~Quinto Alba~
[~No codicies su hermosura en tu corazón, ni dejes que te cautive con sus párpados.~]
—Quiero sombras en los siete cielos, no quiero que dejen ni un rincón sin vigilancia —ordenó Namjoon a sus ángeles, al mismo tiempo que Taehyung agrupaba a los suyos en su cielo para enviar refuerzos al primer cielo. Este paraíso era el más cercano a la tierra, por lo que debería ser el más protegido de todos para evitar que el Mal entrara y para proteger a sus iguales.
Seokjin por su lado, desplegó a sus serafines en la Tierra, quienes se encargarían de proteger a los humanos de todo mal con su canto celestial, creando un campo de protección para las almas de los mortales. Ellos eran los más fuertes y resistentes del ejército de aquel poderoso de hebras rosáceas, y confiaba en que no caerían como aquel escuadrón lo hizo. Aquello solo había sido un tropiezo, un descuido que les costó ángeles a Jungkook, pero que no volvería a repetirse, no mientras el mayor guiara al castaño en esta lucha en dónde solo el regente del cuarto cielo, el descendiente de Miguel, podía elevar su espada contra el Heredero del Mal al final.
El de hebras rosáceas mantenía su alma calma para transmitirle fortaleza a los suyos, aun así, no podía evitar pedirle al Todopoderoso que ninguno de sus hermanos fuera aquel heredero.
—A partir de hoy, tu recámara será también la mía, tus pensamientos los compartirás, no quiero que te guardes tus miedos y cualquier petición que tengas serán mis órdenes a cumplir —habló Yoongi, observando el esplendor de aquel cuarto que le pertenecía al regente del tercer cielo, mientras aquel arcángel de hebras grisáceas lo seguía, pisándole los talones con intenciones de protestar.
Porque, ¡ese era su espacio personal! El único lugar en todo el cielo donde él podía descansar y respirar libremente sin preocuparse de todo lo que acontecía fuera de esas cuatro paredes. Sin embargo, la mirada decidida del pelinegro le confirmaba que, dijera lo que dijera, él no saldría de allí.
—Tus ángeles también estarán protegidos por los míos, así que solo tienes que- Hey... —susurró aquel último llamado cuando vio ansiedad reflejada en esos orbes color cielo y se acercó al menor, posando una de sus palmas en su pecho —. Calma tu corazón, Jimin. Envié refuerzos al primer cielo para que Taehyung no tuviera que cargar con todo solo, así que no tienes que preocuparte.
—Siento que solo estoy siendo una carga —soltó, afligido, sintiendo sus ojos aguarse.
—Nada de eso —volvió a susurrar el pelinegro, sonriendo mientras llevaba su otra mano a una de sus mejillas, acariciándola suavemente para darle paz. Pronto sintió tibieza bajo su palma y un bello color similar al de las nubes de su cielo cuando perdía la estabilidad —. Eres nuestra prioridad porque sin ti estaríamos perdidos. Recuerda que tú nos das fuerzas —continuó sereno, a pesar de comenzar a sentir una vez más ese tortuoso dolor en su pecho.
Jimin asintió sintiendo sus mejillas arder y su corazón bombear locamente. Se sentía avergonzado, con miedo y siendo una carga, y a pesar de que las palabras del otro habían ayudado a disipar un poco esos sentimientos en él, Jimin no podía calmarse cuando Yoongi –el arcángel del castigo divino, que muy pocas veces elevaba una sonrisa en sus labios–, estaba siendo tan dulce y suave con él solo para traerle paz.
—¿Comenzamos con nuestra unión?
—¿E-Eh? —tartamudeó, alejándose un paso cuando el otro retomó su mirada seria.
—De los cielos. Seokjin te pidió que conectaras los cielos para que nuestros reinos no perdieran estabilidad por no tener a sus regentes en ellos —le recordó Yoongi y el menor pronto asintió, avergonzándose por tener pensamientos erróneos.
¡Qué había hecho siquiera! Cómo un ángel podía permitirse tales pensamientos impuros. Cómo es que él, el regente de un cielo, podía permitirse perderse en aquellos ojos oscuros, en el movimiento de esos finos labios y en el toque del otro...
Jimin se alejó rápidamente de Yoongi para evitar seguir pensando en todo eso, pero el mayor lo tomó rápidamente de su mano cuando vio que el otro quería huir.
—¿Adónde vas? Tienes que comenzar con...
—Hay un santuario para eso, Yoongi —habló sintiendo su piel arder bajo aquel toque.
—Oh...
Pronto lo soltó cuando sintió la tensión entre ambos. Yoongi aún creía que Jimin no confiaba del todo en él solo por tener aquella naturaleza iracunda. Sabía que el menor hubiera preferido mil veces que su protector fuera Seokjin o Taehyung, pero se resignaba a la idea de soportarlo por un tiempo más. Si tan solo él pudiera abandonar el cielo para impartir castigo al mal que los amenazaba con destrucción, alguno de los otros podría ocupar su lugar junto al peligris.
En silencio, ambos avanzaron por los pasillos de aquella construcción en las nubes, con paredes de mármol y aroma a jazmines. Jimin no tardó en separar sus labios y comenzar a soltar cánticos para invocar a sus querubines, que respondían a él con alabanzas y risillas. Yoongi, asombrado de ver tantos ángeles pequeños volar a su alrededor, miró su entorno maravillado, observando como todos danzaban en las alturas, volando hasta unas enormes puertas al final del salón que se encontraban atravesando.
—Este es el santuario —le habló Jimin una vez los querubines le abrieron las puertas.
Una vez más, el arcángel de hebras negruzcas se maravilló con el esplendor de aquel lugar en donde todo parecía brillar más que en cualquiera de los demás cielos. Segundos después descubrió que era producto de una única luz que se filtraba por lo alto. Todas las paredes e incluso el suelo, eran de cristal en donde sus reflejos brillaban.
—¿Pero qué! —Yoongi exclamó, saltando y cayendo sobre su trasero. Debajo de él, su reflejo le sonreía aún de pie, alejándose para ahora mirarlo desde su perfil derecho, encerrado en los cristales de las paredes.
—Parece que es juguetón —comentó Jimin mientras reía. El mayor estuvo a punto de protestar y preguntar qué benditos ocurría con esa habitación. Sin embargo, sus palabras murieron en su garganta cuando elevó su mirada hacia el peligris y lo vio siendo desnudado por sus querubines frente a él.
—Ese que vez es el reflejo de tu alma —sonrió el menor y cerró sus ojos, uniendo sus brazos sobre su pecho para sentir el agua pura caer sobre él. Solo entonces Yoongi se dio cuenta que Jimin estaba dentro de una fuente, donde el agua tomaba escasas tonalidades de rosa y dorado al hacer contacto con la sedosa piel de aquel arcángel.
Lo estaban purificando.
—El santuario siempre te reflejará a tu ser interior por más que intentes reprimirlo. Ese que ves —señaló al reflejo y Yoongi apartó su vista casi a regañadientes del menor, solo para observarse en los cristales, descubriendo que ya no se veía a sí mismo; su reflejo miraba a Jimin —, ese es el Yoongi iracundo, listo para la guerra que a veces intentas ocultar por miedo a que tus hermanos desconfíen de ti o te teman.
El pelinegro regresó su vista al menor, viendo como ahora era cubierto por finas telas que transparentaban su firme piel y sus curvas celestiales. Fue entonces cuando miró a los lados del menor, intentando encontrar su reflejo. Pero no había otro Jimin en las paredes. Solo otro Yoongi que se paseaba gruñéndole a los querubines que se le acercaban para molestarlo.
—Si me buscas a mí, estoy aquí —susurró el de cabellos grisáceos, sorprendiendo a Yoongi cuando sintió aquel susurro en su oreja, erizándole todos los vellos.
El pelinegro no tardó en girarse y ponerse de piel cuando detrás de él no encontró nada... ni a nadie.
—Está jugando contigo ¿no? —rio de nuevo Jimin, a la distancia, —se aprovecha de que no puedes verlo.
—¿Por qué no? —habló por primera vez, desde que se había visto a sí mismo sonreírse.
—Porque aquí solo puedes ver con libertad a tu reflejo. Los de otros solo serán contemplados por sus dueños o por el regente del tercer cielo.
Jimin se acercó al mayor mientras éste aún permanecía perdido en sus pensamientos y acarició su pecho. Aquella era una manera en la que los ángeles compartían su calma y paz interior con sus hermanos.
—Es normal sentirse nervioso la primera vez que se entra a este lugar —le habló, elevando su mano en una caricia, hasta surcar esa marcada mandíbula y frenar en la mejilla del pelinegro. Yoongi no había podido evitar cerrar sus ojos al sentir aquel hormigueo. Sin embargo, no era calma lo que sentía. Ese dolor, que comenzó a atormentarlo hace tiempo, estaba ahí. Despertando más intenso con cada retumbe de su corazón contra su pecho —. ¿Podrías darme una pluma, Yoongi?
—¿Eh? —balbuceó desorientado cuando el menor le habló.
—Para el ritual. Es necesario una pluma de cada regente. Ya envié a mis querubines a por una de los demás.
Yoongi lo miró, aún algo atontado y asintió desplegando sus alas de golpe, haciendo volar por los aires algunas plumas que parecían tener luz propia. No pudo evitar sonreír cuando Jimin abrió sus ojos en asombro y éstos brillaron como si ansiaran acariciar su plumaje majestuoso. Las alas de ese príncipe siempre habían sido dignas de envidiar.
Reflejando las emociones de Jimin, los querubines chillaron de emoción y danzaron en el aire mientras intentaban atrapar las plumas que aún no tocaban el suelo, gritando en victoria cuando lograban tomar una. Yoongi no pudo evitar reír ante aquella escena. Los demás tenían razón cuando decían que los ángeles de Jimin eran los más traviesos. Sin embargo, la mueca de sus labios se borró y sus plumas se crisparon cuando sintió un contacto ajeno sobre ellas. Jimin, aún frente a él, se encontraba perdido en la pureza de esas alas, acariciándolas con suaves toques casi desde su nacimiento. El pelinegro tembló y por un momento contuvo el aliento cuando se percató de la escasa distancia que los separaba. Su pecho dolía cada vez más. Su corazón de nuevo era amenazado por los pinchazos de espinas.
—J-Jimin...
—¡Lo siento! —gritó el menor, alejándose cuando se dio cuenta de lo que hacía —. Lo siento... es que tus alas... son muy bonitas, Yoongi —se excusó, apresando su labio inferior entre sus dientes para retener su sonrisa.
«—Como tú»
Yoongi miró rápidamente hacia sus lados y Jimin se sonrojó cuando ambos oyeron al reflejo del pelinegro hablar.
—Gracias —respondió el peligris con timidez y sonrió cuando uno de sus querubines le acaricio la mejilla con una pluma. Por las enormes puertas del santuario, otros cinco llegaban con las manos en alto, enseñando aquello que habían ido a buscar.
Pronto un circulo sobre el altar fue formado por los querubines; cinco plumas blancas bañadas en colores de cada arcángel y una completamente dorada que le pertenecía al regente del cuarto cielo.
Yoongi observaba todo desde cerca mientras el último angelito tomaba una pluma blanca con destellos en color malva de un cofre en lo alto del altar. No iba a negar que le extrañó que Jimin guardara sus plumas, pero luego concluyó que posiblemente lo hacía para purificarlas con anterioridad como...
como había purificado su cuerpo.
Jimin lo miró intensamente cuando aquel pensamiento cruzó la mente del pelinegro y por un instante temió haberlo expresado en voz alta, mas la suave sonrisa del otro calmó sus temores.
Esos no eran pensamientos que debía permitirse.
Tomando posición en el altar para comenzar con el ritual de unificación, Jimin se divertía con las expresiones del mayor, aún creyendo que no caía del asombro que le había provocado ver su reflejo pasearse por las paredes del salón. Sin embargo, sus ojos se perdieron lejos del pelinegro cuando algo, bajo los pies de éste, llamó su atención. El reflejo de Yoongi había regresado a su sitio y al igual que él, tenía sus alas desplegadas.
Alas... de plumas totalmente negras.
—Igual a las nuestras —le susurró su propio reflejo al oído y Jimin tembló.
¿Cómo podía ser posible que él vea sus plumas tan puras? Incluso las había sentido. Pero... los reflejos jamás mienten.
Sin saberlo, desde aquel momento Seokjin había cometido su primer gran error al juntar a aquellos dos poderosos celestiales.
¿Qué tan fuerte debe ser un alma para no corromperse?
Aclaración: Que algunos llame a los otros "sus hermanos" no significa que lo sean. Solo recuerden que ante Dios, todos son sus hijos. Por ende, los seres humanos también son hermanos entre ellos. Hermanos de fe. No significa que deba tomarse en el sentido literal de la palabra.
¿Cual es el colmo de una agnóstica?
:v
Escribir un fanfic de ángeles xD
Lo admito, no creo en Dios, pero estas madres de ángeles y demonios me pueden demasiado.
Nina Glastor
[corregido 08/04/19]
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