas. Hubiera cortado tus dedos uno a uno hasta que te quedes sin nada —movió las manos dejando ver los pocos dedos que aún le quedaban, unos estaban infectados.

—Pero no tienes el valor y nunca podrías disparar esa arma —señaló la pistola que yacía sobre mis piernas.

—No conoces...

—No, pensé que eras una perrita temerosa que con cada golpe se iba amansando, pero no, resultaste ser una perra astuta que logró meterse en la cama del Don —se burló. Pude notar que tenía la frente perlada en sudor.

—Cierra la maldita boca...—espeté.

—¿Qué le diste para que esté así de enamorado de ti? ¿Usaste las técnicas que aprendiste en la calle? —alzó una ceja —. Seguro se lo mamaste por eso está perdido por ti.

Me puse de pie llena de rabia y le solté una bofetada que retumbó por todo el lugar, el golpe fue tan fuerte que le hizo girar la cabeza y mi mano se quedó marcada en su piel oscura. Sonrió como si esto fuera solo un juego para él.

—Cierra la maldita boca sino sabes ni una mierda. Vitale no es como tú, él me ama por lo que soy no por el sexo o lo que le pueda dar en la cama —soltó una risotada que me provocó rabiar mucho más. Empuñé la mano y con toda la fuerza que podía tener solté un puñetazo en su rostro que también me dolió y rompió mis nudillos, pero la satisfacción de verlo sangrar fue tal que olvidé por completo que yo también estaba lastimada. Giré sobre mis talones y cogí el arma, al regresar a verlo escupía un poco de saliva con sangre —. Eres despreciable, el ser más asqueroso que he conocido. Te odio, te odio tanto —me negaba a derramar ni una sola lágrima por él porque simplemente no las merecía.

—¿Has terminado? —se movió haciendo sonar las cadenas que apresaban sus manos y pies. Di un paso atrás, asustada y eso provocó que soltara una carcajada —. Me tienes miedo, Bea y con el miedo basta.

—Ya no podrás hacerme daño, Vitale te va a matar, se va a deshacer de ti y no va a quedar nada más que un mal recuerdo en todas las personas que tuvimos la desgracia de conocerte. ¿De qué te sirvió todo el miedo empleado?

—Seguiré en tu cabeza como un puto recuerdo que se negara a irse, te va a atormentar cada día de tu vida y por más que intentes ser feliz no vas a poder, la sombra de tu pasado te va a perseguir como una segunda piel, vas a recordar lo infeliz que eras, lo poca cosa que vales, podrás tener ropa de marca y ser una dama pero tú y yo sabemos que eres una puta, una mujer que se vendía por unos cuantos euros.

—¡Tú me vendías por unos cuantos euros!

—¡Y tú lo disfrutabas como la zorra que eres! —vociferó lleno de rabia.

—¡Cierra la boca! ¡Cierra la maldita boca! —le exigí levantando el arma a la altura de su cabeza.

—¡Hazlo maldita sea! ¡Mátame de una puta vez! Pero ni así te vas a librar de mí, Bea, seré un maldito recuerdo en tu jodida y perfecta vida —le quité el seguro a la pistola, dispuesta a terminar con su vida de una vez, matarlo y librarme de su asquerosa existencia —. ¡Hazlo con un carajo!

Y aún así, aún con todo el odio que sentía hacia él me negaba a matarlo, a ensuciar mis manos con su sangre, a llevar en mi conciencia su muerte, porque no sería yo quien le quitara la vida. Y me odiaba por eso, porque en lugar de disparar el arma la bajé y empecé a llorar, dolida, rota, llena de coraje y odio, pero no lo haría, no lo iba a matar.

—No lo hagas —escuché su dulce voz en medio de toda la oscuridad —. No seas tú quien manche sus manos por esa basura —llegó por atrás y me quitó el arma, sostuvo mi cadera con una mano y me giró para abrazarme —. No lo hagas.

—Pero quiero hacerlo, quiero que se muera —de nuevo le puso el seguro. Me aferraba a su cuerpo como si mi vida dependiera de ello —. Mátalo, por favor, hazlo —le supliqué. Su mano subió a mi espalda y me apretó más a su cuerpo, dejó un casto y corto beso en mi cabeza —. Quiero que lo mates —levanté la cabeza para mirarlo —. Por favor.

—Me mancharía las manos por ti una y otra vez —le quitó el seguro a la pistola —. Haré todo lo que me pidas porque te amo, te amo más que a mi vida, Bea —levantó el brazo apuntando en dirección a André —. Lo haré para que estés en paz, para que puedas empezar de cero —asentí.

No demoró en apretar el gatillo y disparar dos veces sin dejar de mirarme a los ojos. Su mirada estaba clavada en mis pupilas, una pequeña, casi imperceptible sonrisa se dibujó en sus labios.

—¿Quieres desayunar? —le dije que sí —. Vamos, quiero que te alimentes bien —no permitió que mirara el cuerpo de André, pero de reojo alcancé a verlo, su cabeza caía libre y un río de sangre salía de su frente. 


🌹🌹

¡Hola! 

¿Qué tal el capítulo? Estamos a nada de decirles adiós a mis niños y me duele tanto, pero merecen ser felices, todos :)

Twitter:

elena_santos92

Instagram:

elena_santos.92

librosdeelenasantos

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro