━━ XXI | je t'aime encore
❝ ¿Realmente no hay oportunidad para empezar de nuevo? ❞
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annapolis, maryland | ubicación desconocida | miércoles, julio 21, 2021, 10:43 p.m. | actualidad.
EL CAMINO FUE LARGO, LLUVIOSO Y SILENCIOSO, Chris sabía que el único lugar seguro para Larisa eran las afueras de Baltimore, cuando estuvieron lo suficientemente lejos pararon en un motel, no podían ir a ningún lugar conocido porque el acosador ya sabía las ubicaciones exactas de todos y debían guardar dinero para el día siguiente, cualquier actividad en el banco por parte de Larisa daría sospechas por lo que solo podían confiar en lo poco que traía en la bolsa, junto con la cartera de Chris apenas habían juntado 300 dólares, solo quedaba esperar a que se comunicaran los demás, ya habían hablado con Santino quien fue el primero en reportarse, lo había perseguido la policía pero logró maniobrar para perderles la pista, Ada y Jano estaban desaparecidos por el momento.
La pareja estaba inmersa en un silencio incómodo, Larisa se había dado un baño ya que llegaron empapados por el clima húmedo que había en la ciudad, no sabían que dirección tomar dentro de su propio conflicto, qué se supone que debían decirse ni que esperar el uno del otro, todo era tan nuevo para ellos, justo como aquel día en el roustique. Chris fue el segundo en ponerse cómodo después de haberle dado su espacio a Larisa paseándose por los pasillos del motel, solo les había alcanzado para una habitación bastante pequeña, ¿qué podría ser más sofocante?, ¿la ira o el deseo? Larisa estaba a punto de averiguarlo en cuanto llegara Evans a la habitación.
—¿Por qué no me dijiste que sigues casado?— Bombardeó una vez escuchó que estaba dentro en la habitación que él había alquilado, ahora los papeles se habían invertido notoriamente.
—¿Por qué nunca me contaste nada de tu vida?— Contraatacó Chris, tal vez había cometido un error pero tenía un punto, ¿por qué ninguno confiaba en el otro su vida?, no se confiaban ni las verdades, ni los secretos, ni siquiera los pequeños detalles de su vida —Si te lo contara todo, ¿me entenderías?— Preguntó dolido.
—Lo habría intentado— Admitió Larisa, ella realmente era muy comprensiva porque sabía lo que era no tener a nadie que estuviese ahí para comprenderla —Chris yo también te he ocultado cosas, no eres la única persona con un pasado que tiene miedo a afrontar, el mundo no gira en torno a ti.
Chris se quedó callado, pensando en si era la oportunidad que tanto ansiaba, la oportunidad de decir la verdad. Larisa paseaba su vista hasta que vio el mismo retrato de una de tantas noches que pasó con él sobresaliendo de su cartera, ahora la veía con mayor claridad, una hermosa mujer rubia junto a una pequeña igualmente hermosa, sonrió al ver el retrato, hubiese deseado tener fotos así de lindas de su infancia, pero todas las que tenía eran sonrisas falsas.
—Es mi hija— Mencionó el castaño tras ella mientras se quitaba el abrigo —Se llama Sarah— Larisa no sabía que tenía una hija hasta que vio el expediente, otra de las tantas cosas que se ocultaban.
—Es preciosa— Dijo ella, cuando volteó a verlo él ya estaba muy cerca de ella.
—Lara...
—No sigas— Ella lo separó, marcando distancia recargando su puño con suavidad en su pecho y estirando su brazo para alejarlo sin ejercer mucha presión, él dio unos pasos atrás y tomó su mano manteniéndola donde estaba —Ya te he dicho todo lo que tenía que decirte.
—Pero yo no he podido decirte lo que he querido decirte todo este tiempo— Sentir sus manos pegadas, el contacto de ambas pieles solo lograban ponerla nerviosa, sus manos comenzaron a sudar, pero eso a él no le importaba —Te traicioné a ti y a la confianza que querías darme, tampoco te diré que la merezco porque es verdad, no lo hago y admito que desconfié de ti como persona y mujer, si pudiera devolver el tiempo para explicarte las cosas otra vez lo haría sin dudar, pero ya no se puede, sólo te pido que me perdones— Si tan solo Chris hubiese dicho todas estas cosas aquella tarde de abril cuando bajaban las escaleras o cuando la subió a la patrulla, las cosas pudieron haber tenido un final diferente.
—No tengo por qué perdonar a un mentiroso, apenas hoy me entero de que sigues casado y tienes una hija cuando me dijiste que eras divorciado, ¿cómo me pides que te perdone haciendo cosas como estas?— El recuerdo del expediente de Jano la perturbó en un segundo "sigue casado y tiene una hija, ¿no lo ves, Lars?, está jugando contigo" —¿Por qué no me lo dijiste?— Se separó bruscamente de él, buscando respirar un aire menos embriagante que el de su colonia.
—¿Me habrías entendido si lo hubiese hecho?— La pregunta había vuelto a encender algo en Larisa, era la misma pregunta que al inicio, si ella le hubiese contado todo desde el inicio, ¿él la hubiese entendido?
—Jamás intentaste decírmelo, cuando me metiste a la cárcel jamás te disculpaste o siquiera fuiste a verme— Chris arrugó su rostro en un gesto de confusión, le recordaba tanto a aquella noche en que discutió con su exesposa.
—Iba a presentarte a Sarah el día de pascua, pero nunca se concretó por la joyera— Se explicó.
—¿Y lo de la cárcel?, jamás me buscaste...
—Jamás dejé de buscarte— Negó, haciendo énfasis en el 'dejé' —No fui a verte a la celda porque estaba aterrado de tu rechazo, pero, sabía que merecías una explicación, cuando saliste no paré de buscarte, fui a tu apartamento, al café, a la facultad, a las paradas del autobús, al parque de abril, hasta que di con la casa de Ada y si no estabas volvía a cada lugar hasta que estuvieses ahí, no dejé de verte en cada lugar de Boston al que iba, perdóname Lara— Aquello fue suficiente para hacer que el corazón de Larisa volviese a latir para él, la confirmación de que ambos se ahogaban en el mismo vaso con agua.
Todos los hombres de su vida la habían lastimado de horribles maneras, pero ninguno había tenido el valor ni la consideración de disculparse, ninguno se arrepentía y creyó que ninguno sería capaz de reconocer sus errores, hasta él, quien estaba implorándole por su perdón, porque las palabras de Larisa eran valiosas para él, porque quería ganarla con hechos nuevamente, deseaba con toda su alma hacer las cosas bien y ser el hombre que ella merece.
Chris la abrazó fuertemente, con los ojos hinchados y lágrimas a punto de caer, Larisa estaba al borde del llanto, habían perdido tiempo tratando de probar algo que ya estaba ahí, buscando el absurdo de quien era el más confiable de los dos, lastimándose en el proceso, hiriéndose de múltiples formas, se habían estado mintiendo desde el día uno, jugando al teléfono descompuesto, engañándose a sí mismos y dañando al otro en lugar de ser honestos y aceptar que ninguno podía estar con el otro sin comunicación.
—Iremos al ritmo que tu quieras, te diré todo de mi, déjame ganarme tu confianza, déjame amarte Lara— Él la besó, sin previo aviso, no le dio tiempo de reaccionar a lo que estaba pasando, se dejó guiar por la inmensa pasión que tenía, queriendo demostrar con ello que estaba dispuesto a todo para enamorarla de nuevo. Ella correspondió a ello, deseando quedarse así para siempre, una permanencia imposible.
—¿Cómo puedes pretender amarme?, no me conoces de nada, ninguno de los dos conocemos nada del otro.
—No pretendo amarte Lara, pretendo aprender a sentirme seguro a tu lado— Larisa estaba atónita ante lo que dijo, en sus anteriores circunstancias le habría parecido ridículo e incluso lo estaría abofeteando, pero ahora sus palabras eran como escuchar una sinfonía, la dulce melodía del enamoramiento —Larisa, quiero ser la brisa que acaricie tu rostro frío por las noches— La tomó de ambas mejillas, las cuales estaban sonrojadas por todas aquellas palabras cargadas de amor.
El sonido del teléfono separó a la pareja quien se sobresaltó brevemente, Chris se separó de ella para tomar el teléfono. Contestó, llamando varias veces a quien estuviera del otro lado de la línea, sin embargo nadie respondía aunque podía escuchar su respiración.
—¿¡Cómo está mi hermana!?— Gritó Jano al otro lado, la risa de fondo de Ada se hizo escuchar y Larisa había empezado a carcajearse ante la reacción del castaño.
—Estamos bien, ¿y ustedes?, ¿cómo consiguieron el número?— Preguntó colocando el altavoz.
—Nosotros estamos bien, nos persiguió una van negra, vidrios polarizados, no alcancé a ver bien la matrícula pero no creo que sea auténtica— La morena se escuchaba ronca, como si hubiese gritado en el camino, Larisa negó varias veces con la cabeza, sabía que Jano conducía como si fuese inmortal, debió imaginarse que aprovechó la oportunidad para fingirse dentro de una película de acción como el amante de la velocidad que era, quienes pagaban eran los copilotos.
—Estas hablando con el abogado del diablo, créeme que puedo conseguir esta información y más— Jano era un prodigio de la abogacía, muy bueno en su trabajo, aunque sus métodos no eran del todo tradicionales era un defensor agresivo que se había ganado el apodo por los pasillos de la firma, nunca perdía discusiones excepto con su hermana.
—¿Y entonces por qué no conseguiste info del acosador de Boston, Jans?, ahora sí me está buscando— Preguntó Lari en burla para calmar toda la ansiedad que la carcomía.
—Te callas, Lari, te callas, mándala a dormir Evans— Siguió el juego a su hermana, sabía que el humor era su escudo —Hablando de dormir, mañana podremos reunirnos con más tranquilidad, necesito que cuides de Lars hasta que lleguen a esta ubicación— Comenzó a dictar y Larisa apuntó la dirección en un bloque del papel de baño.
—¿Al Rainbow Flag otra vez?, ¿Jano lo eligió?— Solo Jano podía haber escogido el lugar.
—El bastardo de Samuel me la debe— Se escuchó el grito lejano de Jano. Había ayudado al dueño a librarse de una acusación por posesión de drogas por la reservación permanente de una de las mesas.
—Jano dijo que mientras más gente hubiese, más difícil sería encontrarnos, ya le avisamos a Santino, por favor tengan muchísimo cuidado al venir, lleguen a las seis, Lari te queremos— Dijo Ada, la preocupación en su voz se escuchaba hasta en su risa. Se escuchó un pitido lo cual indicaba que estaban llamando desde gaveta.
—Yo también los quiero— Replicó con nostalgia.
—Evans— Habló Jano antes de que se cortara la llamada —Con que no traigas viva a Larisa, sabrás por qué me dicen el abogado del diablo, mis hombres y yo nos encargaremos de castr...— Afortunadamente la llamada se cortó, se vieron entre ambos y comenzaron a reír.
Dejaron de lado el tema romántico, más que nada porque a Chris le preocupaba que la pelirroja pudiese conciliar el sueño, ella tenía miedo a dormir y que algo pasara durante la noche, no dejó ver su miedo, tenía un semblante duro que lo cubría. Al verla, sabía que estaba asustada, no necesitaba fingirlo, podía darse cuenta.
—¿Quieres hablar?— Se sentó a su lado en la orilla de la cama, ella lo miró mal —No haré nada— Levantó las manos donde ella pudiese verlas, seguía en bata. Asintió con la cabeza, tal vez eso la calmaría.
—Quiero que me lo cuentes todo, cada cosa que no me has dicho y sólo tal vez pueda perdonarte— Lo miró a los ojos fijamente.
Suspiró —Conocí a mi exesposa por Internet en la navidad de 2011, también es de Maryland, estaba muy de moda eso de las citas a ciegas, no sabíamos si iba a funcionar pero lo hicimos, nos casamos y buscamos por todos los medios tener un hijo, queríamos formar una familia— Tomó una pausa —Quedamos embarazados en 2014, creímos que las cosas irían bien hasta que perdí mi empleo, yo trabajaba turnos dobles en fábricas y ella cuidaba a Sarah, nos afectó a ambos. Después yo pude tener una plaza como agente, mis ingresos eran suficientes, nuestra relación marchaba bien o al menos eso pensaba— Rememorar todo el caos era difícil para él, la compañía de Lara lo reconfortaba y le traía paz saber que no tenía nada a que temer estando con ella.
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Ando de que al borde, no sé si del colapso, de las lágrimas, pero al borde.
¿Ustedes cómo están con todo lo que está pasando? Alisten pañuelos porque el viernes lloraremos.
Últimos capítulos de la parte 2.
Sin más qué decir nos leemos el viernes, bonita semana.
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