Verte siquiera en fotos
es inefable.

¿Cómo en tal época nació la razón de
mis latidos desorbitado las letras que con
lentitud y paciencia sin saberlo las unes?

Te he llorado dos lágrimas,
la primera al alterarme por
haberte conocido y la
segunda al saber que
jamás podré agradecerle
a esas manos sanadoras
de almas que mi existencia
se vio absorbida por unas
bellas canciones y que tú
voz es la constante
vía intravenosa a mi paz.

He dicho que tú en toda
tú belleza te incrustas en mi
mente y logras somatizar flores
en mi tórax ante habitado por
malvados demonios que han
corrido suerte de ser asesinados
por tus pupilas.

¿Cuánto amor cabe en el mundo
para dartelo en un leve pestañear?
Subes y bajas mis estándares.

Los que se ajustan a un suelo imposible
de sólo compartir una charla y un café,
cantar a tu lado las penas que aterrizan
en mi ser sin piedad.

Oh bello ángel que te apoderaste de
mi tristeza convirtiéndola en arte.

¿Dejarías a esta frágil alma naufragar entre
los espejos de esa magnífica alma que es la tuya?

Me dejarías contar los lunares de
tus sueños y envidiar aún más a
las pestañas que roban tus suspiros.

Déjame darte más versos que besos.
Eres las alas de unos sueños que
dejaron de creer en sí.

Ámame, ámame le dije al espejo.
Ámate, ámate me susurraste en
una canción.

Gracias indico en la última hoja de
mi poemario, que si esto es poesía yo
soy un tranvía que surcara cada vía
que tú me dejes transitar.

l-her — 2018