𝗰𝘂𝗮𝘁𝗿𝗼. the hwang.
Capítulo 4
Los Hwang.
Mi mandíbula casi se sale de su sitio de tener que ver a la mujer que está a mi derecha con una sonrisa tímida, supongo que avergonzada de lo que ha sucedido hace unos segundos, sin embargo, decido por ignorar ese momento para dedicarme a abandonar el pasillo que te llevaba al despacho de la directora. Comenzar el transcurso a mis siguientes clases, pero en ese mismo momento, una figura masculina se posiciona frente a mí, impidiendo que pueda caminar y a los segundos siento la presencia de la muchacha que me contrató para hacerle un estúpido favor. Tener a estas personas, una a un costado y el otro al frente, me está poniendo de malas muy temprano y no era algo bueno, solo que la adolescente que parecía del instituto ya hizo su parte y llegó el tiempo de hacer el mío.
A lo que apenas veo al mismo sujeto de ayer, me dedico en agarrar la muñeca de la mujer, para así, echarle una última mirada al chico para alejarnos de esa escena incómoda comenzando a caminar lejos de él y sus amigos, cuando llegamos a las escaleras solté de su muñeca dejándola atrás de mí.
Bueno, uno hace lo que puede la verdad.
Desde el segundo piso, noté que la mujer me estaba mirando desde donde la había dejado. Parecía enojada, pero no podía descifrar su expresión, y francamente, no me importaba. Lo único que me importaba en ese momento era asistir a mis clases.
Me senté en la parte trasera de la sala, saqué mi cuaderno y un bolígrafo, y esperé al profesor. A pesar de estar rodeado de compañeros de clase, me sentía ajeno a todo lo que sucedía a mi alrededor. Eso habría continuado si no fuera porque el amante de la mujer del pasillo entró con sus amigos, aparentemente buscándome.
En el momento en que el líder del grupo me vio, una sonrisa de victoria se apoderó de su rostro. Comenzó a caminar hacia mi mesa, que estaba en un nivel elevado al fondo de la sala. Dobló a la derecha, subió unos escalones y se sentó en uno de los sillones a mi derecha, dejando una silla libre entre nosotros. Por mi parte, simplemente miraba al frente, ignorando cualquier intento de interacción de su parte.
—¿Podemos hablar como dos hombres maduros? No creas que vengo a pelear contigo por Myeong Minha.
—Aunque fuera así, no gastaría mi tiempo peleando por una mujer.
Por dentro me hallaba asesinando brutalmente debido a que se suponía que era el novio de la chica que se quedó en las escaleras, y esa respuesta no me haría quedar tan bien como un supuesto novio. Fue algo que él comprendió, ya que una sonrisa divertida pasó por sus labios, yo me dedicaba en hojear el libro que teníamos que leer para la clase de hoy. Hasta que el hombre habla.
—Iré al punto, sé muy bien que no eres el novio de Minha.
—¿Qué te hace creer eso?
Pregunté mirándolo por primera vez en la mañana. ¿De verdad teníamos que tener esta conversación? Además de que era temprano, no tenía ganas de hablar con un hombre que me ha puesto de apodo «becario». No me agradaba para nada esa clase de personas.
—Empezando con que tú no eres el tipo de chico con el que saldría Myeong. Ella prefiere a los chicos más rudos, no tan suaves. Además...—hizo una pausa, una sonrisa egocéntrica se extendió por su rostro.—Hablando económicamente, no creo que agradarías a su familia. Me entiendes, ¿verdad?
Sus palabras me irritaron. No era una persona violenta, pero estos últimos días habían sido difíciles y lo único que quería hacer era golpearlo.
—Entonces, no la conoces tan bien.—respondí, mi voz tranquila pero firme.
—Estuve saliendo con ella durante dos años, créeme, la conozco mejor que tú, becario.—replicó, su tono condescendiente.
—Ya deja de decirme así.—pedí con la paciencia agotándose.—¿Te es difícil creer qué Minha no es la misma mujer que conociste en algún momento? Mmh, qué lástima. Ahora ella es mi novia, así que te pido, como hombre que no vuelvas a acercarte a ella, porque estaremos en problemas.
—Buenos días, clase.
Si no fuese porque el profesor ingresó al salón, estaba más que seguro de que ese muchacho hubiese reaccionado diferente, hasta podría asegurar que en este momento estaría entrando a la enfermería de la universidad, no obstante, agradecí que el profesor ha entrado y apenas notó que se encontraban alumnos que no eran de esta clase los echó. Simplemente, veo como me dedicó una última mirada, alejándose con sus amigos, lo único que pido es un día de paz, nada más.
Salí del salón dispuesto en ir a comer algo, mientras veía como jugaban mis amigos, quienes estarían en el gimnasio de la facultad, pero en el proceso en que voy bajando las escaleras observo la figura pequeña de una mujer que apareció de la nada, mirándome con una sonrisa tímida, arrugue mi cara de verla mirándome de aquella manera y recordé el papel que teníamos que hacer en nuestros tiempos libres, terminé por bajar los escalones quedando frente a la mujer que se ha reincorporado colocándose recta, mirándome.
Observé cómo se echaba hacia atrás en su asiento, sacando pecho, con esa sonrisa de satisfacción que me provocaba una mueca de disgusto. Sin embargo, el sonido de las risas acercándose me recordó que tenía que seguir con la farsa por el bien de la rica heredera. Así que, con una visible falta de entusiasmo, tomé su mano, entrelacé nuestros dedos y la guié en dirección opuesta a donde venían las risas. «¿Qué estás haciendo, Seungmin?» Me preguntaba, mientras en mi cara se podía notar el disgusto de hacer esto.
—¿A dónde estamos yendo?
—Al gimnasio.
—¿Por qué?—noté su digusto en ir a aquel lugar.—¿Dices qué estoy muy gorda como para llevarme al gimnasio? Creía que solo me ayudarías a fing...
—Gimnasio de la universidad.
—Oh...
—No puede ser en serio...—susurré para mis adentros, cerrando los ojos, aguantando la estupidez de esta muchacha.
Terminamos por llegar a un pasillo en donde nos soltamos las manos, al no escuchar los pasos del amante de la ricachona, deslicé las puertas entrando primero para soltarla, oigo un quejido de parte de la mujer. No me he dispuesto en verla, solamente, estaba caminando a las gradas, buscando un lugar donde ver a mis amigos, supongo que creyó que le sujetaría la puerta. A los pocos minutos veo que la niña se colocó a mi izquierda, mirándome de reojo y debo admitir que era algo que me está incomodando, le iba a decir algo sobre eso cuando el sonido de la puerta abriéndose se hace sonar, ocasionando que veamos como llegaba el amante de la rica con sus típicos amigos detrás de él.
—¿Estará en todos lados?
Cuestioné harto de tener que verlo en todos lados, él me dedica una mirada tenebrosa para ver a la mujer que estaba a mi lado, solo que cambió su expresión. Parecía estar triste por la mirada que le echó, al ver a la niña noto que bajó la vista, ja, sabía que esto se trataba sobre poner celoso a alguien. Pero, ¿quién era yo para juzgar? Si solamente me pagaron para hacer esta ridiculez.
—Es parte del equipo.
—Con razón viven perdiendo.
—Oye.—se quejó, mirándome por unos segundos.—¿No deberías decir lo contrario? Chan es el capitán del equipo, ¿o no? Gracias a él aún no estamos descalificados.
—Mmh. Sí, pero eso no quiere decir que todos los que están en el equipo sean buenos jugando.
Ella me lanzó una mirada antes de volver a concentrarse en el frente, donde el entrenamiento había comenzado. La puerta de los vestuarios se abrió, dejando ver a los jugadores y al entrenador. Ese entrenador que la mayoría adoraba, como si todos los premios que los Hurricanes de Seúl han ganado fueran gracias a su inspiradora dirección. Sin embargo, la mayoría sabíamos que lo único que realmente hacía era entablar relaciones sexuales con las profesoras de la facultad de Letras.
No era el único que pensaba así. Por la expresión de la mujer a mi izquierda, parecía que compartía mi desdén por el entrenador. Aún mirando al frente, su rostro reflejaba una mueca de disgusto. Una vez más, dirigí mi mirada hacia el campo, sintiendo la mirada de un hombre en particular. No era de ninguno de mis mejores amigos, sino del amante de la rica que estaba a mi lado. Eso me hizo mirarlo con una expresión molesta. No me agradaba la idea de tener un enemigo en la universidad. Estoy haciendo todo lo posible para evitar manchar mi expediente con malas actitudes, en lugar de acumular críticas positivas. Así que decidí apartar la mirada de ese narcisista que creía que el dinero podía solucionar todo, incluso comprar el amor de una persona. En su lugar, opté por disfrutar del entrenamiento que están realizando mis amigos más cercanos.
—¡Vamos, Hannie!
Un grito detrás de nosotros hace que miremos por inercia, por el rostro de la mujer ricachona puedo ver que la conocía a la perfección, al igual que la chica de cabello celeste.
La cual sonrió con mucha felicidad mientras abría sus ojos con sorpresa, sin embargo, dirigió sus luceros de nuevo a la cancha, donde yo buscaba con la mirada ese tal Hannie. Con el tiempo que llevaba en la universidad nunca he conocido a ese muchacho debido a que gracias a mis amigos conocía a los integrantes del equipo. Entonces, puedo ver al chico que acababa de meter en la cesta, ganándose el grito de felicidad del capitán del equipo, al igual que del entrenador, el chico parecía estar orgulloso de haber cumplido las expectativas de las dos personas más importantes de los Hurricanes de Seúl, a simple vista se podía notar que era nuevo en la universidad o tal vez en la ciudad misma.
Acomodó su cabello castaño hacia atrás trotando hasta el medio de la cancha, jugando con el resto del equipo, miré la hora notando que todavía hay tiempo para comer algo, la panza me estaba sonando a todo dar. Coloqué mi bolso sobre mis piernas para así abrirla, sacando una bolsa en donde hay un pote de fideos instantáneos, el cual seguramente estaría más que helado y no sería nada agradable para mi paladar como para mi estómago, cuando lo destapo vuelvo a mirar la mirada de la ricachona encima de mí, acto seguido, la miro con una ceja alzada esperando a que no me diga nada al respecto, pero ella vuelve a mirar a los jugadores.
—Hey, Min. ¿Desde cuándo tienes amigos?
—Cállate...
Demandó en susurros, aún con la mirada en frente. Simplemente, la mujer de atrás no parecía estar conforme con que la esté callando, mucho menos con que la esté ignorando, así que bajó una grada, sentándose al lado izquierdo de la mujer pasando una mano sobre su brazo acercándola.
—No seas grosera y respóndeme.
—Ya quítate.
—¡Soy tu hermana!
—Ash... Qué molesta eres cuando quieres.
—Preséntalo.
Mientras devoraba mis fideos, hice un esfuerzo por no ahogarme cuando la mujer a mi izquierda tiró de mi buzo, provocando que un par de fideos cayeran sobre mis piernas. Sin embargo, la mujer parecía no haberse dado cuenta, hasta que la fémina de cabello celeste la miró con una mueca. En ese momento, la rica heredera me miró con los ojos bien abiertos, dándose cuenta de que había ensuciado mis jeans.
—Ups... Lo siento—se disculpó entre dientes, evitando mirarme a la cara. Supongo que estaba avergonzada, o quién sabe cuál sería la verdadera razón—. Él es Kim Seungmin y ella es Eunji, mi hermana.—me presentó.
La hermana de la desastrosa mujer con la que tenía que fingir ser pareja me miró con cierta diversión. No obstante, parecía entender lo que iba a tener que soportar de ahora en adelante.
—Hola.
—Es un placer. Espero que mi hermana no te esté causando demasiados problemas. Toma.—extendió su mano, ofreciéndome un pañuelo blanco que ha sacado de su bolso. No dudé en aceptarlo con una sonrisa de agradecimiento.
—Muchas gracias.
—¿Muchas gracias...? ¿Sonreía?
Disimulé que no he oído a la niñita de papi para dar toda mi atención a su hermana, que si uno le buscaba la diferencia podría notar que estaba mucho más buena que la desastrosa que me tocó a mí, pero como no podía demostrar eso, porque frente a nosotros se encontraba el amante de la niña, tuve que fingir que no me interesaba para nada su hermana. La niñita de papi se dio cuenta de aquello que se colocó recta en su sitio, impidiendo que pueda seguir examinando a su hermana y me dedicó una mirada fulminadora que sí llegaba a dar un poco de terror, solo que lo ignoré, otra vez, dirigiendo mis ojos al campo de juego, dándonos cuenta de que en pocos minutos acabaría. Terminé por limpiarme, entre que alentábamos a los muchachos, en el proceso en que ellas hablaban, pude saber que el tal «Hannie» es el mejor amigo del hijo de uno de los amigos de sus padres y que se ha mudado a la ciudad con la beca deportiva para entrar a la misma facultad que nosotros, si tan solo fuese tan bueno como ellos en el deporte, hubiese puesto mi inscripción para obtener una beca, en vez de hacerle un favor a una desastrosa niña de papi que no puede lidiar con sus problemas de adolescentes por ella misma.
— ¡Hey, Seungminnie!
Les sonreí a mis amigos al ver que se acercaron a las gradas, ni siquiera me detuve a mirar a la mujeres que están a mi lado para bajar las gradas y saludar a mis amigos. Además de felicitarles por el entrenamiento que han tenido, y como era de esperarse, Changbin comenzó a reírse nuevamente de mí al recordar el golpe que he recibido apenas ingresé.
—¿El golpe te afectó, no?—retrucó riéndose, sus cejas se han movido en forma de señal, mostrándome a las mujeres que estaban a su momento a mi lado.—Para estar con Las Myeong.
Rodé los ojos de saber que debería de estar con esa mujer fingiendo ser parejas desde ahora en más, preferiría mil veces estar con su hermana que parecía ser más divertida que con ella, pero era lo que me tocaba.
—¿Sales con Minha?
La pregunta de Chan hace que lo mire con terror, él se encontraba con una sonrisa dejando ver sus hoyuelos y en sus manos se encontraba la pelota de básquetbol. No obstante, por mi faz se percató de que no me agradaba para nada esa pregunta.
—No te ofendas, Minnie, solo era una pregunta.
Changbin empezó a reírse ante aquello a lo que los ignoré para terminar hablando sobre que este fin de semana iríamos a su departamento a pasar una noche entre nosotros y a la vez tendremos un invitado. No hay que ser inteligentes para saber de quién se trataba, acepté ir a la casa de ellos este fin de semana, porque necesitaba despejarme un poco, luego de hablar un momento con ellos volví mis pies a la salida, antes de poder abandonar el gimnasio observé a las gradas, notando que las hermanas Myeong se han marchado, pero antes de poder irme, visualice detrás de mí, observando que el amante de la niña pija no estaba.
Me despedí de mis amigos, quiénes me acompañaron al restaurante donde trabajaba, para así, comenzar mi camino a la puerta de entrada, saludé a algunos compañeros, ingresando al vestidor de empleados, en pocos minutos ya me encontraba con el delantal puesto y comenzando mi turno. Empero, me dirijo a los primeros clientes que han llegado a mi hora. Cuando me acerco a la mesa correspondiente y antes de poder levantar la mirada, una risa divertida se escucha, realmente mi día no podría ir peor, porque en esa mesa se hallaba el hombre que acosaba a la loca que me ha contratado y no solo eso, si no que se está con sus padres. O era lo que suponía, debido a que hay dos adultos vestidos elegantemente como lo está él, el restaurante donde trabajaba se suponía que era de una categoría elevada, por lo que siempre teníamos clientes de economía alta, volviendo al tema principal, en este momento estoy siendo tema de burla de un niño pijo.
—Inseo, ten más respeto. Está haciendo su trabajo.
Una sonrisa orgullosa pasó por mis labios apenas escuché el regañó que le dio su madre, sin embargo, la sonrisa se me quitó al oír la respuesta de su hijo, que ocasionó que ahora el padre del idiota, que me dejó en ridículo por tercera vez consecutiva, me mirase con la peor de sus caras y creo que hasta le molestó, porque había apretado el menú con tantas fuerzas que hasta me sorprendió y a la vez enojado.
Si rompe el menú rompería una parte de mi sueldo.
—¿Respeto? Este becario fue quien me quitó a mi novia.
—¿Qué tú que?
«Ay, carajos.»
Juraba por absolutamente todo que aquella loca, desastrosa, niña de papi y pija, me pagaría todas las consecuencias que tendría esta conversación con los padres de su jodido amante, estaba muy seguro y era probable de que gracias a estas personas pueda llegar a perder el único trabajo que he tenido desde que llegué a Seúl.
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