Los focos de las pocas luces parpadeantes del techo atraviesan mis párpados haciéndome despertar. Veo un ojo azul e intenso frente a mi y sé que es él. Rasgo los lados del sofá intentado escapar de su acercamiento y lo logro cuando se incorpora y mantiene distancias hasta caminar unos pasos atrás. Cuando entonces observo la casa, la sala enorme y oscura en la que me encuentro, me suena, como si no fuera la primera vez que la veo, pero que al mismo tiempo mi cerebro se esfuerza por olvidar. 

— Me has matado...solo quería hablar. — Ahora me da miedo, más del que podía admitir, pensé que podría ir de valiente con él, pero me ha retorcido el cuello hasta dejarme tirada como un trapo en el suelo. Es hora de temerlo por ello. 

— Bueno, por causas comprensibles, y también, porque te vas a quedar aquí, y cómo no ibas a aceptar de buenas primeras, solo me quedaba esa opción... — Me alejo de él paso a paso, temiéndolo aún más por esto. El miedo que desprende, y él que me hace sentir, esa mirada tan sangrienta que acompaña a sus ojos es impredecible. 

— Mira, yo solo quería respuesta, prometo colaborar, pero no puedo quedarme aquí...— Frunce el ceño y masculla los diente confundido. 

— ¿Entonces que quieres niña? ¿Volver a tu casa y tener que darle explicaciones a tus padres, a tus amigas, tener que dejarlas plantadas de nuevo, hacerlos sufrir por tu cambio de comportamiento? — Mis manos tiemblan, y mi garganta se seca. 

— ¿Co-cómo sabes tú eso? 

— Sé más de lo que puedas imaginar, por eso te vas a quedar, quieras o no. 

— No puedo, ¿pretendes que me quede aquí a vivir contigo como si nada? — Le pregunto. 

— Pretendo que no llegues a descubrir nada, pretendo que tu mente no se haga más preguntas de las que planeaba que te hicieras, y pretendo, que colabores como dices que harás, o habrán consecuencias. — A un metro de mi, percibo su gélido aliento.

— ¿Consecuencias? ¿Me matarás de nuevo? ¿y, cómo es que estoy de pie, no debería...?— Me interrumpe:

— ¿Seguir muerta? No exactamente...

— No entiendo nada, ¿por qué...? — Mi mente es un mar de dudas, el cual, parece desbordarse más y más. 

— ¡Ya, joder cállate! ¡es esto lo que no quiero que pase! ¡así que cierra el pico! —su rabia se intensifica, sus labios muestran deseo, a la vez que siento como reclamaría matarme de nuevo. Pero no lo hará, pero como es de obviar, me necesita más vivir que muerta. 

— Espera, ¡¿me has convertido y por eso vivo!?

— Joder...¿¡pero tú te oyes!? No tienes ni idea, y espero que sigas así o iré a por las malas...— Se volteó a servirse un vaso de alcohol, tal vez sea whisky, en todo caso, parece tranquilizarle. Eso es bueno. 

Miro a todos lados, esperando que aparezca un ser de luz y me diga que ocurre y como he sido de estúpida al llamar directamente al vampiro. Aunque, quizás es justo eso, quizás es lo que debo hacer, atraerlo. Tengo que hacer que se vea obligado a contarme las cosas, y como su voluntad, es tenerme vivita y coreando, ¿por qué no hacer un falso suicidio? Me acerco a un estante lleno de botellas y estallo una contra la pared, sobresaltándolo al instante. Agarro uno de los trozos que perduraron en mi mano y lo acerco a mi muñeca, veo como él me mira desde unos metros de distancia, precavido, y preocupado. 

— ¿Qué haces ahora niña...? Deja eso. 

— Dime lo que sabes de mi, o me mato. — Amenazo.

— Estás pirada, ¿sabes? 

— Me da igual, si es lo que debo hacer para conseguir respuestas. — Le amenazó, espero que sepa que voy en serio, aunque realmente tampoco pretendo matarme así de fácil. 

— Última vez que te lo digo, deja eso, ¡ya! — Procedo a acerarme el cristal al ver que no cede, es entonces cuando desaparece y me detengo, aparece al instante frente a mi, cogiendo el cristal y lanzándolo por los aires, luego me sujeta del codo bruscamente y chista:

— No quería recurrir a esta medida, pero si te vas a poner de caprichosa, es mi única opción. — En varios intento me sacudo, me intento apartar, me resisto, pero nada funciona, es un muro de hierro. Ni mordiscos, ni arañazos, ni puñetazos, ni tampoco patadas. Nada provoca que su mano se aparte de mi brazo. 

Llegamos a un sótano después de pasara varias escaleras de caracol, me lanza al suelo y me encierra dentro de un cuartillo, con una diminuta ventana, más bien...una celda, en una dichosa celda me ha encerrado. Me mira detrás de la ventanilla que apenas se refleja por la escasa luz de aquí abajo y dice con una última mirada de ojos azules: 

— Pórtate bien. — Y desparece, mientras que yo estoy aquí en un suelo rocoso. Sin cama, ni comida, ni agua, ¡ni nada! 

Pensé como una auténtica lunática, me tomé todo como un juego, como bien exactamente dije: una distracción. Entre tanto, eso me ha llevado a morir, y a estar presa a manos del vampiro. 

Esto ha pasado a ser un peligro real, y ya no hay vuelta atrás.