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-◊ 14 ◊- PARTE DOS


Jasmine tira fuerte de mi brazo haciéndome chocar con cada persona que se me posa al frente. Muchos se disculpan por tocar mientras otros me insultan a los lejos. En todo caso, el instituto de ha desmadrado y no quiero irme. No me apetece hablar de mi depresión ahora mismo, porque por primera vez desde hace tres años, me estaba divirtiendo, y no quiero huir de eso solo porque sea lo correcto. Por esta misma razón alocada me detengo y tiro desde la muñeca para soltarme de la mano de Jasmine, que me mira confundida a unos pocos centímetros. 

— No me quiero ir, me quedo. — Esta frunce el ceño marcando su fina nariz.

— ¿Estás segura? Hablaremos si es lo que quieres, a tu tiempo, estaremos contigo a partir de ahora, te ayudamos en...

— No, no quiero Lexi gracias, pero me lo estaba pasando bien, prefiero quedarme. — Y tras un decididos suspiro, asiente y le dejo atrás dirigiéndome hacia Eric. El chico que acabo de conocer pero que, por muy extraño que parezca, me ha provocado una sonrisa que llevaba mucho tiempo deseando tener. 

— Hola de nuevo. 

— ¿A qué esperas? ¡bailemos!

Tras risas y conversaciones que no perpetúan más de un par de oraciones salimos al exterior y respirar algo de tranquilidad después de la fiesta repentina que se ha formado en el Ferndale. 

— Al fin, necesitaba un respiro. 

— Si, yo también.

Por el espacioso sendero de césped detrás del instituto nos situamos caminando por el borde de este. Un paseo agradable, y eso es raro, ya que no nos conocemos, pero también hace que ese sea el hecho de hacerlo reconfortante. 

— ¿Y de donde eres? — Corto el silencio en tono susurrante. 

— De Nueva York.

—  ¡Anda! ¿y qué te ha traído hasta aquí?

— Bueno, podemos llamarle asuntos familiares.

— ¿Asuntos malos, o buenos? Si se puede saber...— Finge una pequeña sonrisa y responde:

— Mayormente malos, pero... no importa. Hablemos de ti. ¿De donde eres tú?

— De aquí. — Honesto rápidamente. 

— Valla, y...¿nunca has viajado?

— Pues no. Mi familia ha ahorrado para ir por Europa, pero las situaciones de la vida no han ayudado. 

— ¿Qué pasó? 

— Hace tres años mi hermano murió, y...nada ha vuelto a ser lo mismo desde aquel entonces, por lo que viajar nos resulta algo imposible emocionalmente la verdad. Sobretodo porque la idea de viajar por Europa, fue idea suya. Y hacerlo es como si... como si nunca...

— Como si nunca hubiera existido. — Dice al instante rellenando el hueco que yo pensaba dejar en blanco. 

— Si, exacto. 

— Lo entiendo perfectamente, mi madre, también murió hace unos años y la familia ahora está totalmente descontrolada. Y es como si nunca hubiera estado con nosotros, como si nunca nos hubiera visto crecer, educado, ayudado, como si todo lo que logró...se hubiera esfumado por el camino después de su muerte. — Algo totalmente cierto de oír. 

Cada palabra, cada pausa entre oraciones...cada cosa es totalmente cierta. Es como si de pronto hubiera aparecido en mi vida la persona que siempre quise tener a mi lado en un momento así. 

Y no me refiero a una persona que intente comprenderme o que me apoye. Porque para mi eso por mucho esfuerzo que tenga, nunca será como tener a alguien a tu lado que ha pasado las mismas penas y con la que puedes compartir esos sentimientos. Porque no solo intentará ayudarte, sino que también sabrá perfectamente lo que se siente, y no será tan duro llevarlo cuando sabes que otro está pasado lo mismo y realmente ves que puede haber una salida. Una salida que quizás no sea la indicada, pero si lo suficientemente correcta para seguir adelante sin necesidad de olvidar el pasado.

Tras su última palabra, no hace falta que diga que tiene razón, o que le comprendo, porque el silencio que nos rodea describe perfectamente eso. 

— Eric, ¿cierto? — Asiente.

— ¿Te gustaría vernos otro día? Si quieres...

— Podemos ir a comer o simplemente a dar otro paseo, como quieras pero...

— Si, lo haré encantado. —Me contesta sonriendo rellenado otra vez el hueco que dejaría en blanco.

Termina las frases por mi, como si supiera perfectamente lo que diré. Como si no hiciese falta que me trabara la lengua intentando expresarme, porque sabe lo que diré y sentiré, y por esa misma razón, quiero verle de nuevo. 

Quiero que se forme en un amigo. No obstante, parece una locura que alguien que acabo de conocer me llame tanto la atención. Pero desde que lo miré a los ojos, mi corazón supo que estábamos destinados a encontrarnos. 

Tal vez porque lo necesite yo, o simplemente porque nos necesitemos mutuamente. 

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