Capítulo 11 🌹
Bea
—Señorita —me acerqué a la puerta donde Chiara esperaba —. Ha llegado.
—Gracias.
Sé que no era del agrado de Chiara y no entendía porque, no le hice nada, nunca le dije nada porque apenas hablamos y creía que ella estaba enamorada de Vitale por eso me trataba con indiferencia. No quería eso, claro que no. Chiara era la mano derecha de Vitale y yo, bueno, estaba empezando a desarrollar sentimientos por él, era tan atento y lindo que era imposible no enamorarse de él completamente.
Chiara hizo un asentimiento de cabeza y se alejó. Al salir vi a Ele a un lado del auto y cuando ella me miró subió los escalones que nos separaban.
—¡Bea! —extendió sus brazos y nos fundimos en un abrazo que necesitábamos tanto y que no quería romper.
—Ele —pasaba mis manos por su espalda e inhalaba un poco del aroma de su perfume.
—Te extrañé tanto —musitó. Nos separamos y cogió mis manos.
—Y yo a ti —miró el lugar de hito en hito abriendo los ojos de par en par.
—Vaya, esto es un palacio —de nuevo me miró —. Necesito que me platiques exactamente como terminaste aquí y porque esa mujer fue por mí —se refería a Chiara.
—Vamos —juntas subimos las escaleras y llegamos a la que era mi habitación.
—¿Tienes una habitación para ti? —asentí —. ¡Wow!
—Sí —dejé la puerta abierta y fui con ella al sofá que había dentro —. Vitale se ha portado tan bien conmigo, me cuida y me llena de atenciones.
—¿Cómo llegaste aquí? Te busqué en el departamento y André me dijo que ya no estabas con él, le pregunté a donde fuiste, si lo dejaste y no me dijo nada más. Te fui a buscar por días pero nada, después ni él estaba ahí. Pregunté y me dijeron que se había ido.
—Me llevó al Night Club, me vendió con el encargado del club aunque ahí no se permitía comprar o vender mujeres —asintió —. El trato era que yo trabajaba ahí y así pagar las "deudas" de André.
—Maldito hijo de puta —espetó Ele.
—Vitale se enteró de todo y no permitió que André me encontrara, me sacó de ese lugar y me trajo aquí para estar más segura. No quiere que André me vea o sepa algo de mí, por eso mandó a Chiara por ti, por órdenes de Vitale. Ele, no te imaginas lo bien que lo he pasado en este lugar, como me cuidan, no solo a mí sino a Fio, otra chica que tuvo peor suerte con la mía.
—¿A ella también la vendieron? —preguntó.
—Nada de eso, pero tampoco lo ha pasado bien, creo que lo mío no se compara con todo lo que le hicieron —solté un suspiro —. Pero ahora estamos aquí y no pienso regresar a esa vida, Ele, no voy a regresar con André por nada del mundo. Prefiero estar muerta antes que regresar a esa vida llena de miseria y dolor.
—Eso no va a pasar —cogió mis manos entre las suyas y las apretó —. André no volverá a ponerte un dedo encima, lo juro.
—Por eso no puedes dejar que te vea cuando vienes a verme, no quiero que sepa donde estoy —murmuré.
—Haré lo que me pidas para que no sepa donde estás —asentí.
—Espero que no te busque, tienes que cuidarte de él y todas las personas que lo conocen —Ele soltó un suspiro —. Temo por ti.
—Nada de eso, yo sé cuidarme sola y por mí no te preocupes, André no me puede hacer nada —sonrió —. Pero no hay que hablar de eso, mejor dime algo. ¿Te gusta Vitale?
En ese momento sentí mis mejillas calientes.
—No te voy a mentir, Vitale es tan guapo y atractivo, es elegante e inteligente. He pasado por mucha mierda con André solo quiero dejar esa vida atrás, Vitale me promete algo totalmente diferente a todo el crudo pasado y eso quiero, Ele. Solo quiero ser feliz.
—Y si Vitale te hace feliz este es tu lugar, Bea, no puedes desaprovechar esta oportunidad, no puedes y no debes hacerlo.
—Sé que es peligroso porque es el Don, tiene enemigos y siempre es peligroso estar al lado de una persona así, pero no me importa nada de eso. Ahora solo debo pensar en mí, ¿no es así?
—Claro que sí —solté un suspiro —. Me alegra que hayas encontrado la felicidad aquí, al lado de Vitale, es como un sueño.
—Y no quiero que este termine, Ele, no quiero —dije con la voz en un hilo.
Toda mi vida fue una desgracia después de que mi padre me vendiera con André, aunque ahora no creía que esto fuera cierto. Pasé hambre, golpes, dolor y una perdida, solo quería ser feliz y nada más, quizá era egoísta de mi parte pensar en mí pero nunca lo hice y por una vez que lo hiciera no iba a pasar nada malo, al contrario.
—¿Ya le dijiste a Vitale todo de ti? —negué porque sabía a que se refería —. Tienes que hacerlo.
—Lo sé, lo haré, lo juro. No puedo ocultarle nada, sabe casi todo de mí y me aceptó aún con todo mi pasado, uno que me avergüenza mucho —Ele ladeó la cabeza y apartó con dos dedos un mechón de mi cabello que caía en mi mejilla.
—Pero tú no tienes la culpa de eso y aunque hubiera sido tu decisión vivir así él no tiene porque juzgarte o señalarte, nadie, absolutamente nadie tiene la culpa de trabajar en esto.
—Ni tú —le di un toquecito en la mejilla con mi dedo —. Quiero que eso cambie, Ele, no quiero que sigas en las calles. Temo que un día alguien te haga algo, no podría vivir si algo te pasa.
—No tienes que preocuparte por mí —quiso dar por terminado el tema pero no la dejé.
—Sí, sí tengo que hacerlo porque por muchos años tú me cuidaste, me llevaste de comer y no me dejaste sola, ahora me toca a mí hacer lo mismo por ti. ¿Cómo lo haré? No sé, pero te juro, Ele, que un día de estos no tendrás que regresar a las calles.
No me quería aprovechar de toda la ayuda que me estaba dando Vitale pero no podía dejar que Ele, siendo mi mejor amiga siguiera trabajando en las calles, no tenía nada de malo hacerlo pero corría peligro allá afuera.
—Quizá puedas trabajar en el Night Club —mi voz se escuchó traviesa. Subía y bajaba las cejas.
—¿Yo? ¿Trabajar en ese club? Como crees, Bea.
—¿Qué tiene de malo? Eres muy bonita y tienes un cuerpo hermoso, cualquier hombre pagaría la cantidad que fuera por estar contigo. Sé que llevas años haciendo esto solo por unos cuantos euros pero ya es hora de que eso termine, ¿no crees?
—No sé —se mordió el interior del labio —. Se escucha bien pero...—ahora se rascó el cuello, nerviosa —. No sé.
—Piénsalo, de todos modos puedo hablar con Vitale, no pierdo nada con decirle lo que pienso, sé que te puede ayudar —apreté sus manos suavemente.
—Gracias, Bea, eres la mejor amiga que pude tener —escuchamos golpecitos en la puerta y ambas miramos en esa dirección, bajo el umbral estaba Vitale y en cuanto dio un paso dentro me puse de pie para abrazarlo.
—Hola —rodeé su cuello con mis manos y dejó un tierno beso en mi mejilla.
—Hola —habló y Ele levantó la mano en modo de saludo.
—Vitale, ella es mi mejor amiga Eleonor, Eleonor, él es Vitale, mi héroe —la mirada azul de Vitale se dirigió a mí y sonrió con mis últimas palabras. Bajó su mano a mi cintura y me atrajo a su cuerpo.
—Mucho gusto —nos acercamos a Ele y estrecharon las manos.
—El gusto es mío —Ele se puso de pie para saludarlo.
—¿Ya almorzaron? —preguntó. Yo negué con la cabeza —. Le diré a Chase que les traiga el almuerzo a la habitación para que no bajen. Creo que es más cómodo que platiquen aquí —asentí.
—Gracias —me soltó.
—Voy a tener que salir pero si necesitas algo me llamas, tienes mi número en tu móvil —cogió mi barbilla con el dedo pulgar y el índice —. ¿De acuerdo?
—Sí —murmuré.
Sin importarle que Ele estuviera en la habitación dejó un beso sobre mis labios, que duró unos segundos. Nos separamos y le dijo adiós con la mano a mi amiga que nos miraba con algo de pena.
—Nos vemos —salió de la habitación con una sonrisa en los labios.
—Nos-vemos —le dijo Ele. Al girarme hacia ella tenía los ojos bien abiertos —. Madre-mía. Que hombre, que hombre —llevé mis manos detrás de mi espalda —. ¡Bea te has sacado la lotería con ese hombre!
—Lo sé —suspiré y me senté a su lado.
—Es tan atento, que lindo y qué guapo —señaló —. Demasiado para ser real. No amiga, sino aprovechas esta oportunidad te juro que yo misma te mato a golpes, eh —me señaló con un dedo —. No puedes dejarlo, no puedes irte.
—No lo haré.
—Por favor. Este es tu lugar, Bea —sin esperarlo me abrazó —. Soy tan feliz de que seas feliz.
—Gracias, amiga —nos separamos.
—Dime algo, pero quiero que me respondas con la verdad.
—Dime.
—¿No has pensado en él de manera sexual? Ya sé, ya sé, no ha pasado tanto tiempo y necesitas sanar pero dime que no has pensado en él de manera sexual y no te voy a creer. Es que es hermoso, es tan guapo y atractivo —se mordió el labio —. Sino fuera tuyo yo si le echo los perro.
—¡Ele!
—Es la verdad. Pero no me cambies el tema.
—Pues sí que es guapo y no te voy a mentir, me pregunto como será estar con un hombre como él. Me imagino que se debe sentir tan bien, pero por ahora no solo pienso en eso.
—Lo harás —negué —. Sí que lo harás y cuando eso pase no habrá dolor, ni pasado, no vas a pensar en nada más que no seas tú y él. No debes pensar en nadie —sé que me decía esto por André.
—Hay heridas que todavía no cicatrizan, Ele.
—Pero con el amor de Vitale lo harán, y cuando estés lista para entregarte a él no lo vas a dudar ni un segundo. ¿Sabes que haría yo? —me encogí de hombros —. Ir a terapia y empezar con algo simple, besos, caricias, manoseos.
—No empieces —dije seria pero ella continuo.
—Solo digo, no eres una mojigata y todos estos años aprendiste como complacer a un hombre. Sé que esto es difícil, sé que hay heridas abiertas, sé que el dolor que pasaste todos estos años nadie te lo va a quitar pero ya es hora de soltar, Bea —mis ojos se llenaron de lágrimas —. Es hora de dejar el pasado en el pasado, ¿no crees?
—Sí —murmuré, llorando.
Ele se puso de pie y cogió un pañuelo de la cajita que estaba al lado de mi cama, me lo entregó y me limpie bajo los ojos.
—Esta es tu oportunidad para dejar todo eso atrás y empezar una nueva vida, siendo Beatrice, no la mujer que venden por dinero, no la mujer que fue golpeada y masacrada por años. Ya no, eso quedó atrás. Prométeme que harás las cosas bien y que te vas a dar una oportunidad con Vitale, se nota que le gustas y mira todo lo que hace por ti.
—Tienes razón —sonreí con lágrimas en los ojos —. Lo haré —la abracé —. Necesitaba tanto hablar contigo. No sabes como me has hecho falta.
—Y tú a mí, Bea. No quiero que nos separemos de nuevo.
—Lo prometo.
Chase subió a los pocos minutos para dejar el almuerzo y así pudimos platicar más a gusto, Ele era una buena consejera y amiga más que nada, por eso le tenía tanta confianza y por eso me preocupaba que André le hiciera algo malo. Cuando Vitale llegara hablaría con él y le pediría que ayudara a mi amiga, ella no podía seguir arriesgándose así por unos cuantos euros, no, tenía que salir de las calles cuanto antes. No confiaba en que André le hiciera algo malo con tal de llegar a mí, era capaz de dañar a quien sea con tal de obtener lo que quería.
Fio
Bea recibió la visita de su amiga, su mejor amiga, me lo dijo ella. Pudieron platicar a gusto y almorzar juntas, eso es lo que necesitaba yo pero por ahora no era seguro que Anto viniera a esta casa, solo podíamos hablar y mandarnos mensajes, nada más. Si mi madre o su esposo se enteraban donde estaba eran capaces de venir y armar un lío con tal de que regresara con ellos, pero antes de eso me tenían que matar, no pensaba regresar a esa casa ni loca.
Ese día estaba en el patio, miraba como Samuele jugaba con Aslan, le arrojaba la pelota y este iba corriendo por ella para traerla de regreso a su dueño. Los dos estaban felices haciendo algo tan simple y banal.
—¡Hey! —me llamó Samuele. Levantó la mano y arrojó la pelota de nuevo.
Estaba sentada en una silla con las piernas recogidas, apretadas a mi pecho.
—¿Te sientes bien? —se acercó a mí. Su pregunta me desconcertó porque la verdad no me esperaba que la hiciera. Nos habíamos unido un poco en estos días pero no había un vínculo tan fuerte como el que existía entre Bea y Vitale, ahí había atracción, deseo y un sin fin de sentimientos que eran recíprocos.
—Bea recibió la visita de su amiga —se sentó a mi lado.
—Y apuesto a que extrañas a tu amiga, también —solo asentí con la cabeza —. Estás triste —mantenía mi barbilla apoyada en mis rodillas —. Vamos a tener que resolver eso —lo miré de reojo.
—¿Cómo? —apoyé la mejilla en mis rodillas.
—Pues hay que buscar la manera en la que puedas ver a...—no recordaba el nombre de mi mejor amiga.
—Anto —dije.
—Anto, sí, ella. Hablaré con Vitale para encontrar una solución.
—¿Harías eso por mí? —asintió.
—Claro que sí, no me gusta verte así —se aclaró la garganta —. Triste, no te ves bonita —Aslan llegó a nosotros y empezó a mover la cola, dejó la pelota en el suelo y Samuele la cogió para arrojarla de nuevo.
—¿Crees que soy bonita? —le pregunté con algo de pena.
—Claro que lo eres —él no me miraba pero yo no dejaba de mirarlo a él —. Además vives en esta casa y puedes recibir visitas también.
—Pero es peligroso que Anto venga, si mi madre o su esposo saben que estoy aquí...
No me quiero ni imaginar lo que harán.
—Oye —puso una mano encima de la mía y ahora sí me estaba mirando.
Me gusta tu mirada, Samuele.
¿Por qué?
—Esto no es una cárcel y sabemos el peligro que corres si tu madre o ese infeliz te encuentran, pero tampoco puedes vivir así toda la vida —fruncí el ceño.
—¿Qué sugieres que haga?
—Tú no harás nada, no puedes hacer nada pero yo sí —no estaba entendiendo nada —. Lo mejor que podemos hacer ahora es matar a ese hombre.
Ni siquiera lo pensó para decirlo, no dudó en hablar y soltar esto como si se tratara de cualquier cosa. Él estaba hablando en serio y yo estaba en shock.
—¿Estás hablando en serio? —asintió.
—No tengo porque bromear —mantenía su mano en la mía —. Tu madre no es ningún problema, la podemos sobornar para que se quede callada y te deje en paz, pero ese bastardo —apretó la mandíbula —. Ese es otro caso y es peligroso que siga suelto en las calles.
—Pero...¿Matarlo? —dudé en hablar —. ¿No es un poco drástico?
—¿Crees que él pensó antes de meterse contigo? ¿Crees que le importó cada vez que le pedías que parara? No, no lo hizo porque es un cerdo violador.
Violador, sí, eso es, un violador.
—Lo sé —mi barbilla empezó a temblar —. Lo sé y lo odio —bajé las piernas y llevé mis manos a mi cabeza —. Es un maldito que me destrozó la vida y lo quiero ver muerto. Hazlo —me puse de pie y me arrodille para quedar frente a él —. Quiero que lo hagas sufrir, quiero que pague por todo el daño que me hizo, quiero que no tengas piedad por su sucia y podrida alma.
—Lo haré —musitó. Subió su mano a la altura de mi mejilla y dejó una suave caricia —. Haré lo que sea para que pague un poco todo el daño que te hizo.
Con una sonrisa le agradecí lo que estaba haciendo por mí, no tenía otra manera de hacerlo porque no es como que tuviera con qué, pero un día lo haría, lo que sea que él me pidiera porque esto no lo hacía cualquiera y hasta ahora se había portado tan bien conmigo.
Cuando terminó de jugar con Aslan subimos a su habitación, me mostraría algunas cosas y yo estaba encantada de conocerlo un poquito más, era el único chico que me había llevado a su casa, Alonzo le decía a mi madre que no debía tener novio porque eso sería un problema para mis estudios y no sé que más, inventaba cada pretexto para que ningún chico se acercara a mí, solo me quería para él.
El día que pagues por todo lo que me hiciste por fin seré feliz.
—No terminé de estudiar porque no quise hacerlo —se encogió de hombros. Se acercó al closet y de ahí sacó una guitarra que estaba guardada en su estuche.
—¿Tocas la guitarra? —mis ojos escaneaban el instrumento de arriba abajo.
—Sí —deslizó el cierre hasta abrir el estuche por completo y de este sacó una hermosa guitarra de color madera claro, pasé mis dedos por las cuerdas con cuidado y estas emitieron un sonido bajo que me hizo saltar en mi lugar.
—¿Puedes tocar algo para mí? —su mandíbula se apretó —. Sino puedes está bien.
—No, no, sí puedo —se aclaró la garganta —. Es solo que hace mucho que no lo hago.
Se acomodó a mi lado y yo subí las piernas a la cama.
Todo este tiempo me había estado quedando en esta habitación, durmiendo en esta cama que ya la sentía mía pero no lo era, en algún momento tendría que dormir en la habitación que habían designado para mí y me iba a sentir sola.
Puso una mano en el mástil y sus dedos sobre las cuerdas mientras que con la mano derecha empezó a pasar la uña por las cuerdas de abajo, movía las clavijas buscando el tono deseado y cuando por fin la afinó empezó a tocar.
El sonido se escuchaba bajo y sutil, era una hermosa melodía, baja, en una vibración armoniosa que me hizo olvidarme de todo lo malo y solo concentrarme en sus dedos pasando las cuerdas, su postura recta, sentado a mi lado. Entre más tocaba más le encontraba el ritmo a la melodía, cerré los ojos para disfrutar más y cuando lo abrí supe de que canción se trataba.
—Radiohead, Creep —asintió y siguió tocando. La melodía era triste, te hacía sentir así, como la misma letra y por un momento sentí un agujero en el pecho, quería soltarme a llorar, quería tener de nuevo quince años y estar con Anto escuchando este tipo de canciones, donde no había preocupaciones para ninguna de las dos.
—¿Te gusta?
—¡Sí! —aplaudí como lo haría una niña —. Me encanta este tipo de música. Amo Zombi...
—The Cranberries —terminó él por mí.
La tonada cambió y ahora la melodía se escuchaba más baja, más profunda, más triste. Me hizo recordar muchos momentos tristes que había pasado a lo largo de mi vida y quise llorar, quise hacerlo ahí sentada en la cama con Samuele a mi lado, pero no pude, suficiente había llorado ya y nunca solucioné nada, siempre era la misma porquería. Solté un suspiro lastimero que obligó a Samuele a mirarme sin dejar de tocar.
—¿Estás bien? —asentí sin dejar de mirarlo tocar, porque en este momento era el chico más lindo de todos, dejando de lado esa faceta de rudo y matón, para mí era adorable tocando la guitarra.
—¿Por qué dejaste de tocar la guitarra? —puso su mano en las cuerdas y dejó de tocar. Dejó el instrumento a un lado y me miró.
—Fue después de la muerte de mi padre.
—Lo querías mucho, no es así —puse una mano en su brazo y asintió con pena.
—Era mi mejor amigo, al igual que lo es Vitale, él tuvo que ocupar el lugar de papá en todos los sentidos —su voz era una mezcla entre la felicidad y la tristeza.
—Vitale te quiere mucho.
—Y yo a él, es mi hermano y haría cualquier cosa por él —guardó la guitarra en su estuche pero esta vez no la metió en el closet sino que la dejó en el sofá al lado del ventanal —. Tengo algo que decirte, regresó a su lugar frente a mí.
—Dime.
—En unos días va a regresar mi abuela.
—¿La adorable mujer que está en algunas fotos con ustedes? —pregunté.
—Ella —sonrió —. No es una mala mujer, al contrario, es dulce y comprensiva, más de lo que debería ser y a veces puede ser algo...metiche, si sientes que está invadiendo tu intimidad no dudes en decirle, poco le importa pero no te quedes callada.
—Gracias por decirlo y espero llevarme bien con ella.
—Lo harás, es muy amiguera —de nuevo sonrió. Creo que su abuela era mucho más que una señora metiche, se veía adorable y por lo poco que su madre hablaba de ella era agradable.
En ese momento Chiara apareció en la puerta de la habitación con el rostro descompuesto, estaba pálida y preocupada. Samuele se puso de pie de inmediato.
—¿Qué pasa, Chiara?
—Es tu hermano, no sabemos nada de él.
Y esas fueron las palabras que desataron su preocupación y el dolor, quizá revivió lo que pasó con su padre y perder a Vitale no era una opción, nadie estaba dispuesto a perderlo, ni siquiera Bea.
🌺🌺🌺🌺
¡Hola! Regresamos con las actualizaciones de esta historia, espero les haya gustado el capítulo.
¿Cómo quedaron con el final?
¿Vitale estará en peligro?
Hay una bomba muy grande que voy a soltar en los siguientes capítulos y ustedes no se la esperan. Les advierto que toda la historia será así, no me voy a esperar a desatar el drama hasta el final, este vendrá en cualquier momento para al final darles uno feliz. Las amo.
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