Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

× 2 ×

"Dijiste que me amabas"

En la habitación que comparte el Soukoku, han sucedido demasiadas cosas.

Desde confesiones tímidas por parte de ambos hasta actos muy desvergonzados.

Fuera de la habitación eran simplemente compañeros que se odiaban con cada centímetro de su ser—aunque, en el caso de Chuuya, no son tantos centímetros—, pero dentro de esta eran una pareja con un amor real y mutuo. Esa habitación era su refugio de toda esa sangre que habían visto escurrirse, era el único lugar donde sentían sus manos limpias y no sentían peso alguno.

No había culpa. Y se sentían como si fueran solo dos humanos amándose.

Chuuya se sentía bastante tranquilo de poder volver a ese lugar luego de un día horrible, pues era el único lugar —aparte del apartamento de Kouyou— al que podía llamar hogar.

Era de noche y ciertamente tarde, la misión que estaba cumpliendo anteriormente se había extendido un poco más de lo previsto, aunque, por suerte, no hubo nada que no pudiera manejar.

Entró a la habitación con total confianza, tenía la certeza de que su novio estaría ahí, quizás hasta esperándolo con impaciencia. Su corazón latió con fuerza ante la idea, sus nervios aparecieron, pero trató de controlarlos mientras ingresaba a la habitación.

Tal y como tenía previsto: Su novio sí se encontraba en la habitación, pero no lo estaba especificamente esperando.

—Dazai...—murmuró Chuuya al ver a su novio agachado frente al armario buscando, y realmente juntando, sus pertenencias dentro del armario. No considera que haya un motivo para que haga eso, y era la primera vez que lo veía hacer eso.

Mientras, el suicida se sobresaltó ligeramente al oír la voz del pelirrojo; de manera disimulada, dejó de reunir sus cosas y, con la mayor naturalidad que pudo forzar, se colocó de pie y se giró para poder encararlo directamente.

Chuuya quedó con la boca ligeramente abierta del asombro al notar que Dazai no tenía ninguna venda puesta en su rostro, absolutamente nada. No era la primera vez que veía el rostro entero de Dazai, pero igual le resultaba extraño.

—Oh, pequeño, llegaste.—La sonrisa que se encontraba justo ahora en el rostro de Dazai era una de las más falsas y forzadas que haya podido dar. Nakahara había creído que no vería nuevamente una sonrisa así por parte de su amado, pues desde hacía tiempo solo le dedicaba sonrisas honestas. Claramente aquí hay gato encerrado— ¿Has visto mi vendaje? Lo ando buscando...

Chuuya no entendía qué le sucedía tan de repente a su pareja, definitivamente había algo extraño, titubeó en si debía creer o no en sus palabras, pero igual decidió solo responder.

—Están donde siempre.—Señaló cierto cajón de la cómoda junto al armario.

—Oh, entonces creo que no hay más.—Dazai cerró sin decir más las puertas del armario, y se dirigió hacia la cama, tratando discretamente que Chuuya olvidara y perdiera el interés sobre lo que estaba haciendo— Entonces, ¿cómo te fue, cariño?

—Bueno, cumplí con la misión, pero... perdí a uno de mis subordinados en una misión, así que no se siente como una victoria—respondió Chuuya apretando los puños, le causaba coraje e impotencia ver morir o sufrir a alguien de los suyos. Inclinó un poco su cabeza con pena.

Dazai lo miró unos segundos con los labios entrabiertos, tenía la intención de decirle algo, pero prefirió guardarselo. En su lugar, tomó a Chuuya de la muñeca y lo jaló hacia la cama, causando que cayera sobre esta casi al mismo tiempo que se acostaba; de esa forma, quedaron frente a frente sobre la cama.

La cercanía actual entre ambos había causado un sonrojo en Chuuya que solo pudo aumentar al sentir las manos contrarias acariciando con suavidad su cabello. Dazai tocaba a Chuuya con una delicadeza única, muy poco vista en él.

—Ya no pienses en eso—susurró Osamu casi sobre los labios de su novio, lo que menos quería ahora era ver a su novio deprimiendose. Uno de sus principales objetivos como pareja de Chuuya era hacer que este se olvidara de todo lo malo.

Los labios de ambos se hallaban demasiado cerca, solo bastó que su aliento se mezclara un par de veces para que los besos iniciaran, junto con algunas caricias y susurros llenos de amor. Esa habitación parecía inmune al frío de la noche, pero era porque el Soukoku siempre dormía brindándose calor mutuo.

×

A la mañana siguiente, cuando Chuuya despertó, tuvo una sensación extraña, se trataba de un presentimiento que le decía con claridad que algo no estaba bien o algo faltaba.


Abrió los ojos con lentitud, a la par que movía su mano hacia su lado buscando a Dazai, notó al instante su ausencia en la cama.

—¿Dazai?—Alzó su tono de voz a propósito para ver si de casualidad estaba en el baño. No recibió respuesta, eso le generó un mal augurio—¿Dazai?—Intentó nuevamente, pero nada.

Era extraño, Dazai siempre le avisaba con anticipación cuando iba a salir. Y se supone que este sería su día libre, así que no pudo ser que Mori lo haya solicitado para hacer algo.

No es que sea controlador con Dazai, simplemente era algo demasiado inusual que esto pasara. En especial porque Dazai no es de levantarse primero, de hecho, no abandonaba la cama hasta que Chuuya lo hacía.

Mientras se preguntaba dónde se podría haber metido Dazai, recordó lo que este había estado haciendo anoche. Atando cabos en su cabeza y considerando que su repentina ausencia y su actitud de anohe tenían relación, se levantó con dirección al armario.

Abrió las puertas del clóset, descubriendo que todas las pertenencias de Dazai no estaban, no había rastro alguno de él ni de sus cosas. Su rostro no expresó del todo lo muy sorprendido que estaba.

De prisa, revisó el cajón donde se supone estaban las vendas, notando que todavía había varios rollos de esta, pero Dazai afirmó anoche que estas se habían acabado. ¿Por qué mintió? ¿y por qué no está ni él ni sus cosas?

Se dio vuelta en dirección a la mesa, tomó su teléfono que yacía sobre esta y comenzó a marcarle a Dazai. No quería pensar lo peor...

Chuuya llamó un par de veces al teléfono de Dazai, pero este no le contestaba, lo intentó varias veces y nada.

A este punto, ya estaba demasiado preocupado, su cabeza le jugaba en contra con las suposiciones que armaba.

Se desesperó. Y, tratando de mantener la cordura, decidió llamar al amigo más cercano de Dazai, de seguro este sabía algo.

Llamó a Sakunosuke, y varias veces lo hizo, pero tampoco le contestaba, lo siguió llamando, pero era el mismo caso que el de Dazai. Antes de volver a marcar el número, Chuuya se dio cuenta que había una nota sobre la almohada de Dazai.

Se acercó a este con lentitud, y desde lejos pudo apreciar las únicas dos palabras que decía: "Lo siento".

Esas dos palabras le hicieron entrar en cuenta de la realidad: Dazai lo había abandonado.

De la noche a la mañana así como así se había ido. Sin dar motivos ni explicaciones, solo se fue.

Se sentó en su cama sintiendo una profunda herida en su pecho que lo llenó de suma impotencia.

¿Por qué Dazai se había ido? ¿Y por qué rayos le demostró tanto amor anoche si tenía entre sus planes irse?

El pecho le dolía al pelirrojo, en verdad le dolía. Le había entregado muchas cosas de sí mismo a Dazai, así como recibió también bastante de su parte, ¿por qué todo estaba acabando con un abandono?

¿Su relación no había sido igual de importante para Dazai?


—¿Por qué te fuiste, Dazai?—preguntó Chuuya en un susurro, mirando a la nada. No pudo ocultar tanto sus lágrimas, por más que las limpiara con sus propias manos—Dijiste que me amabas...

Tantas veces, desde hace tanto tiempo, Dazai le confesaba su amor, le daba amor, le demostraba amor. ¿Por qué acabó todo así tan de repente?

De un momento a otro, esa habitación donde había comenzado el romance entre el Soukoku, dio la impresión de estar vacía e insípida.

×

La realidad de Dazai era ligeramente distinta a como Chuuya suponía que era.

Dazai había abandonado la mafia, pero era únicamente por la influencia de su ahora difunto amigo. Jamás quiso abandonar a su novio. Y si se fue solo sin decir nada fue porque no quería arrastrar a Chuuya consigo por sus decisiones y que se sintiera presionado para mantenerse a su lado aceptando todo, tampoco quería obligar a Chuuya a que abandonara a las personas de la Port Mafia a las que consideraba su familia.

Le dolía alejarse de Chuuya, y es que todos los "Te amaré por siempre" que le dijo eran sinceros.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro