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Chapter One: Un Hogar Inestable

°~Regalo Navideño~°

Capítulo Uno: Un Hogar Inestable

Recogí todo lo necesario para mí trabajo y luego procedí a sentarme en la mesa junto a mi hijo, se veía tan paciente esperando por su desayuno...

Hyoga, mi pequeño, me miró sonriente y me saludó con un beso en la mejilla.

—Buenos días, mami —saludó feliz.

—Buenos días, corazón. Veo que despertaste algo alegre —mencioné soltando una pequeña risa, no era muy común verlo tan alegre por las mañanas antes de ir a la escuela— ¿Hay algo en especial que te pone de tan buen humor?

Asintió repetidas veces— Es que mi papá va a pasar después de clases por mi y me va a llevar al parque.

Mi esposo, Alek, llevaba días enfocado en su trabajo y al notar la tristeza de nuestro pequeño le prometió que haría lo posible por pasar tiempo con él.

—Buenos días a todos —Saludó mi rubio esposo entrando en el comedor.

Parecía distraído, o mejor dicho concentrado en otras cosas, se acercó a Hyoga y revolvió su cabello mas no poseía ninguna expresión en su rostro. Fruncí el ceño. ¿Ahora que le pasa?

—Buenos días, papá —Sonrió mi hijo.

Alek se sentó frente a mí al mismo tiempo que los platos fueron puestos delante de nosotros, realmente no hubo demasiada plática, solo un incómodo silencio acompañado de preguntas triviales que eran respondidas de forma corta con un "Sí" o un "No".

Al terminar su plato, mi esposo se levantó de su asiento despidiéndose de nosotros.

—Me voy, debo llegar temprano o sino quedaré fuera de la reunión —Informó aún sin mirarnos—. Tal vez llegue tarde.

Esta vez, tanto Hyoga cómo yo, fruncimos el ceño confundidos.

—¿Qué?

—Pero, papá, me prometiste que hoy pasarías tiempo conmigo —reclamó mi pequeño.

Alek por fin lo miró.— Lo lamento, hijo. Debe ser después, estaré muy ocupado el día de hoy —tomó su maletín y se dirigió a la puerta para irse.

Mi hijo miró su plato vacío con decepción, nuevamente su padre le había prometido algo que no iba a cumplir. El reloj de pared sonó indicando que pronto Hyoga tendría que entrar a la escuela.

—Vamos, cielo, hay que irnos o vas a llegar tarde.

Me levanté y tomé mis cosas, mi hijo me siguió con desgano. Una de las mucamas que trabajaba en nuestra casa llevó el bolso de Hyoga hasta el auto y lo ayudó a subirse mientras yo me sentaba en el asiento del conductor.

Durante el trayecto a la escuela Hyoga no se atrevía a decir una sola palabra, no me gustaba verlo triste así que hice lo que pude por sacarle conversación y distraerlo lo más que pude.

—Corazón, ¿Qué te parece que sí yo te llevo al parque y pasamos el día tu y yo? —Propuse mirándolo por el retrovisor.

Hyoga balanceaba sus pies en el asiento mientras miraba sus pies.

—No es necesario.

Suspiré, no me gustaba verlo de ese modo.

Por suerte el día de hoy no habían muchas cosas por gestionar en el hotel así que me decidí a dar un paseo pero antes de encender el motor de mi auto recibí un mensaje.

«¿Quién será?» pensé al escuchar el tono de mensajes

Spinnel Sun, quién descansaba en la guantera, se despertó por el ruido así que tomé mi teléfono antes de que pudiera quejarse por ser despertado de repente.

Bulma✨🧪

: Saya, ¿Estás libre? ¿Qué te parece si vamos a comer algo?

Sayaka🐶

: Por supuesto, justo ahora estoy libre.

Bulma✨🧪

:Genial. Yo estoy llegando a una cafetería muy buena ☕, te voy a mandar la dirección.

Al recibir la información la coloqué en el GPS para encontrar la cafetería a la que se refería Bulma.

Hace ya un tiempo que no la veo, así que pensé que sería buena idea aceptar su invitación. Spinnel simplemente me miró y volvió a su siesta.

Había olvidado mencionar que Spinnel Sun es mi ángel guardián junto a Ruby Moon, el primero poseía una forma parecida a la de una pantera pero en su forma falsa simplemente lucía como un gatito y Ruby; una mujer de cabello como un rubí y tez blanca, ambos poseían unas alas de mariposa y han estado cuidándome desde que tengo memoria. Es algo un poco gracioso la verdad, mi padre biológico era un ángel pero en el momento en que supo que yo iba a nacer se fue y Ruby y Spee; quienes son solo mis ángeles guardianes, se han preocupado más por mi bienestar que él...

La bocina de un auto trajo de vuelta mi mente a la tierra, no me había dado cuenta de que tanto pensar me hizo conducir más lento. Moví mi auto y por suerte estaba cerca de la cafetería así que me estacioné sin más para luego bajarme.

Tal vez Bulma ya haya llegado... ¡Me va a matar!

Al entrar por la puerta de cristal sonó la campanita del local anunciando mi llegada, mis pies se detuvieron en la alfombra con la inscripción "bienvenidos" mientras buscaba brevemente a mi mejor amiga.

La peliazul levantó su mano derecha indicando su ubicación y me acerqué sin hacerla esperar más. Una vez me encontré cerca me brindo un cálido abrazo al que yo correspondí gustosa y nos sentamos en nuestras sillas.

—Que gusto verte, Bulma —reconocí con la emoción recorriendo mi cuerpo.

—Lo mismo digo, Saya. Parece que me olvidaste —se quejó luciendo un poco molesta.

—Lo lamento es que mi trabajo dirigiendo el hotel y cuidando de Hyoga no ha sido fácil, casi no tengo tiempo para mí —me expresé cansada, era sumamente agotador.

A veces extraño ser una niña, sin responsabilidades como las de un adulto.

—Entiendo... Pero bueno, eso no es importante ahora. Quería informarte que mañana nos reuniremos en Kame-house para ponernos al corriente —dijo Bulma tomando de su taza de café.

—Nos reuniremos ¿Quiénes? —levanté una ceja inquisitiva.

—Krilin, Oolong, el maestro Roshi; por supuesto, ¡Oh, y Goku irá también!

—Vaya... Hace tiempo que no sé de Goku —mencioné pensativa hasta que me di cuenta de algo— Oye, Bulma, dime algo —me prestó atención— ¿Yamcha no irá? No lo mencionaste.

Su expresión cambió a una enfadada.

—Por supuesto que no, ese idiota...

—Ya veo, así que se pelearon otra vez... —deduje y ella asintió exhalando aire por la nariz, se veía de verdad molesta.

El atardecer era presente en la ciudad mientras conducía de regreso a casa, mi pequeño Hyoga comía su helado de fresa a gusto en el asiento de atrás, balanceaba sus pies y una pequeña sonrisa de ilusión adornaba su cara. De verdad que un helado lo había calmado.

—¿No quieres helado, mami? —preguntó extendiendolo hacia adelante, yo lo miré por el espejo.

—No, mi cielo. Muchas gracias —le sonreí.

—¿No crees que un helado es demasiado para él a esta hora? Tal vez no pueda dormir después —señaló Ruby Moon sentada al lado de mi hijo.

—No lo creo, aún es temprano y la comida salada contrarrestará el dulce —pensó Spinnel en la guantera.

Para Hyoga era totalmente normal verlos a ambos pues al ser mi hijo heredó una cuarta parte del ADN de ángel así que tenía que hacerlo saber de todo lo que necesitará saber a su edad.

Al llegar a casa hicimos la misma rutina de todos los días: cenamos, nos bañamos y acosté a mi hijo en su cama, esperé a que estuviese dormido para luego irme yo a dormir.
No supe cuánto tiempo pasó pero me desperté por el ruido de la regadera así que me levanté con cuidado y me asomé lentamente a la puerta del baño de la habitación.

—¿Amor? ¿Eres tú?

La silueta del hombre se dió vuelta y corrió la cortina revelando el cansado rostro de mi esposo.

—Siento despertarte, cielo pero tenía calor así que me quise dar una ducha. Vuelve a la cama, no tardo —se veía un poco nervioso.

—De acuerdo pero primero voy a llevar tu ropa al cuarto de lavado —tomé su ropa extrañada y salí sin esperar respuesta.

Tal vez era el debido al sueño pero en cuanto llegué al cuarto de lavado un leve olor a perfume inundó mis fosas nasales lo cual me dejó confundida puesto que yo no usaba ese perfume. Deje los pantalones y demás prendas a un lado excepto la camisa, dudé en si hacerlo o no pero él jamás había llegado oliendo a una fragancia que no fuera la suya propia.

Pasé mi palma extendida por encima de la tela y enseguida una sensación diferente llegó a mí, era la energía de una mujer...

«¿Cómo?»

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