𝗱𝗼𝗰𝗲. treehouse.
Maratón 1/3
Capítulo 12
La casa del árbol.
—Es momento de que vuelvas a tu hora de trabajo, niño.
Mi madre exigió, levantándose bruscamente de la silla, atrayendo la atención de algunos clientes que aún cenaban. Min Sowon abandonó el piso VIP del establecimiento, haciendo resonar sus tacones, indicándonos claramente que está molesta por la respuesta de Kim Seungmin. Mi padre, simplemente, se levantó de la silla con una sonrisa en su rostro, soltando risas orgullosas por todo lo que ha presenciado en los últimos minutos. Por otro lado, eso me avergonzaba, no entendía realmente qué le estaba gustando tanto.
Ambos sabíamos cómo terminaría esto.
—Bienvenido a la familia, Seungmin. Ya puedes irte, tu turno terminará en pocos minutos de todos modos. Le puedo pedir a Jungkook que me ayude a levantar las sillas, no te preocupes por eso. Ahora lleva a mi hija a casa—ordenó mi padre, dejando un beso en mi frente—. Adiós, Seungmin, te espero mañana.
—Adiós, Seokjin-nim.
Desde que Seungmin se despidió de mi padre, ambos permanecimos en silencio. Así que decidí levantarme de la silla acolchonada negra para poder salir del restaurante. Pero, como mi padre mencionó que no quería que me fuera sola, tuve que esperar a que Seungmin se cambiara y recogiera su mochila para irnos a casa. Apoyada en la barra, observé cómo mis padres están fuera del restaurante hablando y, obviamente, no parecían muy felices. Quizás, Sowon le estaba recordando que debía estar de su lado y no del mío, que ella no era una mala madre, simplemente me estaba protegiendo y quería lo mejor para sus hijos. Salí de mi inspección al ver a Jungkook levantando las sillas con el ceño fruncido.
Solté una risa al ver su rostro.
Namjoon apareció, regañando al menor por su cara de frustración y recordándole que nunca hacía nada, ni siquiera hacía bien su trabajo en recepción y que moverse un poco le haría bien. Lo oí murmurar algo, ocasionando que Namjoon vaya con todo, logrando que Jungkook corra a las escaleras, escapando por su joven vida, me reí de eso disimuladamente hasta que los pasos de mi padre me sacaron de mi diversión, parecía estar molesto, sin embargo, cuando me observó borró esa mala cara, dejando otro beso en mi cabeza y encaminarse detrás de la barra. Justamente, Seungmin salía por el mismo sitio con su bolso colgando por su hombro, me di la vuelta despidiéndome de algunos de los empleados para abandonar el restaurante de mi padre.
—Hasta acá llegamos, tú puedes irte por allí que yo me voy por aquí.
Indiqué los lugares que nos dividían, hemos caminado por dos cuadras del restaurante de mi padre, sabía que ya era mucha molestia con todo lo que tuvo que soportar con mi madre, lo que menos quiero y necesito es que me acompañe a mi casa, no quería que esté de malas cómo usualmente está conmigo. Seungmin deja de caminar, quedando a unos pasos de lejanía de mí para verme con su rostro serio, creo que es algo que me estoy acostumbrando a ver.
—No, le dije a tu padre que te acompañaré hasta tu casa y lo haré.
—No tienes qué hacerlo, le puedo decir que tú me acompañaste y que ya te tuviste que ir. Igualmente, él no pasará por los mismos parajes que aquí, no permiten que los autos transiten por la tierra que hay.—notifiqué, señalando la tierra que se encontraba en el lugar por el cual me iba a ir hasta mi casa.
—Te acompañaré, Myeong.
Ordenó con una ceja elevada, demostrándome de que cualquier cosa que le dijera no iba a cambiar su punto de vista, no me quedó de otra que empezar la caminata de nuevo por aquel sendero de tierra con algunas piedras, estoy muy segura de que ensuciará las zapatillas blancas que tenía puesto, quise evitar esa inspección siguiendo mi mirada enfrente, porque aunque los autos no puedan pasar, otros móviles sí podían, eran las bicicletas y las motos, aun cuando lo último tampoco tenía permitido, solo que lo hacían de todos modos.
Estuvimos caminando casi por 15 minutos cuando la situación ya me está poniendo incómoda, ninguno decía una sola palabra. Cabalmente en que estoy por abrir los bembos, así salíamos de este encuentro desagradable, mis ojos se encuentran con aquel lugar que no visitaba por mucho tiempo, que en el momento en que estábamos caminando no he girado mis orificios en ningún instante, porque las ganas de ponerme a llorar se incrementaron, debido a que eso me hacía extrañarlo cada vez más cuando no tenía que hacerlo.
No obstante, iba a volver a hablar con mi compañero de caminata, aunque una escena hizo que mis pies se claven en el suelo firmemente, viendo ese espectáculo con mis ojos bien abiertos, impactada de lo que está haciendo ese malnacido, él salía de «nuestro» sitio con la misma mujer que lo vi coquetear en el tiempo en que me estuve escondiendo de Kim Seungmin.
Me fue imposible ver cómo Hwang Inseo habitaba felizmente con otra mujer, entre que están corriendo por todo ese campo de pasto verdes, flores pequeñas y arbustos verdes con unos que otros árboles de hojas coloridas. Mis labios comenzaron a temblar al notar que Inseo está disfrutando de otra mujer que no sea yo, esto me recordaba que él jamás me quiso como yo lo hice con él, y el corazón me está doliendo como la mierda, preferí bajar la mirada, aguantando las ganas de ponerme a llorar y darme la vuelta, empezando a caminar con un chico detrás de mí, que estaba segura de que vio esa escena de mí pasándola mal por lo que había visto.
—Gracias por acompañarme. Adiós, Seungmin.
Me despedí rápidamente, introduciéndome al terreno de mi casa sin ni siquiera girarme a ver a la cara al adolescente que seguramente estaba disfrutando de mi mal momento amoroso, al entrar a la casa me encuentro una escena que es normal ver en mis padres. Sowon lanzándole algunos jarrones a mi padre, mientras que éste está escondiéndose detrás de las escaleras, también algunas empleadas veían a Sowon con miedo y trataban de controlar su temperamento, que evidentemente no han logrado, sencillamente me dediqué en subir las escaleras del lado contrario, donde mi madre le tiraba cosas a mi padre.
Entre tanto iba caminando por los enormes y anchos pasillos de la casa, mi mirada estaba perdida en lo que había tenido que ver por ser tan chismosa en querer recordar esos momentos que tuve anteriormente con mi exnovio, expulsé un bufido molesta conmigo misma para ver mi camino, así abría la puerta de mi alcoba con enfado, sabía que desde ahora haría todo con enojo solamente porque estoy dolida.
Me dirigí a mi cama y me senté. Mis manos cayeron entre mis piernas en busca de consuelo, y las lágrimas comenzaron a caer de mis ojos, distorsionando mi rostro con muecas horribles. Borré los rastros de mi llanto al levantarme de la cama y dirigirme al balcón que está a la derecha de mi habitación, desde donde podía ver el enorme patio delantero de la casa.
—Se ve genial... como para saltar...—murmuré, observando la gran altura desde mi cuarto hasta el primer piso.
Abandoné el lugar y volví a mi habitación para pensar en lo que podría hacer en ese momento. Al escuchar los tacones de mi madre caminando por el pasillo, corrí hasta la puerta, la cerré con llave y miré todo el cuarto, reflexionando sobre lo que podría hacer. Terminé por abandonar la habitación y llegué a las barandillas del balcón.
—¡Minha, abre la puerta!
Rugió Sowon, golpeando bruscamente la puerta de mi habitación. No tuve mejor idea que dar un gran salto al lado izquierdo del balcón, donde están las escaleras de emergencia enredadas con algunas hierbas. Nunca pensé que saldría de allí tan rápido. En pocos minutos, estoy en el piso firme del patio delantero de la casa y me alejé de allí, corriendo a toda prisa. No quería tener que soportar los regaños de mi madre en este segundo, mucho menos por una tontería.
Cuando salí de mi casa, empecé a correr con todas mis fuerzas sin tener idea de dónde terminaría exactamente.
Quería escapar de mi horrible hogar, en la cual tenía una madre psicótica y abusiva. Pero lo peor de todo es que terminé llegando al mismo lugar que me ha hecho daño este día. Me sobresalté al escuchar el sonido de los truenos que azotaban la ciudad de repente. Miré hacia arriba con desdén, observando el lugar que estaba frente a mis ojos y, entonces, di un paso, adentrándome sin importarme lo que encontraría allí dentro.
Cada paso que daba ocasionaba mis manos temblorosas, porque no quería ver lo que noté unos minutos atrás, mis pies tocaron el pasto verde que se hallaba un poco largo y mis manos se unieron en un puño, entre que seguía caminando, me fue imposible no recordar esos tiempos que pasé con Inseo. Observé la hamaca colgada del lado derecho, está sostenido por dos árboles, sonreí inconscientemente al recordar que en ese mismo punto fue nuestro primer beso y volví la vista enfrente, dando unos pasos más, llegando a la casa del árbol. Vi las escaleras de madera cubiertas de plantas trepadoras, que le daban un toque decorativo, y me dirigí a ellas para subir a la casa de madera. Al pisar el suelo firme, me quedé parada durante largos minutos, ya que allí habían demasiados recuerdos.
—Tú puedes, no seas imbécil, Minha...
Me animé a mí misma, con los puños más apretados de lo normal, y finalmente, mi mano se posó en la manija de la puerta. La abrí temiendo lo que podría encontrar adentro, empero, suspiré aliviada al ver que la casa del árbol está desolada. No hay nadie encima de nadie, nadie se estaba besando o quitándose la ropa, y me reí nerviosa por haber pensado que eso podría haber pasado.
Entré en la casa y cerré la puerta detrás de mí. Comencé a inspeccionar el lugar que no había visitado en mucho tiempo; los sillones puff frente a mí con una pequeña mesa de madera en el medio, donde alguna vez estuvieron nuestros vasos térmicos. Miré hacia la derecha y vi nuestras fotos colgadas, decorando el lugar. Fotos nuestras, con nuestros amigos, familias y pequeñas flores sobre algunas de las imágenes.
Debajo de esa pared de recuerdos hay una barra de madera. Me acerqué y vi restos de hojas destrozadas, lo que captó completamente mi atención.
Al recogerlas, pude notar algunas palabras largas y entrecortadas. Al parecer, alguien rompió una carta en pedazos... o él lo ha hecho. Se suponía que éramos los únicos que conocíamos este lugar y que podíamos habitarlo. Solamente pude leer dos fragmentos de hojas, uno decía: «Si tú solo...» y el otro: «Jamás lo entenderías». Solté una risa nasal, dejé las pequeñas hojas en su lugar y vi que la barra está llena de basura. Tomé una bolsa y comencé a tirar toda esa mugre para después sacarla de aquí. Estuve así durante largos minutos hasta que me cansé y me dejé caer en uno de los puffs.
—¿Mmh...?—musité adormilada. Abrí mis ojos dándome cuenta de que la luz del día entró a la casa de lárbol.—¡No me jodas! ¡Con una mierda! ¡Me matarán! Aish, ¿por qué tengo que ser tan impulsiva? ¡Debería dejar de actuar como a una estúpida, solo tendría que callarme y soportar la voz de mi madre regañándome en vez de estar haciendo estas tonterías!
Empecé a hablar sola, mientras abandonaba ese sitio que, sencillamente, me traía recuerdos del amor falso que había tenido. Cuando salí de ese lugar me encaminé hasta mi casa a las corridas, al llegar dejé la bolsa de basura en el enorme tacho, entrando a mi casa por la misma parte en que me fui la noche anterior.
Ingresé a mi habitación a los tropezones, casi me iba con Diosito por la forma en la que había entrado, di las gracias a quién sea que esté por allí salvando de mi culo, porque nadie se haya percatado de que no me escabullí la noche de ayer. Me dediqué en darme una corta ducha y prepararme para irme a la universidad. En 10 minutos estaba bajando por las escaleras con terror porque alguien me dijese algo, pero por primera vez no hay signos de vidas de nadie en la casa.
—¿Ah?—pronuncié confundida, observando mi alrededor en busca de alguna respuesta.
No obstante, lo único que recibo es la mirada de unas de las empleadas viéndome pasmada, parecía que ha visto un fantasma o algo parecido. Tanto que ella empezó a hablar en un idioma que no llegué a reconocer hasta que apareció la señora Gwon confusa por los gritos de la nueva empleada, y es allí en que la señora Gwon se queda de la misma forma que la otra mujer.
Bien, ya no estaba entendiendo nada.
—¡¿Qué?! Me están poniendo nerviosa.
—¿Qué está haciendo aquí, señorita Minha? Usted debería de estar con el resto de su familia.
—¿De qué hablas?
—Hoy es la fiesta de compromiso de su hermano Donghyuck.
Tapé mis labios de inmediato, dejando caer mi bolso sobre mi brazo izquierdo haciendo que dé un paso adelante. El pánico se apoderó de mí, inundando cada fibra de mi ser. Sabía que era inevitable enfrentar el regaño de mis padres. Sin embargo, no había tiempo para pensar en ello; el compromiso de mi hermano está a punto de comenzar. Corrí a las escaleras, buscando desesperadamente algo que ponerme que combinase con el maquillaje que llevaba. Abrí el armario de par en par, mis ojos escaneando rápidamente su contenido.
Cuando vi el vestido, no pude evitar exclamar un triunfante «¡Bingo!». Era un deslumbrante vestido de gasa con lentejuelas, de corte escote en V y mangas largas. Negro como la noche, con una cremallera en la espalda que le daba un toque extra de elegancia. Lo arranqué de su percha y lo llevé a mi cama. Corrí de nuevo al armario a buscar los zapatos a juego. Los tacones altos negros eran el complemento perfecto. Con los zapatos puestos, salí disparada de la casa, llamando al chófer o a un taxi para que me llevara al evento.
Mientras esperaba, improvisé un peinado con lo que tenía a mano. Recogí mi cabello en una coleta alta, dejando algunos mechones sueltos, y con una lapicera comencé a hacer rizos. Finalmente, el taxi llegó y salí corriendo, rezando para que nadie me atropellara. Una vez dentro, intenté relajarme y revisé los mensajes de mi teléfono. Un mensaje de Minhyuk me dejó helada: Inseo ha venido con su familia a la fiesta de compromiso de mi hermano. ¿Por qué diablos estaba allí? Tenía que ser obra de mi madre.
Al llegar, pagué al taxista y salí del auto, solo para ser recibida por Soojin. Me agarró del brazo y me arrastró hacia ella, esbozando una sonrisa forzada para los invitados. Le conté la verdad y pude ver la confusión en su rostro. Cuando Soojin se fue, me quedé mirando a los invitados. Muchos de ellos eran jóvenes de la edad de Donghyuck y Minhyuk, y también están los socios de negocios de Sowon. Parecía que nadie quería perderse este evento social de nuestra familia.
—¡Min!—exclamó Eunji, viniendo conmigo y con sus ojos oscuros de la ira. Alcé mis cejas asombrada de ese vestido escotado y largo en rojo que resaltaba todo—¿Dónde estabas? Nuestros padres están enojados contigo. Sowon hasta se la agarró con tu amigo, aunque mamá dice que son novios. ¿Qué mentira es esa? ¿O es verdad?
—Si vas a darme una información, qué sea despacio.
—¡¿Qué dónde estabas?!
—Creía que habían clases y me preparé para ir.
—¿Me estás molestando?—cuestionó cruzándose de brazos.—Mamá anoche estuvo llamando a tu puerta para decirte que hoy era la fiesta de compromiso de Donghyuck porque los padres de su prometida se deben de ir en unos días. ¿No la escuchaste? Toda la casa la escuchó porque golpeó tu puerta hasta no dar más... ¡Además! Hoy es feriado, Minha. ¿Cómo no vas a saber?
—¿Qué...? ¡Aish, mierda!
—Ya basta de quejarte y ve a saludar a los prometidos.
—Emh... Eunji...
—¿Ahora qué?—indagó, volteándose a verme con su rostro confundido.
—¿Inseo está aquí?
Pregunté con la mirada en el suelo, me daba pena hacer esa pregunta, mi hermana sonrió tímida acercándose a mí, colocando su mano en mi mejilla para responder.
Empero, todo lo que pude ver fueron sus ojos, fijos en un punto específico del salón. Ella se alejó de mí, sacudiendo la cabeza, lo que me hizo girarme para seguir su mirada. Mi sorpresa fue mayúscula al encontrarme con Hwang Inseo de pie frente a mí, luciendo esa sonrisa arrogante que siempre parecía tener.
—Aquí estoy, Minha-ssi.
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