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Chapter One: Una Bebé Mestiza

°Advertencia: leer la nota de autora al final, gracias°

Capítulo Uno: Una Bebé Mestiza




El ambiente era tenso, ambos se miraron fijamente sin mover ni un músculo, ¿De verdad había escuchado bien?

Sin poder creerlo decidió abrir la boca para decir algo pero la expresión de su maestro hizo que se quedara sin voz. El Guardián Mayor había tomado una decisión que probablemente la mayoría estaría en contra.

—¿Y bien? —El Guardián Mayor rompió el silencio— ¿No dirás nada, Yin Chen?

En ese momento Yin Chen reaccionó.

—Uh... Señor, con todo respeto, no creo poder ser capaz de ser su Ángel Guardián —se negó el de cabellos plateados finalmente—. Ella es de la raza saiyajin y la forma de ser de ellos es algo... imposible de seguir.

—Yin Chen, sé que no estás muy de acuerdo con esto pero como comprenderás eres un Ángel Guardián y tu deber es proteger a la persona que se te asigne —trató de hacerlo entrar en razón.

—Es una saiyajin y yo un Ángel. Ellos se dedican a conquistar planetas y yo soy partidario de la paz —resaltó sus diferencias, la desesperación tratando de tomar lugar en la conversación al verse acorralado.

Realmente no podía negarse puesto que una vez que le asignaban a alguien debía aceptar sin rechistar, esas son las reglas pero había algo más. La sonrisa del Guardián Mayor le daba la sensación de que había otro motivo oculto en el plan de mandarlo a proteger a una princesa saiyajin.

—Es precisamente por tus habilidades y convicciones que quiero que seas su guía —habló otra vez el Ángel de aspecto anciano pausadamente—. Sé que lo harás bien, confía en mí.

La voz del hombre mayor tenía un tono tan tranquilo, sereno y melodioso que llegaba a ser muy relajante para el contrario.

Un silencio avasallador se apoderó del Gran Salón vacío —excepto por ellos dos—, no había ningún grillo que tornara incómodo el momento pero si regresó a ser tenso.

Muchos pensamientos colmaban la mente de Yin Chen; dudas, pensamientos negativos y positivos pero lo más importante era la pregunta: "¿Realmente puedo hacerlo?" que abarcaba gran parte de ellos.

Mientras el menor de los Ángeles —presentes en esa sala— pensaba, el señor lo miraba en silencio a la espera de una respuesta más afirmativa, nadie más lo sabía pero detrás de esas palabras de convencimiento se encontraba el punto decisivo de lo que podía ser un futuro bueno o malo. Probablemente Yin Chen no comprendía la razón de todo eso pero fue nuevamente la mirada de su maestro que causó un sentimiento en su corazón...

Sí, terminó aceptando.

—Si son los deseos de mi maestro entonces seré su Ángel Guardián —a pesar de sentirse con molestia ejerció una reverencia llena de respeto para su maestro, su cabello amarrado en una trenza plateada cayó sobre su hombro derecho.

—Mira el lado positivo: Podrían llegar a ser cercanos —comentó el Guardián Mayor dedicándole una última sonrisa y estiró su brazo indicándole la salida—. Buenas tardes, Yin Chen.

El Guardián no tuvo que esperar a que dijera con palabras que debía irse así que solo hizo una última reverencia para luego salir de allí. En lo único en que pensaba era en si su maestro había hecho una buena elección, si ella era una princesa entonces debía ser el doble de egocéntrica que los demás saiyajines.

—Solo eso me faltaba, una niña mimada y saiyajin como protegida —mientras caminaba por el pasillo solo podía oírse su voz retumbar las paredes.

Con el pasar de las horas Yin Chen meditaba todo lo sucedido en una habitación apartada de sus demás hermanos ángeles, deseaba total privacidad para memorizar cada una de sus opciones y estrategias para poder lograr su misión pero no fue hasta que una presencia a su lado lo llamó que no despegó los ojos de la pared.

_¿Qué tiene esa pared de interesante que no lo tengan tus hermanos? —indagó una voz tan conocida por el de cabello plateado, el tono curioso acarició los oidos del de cabellera plateada y trenzada.

Yin Chen giró su cabeza lentamente con media sonrisa plasmada en su rostro.

—No tiene nada, que estés aquí es mucho mejor que eso —respondió intentando halagar a su acompañante pero solo hizo que se sonrojara haciéndolo a él sonreír—. Yue, ¿Qué sucede?

—Pasaba por aquí y sentí tu presencia, me preguntaba por qué estabas tan solo —explicó el mayor de los dos. Yin Chen palmeó el asiento a su lado y Yue se sentó.

Yue, un ángel cuyo símbolo a representar era la luna, era alguien que a simple vista parecía ser alguien duro, frío incluso, pero cuando se trataba de Yin Chen su corazón se ablandaba más de lo normal. Tal vez era porque hasta cierto punto ambos eran casi iguales como en su personalidad, por ejemplo.

Yue compartía algo de afecto por sus otros hermanos no consanguíneos pero no era tan fuerte como con Yin Chen y tal vez se lo negaba a sí mismo tratando de aparentar que era igual con todos, pero en cualquier situación riesgosa que involucrara al de cabello trenzado él siempre era el primero en acudir.

—Pues me alegra que vinieras, me ayudaría a despejar mi mente -suspiró.

—¿Qué es lo que te molesta?

El menor volvió a suspirar:— Nuestro Señor, el Guardián Mayor, me asignó a otra persona para guiar.

—¿Eso es un problema? —la confusión invadió a Yue.

—No, el problema es a quién debo guiar —antes de que Yue preguntara siguió hablando— Es la princesa de los saiyajines y como te imaginas, debe ser muy arrogante. A lo que me refiero es que será difícil convencerla de ser buena.

Yue lo miró y luego desvió su mirada a la pared de enfrente.

—Entonces ten paciencia. Nunca te das por vencido, sé que podrás con ella.

Gracias a su comentario ambos se dedicaron una sonrisa.





No había sido fácil pero después de un mes Yin Chen pudo suavizar un poco la personalidad de la princesa de los saiyajines, al principio no se soportaban y ella hacía lo contrario a lo que él le decía pero poco a poco —aunque no lo reconociera— ella se dejó invadir con la bondad del mayor.

Juno es el nombre de esa chica de apenas veinte años, la primera vez que se vieron el susto fue inevitable para ella así que por reflejo tomó su arma para dispararle pero Yin Chen lo esquivó con una facilidad aterradora que la molestó bastante.

Los Ángeles Guardianes pueden proteger a las personas de dos maneras: de manera presente o invisible. La primera consiste en hacerte presente frente a tu protegido e informarle solo lo que debe saber, aunque es una técnica muy poco usada y poco recomendada a usar con seres humanos —o terrícolas, como los llamaban en otras partes—. Y la segunda consiste en susurrarle al oído lo bueno, como si fuera su consciencia, para que la persona entre en razón por sí sola y sé de cuenta de las cosas.

Actualmente habían pasado seis meses desde que Yin Chen se había vuelto su Ángel Guardián y para su pesar se empezaba a retractar de todo lo que había dicho en su contra pues resulta que se había vuelto más amable de lo que era en un principio.

Más nadie sabía que ella tenía un Ángel Guardián así que no se hablaban en público, solo en lugares solitarios y cuando él tenía tiempo libre ya que también debía guiar a una mujer en un planeta llamado la Tierra. El cambio más notable que él había hecho en ella fue cuando tuvo que ir a una misión; debían conquistar un planeta para venderlo al mejor postor y cuando se dedicaron a aniquilar a los habitantes a Juno le tembló la mano.

«Los saiyajines habían llegado al planeta que dictaba las coordenadas, sus habitantes no eran grandes luchadores por lo que sería fácil eliminarlos. Fue decisión del Rey Vegeta que su hermana fuera a esa misión pues ya llevaba varias semanas sin ir a una, lo cual era un misterio para todos. La chica pelinegra lideraría al equipo por lo que se sentía aun más presionada.

Fue cuando estuvo frente a un hombre que su mano que sostenía el arma, tembló. El hecho de ver sus ojos asustados rogando por su vida la hizo detenerse, ¿por qué? Nunca antes le había pasado eso y ahora solo con ver a ese hombre se congelaba... Qué extraño.

Por favor... no me mate... Tengo una esposa y esperamos un bebé suplicó mirándola a los ojos Por favor...

"Un bebé" "Una esposa" resonó en su cabeza una y otra vez. La chica frunció el ceño sin saber que hacer, su pecho era aplastado por una presión extraña que no entendía. Presionó el arma contra la frente del hombre tratando de darse valor para matarlo pero nuevamente comenzó a temblar, el contrario cerró sus ojos esperando el disparo que nunca llegó.

Juno comenzó a bajar su arma lentamente, algo que antes había hecho incontables veces ahora no podía, ¿Por qué? ¿Le iba a perdonar la vida?

—No puedo... —susurró incrédula y el hombre abrió sus ojos sorprendido.

Quiso decirle que se fuera, quiso decirle "toma a tu familia y vete de aquí" pero no pudo, un cuerpo grande la empujó fuera del camino y su cuerpo se raspó gracias a unas piedras en el suelo.

Apártate dijo el hombre que la empujó.

Antes de que pudiera quejarse él disparó matando al hombre que Juno se negaba a ejecutar. El de gran estatura y cuerpo robusto la miró con desprecio.

Eres una inútil. Una vergüenza para tu raza —la insultó Si tanto miedo te da matar deberías quedarte en tu palacio.»

Obviamente cuando eso llegó a oídos de su hermano ella hizo lo posible por dejar a Nappa como el mentiroso, claro que su hermano le creyó a ella y lo castigaron por rebelarse contra su princesa y líder de su escuadrón. Cuando Juno lo supo no pudo evitar sonreírle a Nappa con superioridad.

Todos esos cambios se debían a Yin Chen, ese día él no estaba con ella, dando así paso a la suposición de que fue ella sola quien no pudo ejecutar a ese hombre.

Se encontraban en el sexto mes y Yin Chen esperaba pacientemente a que la chica de veinte años despertara de su sueño, cuando lo hizo dejó su libro y la observó estirarse.

—Yin Chen —dijo bostezando—. Si no fueras mi Guardián diría que eres un pervertido y te asesinaría justo ahora.

—Buenos días también, Juno —dijo sarcástico.

—Por supuesto, buenos días —sonrió falsa y su contrario frunció el ceño—. Si tu te burlas de mí, yo también puedo.

La chica se levantó para hacer su rutina mañanera, al estar lista salió acompañada de Yin Chen para desayunar.

—¿No te han dicho que eres peor que una garrapata? —comparó Juno mirando al mayor de reojo.

—No has parado de repetirlo durante seis meses, Juno —su rostro continuó sereno a pesar del comentario, ya acostumbrado por supuesto.

Al terminar ambos quedaron a solas en los pasillos del palacio para mala suerte de la princesa saiyajin quien aún continuaba forzandose a rechazar los intentos del ángel por cambiarla.

—Juno.

—¿Mmm?

—¿Por qué te gusta Bardock? —preguntó sin pudor y la chica se detuvo en seco, sus pasos dejaron de oírse en el pasillo que recorrían juntos en dirección a la sala de entrenamiento.

Era por momentos así que Juno deseaba con fuerzas ocuparse con algo donde hubiesen más de sus compañeros para no tener que sentir la presencia de Yin Chen a su lado.

—¿C-cómo...? —fue interrumpida.

—Soy tu Ángel Guardián, saber de ti es mi trabajo —se excusó, su rostro era inexpresivo como casi siempre.

Ella lo observó pensando en que decir, se sentía avergonzada de confesarselo pues era su mayor secreto que ya no estaba oculto entre ellos.

La jóven mordisqueó su labio insegura de responder, pero negarlo no serviría de nada así que echó un vistazo asegurándose de la completa soledad que los acobijaba para que la información no llegara a oídos de su hermano, porque si se enteraba Juno estaba segura de que se moriría de saber que su hermanita estaba enamorada de un saiyajin de clase baja.

—No lo sé —dijo desviando su mirada.

—Juno, sé que mientes —dijo Yin Chen para nada feliz, la mencionada evitó mirarlo a la cara—. La conexión entre nosotros me revela lo que sientes y sé que no eres sincera.

La menor miró ahora sus zapatos avergonzada, no quería admitir que desde los quince años se enamoró de Bardock cuando le salvó la vida en uno de sus viajes a conquistar planetas, pensaba que la hacía ver débil por eso trataba de mantenerlo lo más escondido posible.

Yin Chen se acercó a ella, tomó su mentón con delicadeza y elevó su cara para que lo mirara.

—Él no es para ti, Juno, créeme —dijo mirándola fijamente a los ojos, su cercanía la estaba poniendo nerviosa—. Gine está enamorada de Bardock y él le corresponde. Deberías buscar a alguien que si pueda estar contigo sin amar a otra persona.

Podía sentir el apretujon que dió su corazón por tal revelación, era la primera vez que experimentaba algo así pero Yin Chen tenía razón, ella no podía pedir a alguien que amaba a otra persona.

Como siempre, él tenía razón.

Así que para apaciguar su dolor se fijó en algo más, algo que tenía justo al frente suyo— ¿Sabes? Viéndote desde tan cerca me doy cuenta de que eres muy atractivo —Juno sonrió a medias con su corazón latiendo débilmente en un ritmo completamente diferente.

El Ángel sonrió divertido, era la primera vez que la saiyajin le confesaba esa clase de cosas dado a que su orgullo no se lo permitía.






Mezclar una habitación, una jóven con hormonas en su estado más vivo y un ángel atractivo en definitiva no fue una buena idea.

Una noche cuando todos estaban en sus casas descansando, Juno y Yin Chen no lo hicieron, ellos se quedaron despiertos en una situación un poco tensa. El ángel comenzó a besar a la chica con necesidad, Juno le correspondió de igual manera pasando sus manos por el cuello del mayor atrayendolo a ella, ambos cayeron a la cama y sin esperar mucho la situación se tornó subida de tono.

—Espera —el poco sentido de cordura en la mente de Yin Chen trataba de despertarlo, pero el deseo de placer lo estaba consumiendo a un ritmo veloz—, Juno esto no —sus palabras eran calladas por los besos algo inexpertos de la menor—, yo no...

—Lo necesito, necesito esto —un tono de súplica empañó su voz—. Por favor.

Los muslos de la chica se apretaban al rededor de las caderas de Yin Chen pidiendo más contacto, la fricción ejercida entre sus cuerpos lo hizo voltear los ojos pues era una sensación que no experimentaba desde que lo había escogido como ángel lo cuál había sido hace trescientos años o un poco más.

Un gemido grave salió desde su garganta como respuesta al estímulo provocado, sus manos tomaron las caderas de Juno para detenerla pero sus movimientos parecían dudosos, había una especie de fuerza que lo embriagaba de esa necesidad de ser tocado y saciar ese placer creciente. Empezaba a atribuirlo al vínculo entre ellos de ángel-protegida que lo hacía sentir sus emociones cuando eran demasiado fuertes. Si, eso debía ser. Él no era así y necesitaba parar pero...

—Yin Chen...

Su nombre siendo gemido por Juno lo cegó por completo.

Su ropa terminó en el suelo sin tardanza, los dos se encontraban haciéndolo. Yin Chen utilizó sus poderes para que ningún ruido saliera de la habitación y así no ser molestados. En ese momento todo se sentía bien, sentían que se completaban el uno con el otro y que debían estar juntos, los dos se amaron por horas en esa habitación sin descanso hasta que finalmente se volvieron uno en cuerpo y alma, la chica saiyajin cayó dormida al lado de su amante.

Un mes pasó y Juno comenzó a sentirse mal, tenía nauseas, mareos y de vez en cuando se desmayaba, el primero en notar sus malestares fue Vegeta, su hermano, quien se asustó por creer que su hermanita podía tener una enfermedad terminal así que la mandó a que la revisaran con un experto. Cuando Juno se enteró de los resultados pidió que no le dijeran nada al Rey, ella misma se lo diría en cuanto pudiera y ese momento pasó tan rápido que hasta ella se impresionó.

Mientras él tenía una reunión importante a ella se le ocurrió decirle la importante noticia así que se dirigió al Salón del Trono y lo encontró hablando con otros hombres, el rey se volteó a verla impaciente descubriendo la cara seria de su hermana.

—Debo hablar contigo —le informó la chica demandante.

—Juno, sea lo que sea puede esperar, justo ahora... —fue interrumpido.

—No, debe ser ahora —dijo y se dio la vuelta para que lo siguiera.

El rey suspiró:— Con permiso.

Cuando estuvieron solos él la tomó del brazo con fuerza para detenerla y preguntarle que quería con tanta urgencia que no podía esperar.

—¡Auch! ¡Me lastimas! —se quejó safandose de su agarre.

—Juno, solo habla —exigió.

—Es que... —dudó por un momento, inhaló profundo y se armó de valor para decirle—. Estoy embarazada.

El mayor se congeló.

—¿Qué?

La chica solo lo miró esperando a que le gritara.

—¿Con quién te has estado viendo? ¿Tienes un amante? —su voz comenzó a elevarse— Dime, Juno. Jamás te di permiso de que salieras con alguien y ¿tu rompes mi confianza?

—Lo lamento pero- —se sintió mal por su hermano, no había pensado en él.

—Una disculpa no lo arregla. Dime, Juno ¿quién es el padre? —preguntó enojado— ¡Habla!

—¡Bien! El padre de mi hijo se llama Yin Chen, es un ángel y yo lo amo —confesó la chica elevando su voz.

Parecía que en cualquier momento a Vegeta le iba a dar un ataque, ¿Cómo es que su hermana se había metido con un ángel? Era un acto imperdonable para él, no podía creerlo.

—Es una broma, ¿verdad? Más te vale que lo sea —la chica negó—. Pues entonces arreglatelas sola.

Se fué.

Ahora su hermano la odiaba por sus actos inmaduros pero quería creer que valía la pena pues iba a tener un bebé de Yin Chen a quien, hasta ahora, decía amar. Pero... ¿cuánto durará?




El día del parto llegó, tanto Yin Chen como Juno estaban ansiosos, habían pensado en varios nombres para su bebé pero lastimosamente el de cabello plateado no iba poder estar ahí para ver a su bebé crecer, si el Guardián Mayor lo mandaba al infierno por desobedecer las reglas jamás iba a poder salir de ahí pero en ese momento trataban de no pensar en eso.

Mientras la chica era atendida él permanecía invisible a su lado dándole calma y apoyándola, el parto tardó varias horas pero al final todo salió bien.

El llanto de un bebé llenó la habitación, esa fue una señal de alegría para Juno quien sonrió contenta en cuanto la escuchó, la doctora que la atendía se sorprendió como nunca antes en cuanto vio a la bebé pues no solo portaba la tan conocida cola de mono de los saiyajines sino que también tenía un par de alas blancas en su espalda. La doctora se la pasó a la madre tan rápido como pudo como si hubiese estado sosteniendo algo que tanto asco le daba, eso hizo que la joven madre frunciera el ceño enojada por tratar así a su hija.

—Si tanto asco le da, doctora, ¿por qué no mejor se va? Su cara podría asustar a mi hija —dijo con desprecio, ella no iba a tolerar que la trataran así.

Todos salieron dejando solo a Yin Chen, Juno y a su pequeña hija, el de cabello plateado se acercó a la saiyajin para besarla en sus labios.

—Bien hecho —la felicito y volvió a besarla—. Gracias por dar a luz a nuestra hija.

Estuvo apunto de decir algo pero la vocecita de la bebé los llamó, la bebé abrió los ojos mostrando el color café igual a los de Yin Chen.

—Es igual a ti —dijo Juno sonriendo.

—Se parece a los dos.

Al rato Vegeta entró para ver como salió todo y se tranquilizó de ver a su hermana sana junto a su bebé pero lo que le disgustó fue ver a ese Ángel, Yin Chen, al lado de la chica pero iba a evitar cualquier comentario solo por la presencia de su sobrina.

Fue un momento conmovedor, ¿quién diría que el orgulloso rey Vegeta sonriera al ver a la pequeña mestiza en brazos de su madre? Si pudieran retratar ese momento lo harían pero jamás saldría a la luz para proteger su ego. La pequeña fue llevada hasta los fuertes brazos del rey quien la cargó con delicadeza gracias a la paranoia de Yin Chen que temía que pudiera caerse.

—¿Cómo se llama? —preguntó el hermano mayor de Juno.

—Bueno, estuve pensando y aunque Yin Chen y yo dijimos varios nombres creo que... —hizo una pequeña pausa y ambos la miraron—... el nombre ideal para ella es Jihyun.

Yin Chen tragó grueso, ese era un nombre muy especial para él pues pertenecía a alguien importante para él cuando estaba vivo. La chica lo miró sabiendo su reacción.

—La hermana de Yin Chen se llamaba así y ya que no podrán estar juntos —dijo refiriéndose a la bebé— pensé que sería buena idea que ella tuviera una parte de él, algo significativo —explicó—. Claro, si estás de acuerdo.

El mayor la miró sorprendido pero luego cambió a agradecido.

—Muchas gracias, Juno.

—Los voy a dejar solos —dijo Vegeta devolviendo a la bebé a los brazos de su hermana.

Salió de la habitación para darles privacidad y claro que Juno estaba agradecida.

—Esperaba enojo pero ¡Mira! —dijo divertida- Es más sensible de lo que parece.

Los tres pasaron el poco tiempo que les quedaba juntos, admirando a la bebé o simplemente hablando, Yin Chen le contaba datos sobre los Ángeles por si Juno necesitaba ayuda más adelante y así no tendría que entrar en pánico al cuidar a la pequeña Jihyun.

La hora de irse llegó dejando un vacío tremendo en Juno, no quería que él se fuera pero debía hacerlo. Una luz blanca se hizo presente en la habitación cegando casi por completo a la joven madre quien presionó a su hija contra su pecho por instinto.

—Yin Chen, hora de irnos —avisó la voz de un hombre proveniente de la luz.

Ella no podía verlo pero Yin Chen sabía quien era.

—Solo déjeme despedirme —pidió y al recibir un asentimiento de cabeza procedió a hacerlo—. No quisiera irme pero debo hacerlo. Lo lamento mucho.

—Descuida, sé que debes. Estaremos bien —dijo Juno con lágrimas en sus ojos, había perdido su orgullo desde que se enamoró de él.

—Por favor te pido que le hables a Jihyun sobre mí —pidió, su voz comenzaba a romperse.

—No te preocupes, lo haré —dijo Juno y recibió un último beso de Yin Chen, lleno de dolor.

Ambos voltearon a ver a su hija quien había hecho un sonido para llamar su atención, no sabía lo que ocurría pero ver a su padre dolido le daban ganas de llorar, Yin Chen acarició las mejillas de su hija para calmarla, no quería verla llorar o no sería capaz de irse.

—No llores, mi amor. Sé fuerte, por mí —dijo y deposito un beso en su frente, sin querer una lágrima corrió hasta dicho sitio empapandola.

El Ángel se quitó su collar y lo colocó en el cuello de su hija, quería que ella lo tuviera pues así lo recordaría. Yin Chen caminó hacia su maestro quien le extendió su brazo para que este lo tomara para poder irse, miró por última vez a Juno y su hija quienes estaban al borde del llanto. De un momento a otro la luz se esfumó y con ella Yin Chen quien por primera vez le hizo sentir a la princesa saiyajin lo que era amor.

—Yin Chen...






°.°

Hello!

Aquí vuelve minaela1234 con una historia nueva pero antes de que digan algo, el capítulo no significa nuevas actualizaciones, es solo para que tengan una pequeña probada de lo que se viene.

Para que sepan, solo utilizo a Yin Chen de LORD: Legend Of Ravaging Dynasties, no a su actor antes de que digan cualquier cosa. Porque me gustó el personaje y pensé que quedaría bien como padre de Jihyun, créanme estuve un largo tiempo sin decidir quien sería el padre de la protagonista, y se me ocurrió, un día que vi la película LORD (por cierto, las dos son buenas, se las recomiendo) y dije "¡Oh! él sería perfecto" y aquí estamos.

Sin más que agregar espero que se pasen por mis otros fanfics y voten y comenten si les gustó, bye (créditos al dueño de la foto en multimedia).

~minaela1234

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