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━━ XVI | tu vas me détruire



❝ Me enciendo y me consumo por los ojos de un extraño. ❞

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baltimore, maryland | firma de abogados condesa | miércoles, julio 9, 2021, 8:30 a.m. | actualidad.

LO MÁS INESPERADO PARA LARISA HABÍA SIDO la llegada de Ada, ella y Jano se habían puesto de acuerdo para sorprender a la pelirroja la noche anterior en su casa, comieron animadamente pizza que ordenó Jano y Ada llevó algunas cervezas. Como ella no tenía donde vivir, a Larisa no le desagradaba la idea de tener una roomie, después de todo, confiaba plenamente en ella además de que no quería estar sola. 

Se había sentido incómoda por el asunto de las macetas, la carta que recibió solo decía una frase, una caligrafía en color blanco casi inhumana sobre un fondo negro "me perteneces", le daba miedo pensar en que hubiese sido Chris.

Al estar Ada con ella todo había sido más llevadero, su paranoia había disminuido un poco, aunque ahora dormía con la ventana completamente cerrada y había cambiado las cortinas por unas más gruesas, sin traspasar ningún tipo de luz. No obstante, aún sentía miradas sobre ella aunque, ¿realmente había alguien ahí?

Dejando de lado la noche de ayer, esa mañana Ada había sido presentada a la empresa, fue muy bien recibida, lo cual Lari agradeció, aún así la pelirroja sabía que las personas solían dar un semblante hipócrita dentro de ese círculo siempre al beneficio propio, Ada ya la había cuidado, ahora ella sentía que debía protegerla de las personas que las rodeaban. Para Larisa eran como tiburones en una alberca donde ella apenas estaba montada sobre un trágico velero. Si a nadie le simpatizaba la llegada de su amiga no le importaba, al final se haría lo que ella dice y nada más.

Ada y Larisa se encontraban organizando archivos juntas para ponerse al corriente con los asuntos internos hasta que un indeseable llegó a la puerta.

Santino tocó con sus nudillos —Jefa, el señor Lamb está aquí con...— Antes de terminar, Orman Lamb ya había cruzado el umbral de la puerta. Ada no lo conocía. El moreno solo cerró la puerta nerviosamente después de que la mujer en la presidencia le dedicara una mirada serena.

—Retírate— Ordenó Orman a la morena. Ella estaba por levantarse dedicándole una mirada de confusión hasta que su amiga habló.

—No, ella no tiene por qué retirarse si yo no lo ordeno— Retó Larisa, Ada se devolvió a su asiento, orgullosa de hacerle caso a su "jefa" —¿Qué deseas en mi oficina?— Preguntó duramente.

—No creas que no sé lo que pretendes, pero no vas a llegar a hacer lo que te plazca— Ella estaba por interrumpir —Si realmente te crees tan profesional y capaz, no te importará trabajar en el caso que te asigné con tu nuevo colaborador— Ella negó con la cabeza, él arrojó un folder manila color amarillo frente a ella en su escritorio.

—Está hecho, has pasar al colaborador— No le debía nada, ni tenía por qué demostrarle nada, pero sus ganas de callarlo con hechos le era gratificante —Soy perfectamente capaz— Ella tomó el folder entre sus dedos que decía con letras negras el nombre de la víctima cuya familia se encontraba consternada por los recientes hechos, el caso Tiffany Walker, de tan solo 22 años.

Siguió hojeándolo para saber quién sería su colaborador, a su padre siempre le había encantado el estilo dramático de película. Todas las miradas se dirigieron a la puerta, el corazón de Larisa se detuvo por un momento. Ada se levantó de su asiento sorprendida, viéndolo frente a ella, Orman seguía teniendo esa mirada fría, Lara ahora tenía miedo de despegar la mirada del folder, con ver su foto quiso arrancarla y quemarla dentro del cesto de basura o tal vez robarla para quedársela y verla cuantas veces quisiera. Era imposible ignorar su presencia, era como si sus cuerpos fuesen magnéticos, podía saber que él estaba cerca porque su cuerpo pedía a gritos no separarse nunca.

Y entonces sus miradas se encontraron, era aquella sensación de querer absorber la atención el uno del otro, de no querer despegar sus miradas una vez colisionadas, podía sentir aquella llama apasionada crecer dentro suyo, por un pequeño momento el ojiazul pudo ver un rastro de amor en su mirada, pero era inútil, su ceño rápidamente se frunció a uno de molestia, le lastimaba la culpa que sentía, profundamente clavada en su alma.

Le dolía ser esa espina en el rosal de Larisa.

—Señor Evans, le pido amablemente que se retire a la sala de espera unos minutos, Ada, acompáñalo a la salida por favor— Era momento de hablar a solas con su padre, ¿en qué estaba pensando?

Ambos salieron de la oficina de presidencia, Ada con un semblante serio dispuesto a regañar al castaño, si ella de solo verlo ya estaba irritada no se quería ni imaginar como estaba su amiga que se fundía en las llamas de su propia furia. En cuanto cerró la puerta lo llevó a la sala de juntas que había justo al frente de la oficina.

—¿Me podrías explicar que carajo haces aquí?— Preguntó la pelinegra con los brazos cruzados a la altura de su pecho después de cerrar la puerta para que nadie escuchara.

—Ni yo lo sé, acepté un trabajo, no sabía que se trataba de Larisa, sino no habría venido— Respondió entre exasperado y nervioso, no se imaginaba verla de nuevo, se estaba arrepintiendo de dejar Boston, que a ese punto no tenía prácticamente nada seguro ahí, en ninguna parte siendo realistas. 

—Tu y yo quedamos en algo, si realmente la quieres tienes que entender que ella no...

—Que no me va a perdonar y debo dejarla continuar su vida, eso ya está más que claro— Suspiró frustrado —Escucha, yo presentaré mi renuncia, no quiero ser el hombre que la haga sufrir— Se escuchaba arrepentido, a Ada le daba lástima, pero no podía hacer nada por él, Larisa era dueña de sus decisiones. 

—Está por verse— Dijo Ada, estaba molesta con él, pero sabía que su amiga estaba en el mismo dilema.

Mientras tanto, padre e hija comenzaban a entablar conversación, discutían acaloradamente en la oficina de presidencia.

—¿Me podrías explicar de qué se trata todo esto, padre?— Se había marchado de Boston hace unos días para no volver a verlo y justamente había entrado nuevamente a su vida como un huracán, ni siquiera Jano le había provocado tantas emociones fuertes cuando hacía travesuras y tenían muchas anécdotas descabelladas como hermanos.

—Te dije que en la junta estamos muy bien informados de lo que pasó en Boston, el caso Ward no iba a pasar desapercibido, arruinaste la carrera de un buen hombre y ensuciaste el nombre de la firma, perdimos clientes por tu arresto— Larisa se sentía morir, no lo podía creer, ¿su padre defendiendo a un desconocido de su propia injustica?, si ya había defendido a su yerno a costa de su propia hija, no le extrañaba que la atacase a ella primero.

—¿Ahora soy yo la delincuente?— Ni siquiera se esmeraría en contarle todo el infierno emocional y fiscal que había pasado, sería como gritarle a la pared —¿Tu qué sabes de él o de lo que pasó en Boston para decir eso?—No dudaba de que hubiese contratado investigadores privados para saberlo, aún así, él no tenía derecho alguno de entrometerse en su vida.

—Créeme que sé, ¿piensas que no me iba a enterar de la aventura que tuviste con él?— Larisa llevó su mano derecha a su pecho con asombro, ¿cómo se atrevía a decir eso de su propia hija?, le lastimaba el alma —¿Tengo que recordarte también acerca de...?

—¡Basta!— Ya no podía soportarlo más.

—Tal vez ganaste una demanda, pero lo que hiciste sigue estando mal, legalmente no se puede hacer nada pero tu imagen si la puedo seguir arruinando, así que trabajarás con él o apelaré la destitución de tu cargo, tengo el poder para hacerlo, es lo mínimo que puedes hacer por él, no eres una inocente, tu conoces tus delitos— Salió del despacho hecho una furia al igual que su hija quien seguía adentro, ahora que sabía su dirección, entre otros trapitos que podía sacar a la luz, podía ponerle una denuncia formal.

Tardó unos minutos en retomar compostura, ahora era momento de hablar con Evans, tendría que soportarlo si quería demostrar a los ejecutivos que ella estaba hecha para la abogacía, no iba a dar su brazo a torcer ante nadie y le mostraría a quien sea que su palabra era ley dentro de la firma. Caminó a la puerta dispuesta a llamar a su nuevo látigo.

—Señor Evans— Se dirigió a él, ahora debía tragarse el orgullo que había construido para protegerse de él, carraspeó con el puño cerrado cerca de su boca para aclarar su voz y no mostrarle que estaba nerviosa ante él —Pase por favor— Él le dedicó una última mirada a la morena y ambos entraron al despacho.

Larisa cerró la puerta del despacho, con la mirada de Chris detrás, observándola fijamente, en otras condiciones ninguno de los dos hubiese titubeado para abrazarse amorosamente o devorarse en el escritorio, solo se habían marchitado las rosas, pero nunca la química del amor.

—Creo que ya está enterado de que trabajaremos en el caso de Tiffany Walker— Le dirigió una mirada severa mientras se sentaba en la gran silla y le indicaba a Evans tomar asiento.

—No hace falta la formalidad, dime Chris— Mencionó el castaño suavemente sentándose.

—Como gustes— Su amabilidad no la desconcertaba, imaginaba que estaba apenadísimo y tenía razones —Supongo que ya estás informado de...

—Por favor hablemos— Acercó su cuerpo a ella, separados solo por el fino escritorio.

—No estamos aquí para discusiones personales Chris, estamos hablando de mi trabajo, tal vez tu no lo seas pero yo sí soy muy profesional, me importa muy poco lo que me quieras decir— Espetó la pelirroja, cansada de darle vueltas al asunto —Quiero dejártelo en claro desde el día uno, que acepte trabajar contigo no significa nada para mi, hablaremos porque la comunicación en estos asuntos es importante, te llamaré por tu nombre y tu a mí por el mío tal vez incluso a veces te sonría pero lo nuestro ya se acabó.

—Yo renuncio.

—¡No!— Exclamó agitadamente levantando ambas manos, con una mirada que reflejaba lo mucho que deseaba que él jamás se fuera de su vida. Chris la miró sorprendida, una leve sonrisa ladeada se formó en sus labios por la gracia que le dio verla reaccionar así, ella apretó los labios reprimiendo una sonrisa por verlo sonreír, recobró la seriedad y le dijo —Me es imposible aceptar tu renuncia y no puedo despedirte, si ambos queremos salir de esto tendrás que cooperar para resolver este caso— Él asintió con la cabeza.

Chris le tendió la mano en señal de sellar el trato, una excusa para volver a sentir su piel, al tocarse, Chris pudo sentir la calidez que ansiaba volver a tener cerca suyo y Larisa pudo sentir como los vellos de sus brazos se erizaban con solo sentir su tacto, él fue alzando su mano para besarla pero ella se separó abruptamente al notar el gesto, ya que duró mucho aquel encuentro. Antes de que se fuera, recordó el primer día que llegó, el mensaje de texto que le había enviado diciéndole que "ansiaba" verla.

—Y te voy a pedir que no me vuelvas a mandar mensajes de texto sugerentes, por favor, si 'ansías' verme o necesitas resolver algo conmigo dentro de lo laboral has una cita previa— Dijo visiblemente irritada y haciendo comillas con sus dedos. El castaño se puso serio, no tenía ni la más mínima idea de lo que ella estaba hablando.

—Admito que te envié mensajes y te llamé, pero me bloqueaste y no he cambiado el número— El rostro de la teñida palideció, él lo notó y decidió indagar —¿Sucede algo?, ¿está todo bien?— Ella negó recomponiendo su rostro molesto.

—Nada de tu incumbencia— Sentenció, Chris no tenía derecho a molestarse, pero quería ser amable con ella y no le daba la oportunidad.

Larisa tenía una nueva interrogante, si no había sido Chris, ¿entonces quién? Decidió olvidarse un poco de ello ya que tenía otros problemas en puerta que requerían su atención.

Pasaron varios minutos antes de que Ada volviese a entrar a la oficina, no quería despegarse de ahí porque sabía que su amiga necesitaría de su apoyo nuevamente, cuando Chris salió del despacho velozmente supo que había pasado algo, no se le veía enojado, no obstante, cerró la puerta de un portazo, Larisa no salía por lo que intuyó que tal vez estaría llorando.

Entró al despacho y agradeció no verla como un paño de lágrimas al no escuchar sollozos, admiraba su fortaleza, aunque no era nada más que su disfraz para la debilidad.

—¿Qué pasó?— Se sentó frente a ella, la pelirroja tenía ambas manos cubriendo su rostro, los codos sobre el escritorio y su cabello ayudaba a cubrir su semblante, estaba mal.

—Tengo que trabajar con Evans, tenemos un caso— Levantó la cabeza, suspirando exasperadamente —La verdad no quiero hacerlo, pero no hay otras opciones— Recargó su mentón en su manos entrelazadas aún apoyadas en el escritorio. 

—Niégate, si no te sientes cómoda no estás obligada a hacerlo— Aunque Ada tenía razón, ella estaba entre la espada y la pared.

—Me temo que sí, me amenazó con destituirme de mi cargo, tal vez tengo el dinero pero él tiene la experiencia y los contactos— Contestó Larisa mirándola fijamente.

—Oh vamos Lari, eres la señorita leyes, ¿en serio te vas a dejar intimidar?— Vio el semblante preocupado de su amiga y supo que su humor no sería de ayuda —Okay, ¿qué está pasando en realidad? Con tu padre y con Evans, por favor dime la verdad.

—Yo hice algo muy malo, Ada— Sus ojos se cristalizaron ante aquel doloroso recuerdo que llevaba años reprimiendo, ya no podía retenerlo más, necesitaba liberarse de él, uno de tantos hombres que fungían en su vida como látigos...

Rhys Munro. 




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AAAAAAAAAA *gritos internos* cada vez esto está escalando más. Les traigo otro capítulo con muchísimo ímpetu, con todos los nervios. Alisten sus pañuelos porque se viene una bomba el martes.

¿Qué creen que hizo Lara?

Sin más, disfruten este capítulo, nos leemos el próximo martes.

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