- ◊ 16 ◊-
Al día siguiente, espero en medio de la calle a Eric. Que llegue y me hable sobre cualquier cosa, de él, de mi, de lo que sea y me elimine este puñal que traspasa mi estómago y me provoca tanto dolor. Mis padres hoy no me han hablado, y me parece fatal, aunque yo también fui dura ayer. Puede que ambos nos hallamos pasado, en todos caso, no pueden pasar de mi de tal manera, joder son mis padres, y ellos también han perdido a Conrad, y es verdad el dicho de: ''la muerte de un hijo nunca se supera'', pero, ¡aquí estoy!, me tiene a su merced, soy su hija. Por haber perdido a uno no significan que me perdieran a mi también. Y es eso lo que ocurre, que les tengo que recordar que sigo siendo su hija, la misma de siempre, y que no he cambiado, solo sé intensifican mis emociones de tal manera, que ahora estoy llorando otra vez.
Eric debería estar al llegar y estoy llorando de nuevo, ya casi ni lo siento de lo repetidamente que lo hago, mis ojos no sé hinchan, no sueltan demasiadas lágrimas, pero si destrozan mi corazón un poco más cada día.
Me limpio las lágrimas con la manga del suéter y me volteo para que nadie de ningún coche me vea llorando. Porque esa es otra, también mantengo las mismas heridas y que no paran de escocer a carne viva, las vendas no funcionan y creo que tendré que ir al hospital, pero eso significaría que mis padres lo sabrían y querrían saber que me pasó, ¿y cómo les responderé si no lo sé ni yo? Es una faena en MAYÚSCULAS.
— Elara. — Me choco contra su pecho y levanto la vista disimulando, pero creo que es demasiado tarde.
— Hola, ¿Qué te pasa? — No respondo solo niego con la cabeza y sonrío pero al parecer, mis ojos se ponen más rojos de lo que creía. Y mi cara también por la vergüenza que estoy pasando.
— Eh-eh nada, nada tranquilo. — Mi sonrisa no puede ser más falsa.
— Si que te pasa algo, no me mientas, así no se puede empezar una amistad.— Su sonrisa me sube un poco los ánimos pero nuevamente, mis emociones ganan.
— La verdad que ahora no puedo centrarme en eso. Es solo... un mal momento.
— ¿Por tu hermano?
— No, bueno eso también pero...mis padres también lo están pasando mal. — Con las manos en los bolsillos me invita a hablar, y por mucho que me niego...al final acepto:
— Tengo los oídos abiertos.
— El caso es que, literalmente, como yo lo veo: mis padres me han olvidado. Es como si no recordaran quien soy, como si todo lo que hemos pasado se hubiera esfumado con la muerte de mi hermano.
— ¿Y por qué crees eso?
Es sencillo, cada vez que hago algo mal, me culpan a la primera haciéndome a mi la responsable de todo lo que está saliendo mal en nuestra vidas. Ya no ven como realmente soy, se han olvidado de ayudarme, de apoyarme, de protegerme, solo se centran en mantenerme dentro de casa, y ya para ellos eso es suficiente.
— ¿Has intentado hablarlo con ellos?
— Si, y se niegan a escucharme, las dos o tres veces que lo he intentado acabamos gritándonos, ya no los reconozco. Me he llegado a replantear la idea de que tal vez, nunca me quisieron y todo fue una farsa para crear a la familia perfecta, y que ahora al no estar mi hermano, les da igual desmoronarlo todo incluyéndome a mi.
— Solo hay dos cosas que puedas hacer en mi punto de vista.
— ¿El qué?
— La primera opción, es que vuelvas a hablar con ellos controlando tus emociones para acabar una buena charla.
— Lo veo imposible.
— Pues la segunda y más complicada: cambia como ellos quieren, permíteles ese lujo de poder ver las cosas de una buena forma otra vez, necesitan ver que no todo está echado a perder, que no estás tan mal, que tu vida no se ha perdido del todo y que hay una forma de que vuelvan a mejorar.
— ¿Y cómo voy a hacer eso? Sería mentir.
— Aún mintiendo, lo puedes hacer por ellos, o por ti.
— Pensaba que me dirías jugar a un parchís o ver películas juntos o algo más simple... —Se ríe de mi comentario y entonces intervengo a preguntar yo:
— Y, ¿tú que tal, con tus problemas familiares?
— Pufs, unas cosas peores que otras.
— ¿Ya?
— ¿Que más quieres?
— Pues, te he contado prácticamente toda mi vida, te toca.
— ¿Mi vida, que quieres saber?
— Algo que esté presente en ti cada día, que defina como eres, quiero conocerte mejor.
— Valla, que entusiasmo.— Me sonríe nuevamente. La mayoría del tiempo mira al frente pero a veces me suelta unos vistazos rápidos por encima del hombro, mientras que yo le miro todo el tiempo.
— Venga, por favor.
— Está bien, por donde empiezo...
— Tus problemas familiares, yo te he contado mi deprimente historia, cuéntame la tuya. Me dijiste que tu madre falleció, así que supongo que tus problemas familiares son de otros, ¿me equivoco?
— Muy lista, Elara. Si, tienes razón, es por mi hermano, es muy remolón.
— ¿Remolón, pero cuantos años tiene?
— Es el hermano mayor.
— Con que hermano mayor...¿y os lleváis bien?
— Pues he venido por ''problemas familiares'' ¿así que, tú que crees?— Por supuesto, es lógico.
— ¿Desde siempre os habéis llevado mal?
— No hemos solido encajar mucho durante nuestra infancia ni ahora, el es más de vivir a su manera haciendo lo que quiere y cuando quiere, tomando las peores desiciones, mientras que yo soy...— No quería interrumpirlo, ni acaba de hablar por él, pero me lo ha puesto en bandeja.
— Muy aplicado, listo, todo un sabelotodo...— Sonrío y camino por delante de él a espaldas, bromeando entre tristezas, y sé que suena muy triste, pero no está tan mal cuando lo haces con alguien que vive lo mismo que tú. Como caminar sobre ruedas.
— ¿Es así como me describirías?
— Por supuesto, ¿como si no? Nos hemos visto dos veces y ya sabes manejar mi vida mejor que yo.
— Soy todo un sabiondo entonces. — Se ríe y mi sonrisa es de oreja a oreja, siento la brisa empujando mi pelo hacia atrás y mis labios estirándose después de llorar tantos años. Sienta de maravilla.
— ¿Y tú, como me describirías? — Me observa unos segundos después de mi pregunta tan repentina. Sus ojos me gustan demasiado y creo que me chocaré con una farola como no me detenga, así que lo hago, y él también.
— Eres un mujer deslumbrante. — ¿Qué-acaba-de-decir?, me mantiene la mirada con demasiado brillo y continúa:
— Lista, valiente, llena de coraje aunque las cosas no te estén yendo de lo mejorcito, con una mirada que me deja estupefacto, y muy fuerte, la mujer más fuerte del mundo si soportas todo eso.
Está tan cerca, tan cerca de ver sus ojos brillar más, tan cerca de mis manos, de mi pelo, tan cerca de sus labios, que no puedo hacer nada, solo pedir una sola cosa en un sonoro susurro.
— Todo es bastante loco y ahora no sé como parar esto, pero necesito abrazarte. — Y a mi sorpresa, no se ha extrañado, solo ha extendido sus brazos y los ha pasado alrededor de mi cuerpo.
Demasiado cálido y frío a la vez, raro y normal al mismo tiempo, pero ideal de todas formas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro