— Y en fin, eso ha sido todo por hoy, he marcado el examen para la próxima semana, recordad estudiar y todo irá genial, hasta mañana.

Todos ya recogiendo nuestras cosas para la siguiente clase y arrastrando las sillas e incluso mesas, la profesora me mira sentándose en su mesa y cuando le devuelvo la mirada dice:

— Tú no salgas Elara, por favor, quiero haber contigo. — Vale, veo venir una bronca. 

Asiento apretando los labios, además, ya noto mis dientes mordiéndome la lengua. 

La clase se vacía y queda en una sola compañía de la profesora-directora y yo. Con la mochila sobre un solo hombro me acerco a su mesa mientras ella se recuesta hacia atrás en su silla cruzando los brazos. Con este gesto por su parte tengo claro que me esperan malas noticias. Aunque no sé cuáles son esas malas noticias. 

— ¿Me puedes explicar qué es esto? — Furiosa, tira un par de papeles a la mesa. Con cuidado los cojo y observo que son mis exámenes, los dos exámenes que hemos hecho esta semana. Y lo malo de aquí, es que ambos tienen un C– como nota. No me esperaba noticias tan malas.

— Pues, mis exámenes, suspensos. 

— Exactamente, y por ahora la asignatura la llevas suspensa. Quedan tres exámenes definitivos para este trimestre, sino los apruebas, vete haciéndote la idea de que repetirás curso. 

— Profesora mire sé que no voy demasiado bien pero...

— ¡¿Demasiado bien!? ¡Por dios vas en picado! 

— Lo ciento, pero juro que me esfuerzo pero es que...— Me interrumpe, otra vez:

— ¿Te que esfuerzas? Elara ni te disculpes, a la que le afecta esto es a ti, no a mi. ¡Y ya no me valen las excusas de la muerte de tu hermano! Y sé que has sufrido por ello, pero si seguimos con este juego...Mira, cuando tenía dieciocho años mi madre murió, así que sé lo que es, al igual que se lo que debes hacer para continuar con el curso de tu vida. 

»»Porque te aseguro que perder una madre es algo mucho peor; yo estaba a mitad de carrera y siendo fuerte, continué mi vida y conseguí mi título como profesora, así que si realmente quieres pasar curso para llegar a la universidad, la muerte de Conrad ya no tiene sentido ni nombrarla. Debes esforzarte, te toca ser una mujer fuerte. 

Sé que debería cambiar mi chip y comenzar a estudiar cuanto antes para el próximo examen, o que debería disculparme con la profesora por mi comportamiento tan rendido, pero no digo nada ni muestro nada. Me mantengo de pie mirando las hojas y la letra 'c' con él menos redondeado en rotulador rojo. Solo al verlo me siento totalmente decepcionada. Con todo, conmigo misma. Por rendirme, y por haberme dejado caer tan fácilmente, antes no era asciéndalas. Era más fuerte, decidida, y valiente ante la vida. Ahora solo soy una frágil copa de cristal cubierta por miles de parches, que puede que en cualquier momento estalle. 

No sé en que momento exacto me convertí en la persona que soy, pero lo que si tengo claro es que debo tomarme un respiro de todo y decidir que hacer como vida a partir de ahora, porque si sigo por este camino, seguramente mi vida solo haga más que, como dijo la profesora. ''caer en picado''.

Levanto la vista hasta los ojos de la profesora aún furiosa y con la ira por mi misma, le respondo antes de salir por la puerta:

— Empezaré a tomarme en serio los estudios. Se lo prometo. 

Y ya está, la depresión del día ha llegado, ahora solo deseo que caiga la noche y comience uno nuevo. Es así como lo he deseado desde que murió Conrad. Deseo que mi presente acabe para que con alguna esperanza, el futuro sea algo mejor. 

Miro a la ventana del pasillo y ahí lo veo, veo la esperanza en el cielo, y a ese chico de nuevo. El chico de pelo castaño que vi antes de comenzar con esta clase, al que intenté acercarme pero que se esfumó como aire. 

Lo veo pero ahora mismo no tengo ganas de nada, ni de hablarle, ni de acercarme, ni tan siquiera de mirarle. Me separo del cristal y continúo caminando entre la gente que ha salido de las clases para reunirme con mis mejores amigas, pese a que creo que el chico me sigue espiando. 

Caminando por el pasillo veo a Lexi y Jasmine al fondo junto a la puerta de su próxima clase a la que nos toca todas juntas. La de química. 

Están tan felices, ya deseo verlas, aunque mis ánimos sigan por los suelos.

— Hola, ¿qué tal la clase? — Les digo uniéndome a ellas. 

— ¡Hola! Si ha ido muy bien. — Contesta Jasmine, la miro con compasión por como le hablé antes y me disculpo:

— Oye lo ciento Jas, pero es que...

— Shh, tranquila, lo entiendo. — Ojalá las tenga por siempre en mi vida. Son lo mejor para mi, y también lo mejor para mi vida. 

— Gracias. —La abrazo. 

—  Por ciento, ¿os han dado las notas de los exámenes? 

— ¡Si, y saqué sobresaliente en todo!—Grita eufórica Lexi, seguidamente Jasmine contesta:

— ¡Yo notable! — Pero junto a ellas, permanece mi silencio, ya que mis notas no son para nada parecidas a un notable y mucho menos a un sobresaliente. Solo me quedo callada esperando a que no pregunten, pero mientras mis emociones se disparatan aún más formándome un nudo en la garganta. 

 En unos segundos llega David, ya que escucha el entusiasmo de las chicas. 

— Chicas, ¿qué os pasa hoy? — Sonríe de oreja a oreja a conjunto de su pelo largo rubio y su chaqueta deportiva.

— ¡Pues que hemos aprobado! 

— Ah, os felicito. — Contesta con la misma euforia, mientras sigo como una sombra detrás de ellos. 

— ¿Y tú? — Le preguntas al instante Jasmine.

— Pues he aprobado pero...no solo eso. ¡Me han nombrado capitán del equipo!

— ¿En serio? ¡Felicidades David!— Se chocan las manos y con puños todavía con la sonrisa perdurando en sus caras. 

— Espera, ¿y tú Lara? ¿qué tal los exámenes? —Dice Lexi. Los tres se voltean hacia mi con demasiada felicidad. Esperándotela que diga lo mismo, que suelte una bomba de buenas noticias por mi boca, pero por desgracia, el curso no me va tan bien como a otros. Y no tengo envidia, al contrario, me alegro un montón por ellos, pero ver como todos logran grandes metas y consigan avanzar en su vida mientras...yo sigo igual de estancada en los mismo problemas... es demasiado duro.

— Pues, yo, eh-eh yo...—no sé que decir, debería decir la verdad, pero la verdad sería decir que soy una fracasada. Así que paso,— yo...nada, no he logrado nada. —Me doy media vuelta apretando mis puños por el llanto que aguado en mi pecho y salgo a paso rápido hasta el baño. En el cual me encierro en uno de ellos y me deslizo por la pared al suelo, dejando así cesar mis lágrimas.