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━━ XXII | traitor



❝ Devuélveme el anillo y te dejaré libre, ve con él. ❞

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boston, massachusetts | casa de chris | jueves, mayo 3, 2018, 6:40 p.m. | 5 años antes.

Chris llegaba del trabajo temprano a casa, quería darle una sorpresa a su esposa después de tantos meses sin hacer nada especial para ella, su esposa caminaba de un lado a otro acomodando cada cosmetiquera dentro de la maleta, todas llenas de dinero, ¿cómo le dices a tu esposo que la vida que tienes ya no te gusta?, no lo sabía. Lo que sí sabía era que deseaba escapar de aquella rutina y tenía con quien, estaba harta de no darse los lujos de los que gozaba cuando vivía con sus padres, provenía de una familia de alto rango como para haber caído en desgracias junto a Evans, no se preocupaba mucho por su hija, después de todo Sarah tenía un buen papá que podía hacerse cargo de ella si un día faltaba su madre. 

Un solo pensamiento cruzaba por la mente de Mara Evans, ¿por qué su familia no podía ser como la de sus vecinos ricos de Maryland?, bañados en su opulencia, sus privilegios y su petulancia, extrañaba su vida de rica y despreciaba su condición de nueva pobre. Quien sea quién le hubiese dicho que el amor era la verdadera felicidad o era un rico enamorado o era un conformista desalmado.

Estaba terminando de contar los billetes junto a su nuevo amor, su escape era esa semana, hasta que escuchó el portazo, se asustó, entrando en pánico, guardó todos los que pudo dentro de la cosmetiquera vacía resguardándolos bajo el colchón, algunos esparcidos debajo de la cama y unos cuantos seguían en la cama, su amante se escondió en el armario. Chris llamó a su adorable esposa múltiples veces, Mara solo contestaba con un simple 'ya voy', al no bajar su esposa a recibirlo pensó en que tal vez estaba teniendo algún problemita con su hija o se había lastimado otra vez con alguno de los cochecitos de Sarah.

A Chris le encantaba ser papá, era su labor favorita, Mara y Sarah eran su vida, era un sueño hecho realidad. Escuchó pasos en las escaleras, cerró la puerta silenciosamente antes de que subiera más, su amante se vistió como pudo sin darse cuenta del pequeño descuido que tendría, brincó por la ventana sujetado del árbol que estaba cerca para no chocar con el suelo abruptamente. La pequeña Sarah estaba en casa de la vecina de enfrente.

—Amor, ¿está todo bien?— Preguntó con un tono de preocupación.

—Sí cariño, sólo estaba por ducharme— Se veía agitada, en bata y despeinada, por lo que le creyó, confiaba ciegamente en ella, después de todo era la mujer de su vida, ¿no? —¿Pasa algo?— Chris le sonrió dulcemente, para darle entender que todo estaba bien.

—Tal vez pueda acompañarte— Sugirió de forma coqueta. El gesto de Mara fue de hastío, estaba exhausta después del ejercicio previo a la llegada de su marido, sólo quería descansar.

—Lo siento amor, la verdad hoy me he sentido un poco mareada— Se extrañó, esperaba que no estuviese enferma, por lo que la dejó tranquila para que se relajara, comprendía que no era lo mismo trabajar ocho horas que ser madre de tiempo completo, la admiraba.

—No te preocupes cariño, otro día será— "Consentimiento ante todo" pensó Chris, jamás haría algo con lo que ella se sintiera incómoda —¿Dónde está Sarah?— Preguntó aproximándose al armario para colgar su saco y su traje.

—Con la vecina, iré por ella a las ocho— Contestó Mara desde el baño.

Colgó su saco, al quitar el gancho este se le resbaló y cayó al suelo, se agachó para levantarlo y lo vio, un reloj que no era suyo, él tenía sus únicos dos relojes en cajones, uno de ellos lo tenía puesto justo en ese momento, al levantarlo lo reconoció, era de su amigo Josh, el padrino de bodas. Lo más alarmante fue aquella maleta en su armario, como si estuviera lista para un robo o incluso un escape.

Quiso permanecer en calma, pero su angustia no lo dejaría en paz. Estaba por dirigirse al baño a confrontar a Mara hasta que notó algunos papeles tirados en el armario, se agachó para ver con mayor claridad de qué se trataba y era un billete de 100 dólares y dentro de la maleta igual. Quería encontrar la relación en ello, sin que ella se diese cuenta comenzó a registrar debajo de la cama encontrando más dinero esparcido, lentamente fue quitando las sábanas encontrando las cosmetiqueras con más billetes dentro, ¿para qué necesitaba Mara todo ese dinero?

Esperó pacientemente sentado en una de las sillas dentro de la habitación a que Mara terminara su ducha, quería confrontarla ahí mismo antes de arrepentirse. No dejaba de preguntarse para qué lo necesitaba, y por qué el reloj estaba ahí, a su mente vinieron miles de escenarios de su amigo y su esposa siendo amantes, era lo más lógico, aunque en el fondo lo sabía, quería preguntarle. Quería confiar en su esposa, en su palabra, que fuese un malentendido y él lo hubiese malinterpretado todo. Al salir, Mara vio todo el desastre de la habitación.

Por un momento, se puso pálida, todo el color de su cuerpo se esfumó, sus ojos estaban rojos pero aguantó las ganas de llorar, al ver su reacción al saberse descubierta, Chris solo pudo mirarla con decepción, era lo que necesitaba para comprobar que sus sospechas estaban en lo correcto. Mara había traicionado su confianza irreparablemente.

—Puedo explicarlo— Evans se levantó, le mostró el reloj, maldijo a Josh internamente, mantuvo la mirada con descaro, ya no le quedaba nada más que aceptarlo.

—Explícame entonces— Ambos estaban ahí, completamente frustrados uno con el otro, Chris como un mártir y Mara haciéndose la mártir.

—Estoy cansada de esta vida Chris, es decir, míranos— Lo señaló de arriba a abajo —Tu sólo estabas en turnos dobles, nunca había dinero y cuando había ni siquiera alcanzaba para nada, ¿es así como debemos vivir?, ¿conformándonos con lo poco que tenemos?, podríamos tener más— Contestó esta vez iracunda, se había desecho de su máscara.

—¿Y por eso escondes dinero?, ¿por eso el reloj de Josh estaba en el armario?— Preguntó de igual forma —¿Ya se fue?, ¿siempre viene aquí?, ¿Sarah está aquí cuándo lo hacen?, ¡eh!— Reprochó de una, de sólo pensar que Sarah pudiese sufrir por esto su corazón se rompía en mil pedazos.

—¡Ay por favor Chris!, ¿desde cuándo te importa tanto Sarah?, ni siquiera estás aquí cuando está despierta— Rio la rubia amargamente mientras se ponía ropa rápidamente.

—Pero eso no significa que esté bien que traigas hombres a la casa cuando ella esté presente, crecerá creyendo que lo que haces está bien, ¿sabes el daño psicológico que le puedes causar a la niña?— La perseguía por toda la habitación para que no intentara huir, aunque ya había tomado los billetes dentro de un bolso grande. 

—Tú también le haces daño con tu ausencia, no me quieras cargar toda la culpa a mí— Se alejó, bajando las escaleras. 

La sugestión de Mara le causaba una herida profunda, ¿y si realmente era un mal papá?, ¿qué si su hija pensaba que era un mal padre?, quería ser el mejor padre para su hija, la amaba. Observó como Mara salió de la casa para ir a la de enfrente, en cuanto salió Sarah la cargó, al llegar a la puerta solo la jaloneó frente a su padre.

—Dime Sarah, a quién eliges ¿a tu papá o a mí?, ¿con quién te quieres ir?

—¡Basta Mara!— Alzó la voz exasperado, asustando levemente a Sarah, él jamás gritaba —No te permito que le hables así a nuestra hija.

Al agachar la mirada, vio la reacción de su pequeña, estaba asustada al verlo tan exaltado, él solo trataba de defenderla y ella no entendía absolutamente nada, ¿cómo hacerlo?, tenía apenas 4 años. La pequeña rubia se aferró al cuerpo de su mamá, comenzó a llorar fuertemente, quiso acercarse a consolarla pero su esposa no lo permitía aunque la niña estiraba los brazos para alcanzar a su padre. En Mara surgió una idea, sabía que Chris ya no volvería con él, pero aún podía seguir teniendo la manutención de la que gozaba actualmente. ¿Qué precio estaba dispuesto a pagar Chris Evans por su firma en el acta de divorcio y el bienestar de su hija?.

—Nos vamos, ven Sarah— La cargó, agarró las llaves de la camioneta, quiso impedirlo poniéndose frente al auto, tapando el paso, pero Mara estaba dispuesta a todo con tal de dejarlo, incluso si eso significaba atropellarlo.

Chris corrió detrás del auto con todas sus fuerzas pensando solamente en la imagen de Sarah llorando y pataleando en el asiento trasero del auto, imaginando que lo llamaba a él. Hasta que llegó el momento en que se cansó, ya no podía más. Escuchaba los latidos de su corazón por los oídos, estaba empapado en sudor y su ritmo cardiaco no disminuía, su boca estaba seca, sus brazos y piernas quemaban, un extraño vacío en su abdomen se hizo presente como preámbulo de las nauseas, no había comido nada en todo el día pero juraba que iría a vomitar. Volvió a la casa caminando esta vez ante las miradas de todos los vecinos que lo observaban con ojos de desaprobación, juzgando sus circunstancias.

No levantó la mirada, se sentía pequeño, abandonado por la mujer que amaba sin haber nunca sospechado de nada de lo que hacía a sus espaldas, sin saber a donde correr, estaba emocionalmente herido, su corazón lastimado, había depositado toda su confianza en Mara y repentinamente todo aquello que creía haber construido se había derrumbado ¿así era cómo se sentía el amor?, ese sentimiento que creyó le había dado sentido a su vida no podía ser el amor.

¿El amor siempre dolía así?

annapolis, maryland | ubicación desconocida | miércoles, julio 21, 2021, 12:00 p.m. | actualidad.

Larisa tomó sus manos fuertemente, en silencio mientras lo escuchaba llorar, le dolía verlo así. Siempre lo había visto alegre, fuerte como un roble, admiraba de él que era indoloro, inamovible ante sus desprecios, hasta ese momento se dio cuenta de que era como ella, reconocía esa tendencia a sufrir en silencio, comprendió su situación y estaba lista para contar su historia. 

—Ahora sólo quiero recuperar a Sarah, daría mi vida por ella— Dijo limpiándose algunas lágrimas, ella frunció el ceño —No me deja verla a menos de que le pague, aunque no es garantía, igualmente ni siquiera la veo, intenté sobornarla para el divorcio pero no funcionó— La pelirroja negó varias veces.

—¿Las visitas están dictaminadas por un juez?— Él negó con la cabeza, inmediatamente supo que lo estaban extorsionando —Cuando salgamos de todo esto, yo te ayudaré tener el divorcio y a recuperar la custodia de Sarah— Él la miró con adoración, ¿cómo alguien a quién había lastimado le hablaba tan dulcemente y estaba dispuesto a ayudarlo? Ella lo miró con ternura, tal vez no había nacido para ser madre, pero respetaba a los niños y quería hacer valer sus derechos.

—Gracias, no lo merezco— Ella rodó los ojos, desde que volvió a entrar a su vida sólo repetía esa frase "no lo merezco", tal vez tenía razón, pero, ¿quién era él para dictar qué trato merecía por parte de ella?, sólo ella decidía cómo tratar a las personas.

—Shh...— Lo calló acariciando su rostro —Con el simple gracias era suficiente.

Se abrazaron por largos minutos, grabando la sensación de sus cuerpos encajando uno con el otro, la calidez que ambos capturaban y el sentimiento de tranquilidad que encontraban en sus brazos.

—Es hora de que sepas todo de mí— Se separó Larisa.

Contó cada aspecto de su viaje por la miseria de ser parte de la familia Lamb, el miedo a perder a su hermano por ser quien era, el pavor de su boda, la angustia de no encontrar su maternidad y el terror de su aborto. Chris solo la escuchaba atentamente, era inevitable para ella no llorar, pero sentir las suaves caricias de su amado en su espalda era la sensación más reconfortante del mundo, incluso llegó a recargar su cabeza en su pecho para calmar su ansiedad, siempre correspondida por él, diciéndole palabras dulces al oído para calmarla. 

Evans por su parte nunca la juzgó, nunca se dejó llenar por prejuicios ni sospechas vagas, jamás permitiría que ideas ajenas lo envenenaran contra ella, al fin se dio cuenta de que no estaba escuchando la historia de una mala mujer, estaba escuchando la historia de la mujer que amaba, la mujer que más admiraba en el mundo.

—Creí que tendría un matrimonio largo y feliz, pero, nunca lo fue— Terminó de relatar Larisa —Después pasé años de exilio fuera de Maryland.

—¿Y te gustaría ser madre en el futuro?— La pregunta de Chris no era mal intencionada, ella lo sabía. La respuesta de Larisa era afirmativa pero su cuerpo ya no lo era.

Asintió lentamente —Pero aunque quisiera ya no puedo Chris, en la clínica clandestina donde me practiqué el aborto me extirparon la matriz— Observó como lentamente se colocaba en posición fetal, él la aferró a su cuerpo mientras ambos lloraban, sabía que su pelirroja estaba sufriendo y estaba dispuesto a sufrir con ella aunque fuese un loco masoquista, no volvería a dejarla sola ni en felicidad ni en tristeza —En cuanto a mi familia nunca fue del todo estable, temía pasarle esa inestabilidad a mi bebé— Él asintió con la cabeza, entendiendo a lo que se refería —Me hubiera gustado tener un padre como tu, que diera su vida por mí, mi padre no dudó en vender mi vida para obtener lo que quería— Rio con ironía, al final no le quedaba mucho, no era más que el nombre, el hombre se había ido difuminando a sólo una sombra con los años.

Evans la tomó por el mentón, sin posibilidad de que evitara su mirada, quería verla como realmente era, no como Larisa la mujer atrevida del café ni como Larisa imponente en el bufete, quería ver a esa Larisa real, dolida y transparente, quería sentir que sólo él la conocía como realmente era, que era uno de sus privilegiados, que era importante para ella. Quería protegerla contra lo que sea. Observó su rostro hinchado por las lágrimas, sus pequeñas venas rojas debajo de las ojeras que tenía en ese momento por la hinchazón, sus mejillas se veían empapadas, la veía fascinado, no era que el dolor le gustara, odiaba verla sufrir. Era la sensación de saber que ambos eran reales en ese determinado momento lo que amaba.

—Yo daría mi vida por ti— Admitió sinceramente, sin titubear ni rastro de mentira. Limpió las lagrimas con sus pulgares, enredó sus dedos por su húmedo cabello, había anhelado volver a sentir el contacto con su piel desnuda. Estaba a punto de besarla nuevamente, hasta que una pequeña mano en su pecho lo detuvo.

—Quiero aprender a confiar en ti— Aquellas palabras que creyó nunca volvería a escuchar eran pronunciadas por ella —Como tu amiga— Él asintió, dejándose abrazar por sus pálidos brazos.

Lo correcto era que ella nunca le diese otra oportunidad, lo correcto hubiese sido que ella nunca le perdonara aquella humillación, pero a ese punto ya nada más le importaba, ya sabía lo que era perder todo lo que conocía, ya sabía lo que era tener miedo a la soledad, a la angustia de no tener un hombro donde apoyarse al punto de incluso perder la identidad. Justo en ese momento ambos lo comprendieron, ¿por qué si no les importaba nada el dolor aún los invadía?, ¿por qué si ya se habían olvidado no tenerse era su angustia?, ¿por qué si no confiaban el uno en el otro anhelaban complacerse?, ¿por qué si no sabían qué era el amor deseaban amarse? Esta era la aceptación de sus verdaderos sentimientos.

Chris apoyó la cabeza en la almohada, en su pecho estaba recargada Larisa, quien comenzaba a cerrar sus ojos, cansada de llorar. Esa noche durmieron juntos, como dos tiernos amigos que se aman.

Esa era la reconciliación.




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¡CON LOS OJOS CERRADOS IRÉ TRAS DE ÉL! *inserte a larisa en karaoke cantando canción de gloria trevi*

Hola hola, ¿cómo están?, les traigo otro capítulo desmenuzando personajes, la vez pasada fue Larisa y ahora fue el turno de Chris, ¿para cuándo quieren el capítulo desmenuzando al criminal?

También tengo que anunciarles que este es el antepenúltimo capítulo de la parte 2, así es, el final de esta parte se viene el martes. 

¿Están listas para descubrir quién está detrás de todo esto?

También he cambiado la portada por un intento más "aesthetic" como dicen los chavos, ¿les gusta?, la verdad me motivan mucho a seguir metiéndole cositas a esta historia.

Bueno, hoy fue viernes de muchas noticias, espero que disfruten este capítulo tanto como yo escribirlo, nos leemos el martes.

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