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Capítulo uno.
««Conrad y mi padre disputan sobre películas, mientras tomamos los cuatro nuestro almuerzo con el zumo de frutos del bosque que tanto me gusta.
— ¡No! así no se llama papá, es Lord Voldemort, el brujo.
— Vale, ¿pero es el villano o no?
— Bueno...depende por donde lo mires. — Enarca una ceja mientras que con el dispersor extiende todo el oliva por la ensalada.
— ¿¡Qué!? Eso no puede ser así, ¿cómo que depende por donde lo mire? ¡Es simple! ¿es el malo o no? — Parece que discuten pero realmente solo bromean sobre temas discursivos de Harry Potter.
— ¡Pues es así! ¿Tú que opinas Lara? ¿Lo ves como el villano? — Dejo el zumo a un lado después de tomar el último sorbo que quedaba y limpiando mi bigote digo:
— Obvio, ¿qué iba a ser sino?
— ¡Ves Conrad!, ¡es el villano!, ¡yuju! —Papá se ilusiona por haber ganado la discusión, se levanta y baila ridículamente, mientras Conrad solo se ríe por ello, aunque hubiera deseado ganar él.
— Anda, anda, dejad de bailar y ayudadme a recoger la mesa para ver la película — Mamá se levanta con dos platos en la mano y yo la acompaño.
— Me da que no, he quedado, no tardaré demasiado, estaré aquí a las diez, solo tengo un par de asuntos por resolver y volveré. Así que...esperadme despiertos, pero sino...— Comunica Conrad metiéndose la cartera en el bolsillo del pantalón y el móvil. Antes de irse nos da un fuerte abrazo cómo nunca antes. Se detiene en la entrada y para terminar de hablar dice antes de marcharse:
— Elara, después dime, ¿será esta la última cruzada?— Y cierra con un portazo por el fuerte viento.
— Claro, ¡hasta después! — Le contesto yo con una sonrisa.
Pasamos la tarde recogiendo y yo haciendo las tareas que me quedaban por hacer. Al final terminamos la noche viendo una película ochentera, tanto como nos gusta, específicamente: ''Indiana Jones y la última cruzada''
¡Aventura!
— ¿Esperad, que hora es? — Se sobresalta mamá parando la película. Papá y yo la miramos extrañados hasta que caemos en la cuenta de que son las doce y media de la noche, y Conrad debería haber vuelto ya. De hecho nos confirmó que estaría aquí a las diez.
— Tal vez solo se haya despistado, no creo que sea de preocuparse. — Le contesta papá.
— Pues yo creo que si es para preocuparse porque nuestro hijo tiene diecisiete años y está ahí fuera a saber donde, dos horas y media más tarde de la hora que nos había prometido, no creo que haya sido un simple despiste. — Papá se levanta y agarra el teléfono fijo sobre la mesilla de la cocina.
— Está bien, si quieres llamamos a sus amigos y nos quedamos más tranquilos. — Mi madre parece calmarse, entonces mi padre empieza a contactar con distintas personas.
Pasan diez minutos que ha hablado con cada uno de los amigos que conoce y de los que tenemos el número, pero no parece mejorar la situación.
Deja el teléfono colgado de nuevo y mira a mi madre. Esta le pregunta:
— ¿Y?
— Nada.
— ¡¿Nada!? Será mejor que salgamos en el coche y lo busquemos, no sería la primera vez que se quedase borracho por las aceras en plena noche. Ya sabes cómo es con la bebida cuando sale. —Mi padre asiente y me dice:
— Cariño quédate aquí no tardamos, cualquier cosa que pase llámanos, ¿vale?
— Vale papá. — Cierran la puerta. Me quedo sola en casa.
Pasan dos horas y mis padres no han vuelto, lo cual no me preocupa demasiado pues es algo que le suele pasar a mi hermano. Sale de fiesta con sus amigos y se queda toda la madrugada perdido por las calles de Santa Cruz. Es un caso perdido.
Las tres, las cuatro, las cinco de la madrugada...y todavía no llegan. Es ahora cuando me entra el pánico absoluto, lo normal es que ya lo hubieran encontrado, pero no ha ocurrido. ¿Y si le ha pasado algo de verdad?
A las seis de la madrugada, ya está amaneciendo. Estoy parada en mi cama mirando a la ventana a ver si llegan mis padres, tengo los ojos secos, me bombea la cabeza y creo que tiemblo del frío que hace afuera y se cuela por la ventana.
A las siete en punto veo el coche de mis padres aparcar, bajo corriendo casi resbaladiza por los calcetines que llevo puestos y cuando por fin llego a la sala veo a mis padres. Destrozados, agotados, con la mirada sobre mi y hechos polvo.
— Hemos ido a comisaría, no sabemos nada de tu hermano.
— ¡¿Qué!? ¿habéis ido al café de billar?
— Si.
— ¿A la tienda de cómics donde siempre va?¿A la casa de sus amigos?
— También.
— ¿A la casa de su antigua novia?
— Si
— ¿Y nada? Es imposible, ¿y qué hay del Montana? ¿y del taller del padre de su amigo Jere? ¿y en el cine?
— ¡Elara! — Me corta papá cojiéndome por los hombros, —hemos mirado en todo esos sitios y no hay nada, sé que asusta, pero debemos relajarnos hasta que la policía nos de noticias.
Suena muy fácil decirlo, pero por la expresión que les acompaña en su rostro y por todo lo demás,s sé perfectamente que es de preocuparse.
Parece que a Conrad le ha pasado algo, y deseo que esa corazonada que siento no sea cierta, ojalá solo haya sido una resaca sin más, ojalá solo eso...
El día sigue pasando con el silencio adueñándose de la casa hasta que tocan el timbre. Casi parecemos perros detrás del hueso en cuanto lo oímos. Nos acercamos a toda prisa. Mi padre al frente.
— ¿Los Framon?
— Si, nosotros somos.
— Teníamos una orden de buscar la desaparición de su hijo Conrad Framon, ¿cierto?
— Cierto, ¿hay noticias? —El policía hace contacto visual con su compañero y continúa:
— Hemos encontrado su cartera con la identificación, su móvil y su chaqueta, todo, dentro de su coche. Estaba aparcado en medio del bosque con las puertas abiertas y...—el policía me ve por encima del hombro de mi padre al fondo de la cocina, y le pide a este mismo si pueden hablar fuera. Más nervios, más tensión. Me asomo todo lo que puedo a la ventana del recibo pero no logro verlos decentemente, aunque si oírlos.
— Habían varias manchas de sangre y signos de daños graves, lo que nos indica...— continúa el policía a través del cristal, pero yo...solo puedo dejar que mis ojos se hinchen en agua.
— ¿¡Indica qué!? ¡Eso no indica nada, sigan buscando! —Grita mi madre con desesperación, ya noto su voz tomada e imagino sus manos temblando.
— Señora, entiendo como se siente, pero observando la situación con todo nuestro equipo, es obvio que ha tenido un accidente y seguramente, sabiendo que estaba en plena noche...en esas malas condiciones...Señores Framon, lo sentimos con todo nuestro corazón, pero el caso se cierra. — Mi madre se arropa en el hombro de mi padre y con lágrimas ya cayéndose le pregunta:
— ¿El caso se cierra? ¿eso significa qué...? —No termina la frase, deja el hueco en blanco, ese hueco que se llenará con una frase que no queremos oír. Por favor que no lo diga, pero el policía lo hace.
— Significa que por investigación externa del caso, se da por hecha, la muerte de...— Mi madre se echa a llorar a media frase que oye, no queremos oírlo, no, solo iba a salir con sus amigos, esto no debía pasar...tenía que volver a casa.
Mis padres llenan el porche entre sollozos, los policías ofrecen su consuelo, pero nada puede hacer que mis lágrimas dejen de fluir mojando con una gota las cortinas. Solo me centro con la tristeza en la carretera. ¿Podrá volver algún día?»»
Y eso es todo lo que recuerdo antes de que desapareciera mi hermano. Quería seguir creciendo a su lado, yo solo tenía quince años recién cumplidos, lo amaba, lo amo. Estuve un año entero asomándome a la ventana esperando que algún día volviera, ver su coche aparcarse como si nunca se hubiera estrellado y verlo bajarse de él con una sonrisa en su rostro, pero resultó que aquellos policías no se habían equivocado y realmente, Conrad había fallecido. Aún resulta difícil decirlo, hace solo tres años que pasó.
En fin, la vida es avanzar, aunque eso a mi me está resultando muy difícil.
— ¿Señorita Framon está atenta a la clase? — Me dice la profesora Holly deteniendo la clase. Sinceramente ni la escuchaba.
— Si, por supuesto.
— Pues siga así. — Claro señorita Holly seguiré así, ¿en serio?, cómo cree que lo conseguiré, aún sigo deprimida por la muerte de mi hermano.
¿Cuándo pasarás página Elara?, me dicen muchos.
Buena pregunta, os avisaré cuando sepa la respuesta.
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