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━━ XXV | family ties



❝ Hasta que Dominic nos separe. 

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ubicación desconocida | ubicación desconocida | fecha desconocida, hora desconocida | ???.

LARISA SE ENCONTRABA REBANANDO LAS VERDURAS PARA LA CENA, quería hacer algo delicioso para Chris y para Sarah en esta su primer noche para conocerse, se sentía angustiada por cualquiera que fuese la impresión de la hija de su novio y no quería que Chris se llevara una impresión equivocada de su convivencia con Sarah, no obstante, ignoraba esos sentimientos para no dejarse controlar por ellos.

Miró la receta nuevamente cerciorándose de que todo estaba en orden mientras sus invitados estaban conviviendo animadamente en la sala, se escuchaban sus risas escuchando algún programa de televisión mientras batía la mezcla para el postre, se estaba esmerando para tener una velada maravillosa.

Se asomó por el umbral de la cocina recargándose en esta, sonriendo con verdadera alegría pensando en lo pacífica que era su vida ahora, ¿era esta la vida tranquila que siempre soñó? 

Al acercarse a ellos para avisarles que la cena estaba casi lista, estos se derritieron, se deformaron y tomaron una nueva forma, ahora eran sus padres, quienes la miraban fríamente, juzgándola como la última vez que los vio juntos cuando les confesó sobre su embarazo y aborto. Ambos se levantaron acorralándola en una esquina de la sala, la arañaban mientras gruñían como si fueran animales.

Larisa, en posición fetal cubriéndose con los brazos ambos lados de la cabeza, gritaba fuertemente combinados con los gritos y alaridos de aquellas figuras atemorizantes que le hacían daño, ante las emociones que experimentaba, su miedo se hacía cada vez más grande, su rostro empapado en lágrimas ante el ardor de las heridas abiertas en sus brazos y piernas por los arañazos, su piel estaba pálida y helada. Cerró los ojos mientras trataba de atrapar el poco aire que aún podía respirar con dificultad, su garganta y pecho ardían como llamas.

De repente los gruñidos y arañazos desaparecieron, a su alrededor la habitación se convirtió su antigua casa, la mansión Condesa, era aquella sala infernal donde pasó horas de desasosiego frente a sus padres, deseando desaparecer y consumirse en la nada. Chris entró por la puerta acercándose a ella, Larisa caminó hasta el pasillo de la entrada donde juntaron sus manos con una sonrisa como si todo estuviese bien, le transmitía genuina tranquilidad, observaba su boca moverse pero no escuchaba su voz. 

Por más alto que gritara su nombre para intentar hacerlo reaccionar no podía, a su lado había un espejo, donde podía observarse, su reflejo estaba quieto sin hacer nada, sólo mirando fijamente a Chris, al voltear su cara había cambiado a la de Rhys quien la miraba igual que Chris. Sintió nauseas por lo que se alejó, su reflejo seguía en el mismo lugar, ella se giró a donde estaba la silla de su padre en la sala, detrás el cuadro de toda la familia sonriendo dentro de su falsa felicidad.

Chris estaba sentado en la silla de su padre, mirándola fijamente con ambas manos entrelazadas recargando su barbilla, sus brazos apoyados sobre sus rodillas, con el ceño fruncido, escudriñándola. 

Sin quererlo, ella cayó sobre sus rodillas y vomitó, pero su vómito era sólo sangre espesa, roja y brillante, por inercia tocó el charco, asustada de sentirlo tan real gritó horrorizada tocando por error su rostro manchándolo de su propia sangre, al levantar la mirada se encontró con los ojos de Dominic, a quien le temía, primero la apuntó a ella con su arma, levantándole con la punta de la pistola la quijada, la volteó bruscamente para ver al frente, como si fuese una repetición, Chris entró por la puerta escuchando su voz gritar su nombre a la lejanía y Dominic jaló el gatillo.

—¡Larisa, amor despierta!— La sacudió Chris con toda la gentileza que pudo a pesar del firme agarre. 

Despertó entrecortadamente, su pecho subía y bajaba con rapidez, tocó su rostro instintivamente al sentirlo húmero temiendo estar manchada de sangre, pero sólo era sudor frío. ¿Qué había sido eso?, Larisa tuvo una pesadilla, Chris no estaba tan sorprendido por ello, estaba en demasía preocupado ya que el doctor les advirtió que alguno podía tener ataques de pánico o un síndrome de estrés post traumático después de haber vivido tantos eventos trágicos en una noche.

Lari se aferró a los fuertes brazos desnudos de Chris, clavando sus uñas en ellos casi como garras para no soltarlo de ninguna forma, Evans se tensó y resistió el dolor punzante de sus uñas entendiendo que lo que menos quería era despegarse de él, así que prendió la luz y se quedó despierto con ella sin decirse nada hasta que sintió su cuerpo relajarse, masajeó su espalda con suaves movimientos circulares como habría visto a Jano hacerlo un par de veces pensando que así dormiría para acomodarse en cucharita.

—Chris— Lo llamó suavemente, él tenía los ojos cerrados y sólo hizo un sonido de confirmación de que la estaba escuchando —Te quiero.

Él abrió abruptamente los ojos ante su susurro, su corazón comenzó a latir con fuerza pensando en lo maravilloso que esas dos palabras juntas se escuchaban saliendo de sus labios, la volteó con cuidado ahora teniéndola de frente para mirarla a los ojos.

—Dilo otra vez, por favor— Las mejillas de Larisa se encendieron aumentando la temperatura de su cuerpo.

—Te quiero— Repitió sin temor a su rechazo —Tu también me quieres— Afirmó sin preguntarle, puesto que la cicatriz de la bala era prueba física suficiente que su amor sentiente era real.

—Sí, te quiero— La abrazó fuertemente acomodándose para dormir, ahora la pelirroja sintiéndose profundamente amada.

Y por una noche, Chris pudo disipar la angustia de Larisa, porque sabía que no iban a perderse.

baltimore, maryland | hacienda pinewood | domingo, agosto 29, 2021, 5:30 a.m. | actualidad.

—¡No te alejes, Sarah!— Observó a su hija correr con la pelota alegremente sintiendo el viento revolviendo sus cabellos.

—Tú tampoco— Una mano tocó suavemente su hombro, era Larisa caminando a su lado, deteniéndolo antes de ahondar en el enorme jardín.

—De ti, nunca— Tomó su mano acunándola entre las suyas y le besó los nudillos con ternura —¿Qué quieres desayunar?

—Hay que preguntarle a Sarah, creo que ella querrá comer algo rico— Chris observaba a Larisa con admiración.

Desde que le estaba ayudando con el divorcio y la custodia, había comenzado a pasar más tiempo con Sarah, Larisa le dijo muchas veces que ella no estaba diseñada para ser una mamá y respetaba su pensamiento, sin embargo, admiraba su protección maternal hacia su hija con quien nunca intentó ser nada más que su amiga. Sarah se lo tomó con mucha madurez para su edad a opinión de Chris, entendió que las personas aman y avanzan aunque no siempre con las mismas personas.

Larisa miró por encima de su hombro la hacienda a lo lejos para ver a Lily y Ada abrazadas debajo de un árbol al que Sarah se estaba aproximando a jugar, se sentía más tranquila ahora que podía tenerlos a todos protegidos en un solo lugar. Desde el atentado, Larisa había experimentado extremos achaques, su doctor le había dicho que era normal después de tantas emociones fuertes, razón principal que comenzó sus dolores físicos. 

Le hacía sentir segura el saber que a pesar de rodearse de toda la magnificencia y ostentosidad que la llenaba de hartazgo había beneficios como el mantener a sus seres queridos a salvo de lo que sea que se atreviese a amenazar sus vidas. Ahora tenía una familia, un lugar donde amar y sentirse amada al qué pertenecer, antes creía que eran ella y Jano contra el mundo pero con Chris, Ada, Lily, Santino y ahora la pequeña Sarah, sabía que eran todos un conjunto.

Larisa y su familia contra el universo.

Chris le besó la frente abrazándola de costado —Quiero disfrutar mi último día contigo— Larisa apoyó su cabeza en su pecho, rodeando su cintura. Era el último día de la incapacidad de Chris, pronto tendrían que dejar el anonimato de esconderse y dar cara a los medios acerca de lo que pasó hace un mes.

—Me aterra pensar en volver a todo eso— Afirmó la pelirroja con preocupación —No quiero más drama— Miró a Sarah patear la pelota hacia Ada quien comenzó a jugar con ella. Le transmitía una pequeña porción de tranquilidad verla feliz, inafectada por la tristeza y muerte a su alrededor.

—Yo tampoco, pero si no lo encontramos probablemente nunca se detendrá— Mirándola hacia abajo con ternura, le besó las comisuras de los labios —Hace un mes cuando me enfrenté a él pude ser yo, no quiero que seas tú la próxima vez.

—Esta vez sabré cómo defenderme— Larisa había estado tomando clases de combate y defensa personal para no volver una experiencia como aquel día —Me temerá— Ambos rieron.

—¿Ya hablaste con mi hermanito?— Preguntó Chris en referencia a Jano haciendo reír a Lari.

—Sí, tendré que convivir con Rhys— El rostro de Chris permanecía calmo y seguro, sin embargo, era Larisa quien creía que debía explicarse —Sólo será por trabajo, me es indiferente, no siento nada por él...

—Eso ya lo sé, Lara, no tienes que explicarme nada— Tomó su rostro entre sus manos, rozando con sus pulgares sus mejillas, alejando así cualquier preocupación de Larisa —Confío en ti— Larisa tomó aire fuertemente y suspiró con tranquilidad.

Se sentía contenta de escuchar una confianza sincera viniendo de él y por primera vez se dio cuenta de que podía comenzar a confiar en él como algo más que una amistad, la verdad entre ellos era que de ser descritos como amigos, serían los más cariñosos que el mundo haya visto antes, puesto que era imposible para ellos coexistir como algo menos que amantes, tal vez era la forma en que se mirasen con el anhelo de envejecer juntos, con el deseo de desvestirse entre ellos o con el cariño de cuidarse mutuamente lo que hacía de su unión más que un simple acuerdo por cortesía.

Larisa sintió vibrar el bolsillo de su pantalón, al ver la pantalla era Santino.

—¿Hola?

—Hola jefa, sé que es el último día pero ¿estás en casa ahora?, el señor Munro me pidió que vayas revisando los papeles del caso, tengo el manuscrito del reporte— Él conduciendo sujetó el sobre con los papeles y los metió a la guantera.

—Sí, ¿te quedarás a cenar?— Santino frunció el ceño extrañado del otro lado, Larisa se había suavizado la forma en que lo trataba después de toda la ayuda que le brindó con el asunto de Rhys. Lo había promovido a asistente personal.

—Si tu insistes, jefa—Le habló con burla, Larisa le habría pedido en el pasado que dejara de decirle 'jefa', sin embargo, para él era un apodo muy casual.

Después de colgar ambos entraron a la casa acompañados de Sarah, Ada y Lily, Jano no tardaba en llegar.

—Larisa— La llamó Chris antes de entrar, la tomó de ambas manos frente a ella en el porche de la hacienda y la miró a los ojos fijamente —Sea lo que sea que pase mañana, quiero que sepas que nada cambiará entre los dos otra vez— Le dio una media sonrisa y ella sonrió ampliamente.

—Lo sé Chris— Esta era la seguridad de la confianza.

Se reunieron a comer todos disfrutando de risas, chistes locales entre ellos, demostraciones de afecto y las anécdotas escolares de la pequeña Sarah quien estaba leyendo sus primeros cuentos, Larisa salió un momento al patio de la hacienda para respirar un poco del aire fresco de la tarde.

—¿Qué sucede jefa?— Era Santino tras ella.

—Nada, no te preocupes, es sólo que es el último día y me asusta que se está terminando— Se sentó junto a ella en los escalones de la puerta trasera.

—¿A qué le tienes miedo?— No quería ser indiscreto, pero tampoco quería ver a Larisa deprimiéndose justamente el día que a Chris le quitaban la incapacidad.

—A que nada dure para siempre— Se giró a ver a su familia.

Jano estaba bebiendo de su cerveza mientras tocaba unas teclas de un mini piano de Winnie Pooh, Lily y Ada con coronas de princesas y Chris cubierto de trastes era el baterista de una banda de pop que armó Sarah en cinco minutos, su primer éxito "somos los mejores" con una letra inventada en el momento sonando de fondo.

—Temo que el mejor momento de mi vida ya haya pasado sin que yo me diera cuenta— Los ojos de Larisa se aguaron llenándose de preocupación.

—Es normal sentir miedo, jefa, todos sentimos miedo pero pocos somos capaces de aceptarlo— Afirmó Santino tratando de reconfortarla —Mi padre siempre decía que aceptar nuestro miedo es el paso más importante para derrotarlo, porque al admitir que existe estamos enfrentando nuestra angustia— Le tocó el hombro y le dio una media sonrisa para animarla.

Larisa recordaría esas palabras siempre.

—Tu padre es muy sabio— Respondió ella grabándose aquellas palabras.

—Era, falleció hace unos años— Miró al frente para evadir su mirada.

—Lo siento.

—No te preocupes jefa— Aclaró para quitarle una culpa absurda —Padecía Alzheimer, cada que me miraba, me veía como de pequeño y me preguntaba, ¿qué es lo que más quieres de la vida?, ¿qué quieres, jefa?— Preguntó con amabilidad.

Larisa pensó en todo lo que dijo alguna vez de niña que quería ser, desde ser bailarina hasta ser princesa o después repostera para comer pasteles por siempre para finalmente parar en el primer pensamiento que tuvo antes de recordar todo eso.

—¡Lara, Lara!— La delgada voz de la pequeña rubia se escuchó mientras corría hacia ella atravesando la sala —¿Quieres ser princesa rockera con nosotras?— Preguntó extendiéndole una cuchara como micrófono.

—Por supuesto que sí, suena muy divertido— Larisa se levantó con entusiasmo mientras buscaba una tiara para ponerse en la maleta de juguetes de Sarah.

—Oigan, ¿yo también puedo ser una princesa del rock?, no es por nada pero el rosa se me ve mejor a mí— Santino comenzó a posar en la entrada haciendo a todos reír.

Y por un día, Larisa no sintió angustia.




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Aquí estamos otra vez, que emoción, es un bonito viernes.

Por poco se me olvida subir capítulo, pero aquí lo traigo con mucho cariño para ustedes. Dominic ni sus luces, ¿dónde andará?, esta vez todo irá "relajado".

Sin más qué decir, disfruten su lectura y nos leemos el próximo martes.

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