Capítulo cinco: La granja del Sr. Kim
JungKook había salido aquella mañana de su cita con el psiquiatra practicamente corriendo con enojo, y TaeHyung, como siempre, iba detrás de él. El castaño no se encontraba bien, y un nudo en la garganta bloqueaba erróneamente su respiración. Esto no le podía estar pasando.
JungKook corrió escaleras abajo fuera del edificio mientras TaeHyung gritaba su nombre, y en cuanto lo alcanzó, le tomó del antebrazo, deteniendo sus pasos.
—JungKook, detente. —Pidió un agitado TaeHyung, soltando el brazo del chico para procurar regular su respiración. —Uff, eres muy rápido.
—Prefiero no seguir aquí, TaeHyung, porque soy capaz de volver en aquella oficina y... y... —Las palabras se quedaron atoradas en la garganta, enfureciéndolo aun más.
—No es para tanto, Kookie...
—¿¡Cómo que no es para tanto!? —Repitió alterado, sobresaltando al rubio. —Tengo TEI, ¿cómo quieres que me ponga? Porque ahora sé que no será fácil tratar con mis problemas de ira.
TaeHyung tragó saliva, su pecho subiendo y bajando por la corrida que tuvo que hacer. JungKook no mentía, el psiquiatra le había diagnosticado con TEI (Trastorno Explosivo Intermitente), aquel problema relacionado con el control de los impulsos, en el que la persona que lo sufre tiene dificultad para manejar adecuadamente y controlar la agresividad. Y TaeHyung lo entendía, por supuesto que lo hacia, pero él también era capaz de ver más allá de sus trastornos, una posibilidad que hacia falta que JungKook lo creyera.
Y JungKook, él comenzaba a temer, a temer de sí mismo. Porque ahora comprendía todo, sus enojos casi incontrolables, que lo llevaba a empeorar cada vez más, lo asocial que podía llegar a ser desde que era un niño. Su niñez, ahora lo entendía todo a la perfección. Y eso era el problema, él prefería no saber nada.
—Okey, tienes razón, si así lo vez, algo demasiado difícil de lograr, entonces creo que llegó el momento de visitar al tío Kim. —TaeHyung le mostró sus dientes y su cuadrada sonrisa.
JungKook lo miró extrañado.
♡◇♡
TaeHyung cantaba una canción Country que trasmitía la radio mientras manejaba el coche del menor y lo miraba de vez en cuando. JungKook observaba al frente sin hablar o reaccionar. TaeHyung no se molestaba por ello, ya llegaría el momento en que el menor quite su malhumor.
Por eso estaban yendo hacia el querido rancho de sus padres, donde la tranquilidad sí existía. Y los buenos guisos también.
—¿Falta mucho? —Pregunta JungKook, cruzándose de brazos y recostando su cabeza contra el respaldo de su asiento del copiloto.
—Sólo un poco más, está bastante lejos de la ciudad. Pero ponte cómodo, llegaremos en menos de lo que canta un gallo.
TaeHyung siguió conduciendo tranquilamente, y JungKook suspiró con profundidad, porque ya no había vuelta atrás para negarse al viaje. Ya había tratado de hacerlo, sin embargo, no le había funcionado y ahora se encontraba en su auto, con el mayor conduciendo y yendo a la casa de unas personas que nunca antes había visto ni en fotografías.
El viaje fue enteramente aburrido, si JungKook supiera que estaría yendo a Las Vegas, estaría más que animado y emocionado, pero obviamente no era así. Así que simplemente no se molestaba en ponerse más expresivo durante todo el camino mientras el rubio cantaba sin provocarle dolor de garganta.
Al llegar, JungKook bajó del auto y agradeció a los cielos por ello, los baches en el camino le provocaron dolor de cabeza, y aquello era el doble de malhumor.
—Bienvenido a la granja del señor Kim. —TaeHyung dijo animosamente, extendiendo sus brazos hacia la gran extensión de campo del lugar.
JungKook observó detrás de TaeHyung, se podía observar un enorme cartel que decía lo mismo que las palabras recientes del mayor.
—¿Qué te parece?
JungKook elevó las cejas pasajeramente, pensando en qué decir sin llegar a ofender.
—Me parece desde aquí afuera, agradable. —Dijo, sonriendo nerviosamente. —Nunca antes había estado en una granja.
—Bueno, éste es el mejor momento de tu vida para estarlo. —TaeHyung le agarró de los hombros para avanzar con él. —A mis padres les encantan las sorpresas, así que estarán felices de conocerte.
Y sí que TaeHyung no mentía. Los padres del rubio los recibieron amable y emocionalmente, el señor Kim lo estrechó y le palmeó la espalda con tanta fuerza que JungKook casi escupe un pulmón.
—¡Qué alegría tenerlos por aquí! Me hace tan feliz saber que haces nuevos amigos en la ciudad. —Le dijo el hombre a TaeHyung.
—Nos pone tan contentos que hayas traído a uno de tus amigos, siempre es bueno tener más visitas. —Habló la madre, sonriendo tiernamente a los muchachos.
—Gracias mamá, gracias papá. Él es JungKook, un chico muy simpático al que quise traer para tener la oportunidad de despejarse del estrés de la ciudad. —Presentó TaeHyung, rodeando con un brazo el hombro del menor mientras éste, trataba de no volver una mueca su sonrisa.
—Ah, sí, la ciudad, muy ruidosa. —El hombre sonrió ampliamente, y JungKook entrecerró un poco los ojos al verlo, pensando en que aquella sonrisa sin dudas era idéntica al de TaeHyung.
—¡Por favor, pasen! ¿Quieren algo de beber y comer? Cariño, están en su casa.
Los padres de TaeHyung los hicieron pasar a su bonita casa con porche de dos pisos y de colores alegres. Adentro era aun más cálido, JungKook no dejaba de mirar a su alrededor con curiosidad. Había portarretratos de la familia, y en unas cuantas de ella estaba un TaeHyung de pequeño, mostrando aquella sonrisa que no se le había borrado hasta ahora. Todo era impecable y hogareño.
La hospitalidad de los padres del mayor, le había hecho sentir a JungKook una calidez que no lo había sentido hace mucho tiempo. En ese momento le hizo sentir que debía de llamar y visitar a su madre más de seguido.
—JungKookie, ¿te gustaría caminar un poco afuera? Hay más por conocer de aquí.
JungKook miró a TaeHyung, y asintió, dejando el pan dulce que le había dado la señora Kim en la mesita de centro.
—Mis padres siempre son felices de tenerme aquí, y mucho más cuando traigo amigos. —Dijo TaeHyung, caminado junto al menor con las manos en las caderas.
—Son muy... Tiernos. —Para JungKook no era fácil tener que decir las palabras correctas, pero TaeHyung lo entendía a la perfección, así que solamente se rió bajito.
—Lo sé, siempre fueron así.
—¿Con tus otros amigos?
—No tengo muchos realmente, a Jin lo conozco porque es mi primo y a Nam porque es su novio, pero no somos muy unidos como parece. Al único quien siempre fue mi mejor amigo desde que éramos pequeños es a JiMin, solía venir aquí bastante seguido, pero luego de que se graduó de la Universidad y comenzó con su empresa, no pudo venir siempre por trabajo. —Contó él, los pasos de ambos disminuyendo.
—¿Y ahora?
—Pues, bueno, nos contactamos más que nada por chat. En estos momentos se encuentra en Busan, así que hace bastante no lo veo.
JungKook torció los labios. Él no creía que TaeHyung fuera un chico un poco solitario, la personalidad del mayor demostraba estar siempre rodeado de tantas personas, pero la verdad frente a él era otra; una donde el rubio simplemente estaba satisfecho con lo poco que tenía, y JungKook no sabía cómo aprender de ello.
—Bueno, supongo que en estos momentos desearías que él estuviera aquí en vez de yo.
—¿Cómo te atreves? Por supuesto que no. —TaeHyung rió a la vez que estrujaba al menor con un brazo. —Ven, vamos a ver a los animales.
JungKook amplió los ojos, siendo arrastrado por el mayor.
—¿Animales?
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