Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

~Segundo Ocaso~

[~ Sobre todo, ámense los unos a los otros profundamente, porque el amor cubre multitud de pecados~]


Cuando sus labios perdieron el contacto con los otros, ambos se quedaron observándose sin saber qué decir. Jimin recordó que tiempo atrás había oído a sus querubines nombrar aquello que hacían los humanos que se amaban. Un acto tan puro que sellaba sus sentimientos entre sus labios como un secreto íntimo. Un beso.

¿Eso significaba que Yoongi lo amaba?

Él quería más. De nuevo quería sentir esa electricidad recorriendo todo su cuerpo, quería que los brazos del pelinegro lo sostuvieran con devoción y que sus labios volvieran a unirse en aquel suave roce que desató una vez más sus lágrimas y lo hizo sentir especial por primera vez. Tan amado.

Pero cuando el peligris quiso más de aquellos besos, sus labios fueron rechazados.

—Tienes que quedarte aquí hasta que encuentre la forma de sacarte —ordenó Yoongi, alejándose de él para ir con sus ángeles —. Primero debo hablar con Seokjin. Si le digo que-

—¡No! Seokjin no, por favor —suplicó Jimin, aferrándose con fuerza a su mano, no quería dejar ir a Yoongi. Mucho menos quería que hablara con su hermano. Nadie debía saber que él estaba allí o sería su fin.

—Pero... Seokjin entenderá... —. Jimin negó frenéticamente y se abrazó al pelinegro para que no viera sus lágrimas caer.

—No podemos confiar en Seokjin... Él quiso matarme.

—Pero, Jimin...

—Tengo miedo... Seokjin no es quien dice ser —murmuró entonces, dejando que esa duda que por mucho tiempo sintió, saliera a la luz. Aquella duda que alguien más plantó en su corazón.

—¿De qué hablas? —Yoongi lo apartó de su cuerpo para que lo mirara, pero Jimin se negó a levantar la vista a esos ojos. Todavía no entendía como Yoongi podía seguir viéndolo de la misma manera cuando él ya había dejado de ser el bello ángel de alas puras que fue.

Entonces, en lugar de compartir sus miedos con el otro príncipe, Jimin prefirió besarlo.

—Solo quédate conmigo —pidió sobre sus labios, apartándose apenas para hablar antes de volver a besarlo.

Aquel acto había dejado más que cohibido a Yoongi. Todavía desconocía por qué su cuerpo tenía aquel impulso de hacer suyo esos labios, pero tampoco iba a mentir que le desagradaba. Unir su boca con la de Jimin era el acto más puro y inmoral a la vez, que regocijaba su alma con solo un pequeño roce. Yoongi sabía que eso estaba mal, pero no podía importarle menos cuando rozaba lo prohibido con aquel perfecto ser. Porque sí, aun con alas negras y ojos manchados de maldad, Jimin continuaba siendo la obra más perfectamente imperfecta creada por el Todopoderoso.

—Así que esto es lo que los humanos llaman hacer el amor...

—¿Eh? —Yoongi lo miró sin entender cuando Jimin acarició su pecho.

El peligris entonces rio algo tímido y se abrazó al otro para ocultar su rostro en la curvatura de su cuello y así saciar sus ganas por sentirlo más cerca.

—Esto... —respondió Jimin —Estar así, juntos... tener tus besos, tus caricias... abrazarnos sin importar lo demás... Mis querubines me dijeron que los humanos se demuestran así su amor —confesó al mismo tiempo que sus miradas se encontraron —Pero esto está prohibido para nosotros.

—¿Por qué? —susurró el pelinegro, hipnotizado por esos labios que parecían danzar con cada palabra que brotaba de ellos.

—Porque... nosotros no podemos amarnos en cuerpo y alma como ellos. No debemos... Y eso es un poco injusto —respondió Jimin, dejando que en cierto punto fuera más su consciencia la que hablara. Como si sus pensamientos ya no quisieran seguir reprimiéndose en su cabeza.

—¿Es injusto... porque quieres amarme? —el peligris dejó de fruncir su ceño y miró sorprendido a Yoongi, sus mejillas, levemente coloreadas.

—¿Creerías que estoy sucio por desearte?

Yoongi apartó la mirada y sus manos pronto abandonaron esa estrecha cintura que por mucho tiempo sostuvo. ¿Creer que estaba sucio? ¿Siquiera él tenía derecho de juzgarlo cuando sus propias manos ahora picaban por volver a tomarlo? Yoongi no entendía por qué su propio ser parecía luchar consigo mismo cuando se trataba de Jimin. Y lo peor es que siempre fue así. Siempre deseó poder ver un poco más de sus sonrisas, siempre quiso que el más pequeño no le temiera y lo dejara ser parte de sus días. Siempre anheló que Jimin se refugiara en sus brazos cuando algo no andaba bien, en vez de elegir a Seokjin. Él siempre... siempre lo deseó, a pesar de que aquel arcángel era prohibido.

Y entonces lo entendió.

—De ser así... —habló desde la distancia, viendo como Jimin se abrazaba a sí mismo por ya no tenerlo cerca —. De ser así, yo he estado sucio desde hace mucho antes que tú, Jimin.

—Yoongi —soltó el otro ángel, casi en un sollozo y corrió a los brazos de Yoongi para poder besarlo con las verdaderas ansias que se desataron en su corazón —. Quiero amarte. Deseo tanto amarte, Yoongi, pero no quiero que te vuelvas como yo, no quiero que te hagan daño... No quiero que nuestro Padre vea a través de nuestros ojos y descubra nuestro pecado.

Yoongi sonrió enternecido y acarició su rostro con dulzura antes de dejarlo ir.

—Sé que hacer para evitarlo —aseguró y miró sus vestiduras unos segundos antes de arrancar dos trozos de tela.

—Yoongi...

—Si nosotros no vemos, el Todopoderoso no podrá ver a través de nuestros ojos —confesó, girando delicadamente a Jimin para que le diera la espalda y así vendar primero sus ojos.

Sin embargo, la codicia de Yoongi y su deseo por lo prohibido fue mucho mayor y eso lo llevó a no cubrir sus ojos. Él quería poder ver a su bello ángel hasta su último segundo, incluso si eso podía costarle sus alas.

Entre las sombras de aquel santuario, una siniestra sonrisa se dibujó al momento en que Yoongi dejó caer la otra tela, sabiendo que había cumplido su cometido. De la misma forma en la que había llegado, no tardó en desaparecer en una bruma terrosa sabiendo que su trabajo ya estaba hecho.

Una vez la tela fue ajustada sobre sus ojos Jimin se sintió aún más nervioso cuando solo vio oscuridad. Aunque sabía que no debía temer. No mientras sintiera aquellas manos que lo sostenían con firmeza, protegiéndolo de todo aquel que quisiera lastimarlo. Jimin sabía que podía confiar en su ángel de luz más que en nadie.

Aun así, no pudo evitar que sus labios soltaran un pequeño chillido cuando su cuerpo fue alejado del suelo y poco después, una brisa golpeó su rostro mientras era llevado lejos del santuario.

¿Y-Yoongi? Tengo miedo... Tengo miedo porque te amo. Temo tanto porque no quiero... que nos separen.

—Los ojos de Dios ven a través de los nuestros y de nuestros santuarios —habló el pelinegro para calmarlo, mientras sonreía enternecido por la forma en la que aquel ser se aferraba a sus prendas —. No tienes que temer, mi ángel. Siempre te protegeré con mi vida —confesó con la verdad.

Entonces su vista se elevó al frente donde todo su ejército lo esperaba por órdenes.

—Protejan el quinto cielo con todo el poder que tengan. Seokjin no debe saber que Jimin está aquí —sus ángeles no tardaron en asentir y un segundo después, ya se encontraban volando hacia todas direcciones para proteger su cielo. A pesar de no saber cuánto podrían soportar, resistirían todo lo que les fuera posible si así su príncipe lo deseaba.

Yoongi observó a los suyos irse y luego regresó la vista a su precioso ángel que se aferraba a él con fuerza. Quería decirle que haría eso y mucho más por él, pero quizás ya no era necesario.

Al final de un inmenso pasillo, dos de sus guardias le abrieron las puertas de su alcoba y las cerraron de nuevo una vez ellos estuvieron dentro.

Todavía sosteniendo a Jimin en sus brazos, Yoongi se dejó caer suavemente sobre aquello que ya no se podía llamar cama. Por primera vez descubrió que podía sentir vergüenza al dejar que su ángel estuviera en aquella alcoba tan deshecha, pero al menos le alegraba saber que él no podría ver mientras tuviera sus ojos cubiertos.

—Aquí estaremos seguros, Jimin. Mis ángeles no dejarán que nadie te aparte de mi lado.

—¿Dónde estamos? —indagó el peligris, todavía sin soltarse de Yoongi.

—En mis aposentos —confesó el otro y sonrió con genuina alegría cuando vio esas suaves mejillas, colorearse de un tibio rosa. Guiado por su impulso, Yoongi no pudo evitar besarlas.

Y al mismo tiempo, Jimin mordió sus labios cuando algo en su pecho dolió. Se sentía tan extraño tener esos sentimientos. No entendía por qué su corazón seguía gritando el nombre de Yoongi, pidiendo ser amado hasta el amanecer. Quizás temiendo que algo pasara cuando los rayos del sol volvieran a reinar en el horizonte. Jimin no quería que ese instante acabara. Quería desesperadamente que esos besos que ahora surcaban su mandíbula, fueran tan eternos como su amor por aquel ángel.

No quería que su amor muriera en las alturas, pero lo que no sabía Jimin, era que Yoongi anhelaba lo mismo.

—Aun si la luz y la oscuridad quieren separarnos, aun si el todopoderoso se opone a este amor, e incluso si en la mañana la luna te aparta de mi lado para ocultarte del sol, ¿me seguirás amando, Jimin?

—Yoongi... —murmuró sintiendo mil espinas pinchar en su corazón —. Te amaré incluso si tengo que entregar mis alas para poder besarte un segundo más.

Y con eso Yoongi sonrió. Una vez más su alma entera vibró de felicidad y por primera vez en muchas reencarnaciones, sus ojos se llenaron de lágrimas cuando su corazón se sintió tan pleno. Porque alguien lo amaba. Por primera vez en aquella eterna vida en las alturas alguien no le temía, alguien lo elegía. Y lo mejor de todo era que ese alguien, era Jimin.

—Y-Yoongi... —murmuró Jimin cuando sintió aquel beso repleto de lágrimas morir en sus labios. Sus manos pronto buscaron las pálidas mejillas del pelinegro y su pecho se oprimió una vez más cuando sintió la humedad.

Sin embargo, antes de que pudiera decir algo, Yoongi negó y rio como un niño, besándolo una y mil veces más antes de mirarlo. Jimin no podía verlo, pero aun así Yoongi le sonrió.

—Son de felicidad —confesó sobre sus labios, como un secreto que solo quería proclamarle a él —. Mis lágrimas son todas por ti y para ti: mi felicidad en las alturas.

Entre avergonzado y apenado, Jimin también rio sintiendo sus lágrimas mojar la tela que cubría sus propios ojos y pronto estiró sus labios para que buscaran aquellos que tanto deseaba volver a probar.

Condenado por sus actos o no, ya nada importaba. Ambos arcángeles se habían proclamado su eterno amor a su manera. Jurando por la luna y por el sol, jurando por sus alas y un último aliento. Mientras sus labios pudieran seguir amándose, mientras sus dedos surcaran la piel del otro sin temer lo prohibido y sus corazones latieran al son de sus cuerpos danzando, nada más valía la pena. Incluso cuando los labios de ambos comenzaron a soltar la sinfonía más placentera, creada por sus jadeos, todo se volvió más perfecto.

El miedo que nacía en sus corazones los hacía amarse más. El temor ante la efímera calidez que sus manos sentían, los hacían desear tocarse aún más y el valor por proteger aquel amor prohibido, los hacía jurarse un eterno amor que se grabaría en sus almas a fuego vivo incluso hasta sus siguientes vidas.

Porque su amor podría estar prohibido para el reino de Dios, pero no para sus almas que se buscarían por los siglos de los siglos, hasta volver a encontrarse una vez más.

—Hazme el amor, Yoongi —murmuró el arcángel del amor sobre los labios contrarios, haciendo que el pelinegro sonriera y lo besara con inmensa devoción.

—Te haré más que el amor, mi bello ángel. Le haré la guerra a tu corazón y no permitiré que deje de latir por mí. Ni ahora, ni nunca. Justo como el mío lo hace por ti.

Una vez más se besaron con avidez y sus cuerpos temblaron con ansias cuando sus manos comenzaron a trazar nuevos caminos sobre terrenos desconocidos. Un nuevo toque y otro beso, una caricia a cambio de sus vestiduras fuera de la piel que sus bocas deseaban poseer. Y una genuina sonrisa, a cambio de una promesa eterna que jamás iban a romper.

Ese momento no podía ser más perfecto para ambos arcángeles. E incluso cuando sus cuerpos al fin se unieron para ser uno, ninguno dudó en sentir que hacían lo correcto. Después de todo, su amor sería lo último en morir.

En ese instante las alas de Yoongi brotaron y se abrazaron a ambos, resguardando la pasión que estaba siendo consumada. Entonces Jimin lo sintió. La misma sensación que más de una vez hizo galopar su pecho con cada pluma marchita. La misma frialdad que lo abrazaba con la llegada de cada impureza, ahora nacía en el otro príncipe.

Sus manos pronto buscaron privarse de la oscuridad y cuando sus párpados al fin fueron descubiertos, contempló aquel manto impuro abrazándolos a ambos. Las alas de Yoongi habían dejado de ser blancas.

—Yo así lo elegí —susurró Yoongi besando sus ojos cuando un atisbo de tristeza brilló en ellos —. Porque poder contemplarte mientras te hago el amor vale cada una de mis plumas junto con mi eternidad en las alturas.

Jimin sonrió ya no sintiendo tristeza al oír eso.

—Entonces déjame elegir a mí también. Déjame elegirte, Yoongi...

Y con aquella última súplica, ambos se abrazaron y se amaron con fervor, permitiéndole a sus ojos contemplar a su ser amado hasta el final, cuando ambos conocieron por primera vez la dicha de alcanzar el éxtasis infinito en una perfecta sincronía.

Al fin, el acto más pecaminoso e imperdonable de todos, había sido consumado. Donde la lujuria y el deseo, habían sido opacados por completo por un puro y genuino amor. 

(4/8)

Sin duda, esta mención de lemon compite con el de "Sí, amo" por el puesto de mis favoritos ;-; 

Algo importante que deben saber para el capítulo de mañana: La narración tendrá foco sobre Jimin. Y al mismo tiempo, Yoongi estará en otro lugar, hablando con alguien más. En este punto es donde esta historia se conecta con el Oneshot de "Así nacen los ángeles caídos". Aviso por si quieren leer (o releer) lo que pasa con Yoongi ^3^


Nina Glastor

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro