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Me detengo después de recorrerme toda la carretera. Cogiendo aire, apoyándome sobre mis rodillas y observando al frente, el inicio del bosque.  Si camino por aquí, quizás encuentre a ese vampiro, a ese otro que no es Eric, por supuesto. Podría hablar con él, ser paciente y pedirle por favor que me explique que me ha pasado. O también puedo no hacer nada de eso y reventarle la cabeza. Porque no entiendo que quiere de mi. 

Primero su plena aparición en mi habitación, luego...no lo sé... maldición, sé que pasó algo, estoy al cien por cien segura, ¡pero no me acuerdo! Por más que intente concentrarme, por más que repite la historia nada cuadra en mi cabeza. Hay algún cavo suelto, alguna extrañeza oculta. Cualquier sombra detrás de un árbol me vale para confirmar que algo peligroso me ocurrió, me está ocurriendo, y....

— Te ocurrirá. — Eso no lo he dicho yo, os lo aseguro. Es una voz masculina, grave, perfectamente sincronizada con lo despreocupado. 

—Tienes una mala costumbre de terminar diciendo mis pensamientos — Le digo justo al girarme y verlo casi al otro lado del camino. Estamos en un puente, yo en un lateral en entrada al bosque y él a unos metros de mi. Lo suficiente cerca para verlo, y suficiente lejos para estar a salvo.

— Lo sé. — Sonríe repentinamente marcando unas ligeras arrugas a lo laterales de su boca, alineando sus labios en una sonrisa perfecta, y descarada. 

— Quiero que me expliques qué es esto. — En cuento lo digo estiro mi brazo hacia delante y dejo al descubierto las heridas de mi muñeca izquierda, sujetando en mi otra mano la banda recientemente quitada. 

— Oh, si, lo ciento tanto...— Su ironía no puede notarse más, por lo que enarco una ceja y le pregunto:

— Así que fuiste tú. ¿Por qué, por qué a mi? 

— ¿Realmente quieres saberlo? Eso te traerá problemas, más de los que tienes ya, que por cierto, tus amigas estarán muy decepcionadas contigo...pobres...— De nuevo, ese tono irónico acompañado de sus ojos azules y su sonrisa burlona. 

— Qué sabrás tú de mis amigas...— Digo algo insegura. 

— Lo suficiente para decirte que no deberías enterarte de esto o tus problemas tan fatales...se multiplicarán. 

— Me da igual. 

— Aún así, no te diré nada, créeme, es por tu bien. 

— ¡¿Ahora te preocupas por mi bien!? ¡me has herido las muñecas salvajemente, que más te dará a ti ponerme en peligro! 

— No es por ti, sino por mi, contártelo no me beneficia un bledo. — Deja la boca relajada separando sus labios, me mira de lado, a punto de girarse al completo e irse. Y no lo pienso permitir. 

— Ni se te ocurra irte. — Se gira de nuevo a mi y dice en un susurro amenazante:

— ¿O qué harás?— Su mirada atraviesa mis ojos, mis sentidos y mi lógica, me quedo paralizada. 

— Solo...respóndeme. 

— ¡Nunca! — Me grita desde lo lejos caminando hacia el otro lado. Aprieto los dientes rabiando, cierro los puños pensando que hacer, pero no se me ocurre. Nada más que correr detrás de él. Si, así mismo lo habéis oído. Correrle detrás como su perrito faldero, pero, es la única opción que me queda.-

Acelero el paso hasta él, pero parece estar cada vez más lejos en vez de estar más cerca por cada zancada que dé. Estoy llegando a él cuando de pronto perecieron frente a mi, cara a cara. Demasiado cerca; ha sido mala idea, ahora estoy en peligro. 

— Tan guapa pero tan tontita...— Susurra sobre mis labios. Entonces sus manos se posan sobre los laterales de mi cabeza y me la retuerce hasta que mi cuello cruje y caigo al suelo. No sentí dolor, ni miedo, ni preocupación, solo lo mire mientras lo hacía. Mientras me partía el cuello y me dejaba en el suelo después de llevarme sobre sus brazos acostada.

En mis recuerdos notaba y veía su rostro desde abajo, con esos ojos azules tan penetrantes que miraban a la nada, los agujeros de su nariz moviéndose cada vez que inspiraba, su corazón latiendo sobre mi pecho, y sus manos bajo mis rodillas, cuando me sujetaba sobre sus brazos y me llevaba a gran velocidad, desvaneciéndose entre los alisios. Iría a hacer sus nuevos planes malvados contra mi. No sé que quiere, ni que piensa, ni como es interiormente, aunque tampoco es que me interese. Solo quiero que me suelte y esperar a que la vida me recoja de nuevo. Por que es verdad, ¡se me olvidaba! Ahora mismo, estoy muerta. 


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