— Vamos, levanta.

— Déjame saber que vamos a hacer. — Me sostiene fuertemente por el codo guiándome por la escaleras para llegar a la sala. 

— Siéntate. — Me deja sobre un sillón y comienza a buscar, no sé el qué, pero mueve libros, tira mesas, levanta alfombras. Hasta que Eric aparece a su frente. 

— ¿Buscas esto? — Dice otra voz alzando ligeramente un grueso libro. 

— Dámelo o...

— Se acabó el negociar contigo Bayron, suéltala, o mamá vendrá, pero no para ayudarla directamente, sino para desmenuzarte por tenerle retenida. ¿Crees que es tonta? Sabrá tus planes, y estará esperando que tomes la decisión correcta. Así que haznos un favor a todos y déjala ya. 

— Dame el libro. — Insiste. Como si no le hubiera escuchado decir ni una palabra. 

— Tú me has obligado... —desaparece en el aire y  aparece en un suspiro a mi lado, cogiéndome de la cintura y haciéndome desaparecer tras de sí, y aunque Bayron intentó atraparme, no me llegó a alcanzar. 

Eric, mi salvador ahora. 

Mi salvador desde que lo conocí. 

Tras desvanecimientos en los que mi vista no alcanza a ver con detalle mis alrededores, de repente se detienen. 

— ¿Donde estamos? — Le pregunto cuando al fin me suelta en medio del monte. 

— Estás a salvo. 

— Eric. — Logro pronunciar su nombre.

— Si, Bayron es mi hermano. 

— ¿Tú sabes lo que ha pasado? ¿Con mis heridas que no recuerdo haberme hecho?

— Fue él, te secuestro hace unos días. Y a tus padres. — La garganta se me encoge casi dejándome sin voz cuando intento hablar posteriormente. 

— ¿¡Mis padres!? ¿Y cómo es que no recuerdan nada, no sienten nada diferente...?—  me tranquiliza acariciando mis manos. 

— Todos los vampiros tenemos el poder de persuasión, y Bayron lo utilizó para hacerlos olvidar. 

— ¿Y conmigo también?

— Contigo no funciona ese poder. Utilicé una inyección, que te borró recuerdos, memoria a corto plazo. 

— ¿Por qué no...? — Comienzo, pero me interrumpe:

— Porque eres diferente, Elara. Todo aquello que me dijiste que sentías, como si algo te guiara, como si ya no pertenecieras a tu hogar y que ya nada era igual que antes. Tenías razón, por fin tu cuerpo ha despertado. Tienes un legado. 

— ¿Un legado?, ¿para eso me quería tu hermano?

— No exactamente. — deja caer un pequeño silencio, y no pregunto nada, porque sé que me lo explicará sin que se lo pida— Una noche, nos atacaron una manada de lobos a mi hermano y a mi cuando íbamos por el bosque. Nos hirieron brutalmente, buscando respuestas, nos tuvieron presos durante días...hasta que al final nos dijeron para lo que nos querían. 

— ¿Para qué?

— Buscaban a una chica, con el nombre de Elara Framon, — otra vez esa pausa, la que sabe que necesito, porque esto es demasiado para mi, aceptar en unos segundos que me buscan unos lobos, y que estos mismoS existen en forma humana — mi hermano y yo no teníamos ni idea de quien eras, pero aún así, el líder de la manada nos dio una información. En primer lugar, nos avisó de que ningún poder que obtuviéramos serviría contigo, porque tenías una clase de hechizo que te encubría de los vampiros. En segundo lugar, dijo que nuestra madre, te vigilaba para que cumplieras el deber por el que te habían otorgado nacer. En tercer lugar, nos dijo que no sabías nada y que no te lo dijéramos, porque si lo descubrías tu sola sin que nadie te dijera nada, significaba que era verdad, y que realmente tenías ese legado. Por último, necesitaban tu sangre para meterla en su organismo, y dejar de ser licántropos, tu sangre además de ser inmune a poderes vampíricos, es como una cura a todo lo malo que les ocurre a los sobrenaturales. Y nosotros, seríamos lo que te llevaríamos hasta ellos, por ello te buscábamos. 

— ¿Eso es lo que quiere tu hermano, descubrir si de verdad tengo un ''legado''? ¿por qué le importa tanto?

— Mi madre, ella es la razón. Nos abandonó hace mucho tiempo, y aunque siempre fue fría y distante con nosotros y nuestro padre, siempre quisimos tenerla de vuelta, sobre todo mi hermano. Él era solo un niño cuando se fue. Y el problema, es que cuando nos pasó aquello y supo que mi madre te vigilaba, se interesaba por ti... piensa que si te hace algo malo, puede volver a salvarte, y de mismo modo, volver con nosotros. Y siempre tiene esa esperanza, aunque es de saber que a mi madre le importamos un carajo. 

— ¿Y sabéis quien era ese líder? Tal vez lo podamos encontrar y pedir respuestas de alguna manera, ¿no?

— Cuando le pedimos su nombre para poder contactar con él si te encontrábamos, no nos dio su nombre ni un lugar donde encontrarlo, nos pidió que te hiciéramos la pregunta.

— ¿La pregunta, qué pregunta?

— ¿Será esta la última cruzada?

Me tomo un respiro, me apoyo levemente en un árbol y le respondo con cortes de respiración, «no lo puedo creer...»:

— ¿Estás seguro?

— Si...qué ocurre — Afirma confuso.

Entonces si, lo siento, la presión en el pecho, las mismas ganas de llorar de siempre junto el instinto de gritarle al cielo. Científicamente, lógicamente, no es posible. Después de tanto tiempo no puedo permitirme creerlo así como así. Pero en un mundo con vampiros y personas lobo que no sabía que habían, nada se trata de lógica o ciencia. Se trata de lo que creo que es. 

— Es mi hermano.