
~Umbra~
[~Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día~]
Luego de aquel día, el mundo y las alturas habían recuperado la paz que tanto anhelaban. Casi todo había terminado por destruirse a manos de un solo ángel caído. Sin embargo, la voluntad de los que quedaron, fue más que suficiente para hacer que todo floreciera una vez más. En esta ocasión, Namjoon pudo hacer uso de todo su poder al llevarse muchas vidas, y de la misma manera, poblar a la humanidad con otras nuevas. Incluso en el cielo ya no eran unos pocos.
Seokjin miró a su hermano cuando la luna se dejó ver en todo su esplendor. Namjoon todavía conservaba una mirada triste luego de aquel día, pero aun así se mantenía leal a su Padre.
Detrás de ellos, el de hebras naranjas se encontraba tirado sobre las nubes mientras cuatro pequeños lo torturaban, sacándole más de una risa, haciendo que un poco de vida volviera a brillar en sus ojos y un nuevo ángel naciera bajo la bendición de su alegría. Tal y como una nueva vida siempre era concebida en las alturas.
—Parece que se divierte con esos traviesos —sonrió Seokjin, viendo a los nuevos descendientes del cielo.
—Están inquietos porque aún no les hemos otorgado un nombre —confesó Namjoon, leyendo los pensamientos de los angelitos.
—Supongo... que ya es hora —pensó en voz alta el pelirrosa y dejando que sus pies lo guiaran hasta Hoseok y esos pequeños, se hincó junto a ellos —. ¿Pequeños, les gustaría recibir sus nombres?
Solo con escuchar aquello, los angelitos gritaron de emoción y corrieron a abrazar a Seokjin, ansiosos por que éste al fin los nombrara. Sin embargo, cuando vieron a Namjoon acercarse, los cuatro pequeños temblaron. Si había algo que el peliverde no dejaría de provocar en ninguna de sus vidas, sería temor. Aunque ahora estaba Seokjin para impedir que eso pase. No dejaría que la historia volviera a repetirse. Ya no permitiría que ninguno de sus hermanos volviera a sentir que jamás sería aceptado.
—Entonces, el que quiera un nombre, primero deberá obsequiarle un abrazo a Namjoon —el nombrado abrió sus ojos con sorpresa y Hoseok se carcajeó cuando los angelitos dudaron un momento, pero terminaron por lanzarse sobre el otro arcángel, venciendo sus propios miedos. A Namjoon no le quedó más opción que sonreír y corresponder al gesto. Aunque tampoco iba a confesar que ese pequeño gesto llenó su alma de calidez.
—Bien —habló entonces Seokjin y los cuatro niños se formaron en fila frente a él —. Tú, pequeño portas las alas de fuego, por lo que el quinto cielo te corresponde desde hoy. Tu valentía es lo que dará fuerza a los tuyos y tu devoción al Todopoderoso los guiará por el camino de lo justo. A partir de hoy, descendiente de Samuel, te otorgo el nombre de Soo Bin.
Sus hermanitos festejaron orgullosos mientras aquel pequeño aceptaba la bendición del poderoso ángel. Cuando el siguiente pasó al frente, la sonrisa de Seokjin pareció aflojarse.
—Esperé muchos años por ti, pequeño —le sonrió al de tierna mirada — Tú portas la pureza e inocencia otorgada por nuestro Padre, eres el mensajero de los cielos y tu deber será velar siempre por los humanos desde el primer cielo. A partir de hoy, descendiente de Gabriel, te otorgo el nombre de Beom Gyu.
Cuando el siguiente pasó al frente, Hoseok le sonrió nostálgico al pelirrosa.
—Descendiente de Zadquiel. El arcángel de la alegría y portador del don más especial que pudo darnos nuestro Dios: Misericordia es tu segundo nombre y enseñar a perdonar será tu mayor labor, rigiendo desde el sexto cielo. A partir de hoy, tu nombre será...
—Tae Hyun —habló Hoseok cuando Seokjin permaneció en silencio.
—Así es. A partir de hoy, todos te conocerán como Tae Hyun —aseguró el descendiente de Miguel, con una tenue sonrisa en sus labios.
Por último, el más pequeño y tímido de todos llegó hasta él y Seokjin pudo jurar que vio un rastro de su amado hermano en aquellos ojos.
—"La alegría de Dios" —lo llamó, como los humanos solían conocerlo —. Así como el don de la hermosura, tu alma porta las fuerzas del amor que es nuestra arma más poderosa para defender el mundo. Por eso, tú, descendiente de Anael, debes demostrar la misma valentía y devoción que tus hermanos, poblando la Tierra con amor desde el tercer cielo. A partir de hoy, te otorgo el nombre de Yeon Jun.
Y al concluir con aquel pequeño, los otros tres corrieron a él para abrazarse felices por tener un nombre y un cielo que proteger.
Poco a poco las cosas volvían a la normalidad, aunque los arcángeles más antiguos todavía cargaran con el recuerdo de sus pasados hermanos.
El azote en la puerta retumbó por casi toda la casa mientras la mujer esperaba de brazos cruzados a que su hijo terminara de tirar su sudadera y zapatillas en la entrada.
—Al fin llegas, señorito. ¿Es que ni un clima de cuarenta grados puede detenerte? ¡No sé qué adolescente en su sano juicio sale a correr con este calor!
El joven rio y se acercó a su madre con intenciones de abrazarla, viendo como ésta huía de él para que no la mojara con todo su sudor
—Lo mejor de la vida es correr con el sol acariciando tu rostro, ma —sonrió dulcemente el rubio y solo con ese gesto logró derretir el corazón de su madre y hacerla olvidar de sus reproches.
Pero entonces aquella mueca volvió a dibujarse en el rostro del adolescente. Era como si algo le molestara, como si sintiera que alguien le pidiera que no sonriera sin su presencia. Su pecho dolía cuando él era feliz quizás solo para recordarle que su felicidad se la debía a alguien más y desconsideradamente, él lo había olvidado.
—Jimin, hijo ¿te encuentras bien?
El menor miró a la mujer y le sonrió al no querer preocuparla.
—Sí, mamá. Creo que... solo me sobrepasé un poco con el ejercicio hoy —rio angelical y extendió sus brazos invitando a la mujer a abrazarlo una vez más.
—¡No! ¡Sal! ¡Ve a darte una ducha primero! —ambos rieron —Algún día te dará una insolación por salir con a correr en estas temperaturas, jovencito. En serio no sé cómo puedes amar tanto el calor.
Jimin sintió algo de nostalgia sin saber por qué.
—Ni yo...
Desde aquella noche en la que todos volvieron a convertirse en prisioneros, Yoongi fue encarcelado en el abismo más profundo del infierno en el que ni luz ni aire podía legar. Sabía que había sido enviado allí para que no tuviera fuerzas para escapar. Y a pesar de que la oscuridad era su nueva fuente de poder, si alma había continuado rechazando las tinieblas, esperando en silencio por su sentencia final.
El entendía que después de aquella traición, Seokjin ya no los recibiría en el cielo. Y solo de recordar aquel día, su dolor volvía a rasguñar su alma con la última imagen que tuvo de aquel bello ser.
«Ni siquiera pude decirle una vez más, cuánto lo amaba»
Pensó, dejando que sus enormes alas actuaran como un manto para ocultar su dolor de toda esa oscuridad.
Fue entonces cuando cadenas resonaron y una bestia comenzó a remover el sello que lo mantenía preso allí.
—Sentencia —fue lo único que logró decir el monstruo y tiro de la cadena que se encontraba alrededor del cuello de aquel caído, para obligarlo a salir.
Yoongi no se resistió en ningún momento. Fuera lo que fuera que le hicieran, ya no tenía motivos para resistir. Ya no tenía a su ángel a quien proteger, no tenía un cielo ni un ejército que dependiera de su fortaleza. Lo había perdido todo aquel día.
Lucifer lo vio llegar cabizbajo mientras él se encontraba sentado en su trono, aferrándose a su tridente que más de una vez manchó con sangre inocente.
—Ah... qué patético te vez —soltó arrogante y defraudado por aquel que decía ser el heredero del Mal. Casi medio siglo encerrado en aquel abismo, aislado de todo y todos, no habían sido suficientes para arrancarle sus recuerdos y dolor. Así como todos lo veían ahora, no era más que un ángel caído, arrepentido de sus pecados.
Y eso no era algo que Lucifer necesitara en un heredero.
Poniéndose de pie con su arma en mano, el amo de las tinieblas caminó hasta el ser oscuro que estaba de rodillas a él, sin mirar nada más que sus manos, aferrándose a la última caricia que sus dedos pudieron darle a aquel perfecto rostro.
—Tú debilidad jamás te dejará pensar como un ser de la oscuridad. Eres débil y sin convicción. Olvidaste tu odio hacia aquellos que te arrebataron a tu más preciado pecado y rechazaste mi poder cuando te ofrecí una justa venganza. Un heredero jamás debe dejar caer su cabeza y tú no solo hiciste eso, sino que también pensaste en dejarte morir para ya no lastimar a nadie —el ser infernal lo rodeó antes de detenerse frente a él y ordenarle a la bestia que lo hiciera elevar la mirada.
Al ver su sonrisa, Yoongi supo que ese era su fin. Y lo que más le pesaba era que no sería la muerte esperada.
Incubus fiat
(Hágase incubo)
Su cuerpo de dobló en dos y sus alas ardieron cuando esas palabras fueron pronunciadas junto con su nombre.
Vitae quod peccatum quod et trahebatur abyssum irent
(Vive del pecado que te arrastró al abismo)
Patiatur hoc iudicium aeternum
(Sufre esta condena, por toda la eternidad)
Cuando aquella maldición concluyó, Yoongi dejó ir su último rastro de luz junto con su último aliento, mientras su cuerpo sufría el cambio y su alma gritaba por no dejar ir aquel recuerdo que le hacía saber quién era él en realidad. Su pasado le estaba siendo arrebatado junto con aquel amor que, a pesar de ser tan efímero, ni las fuerzas de Lucifer podría removerlo de su piel. Porque ese era el motivo de su pecado y de su castigo. Un ángel caído que se rehusó a sumirse en el odio y terminó por ser convertido en un monstruo sediento de deseo.
Su nombre se perdió en su memoria. Sus ojos rubíes se evaporaron con el recuerdo de sus besos. Pero el dolor en su ser jamás desaparecería al sentir que había alguien que debía ser encontrado por él en la forma de una nueva vida.
Su condena sería jamás recordarlo. Aunque el destino siempre buscaba divertirse de la manera más perversa y retorcida.
(8/8)
Incubo: es un demonio que, bajo la apariencia de hombre, tiene relaciones sexuales con una mujer, para robarle su energía vital. Las víctimas viven la experiencia como un sueño sin poder despertar de éste. Y si continúa siendo visitada por el demonio, su salud va deteriorándose hasta la muerte.
;-; Hemos llegado al final.
Ni siquiera sé bien qué decir porque a pesar de que fue una historia relativamente corta, la amé desde el primer momento en que la pensé, a pesar de que me costó mucho terminarla y armar una trama medianamente buena 😭
Sé que quizás es el final que muchos no hubieran deseado pero es el final de aquellos que ceden a la tentación. Esto no significa que Jimin y Yoongi jamás vuelvan a encontrarse incluso en sus nuevas formas 👀
Sin nada más que agregar, les doy todo mi amor y agradecimiento por seguir la historia hasta el final y aguantar mis periodos de bloqueo que muchas veces duraron más de un mes ;-; En serio aprecio eso y jamás dejaré de estar agradecida, como en cada historia.
Los amo por toda una eternidad 💞
Nina Glastor🖤
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