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Durante toda mi vida y cada día del año, todas las personas que me rodeaban decían que todo iría sobre ruedas si tomas buenas decisiones al crecer. Pero ahora que estoy al borde de cumplir mis dieciocho años, me replanteo todo y solo sé que, antes había todo un muro decorado por flores que debía pasar, observar y vivir al máximo, pudiendo tomar el control de mi vida, en cambio ahora, solo se observan ladrillos de un muro destrozado y totalmente caído en las penurias. 

Mis padres están dentro, ya sea llorando o pensando que tan bien están cumpliendo su labor como padres, yo estoy aquí fuera, sentada en las escaleras observando a coches que pasan por la carretera desviándose casi tan rápido como los recuerdos de mi mente. El problema aquí es: ¿cuándo se le pondrá punto y final? No se sabe, tal vez estemos de luto todo lo que nos queda de vida, o tal vez solo estemos así un poco más. Dicho así, no sé cuánto más aguantaré. No soporto ver que mi vida a tan solo los diecisiete años se desmorona de tal manera que no pueda controlar mis emociones, o que no pueda tomar buenas decisiones. Se supone que todo tendría un final, pero ayer solo hicieron de alargarse más. 

Un vampiro. ¿De verdad que no estoy soñando? Es decir, un vampiro es prácticamente imposible que exista, pero lo vi con mis propios ojos, y debo asumirlo. La pregunta es cómo lo asumiré. ¿Debo hacerme su amiga? ¿ Y porqué vino a mi habitación? ¿Qué busca de mi? No tengo respuestas a nada por ahora pero hay algo que sé a ciencia cierta, y es que no quiere matarme. Primero, porque cuando lo vi aquella noche yo no corría tan rápido como para haberme librado de él tan fácilmente, lo hizo a propósito; y segundo, porque tuvo otra oportunidad de matarme cuando vino a mi habitación. Sabe donde vivo, cómo me llamo, sabe más de lo que le hubiera permitido. Está claro que no tiene intenciones de matarme, más bien...de utilizarme. 

Aunque cambiando de tema...ya ha pasado una hora. ¿No es eso demasiado para hablar? Mis padres se retrasan, así que creo que no esperaré, mejor entro ya. 

Me levanto y una vez dentro de casa otra vez, volteo mi vista a la cocina, donde se encontraban antes de salir. Pero no están, lo cual me extraña. Voy al salón y apenas atravesando el arco, ya veo que tampoco están ahí. Voy hacia el fondo del pasillo y enciendo la luz del baño para fijarme dentro, donde tampoco están. Puede que se hayan ido a su dormitorio. 

Y... tampoco están en su dormitorio. Entro al mío, incluso al de Conrad que aún perdura y casi me desplomo cuando entro, hace mucho que no lo hago. Y después de todo, mis padres no aparecen. No están en casa.

Mi respiración se autodescontrola, el bello de mis brazos se eriza, los labios me tiemblan. He estado ahí fuera todo el tiempo y no los he visto salir en ningún momento. Respiro hondo y llamo a mi padre primero. Una y otra, y otra vez mientras el contestador interviene. Hasta que un pequeño ruido me despierta la curiosidad. De hecho, proviene de la cocina, así que cuando me acerco, veo tirado en el suelo el móvil de mi padre. Con mi nombre junto con un corazón escrito en la pantalla mientras vibra rodándose unos centímetros a causa de este. Cuelgo y llamo a mi madre, donde el teléfono suena en la encimera de la cocina. No se han llevado los teléfonos, no me han avisado al salir. Está claro que no se han ido a voluntad propia. Incluso por la ventana veo la furgoneta aparcada. 

Me meto el teléfono de mi padre en el bolsillo por alguna razón junto con el mío y me meto en la furgoneta. No sé conducir muy bien, pero lo intentaré. Tan difícil no debe ser, además la comisaría queda lejos como para ir a pie. Introduzco las llaves y piso el acelerador, aunque me sale bastante mal y freno. Después de varios intentos desesperados consigo arrancar recto y meterme en la carretera. 

Y por el camino después de haberme chocado con un par de contenedores y haberlos tirado, llego a la comisaría donde ¡al fin! aparco y acabo con el freno de mano y voy a toda prisa hacia la entrada. Apoyo mi mano sobre la cristalera de la puerta donde pone un cartel que dice: ''empujar''

Hago un ligero empujón con mi mano pero algo toca mi hombro y salto del susto. Miro hacia atrás pero no hay nada, hasta que en mi segundo intento de empujar la puerta veo un reflejo tras de mi. 

Miro fijamente el cristal, porque no me puedo girar, me sujetan de los hombros dejándome totalmente sin movilidad. Miro el hombre que me atrapa entre sus manos, miro su chaqueta de cuero negra, su pelo negro y una mirada oscura que apenas veo aunque sea más alto, porque está mi cabeza delante. 

— Suéltame por favor. ¿qué quieres de mi? 

— De ti, por ahora nada. — Esa voz tan arrogante y despreocupada me suena. 

Es el vampiro.

— Otra vez tú.

— Me alegra que me recuerdes, lo que no me alegra tanto es que estuvieras a punto de ir con los policías. 

— ¿Qué? ¿qué sabes? ¿sabes algo de mis padres? Espera ¡tú...!— intento gritarle con todo el cabreo que me provoca por lo que le pudiera haber hecho a mis padres, pero me tapa la boca fuertemente y me dice en un susurro amenazante: 

— Guapa, cómo vuelvas a abrir esa bocaza para gritar tendrás problemas. Cállate y tus padres volverán, pero ni se te ocurra acudir a la policía. Estoy siendo bastante buenos con tus papis, pero si no obedeces, saborearé su sangre fresca...¿te queda claro?

Lo miro por el cristal y asiento como puedo, entonces antes de irse y soltarme dice:

— Eso espero.

Se va y como era de esperar, no le obedezco. Me acerco rápidamente a la puerta hasta que aparece de nuevo estropeando todos mis planes. Un fuerte golpe en la cabeza, y ya estoy inconsciente. 

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