━━ XVIII | pub
❝ Simplemente no lo sabes todavía pero me amas y yo te amo igual.❞
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baltimore, maryland | casa de larisa | jueves, julio 10, 2021, 8:05 p.m. | actualidad.
LA PELIRROJA SE ARREGLABA ANIMADAMENTE, quería sentirse atractiva y relajada esa noche, tomar un poco de alcohol sin sentirse presionada del mañana, Jano iba a ir también a su pequeña escapada junto con Santino, el cuál no se había negado después de la insistencia que le dio Ada, tenía un don para conectar con las personas que conocía, algo que a Larisa le resultaba muy beneficioso para los negocios, era un buen elemento para la firma, la mejor parte era que su amistad no hacía nada más que fortalecerse, de haber sabido que la tendría de amiga hubiese ido a Boston desde el primer día de su exilio en lugar de los Ángeles, pero ya no podía reescribir el pasado, sólo perseguir su futuro.
—Deja de moverte— Larisa se había ofrecido a peinarla, no es que Ada no supiese, es que siempre que trataba de alisarse el cabello, fracasaba maravillosamente.
—Deja de encajarme la plancha mejor— Respondió Ada con avidez, estaba preparándose para irse de rumba con su mejor amiga, algo que no había logrado en Boston —Ya déjame el cabello, no es para tanto, yo siempre estoy guapa— Larisa retiró la tenaza, observando como Ada trataba de ponerse máscara de pestañas.
Sin quererlo se manchó un poco el párpado, al ver que su amiga no lo notaba, Lari contuvo algunas risillas, pero por su expresión, supo que tarde o temprano su amiga se daría cuenta. Ada sacudía su cabello, tratando de darle un poco más de volumen, Lari no pudo contener más la risa y Ada solo la vio entrecerrando los ojos.
—¿Qué te da tanta risa?, ¿tengo cara de payaso o qué?— Larisa negó repetidas veces calmándose un poco.
—Es que te manchaste, pero yo lo arreglo— Comenzó a retirar la mancha de rímel cuidadosamente.
—Nunca había tenido una amiga como tu señorita leyes— A Larisa le enterneció ese comentario, trató de recordar si alguna vez había tenido una amiga o una confidente como lo era ella, sólo uno, pero ahora no era nada más que un recuerdo —Sólo falta que me quites un pene dibujado en la frente estando borracha— Ambas se miraron y rieron juntas, era el tipo de recuerdos que Larisa atesoraría por el resto de su vida.
—Ya está— Ambas estaban listas, ahora solo faltaba esperar a Jano y Santino quienes aseguraron que llegarían puntualmente —¿Sabes si ya están en camino?
Se escuchó un claxon abajo, lo cual atrajo la atención de ambas, bajaron rápidamente las escaleras, antes de salir, querían dar la expectativa de que estaban cual divas de la época de oro del cine, se vieron una última vez al espejo, arreglando detalles por menores. Salieron finalmente sintiéndose mujeres poderosas, dueñas de su apariencia, de sus decisiones, simplemente de sus vidas, dispuestas a disfrutar en compañía de amigos y divertirse sin miedo.
Saludaron a Jano y Santino quienes sonrieron ampliamente al ver a ambas mujeres tan seguras de sí mismas, Santino no podía dejar de pensar en lo hermosa que se encontraba Ada esa noche, se había animado a asistir solo porque ella se lo pidió, tenía la esperanza de encontrar el amor en la morena esa noche.
—Como en los viejos tiempos Lars— Jano le guiñó un ojo a su hermana.
—Sólo no te desnudes por favor— Pidió Larisa con un leve sonrojo haciendo reír al mayor, después puso un rostro más serio.
—Tengo dos noticias, una buena y una mala, ¿me prometes que si te las digo no te arruino la noche?— Larisa se estaba preocupando, ¿le faltaba más trabajo que hacer?, ¿tenía nuevo caso?, ¿filtraron la información del aborto?
—Más vale que me digas porque sino sí me voy a enojar— Sentenció con fingida molestia para que le dijera más rápido.
—La mala es que tu asistonto trajo a Evans, ya no lo pudimos correr de camino para acá, la buena es que reservé en el rainbow flag— Larisa abrió los ojos sorprendida, volteó levemente al auto donde lo vio de perfil con la mirada al frente distraído.
—¿Qué sucede?— Preguntó Ada, Larisa señaló el auto de Santino donde estaba Evans de copiloto.
Ada rodó los ojos en desagrado, pero ya estaban ahí, no había vuelta atrás. Larisa iba a disfrutar de la noche libremente, no dejaría que nadie se la arruine, ni siquiera el hombre que esperaba pacientemente estacionado a una distancia prudente de los autos del grupo para colarse en la salida nocturna con la esperanza de acercarse a la pelirroja.
Larisa se ajustó el vestido, caminando al auto con seguridad para subirse, caminó escaleras abajo como si de una pasarela se tratase, captando las miradas de todos los presentes, Ada la miraba impresionada al igual que Jano, Santino no podía creer que esa era su jefa la regañona, el hombre en el auto la miraba anonadado sujetando su cigarrillo, era aquella visión que tanto esperaba ver de su reina.
Chris la vio pasar frente suyo, ella ni siquiera lo miró, la encontró despampanante. Larisa era bellísima a sus ojos, el solo verla para él era una delicia, ver esa seguridad en ella verdaderamente lo apasionaba, le hacía sentir una emoción que sólo ella podía causar en él. Tan cerca y tan lejos, estaba por apartar la vista cuando vio que ella entró al coche hasta que se dio cuenta. ¿Qué hacía Larisa ahí?, vio a Ada subirse al asiento trasero del mismo coche y después a Jano al volante.
—Perdón por no decirte, la jefa también viene— Sus ojos azulados se abrieron de par en par, ¿cómo sobreviviría a una noche teniendo a Larisa a un lado sin poder demostrarle nada?
—No te preocupes, no tengo problema—Sí que tenía problema. Chris no dejaba de ver el auto que estaban siguiendo de camino al pub al igual que el auto detrás de ellos no los perdía de vista.
Ambos iban pensando en el otro, en qué pasaría esa noche, los 3 coches rumbo a un mismo lugar. Llegaron al pub Rainbow Flag, donde Jano había reservado una mesa vip, cuando era joven y metía de contrabando a Larisa era muy popular en el lugar, aún era cliente frecuente cuando quería desestresarse buscando compañía de caballeros dispuestos a los placeres que ofrecía la noche. Larisa no aguantaba mucho tiempo borracha, por lo que también la cuidaba.
—¿Qué hace aquí el abogado del diablo en jueves?, ¿reservaste?— Preguntó burlón uno de los guardias a Jano.
Jano asintió —Los jueves son los nuevos viernes, Logan— Después de que el guardia revisara, pasaron todos, quienes fueron escoltados a una mesa.
Se sentaron todos juntos, Larisa en medio de Jano y Ada que formaban un escudo a su alrededor, Santino a un lado de Ada y Chris a un lado de Santino, como una gran familia feliz, ordenaron sus bebidas y esperaron a que el ambiente se prendiera un poco.
—Oye, ¿quieres bailar?— Ofreció Santino a Ada, la morena estaba por negar hasta que vio un bello rostro guiñarle el ojo en la pista, una tendría una conquista esa noche y bailar con su compañero de trabajo era la excusa perfecta.
Ella miró a su amiga, temiendo dejarla en una posición incómoda, pero Lari negó. Ambos se levantaron para bailar. Jano se quedó en la mesa con ellos hasta que un moreno le guiñó el ojo, los 5 ya estaban algo subidos de copas, por lo que no tardaron en comenzar a hacer bulla dentro del lugar que ya era bastante ruidoso por sí solo. Larisa y Chris seguían inmersos en un silencio incómodo, marinándose dentro de su propia lujuria mezclada con tequila y música.
Larisa se tomó un shot de tequila de una y se levantó dispuesta a bailar sin importarle dejar solo al agente, Chris se hundía en el asiento esperando que la tierra lo tragara, cuando Santino le ofreció ir a una fiesta donde pudiera divertirse no tenía en mente nada como eso, no podía fumar porque le había prometido a Sarah no hacerlo hace unos años y romper una promesa de su hija era algo que jamás haría.
—¿Por qué tan solo amigo?— Un hombre sobrio se había sentado junto a él en la mesa que anteriormente compartía con los demás —¿Un corazón roto?— Esta vez atrajo la mirada de Evans.
—Sí, algo así— Asintió desanimado ante la mirada del hombre que traía dos tragos, uno en cada mano.
—Soy Renzo Carré— Se presentó estirando su mano.
—Chris Evans— La estrechó el castaño con cortesía.
—¿Bebes?— Preguntó con naturalidad tendiéndole un trago que Evans aceptó —No eres de por aquí, ¿cierto?
—No, estoy de paso, es un asunto de trabajo— Dio un sorbo a su bebida hasta que observó a aquel hombre misterioso hacer lo mismo, aunque era algo fuerte, poco a poco pudo aminorar el impacto sobre su garganta.
—Te entiendo, yo también vine a terminar un trabajo— Miro las piernas de la flamante pelirroja que bailaba animadamente con su hermano y su amiga —Soy un hombre de negocios.
—¿Ah sí?, ¿a qué te dedicas?— Preguntó Evans burlón, sin darse cuenta de que su voz comenzaba a tambalearse y su vista a nublarse.
—A lo mismo que tú, idolatramos a Lara, socio— Chris sacudió su cabeza para no sentirse mareado, sintiendo que estaba fantaseando con las respuestas del hombre.
—¿Cómo?— Preguntó arrastrando las palabras, no le había entendido.
—Que trabajo para la banca con un socio— El hombre sonreía de forma satisfactoria, sabía que no podía deshacerse de él en ese momento ya que Larisa se volvería loca, debía esperar el momento adecuado para desaparecerlo en circunstancias misteriosas.
Nadie parecía darse cuenta de lo que pasaba en aquella mesa, el hombre decidió retirarse antes de que sus conductas se tornaran sospechosas con una gran sonrisa en el rostro, "drogado no podrá acercarse a ella" pensó. Larisa bailó por un rato hasta que decidió parar en la barra para descansar un poco, pidió otra bebida alcoholizante.
—¿Muy movida la pista?— Preguntó un hombre sobrio a quien le daba la espalda, al voltear se encontró con una sonrisa que consideró amable.
—Algo, hacía mucho que no salía a bailar con amigos— El hombre ya lo sabía, la había visto por años restringirse de esos hábitos, Larisa arrugó su nariz y entrecerró los ojos señalándolo con el dedo índice —¿Te conozco de algún lado? Creo que te he visto— Rio como si fuese lo más divertido del mundo, el hombre reía con ella, estaba feliz de que al menos lo recordaba un poco.
—No lo creo, ¿eres de aquí?— Más información que ya conocía, pero no se rendiría de intentarlo por las buenas, ni porque ya sabía acerca de su aborto, ni porque ya se sabía cada uno de sus tics al derecho y al revés, ni siquiera porque había seguido de cerca cada paso que daba por años desde que se exilió, él creía que esa era la clave para tenerla a sus pies, aceptarla tal y como era.
—Sí, me llamo Larisa Lamb, ¿tú cómo te llamas?— Estaba claramente borracha, esto le dio 'ternura' al hombre, ¿cómo una mujer tan sensual podía causar ternura?, él no prestaba tanta atención a lo que decía como debería, pero, ¿quién lo haría teniendo a una mujer así frente suyo? Para lo único que tenía cabeza en ese momento era para querer llevársela lejos y esconderla del mundo, para devorar sus labios de un beso, entre otras partes de su cuerpo —¿Cómo te llamas?, te estoy hablando— Preguntó Larisa con impaciencia.
El hombre subió la vista de su escote a su rostro, ella ni siquiera se daba cuenta —Renzo Carré siempre a tus órdenes— Con galantería acercó la pálida mano de la pelirroja y la besó, gesto que la extrañó pero no se opuso —¿Te gusta bailar?— Antes de que contestara la pregunta, otro borracho ya se encontraba frente a ellos.
—Lara— Un leve hipo se hizo presente —Te pido que bailemos con respeto— Evans le tendió la mano a la pelirroja quien olvidó que incluso estaban peleados.
—¿Cuál Guepetto?— Preguntó Larisa confundida acercándose a él para escucharlo mejor por la intensa música, Evans lo interpretó como un sí y la sacó a bailar.
Ella tomó su mano, olvidando por completo al hombre que ahora ardía en furia a su lado. ¿Quién se atrevía a opacarlo frente a su reina? Detestaba compartir su atención, así fuese su estúpido hermano o su amiga entrometida y vulgar. Larisa no necesitaba a nadie que no fuese él en su propia opinión. Los miraba con recelo, bailar animadamente en la pista con sus amigos, hasta hace unos minutos no se soportaban, no obstante, el hombre estaba al tanto de qué relación tenía Chris con Larisa, otro hombre innecesario en su vida, estaba despechado, se le notaba a kilómetros.
¿Qué le veía de especial Larisa Lamb a Chris Evans?, el hombre solo podía pensar en lo magnífica que era ella a su comparación, Larisa era una diosa, su diosa. Chris era solo una piedra en el zapato, el tercero entre los dos, un hombre inferior que no la merecía.
Tronó los dedos y por arte de magia ya había varios hombres tendiendo diferentes artículos con luces neón por la pista de los cuales Larisa tendría el que ella merecía, el único artículo en la fiesta, una corona. Larisa observó a Ada bailar muy pegada a una chica que no logró distinguir muy bien pero tenía puesto un delantal del lugar, no veía a Santino por ningún lado y Jano estaba sobre una mesa sin camisa y sin control bailando con desenfreno, tal como en los viejos tiempos. La actividad física estaba diluyendo el alcohol dentro de su sistema lo suficiente como para percibir con quién estaba bailando.
Estaban muy juntos danzando al ritmo de la música, al punto que pareciese que iban a fundirse en un solo ser, dejándose llevar por el vaivén de sus caderas. Un rubor de excitación se hizo presente en los rostros de ambos, las mariposas no se hicieron esperar para Larisa quien solo sentía un hormigueo expandirse por todo su ser, ni siquiera prendiéndole fuego al lugar se podía igualar el calor que emanaba del cuerpo de Chris, la tentación los estaba matando en la pista de baile.
—Lara, eres la mujer de mi vida— Murmuró Chris contra su cuello, sintió su aliento sobre su rostro al separarse levemente, ella con sus manos en su nuca lo miró a los ojos, no sabía exactamente lo que estaba haciendo, sólo tenía la noción de tres cosas.
La primera, que estaba muy mal que le permitiera hacer eso, la segunda, que había sido una tortura no haberlo hecho desde que lo vio llegar a la puerta de su despacho y tercero, que no se arrepentiría en lo más mínimo de estar besando a Chris Evans al menos hasta la mañana siguiente.
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Sin comentarios esta vez, disfruten su lectura y saquen sus propias conclusiones.
¿Cuáles son sus teorías hasta ahora?, me encantaría leerlas, dejen sus comentarios.
A la teoría más cercana le dedico el siguiente capítulo.
Nos leemos el próximo martes.
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