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Chapter Six: Voz.





Capítulo Seis: Voz








Narrador Omnisciente




Cuando la puerta de madera frente a ella se abrió mostrando a la madre de Gohan empezó a sudar frío, no sabía por qué debía sentirse así pero fue como conocer a sus suegros aquella vez cuando tuvo quince años y aún estaba viva; estuvo igual de nerviosa pues no sabía si les agradaría pero para su suerte fue así.

Esta vez no estaba segura de que corriera con el mismo destino.

Su hijo pudo haber muerto a manos de un demonio por culpa suya y lo más seguro es que su madre estuviera enterada de eso, ¿Qué tal si la odiaba por tal cosa? Por suerte, según le contaron, Aioros había llegado a tiempo para prevenirlo.

Cuando la progenitora del muchacho pelinegro la dejó pasar sus nervios disminuyeron un poco. Eso era bueno, ¿no? Si no le agradara ni siquiera la saludaría. Esto era un avance.

La madre de Gohan se presentó como Milk, una mujer de cabello negro recogido en un moño alto y vestida con un traje de estilo chino, toda ella daba la vibra de ser una ama de casa.

La casa era muy linda por dentro, hogareña con tonos claros en las paredes, los muebles bien repartidos a lo largo del entorno y varias fotos de la familia en dónde también se puede ver a un hombre con el cabello igual al de una palmera. Se le hizo gracioso cómo alguien podía tener el cabello así de manera natural. Su figura se podía observar en varias fotos así que la rubia supuso que era el padre de Gohan.

Pero sobre todo, un intenso y rico olor a comida casera se apoderaba de la sala.

—¿Por qué no cenas con nosotros? Ya está casi listo todo. Gohan me ha estado contando mucho sobre tí, así que tenía deseos de conocer a la chica que había cautivado a mi hijo —le contaba Milk encantada, le ofreció asiento mientras iba a la cocina a terminar la cena.

La chica no sabía qué decir, no quería abusar de su hospitalidad, además de que no podía comunicárselo verbalmente.

Un segundo... ¿Ella dijo...? ¿Cautivar a su hijo? La muchacha parpadeó perpleja ante sus palabras.

Por lo general, Milk era una madre celosa que siempre se preocupaba por sus hijos, siempre había tenido en mente que no dejaría que cualquier muchacha se acercara a él para robar su inocencia o casarse con él. No cualquiera era merecedora de alguien como su hijo. Pero cuando la vió a ella no pudo enojarse, esa chica tenía un algo que la hacía imposible de odiar.

Debido a sus declaraciones, Gohan se sonrojó fuertemente y empezó a mover las manos frenéticamente tratando de negar lo que su madre había dicho, no quería que la ángel lo sacara de contexto, ¡No le había hablado tantas veces a su madre de ella! Era una exageración.

—¡Mamá! —pero la mujer no le hizo caso.

—¿Sabes? Eres mucho más hermosa de lo que me imaginé, creí que Gohan exageraba pero veo que no —el mestizo quería morirse o que se lo tragara la tierra, la de cabello rubio miró a Gohan que intentaba cubrir su rostro apenado y solo pudo sentir ternura, con cuidado colocó su mano sobre su hombro frotándolo en señal de conforte; de inmediato el joven se destapó la cara encontrándose con la mirada compasiva de ella, sintiéndose un poco mejor—. ¿Te gusta el pescado, querida? Si gustas puedo prepararte otra cosa.

Cuando se giró para verla captó a ambos jóvenes —bueno... No tanto por la rubia— mirándose mutuamente de forma cálida. Posiblemente no lo hacían a propósito o no se daban cuenta pero ahí empezaba algo.

Milk creía en el destino, su reencuentro con Son Goku cuando le propuso matrimonio era una gran prueba de que cuando algo está destinado a ser solo sucede; esto era igual, podía sentirlo pero por ahora no diría nada, solo observaría el flujo de la situación.

La chica la miró y enseguida apartó su mano del hombro de su hijo, ella negó con la cabeza a la vez que hacía señas con sus manos: su mano derecha se movía como si nadara en el mar así que eso debía ser un pez, luego formó una equis con los brazos.

—¡Oh! Ya veo, no te gusta el pescado, entonces ¿Otra clase de carne está bien? —la cara de la rubia parecía mortificada, indecisa, sin saber cómo declinar su oferta.

Para empezar, ella era alérgica al pescado así que estaba totalmente descartado siquiera pensar en comerlo. Segundo, no podía seguir quedándose, no debía dejar que se encariñaran con ella ni ella tomarles afecto.

—Creo que no puede, mamá. No te preocupes, está bien si no puedes quedarte, debes estar cansada después de lo de hoy —Gohan se sorprendió a si mismo que su voz saliera tan natural.

—¿No vas a quedarte a cenar? —el pequeño Goten había aparecido en el lugar, venía de lavarse las manos y la cara.

La mayor al ver el puchero del niño supo que estaba perdida, no podía decirle que no a una carita tan adorable como la del pequeño.

Entonces terminó aceptando.















Cuando llegó el día siguiente, salió muy temprano a pasear por la ciudad en busca de algo que le ayudara a descubrir por qué había sucedido todo lo que había pasado pero lo único que logró saber es que no sentía la presencia de los demonios lo que se le hacía demasiado extraño, ellos siempre rondaban por ahí en busca de alguna víctima o de entretenerse. Luego del ataque en la división principal del Cielo no había vuelto a ver o sentir la energía de ellos. No sabía si estar agradecida o temer por ello.

Revisó cada rincón, cada callejón en el que pudiera haber presencia de energías malignas pero nada, simplemente no había ni un rastro de ellos. Ni siquiera una pista que indicara que estuvieron ahí y desparecieron.

Parece que después del ataque se escondieron en su cueva, ¿La razón? Totalmente desconocida.

Cuando hubo revisado la ciudad se dirigió a las zonas montañosas de la región, para el momento en que lo hizo se hacían cerca de las tres de la tarde, aún tenía tiempo suficiente.

Una idea tonta surcó su mente y tal vez no funcionara pero debía intentarlo, así podría cubrir más terreno. Cuando se perdió de la civilización desplegó sus alas con un leve quejido pero para su grata sorpresa casi no dolía, las agitó con delicadeza encontrando unas alas ya bastante recuperadas, de seguir así solo quedaría esperar un par de días ¡Y listo! Cómo nuevas.

Se dibujó una blanquecina sonrisa en su rostro que demostraba lo feliz que estaba de la mejoría de sus alas.

Cómo casi no sentía dolor las movió hasta elevarse en el aire y empezó a volar, aunque de vez en cuando sentía uno que otro tirón en el ala mala pero no era algo que no pudiera soportar.

Con una técnica especial escaneó las zonas que sobrevolaba pero luego de una hora —intercalando el vuelo con una caminata para descansar las alas y así sucesivamente— dió por fallida su misión de encontrar a un solo demonio, entonces descendió para tomar un descanso y terminar el resto del recorrido a pie.

Pero a lo lejos pudo ver una mancha verde con negro volar en su dirección a toda prisa, la rubia usó una técnica de visión aumentada y al enfocar la mancha se dió cuenta de que era Gohan pero lucía un poco distinto: ya no traía su casco, sino una pañoleta blanca atada en la cabeza y un par de gafas negras.

¿Por qué el repentino cambio?

Son Gohan pareció notarla porque lo vió descender en su dirección y cuando estuvo cerca el muchacho se paró en frente suyo.

—¡Hola!, ¿Qué haces aquí? Bulma dijo que habías salido a la ciudad desde muy temprano. Esta parte ya no es la ciudad —señaló Gohan mirando a su alrededor algo confundido.

Ella quiso responderle pero maldijo internamente al darse cuenta de que había olvidado la libreta en la Corporación Cápsula, otra vez.

El hijo de Goku al notar esto le preguntó:— ¿Por qué no usas tus palabras? Sé que tal vez te incomoda hablar por lo que me contaste pero no creo que pase nada malo, hasta ahora he estado bien, nada me ha sucedido —intentó convencerla, la verdad si tenía razón, si su voz le hubiese afectado la situación sería completamente distinta.

Ella lo pensó; Gohan parecía ser inmune al efecto de su voz así que hablar otra vez posiblemente no haría daño. Además, ya extrañaba usar sus palabras para comunicarse con otros.

—En serio, ¡Estoy bien! ¿Ves? —se quitó las gafas revelando su blanco rostro— Rostro sano, mente sana.

La rubia soltó una pequeña risa:— ¿Eso lo inventaste tú? —entonces se animó a hablar, una sonrisita se formó en el rostro del jóven al escuchar su hermosa voz.

—Tal vez... Es que las personas revelan su estado de salud en su cara.

—No siempre, de hecho. Hay humanos que son tan buenos fingiendo que no les notas nada a menos que te lo confiesen —hizo una mueca mientras lo contradecía—. Respondiendo a tu pregunta: estaba buscando información relevante, algo que me sirviera para averiguar por qué ocurrió el ataque a mis hermanos pero hasta ahora lo único que encontré fue que no hay demonios por ningún lado —se encogió de hombros, empezando a darse por vencida.

—¿A qué te refieres?

—Los demonios son seres que pueden vagar por el mundo para hacer de las suyas, pasan desapercibidos o invisibles si así lo quieren pero también pueden hacerse visibles ante los demás —explicó brevemente, Gohan asintió comprendiendo la situación.

—Igual que ustedes que pueden aparecer y desaparecer —razonó mirando hacia el cielo, la contraria hizo un sonido afirmativo.

—Mmmh, así es. Me parece raro que no haya ninguno, tal vez se están recuperando de la batalla que armaron con mis hermanos o...

—¿O? —incitó a que continuara pero la mayor sacudió la cabeza negándose a dar información de más.

—No te preocupes por eso, Gohan. Pero dime, ¿Tú a dónde vas? —cambió el tema, haciendo casi la misma pregunta que él cuando se encontraron.

El corazón del muchacho sufrió de arritmias cuando escuchó su nombre salir de los rosados labios de la rubia, sonaba tan bien cuando ella lo decía.

Entonces entre tartamudeos le explicó todo; desde que Videl lo había chantajeado para que participara en el torneo hasta el momento en su padre lo contactó desde el más allá para decirle que participaría también en el evento.

La ángel frunció el ceño:— ¿Tu compañera te obligó a que participaras en el torneo? Pero eso no es justo, es jugar sucio. Si no quieres participar ella no puede obligarte —Gohan parpadeó un par de veces tratando de entender por qué solo se fijó en esa parte.

—L-lo sé pero... Ahora que mi papá va a participar quiero hacerlo yo también. ¡Volveré a verlo después de cinco años! —se explicó sintiéndose extasiado al recordar su plática con su padre desde el más allá.

Ante esa razón el corazón de ella se estrujó, entendía muy bien la sensación de querer volver a ver a tus padres...

Gohan le preguntó si quería acompañarlo pues se dirigía a las casas de sus amigos para darles la noticia del regreso por veinticuatro horas de su padre, la mayor se sorprendió a sí misma cuando ya iban volando hacia la casa de un tal Roshi.

—Aún me duele un poco el ala pero es soportable —le dijo cuando Gohan le preguntó acerca de su estado de salud. Él hizo un sonido comprensivo.

Y así se fueron hablando todo el camino, ella sintiéndose aliviada de volver a usar sus palabras. El mestizo procuraba hacer preguntas con las que la muchacha se encontrara cómoda y no se sintiera invadida. Y ella... Extrañamente se sentía demasiado cómoda con él, como si fuesen mejores amigos desde hace años.

Eso le gustó.














Cuando empezaron a sobrevolar el mar fue que su ala comenzó a fallar otra vez haciéndola sentir un calambre en la zona que se extendió hacia su espalda. Al casi precipitarse al cuerpo de agua bajo suyo, Gohan la envolvió con sus brazos y maniobró para que la mayor se subiera a su espalda y que estuviera más cómoda.

Además, así no tendría que ver su rostro o se pondría tan rojo que pasaría por un tomate.

Llegado el momento apareció una pequeña isla con una casa de madera en ella la cual le informó Gohan que era la casa del maestro Roshi, un viejito que entrenó a su padre cuando era niño.

En el momento en que descendieron de la casa salió un hombre que parecía ser bajito con una abundante cabellera negra que se paró al lado del que la ángel supuso que era ese tal Roshi.

—¿¡Qué!? ¿¡Goku también!? ¿¡Estás bromeando!? —exclamó el más bajo, llamado Krillin, sin dar crédito a lo que el hijo de su amigo decía.

Les resumo: Cuando llegaron a Kame House Gohan le presentó al par de hombres presentes, Krillin la recibió muy sonriente y amistoso; emocionado de ver cómo una chica tan linda acompañara a Gohan. Poco le faltó para sugerir que había un noviazgo entre ellos, pero sus ideas se vinieron abajo cuando les contaron todo lo que había pasado.

Por otra parte, Roshi tuvo intenciones de tocar ciertos atributos de ella pero el mestizo la movió quedando entre el anciano maestro y su nueva amiga. Krillin, por supuesto, regañó al maestro Roshi por pasarse de libidinoso.

—¡Qué bueno! Hace tiempo que no vemos a Goku —comentó Roshi recostado en su silla de playa mientras sostenía una revista.

—El torneo de las artes marciales... No estoy seguro de si participar —se empezaba a lamentar el bajito, prediciendo su fracaso.

Tal parece, según le había contado Gohan, que Krillin solía ser un luchador de artes marciales pero que luego de la muerte de Goku dejó de dedicarse a eso.

—¡Sí, participemos juntos! —le insistió el muchacho emocionado, la rubia sonrió inconscientemente creyéndolo adorable al verlo así.

—Pero Goku y Vegeta también participarán, es imposible que llegue a los primeros lugares —adoptó una pose pensativa, casi insegura—. Además... No sé qué me dirá mi esposa.

La mayor se distrajo cuando una pelota de goma azúl rebotó por la madera del suelo de la casa y rodó hasta los pies de Krillin, una pequeña niña de cabello dorado como el suyo atado en dos coletas corría detrás del objeto inanimado.

Krillin se agachó y tomó la pelota para entregársela a la niña, luego acarició su cabeza al mismo tiempo que la pequeña reía. A la rubia le pareció una niña muy linda, que compartía rasgos con el bajito así que debía ser su hija.

En la puerta se asomó una mujer de su misma estatura con el cabello igual de rubio que la niña pero lo traía corto por los hombros, era muy bella. Salió de la casa y al enterarse del torneo y los premios que darían para los cinco primeros lugares le insistió a su esposo —Krillin— que participara, añadiendo que ella también lo haría.

Entonces no le quedó de otra que aceptar pues su hija también se unió a las insistencias.

—Por cierto, Gohan, ¿Por qué andas vestido con ese traje tan ridículo? ¿Vas a ir a una fiesta? —lo miró inquisitivo analizando a detalle su traje, cuando la ángel miró a Gohan se dió cuenta de que su ceja se movió con un tic nervioso al escuchar las palabras del amigo de su padre.

—¿¡Pero qué estás diciendo!? ¡Si es estupendo! Krillin me doy cuenta de que no tienes ningún gusto por la moda —acusó el muchacho sintiéndose ofendido de que trataran a su maravilloso traje como un simple disfraz menor.

La cara del bajito fue todo un poema que resultó cómica para la mayor de todos los presentes. Gohan se colocó nuevamente los lentes despidiéndose de ellos.

—¿Crees que puedas volar o quieres que te lleve? —la mayor negó a su primera pregunta así que el hijo de Son Goku la montó en su espalda tal y como antes de aterrizar.

Sintió un poco de pena pero optó por fingir que nada pasaba. Ella se despidió de los amigos de Gohan y pronto se alzaron en vuelo otra vez, esta vez con dirección hacia el templo de Kami-sama.

Tenía que confesarlo; le parecía entretenido pasar tiempo con Gohan recorriendo lugares y conociendo a las personas que eran cercanas a él.

Pero sabía que pronto tendría que decir adiós de manera permanente.

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