Un ligero murmullo entre tantas vibraciones que me consumen la cabeza por el dolor, un par de sombras entornándose a mi alrededor, y una de ellas, el vampiro. 

— Hola pequeña, despertaste al fin...— Me dice muy cerca de mi rostro, pero aún lo veo desenfocado. 

— Venga, abre ya los ojos, no fue para tanto. —Y ya me hizo despertar completamente con furia. 

— ¿Que no fue para tanto? Me cuesta ver pedazo de idiota. — Rabio, pero parece hacerle gracia cuando se inclina hacia atrás y aplaude un poco:

— Wow, ¡Elara sacó las garras! — Se agacha frente a mi mirada nuevamente e intervengo antes que él:

— ¿Donde están mis padres? — Enarca una ceja con descaro intensificando el azul de sus ojos:

— Oh...querida, están justo ahí. — Giro la cabeza a mi derecha y veo a mis padres inconscientes. Intento acercarme a ellos, pero como era de obviar, tengo las manos amarradas a mi espalda detrás de la silla, y no puedo hacer ni un mínimo movimiento, excepto dar una patada, la cual le llega en la canilla del vampiro. 

Se retuerce un poco exageradamente teatralmente, pero ni inmuta de dolor. Como si ni le hubiera rozado. 

— Venga, dame otra, pero no te soltaré hasta que consiga lo que quiero. — Sus los azules tan cerca de los míos otra vez, me interrogan, no sé que hace, pero sus pupilas se dilatan mientras pronuncia:

— Dime...¿qué eres realmente? — Su tono es tan misterioso...pero yo continuo frente a su cara pensando de que me está hablando, òruqe no tiene ningún sentido. 

— ¿Cómo que qué soy? — Frunce el ceño al momento, separa sus labios y esta vez más cerca aún, rozando mi nariz dice:

— Tenían razón, menuda mierda.— Se aleja y se tumba en el sofá mirando hacia el techo pensativo, como si no tuviera a tres personas secuestradas frente a él.

— Eres un puñetero psicópata, ¡¿qué haces ahí!? ¡Suéltame ya, a mi y a mis padres! — Suspira sin importancia a nada de lo que digo durante los últimos minutos, incluso, cuando le pregunto que a qué se refería con la pregunta tan incredulante que hizo.

— ¡Eh, suéltame por favor! ¡Al menos deja libre a mis padres! ¡¿me escuchas a caso!? ¡podrías prestarme atención! ¡que nos sueltes ya, ahora mismo, o te vas a enterar! ¡que me escuches joder!— Parece haver perdido su paciencia con mis gritos por lo que me cabe a entender cuando se desvanece en el aire hasta llegar a donde estoy, justo delante. Abre los huecos de su nariz con rabia, aprieta los labios y enarcando su ceja, de nuevo, dice:

— Te escucho estúpida, obvio que lo hago, eres demasiado insoportable con esa voz irritante todo el rato chillando, ¡para ya de gritar! y no vuelvas a amenazarme porque si me da la gana ya te hubiera despedazado a carne viva y te hubiera chupado hasta la última gota, cierra el puñetero pico. 

Guardo las palabras que crecen en mi cuerdas vocales intentado gritarle de nuevo. Pero es verdad, me puede matar si quiere. Será mejor mantener la boca cerrada. 

Aunque no está mal preguntar. 

— Por favor, solo pido que me digas que quieres de mis padres. Por favor...— Es prácticamente un suplicio lo que pido.

— Ahj, tus padres no abren la boca, son unos pesados, se pusieron a armar un escándalo, tan exagerados..., en fin, les mandé a dormir y cuando despierten, espero que les sirvas cómo amenaza y me cuenten la verdad. 

— ¿Pero de qué hablas?— Tumbado de nuevo en el sofá como si acabara de ver su serie favorita, me responde: 

— No me creerías. — Ya tengo suficientes dudas sin resolver en mi cabeza como para que me venga a decir eso ahora, ¿''no me creerías''? menuda respuesta más útil.

— Lo haré, lo juro, pero por favor dime que pasa. — Sonríe un poco frunciendo el ceño  y continúa después de mi:

— ¿Sabes? Eres increíble, antes parecía que me pegarías, y ahora eres la más tierna del mundo pidiéndolo todo por favor, adorable. — Ahora yo frunzo el ceño.

— No estoy para bromas. Es obvio que quería, y todavía quiero pegarte. Mataste a una mujer, entras a mi habitación después de perseguirme en medio de la noche, y ahora nos secuestras a mi y a mi padres. Tu eres el increíble aquí, quieres algo de mi y no sé que es, al igual que no sé tampoco qué es lo que quieres que mis padres te cuenten. Por eso te pido, por favor, que me des respuestas, aunque eso no te haga cambiar de opinión sobre lo que hagas después. 

— Hablas como si me conocieras, como si fuera un niño indefenso totalmente manipulable. Déjame decirte que te equivocas, soy un...

— Vampiro, lo sé, me lo has recordado unas tres veces. Y sigo sin creérmelo. —Se sienta apoyándose sobre sus rodillas y me mira interrogante:

— ¿En serio, sigues sin creértelo? No mientas Elara, no te costó mucho creer que era un vampiro, solo te hizo falta auto convencerte de la verdad unas...¿dos, tres veces? Eso me confirma que sabes más de lo que eres capaz de recordar, por eso precisamente estás aquí. 

— ¡Basta ya, por qué estoy aquí! ¡cómo sabes mi nombre y...cuéntame algo o sino no podré ayudarte! 

— Te lo vuelvo a repetir insoportable, no te lo creerías, por ello mismo debes averiguarlo tu solita, te guste o no. 

No sé que debo hacer, sé que ahora mismo mi vida está tomando otro camino y no sé por qué, pero es como si esta duda siempre hubiera estado, y quiera o no, tengo que saber de qué se trata, aunque no sepa por donde empezar ya que no sé lo que debo buscar en mi.