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Una Nueva Vida

New York
Meses después.

Fue a San Juan, se sentó con Anker a la mesa y puso frente a ellos un globo terráqueo. Si bien, había dicho, irían a vivir a América, su hijo debía tener voz y voto. Le preguntó un poco sobre qué esperaba en adelante y fue bastante claro.

"—Quiero ir a la escuela, pero de verdad, seguir con las clases de piano y jiujitsu, conocer amigos y a ti."

En resumen, quería seguir con todo lo que hacía, pero presencial. El grado de felicidad que le proporcionó saber que su hijo amaba hacer, lo que Aydey y él insistieron fue inmenso.

"—Escoge con lugar donde vivir—le pidió" Escogió New York. Según sus razonamientos, era un sitio que le permitirá estar en contacto con los Russo, los nietos de William y los O'hurn. No estaría del todo lejos y tendría a personas conocidas, Sasha por ejemplo cuando regresara de Brasil.

En cuanto a la muerte y asalto a sus hombres, no se ha quedado quieto, realizó algunas llamadas buscando información. No darían resultados en seguida, pero dejó el gusano de la duda. Si lo sucedido en Grecia fue un complot en su contra, pondría en alerta a los demás. Existe entre ellos cierto grado de unión "Si te lo hacen a ti, mañana me lo harán a mí".

William no tenía idea de la reagrupación de los cincuenta y Sergey está hospitalizado con problemas cardíacos. Estar en ese sitio no le hace inocente y ambos lo sabían, pero lo podían señalar sin pruebas. "—Hay que esperar, mientras tanto disfruta de tu hijo. Haré unas llamadas, en cuanto tenga algo te lo hago saber".

El mayor conflicto era exactamente ese, quedarse en casa sin hacer nada. Se las arregló para mantener la mente ocupada, el traslado de un lugar a otro siempre dejaba cabos sueltos. Casa, un auto, muebles, la escuela, decoración, etc.

Hizo partícipe a su hijo de todos esos planes. Escogieron escuela y estuvieron de acuerdo que la casa debería estar cerca. Anker le gustó una casa de dos plantas bastante cerca de la escuela y del metro. En una zona costosa, calmada y con todo lo necesario a su alrededor.

A buen precio, pues había que hacerle muchos cambios y arreglos. "—La arreglaremos entre los dos". Había comentado con aquel brillo de antaño viéndole, obligándolo con eso a aceptar. Un plan perfecto para distraerse y pasar tiempo juntos.

El día que llegaron con las cosas algunos vecinos no disimularon al verle. Una mezcla entre terror y asco se dibujó en el rostro de todos al descubrir su cuerpo tatuado, ese que había aprendido a mostrar y ya no ocultaba.

Pintar la verja, las paredes, habitaciones, tapizar, arar el jardín y limpiar la maleza extensa que crecía frente a la casa, fueron algunas de sus tareas. La casa parecía sacada de uno libro de Stephen King. Los primeros tres días sonrieron orgullosos al ver que se notaba fachada.

Lo segundo fue pintarla por fuera y decorarla. Hacía falta una figura femenina, el recordatorio que todo eso pudieron hacerlo con Aydey fue la nube gris para Angelo, que lograba alejar rápidamente, al ver lo emocionado que estaba su hijo. Se hizo amigo de la web, buscó páginas de decoraciones sencillas y entre ambos buscaron la mejor.

Escoger el decorado, muebles y demás fue una aventura, se dio en medio de risas, no había manera de ponerse de acuerdo. Hay que admitir, cedió en muchas, era el lugar en que Anker debería sentirse a gusto y Angelo se dijo que él sería feliz, si su hijo lo era.

Se hicieron de un Jeep Negro, Wrangler dragón, a quien Anker le gustó y se negó a escoger otro. La buena noticia es que gracias a los O'hurn podían blindar los vidrios e instalarle GPS. Era acorde con su estatura y hasta con su temperamento.

Adquirieron cierta rutina, dormían juntos según su hijo, mientras se acostumbraba al nuevo hogar. El despertador sonaba, Anker pasaba al baño y su padre a la cocina. Una vez listo para la escuela lo dejaba desayunando y subía a vestirse para dejarlo en la preparatoria.

Los primeros días estaba nervioso, temía ser rechazado por su acento griego, su forma de ser o simplemente por ser el nuevo. El mismo Ángelo llegó a sentirse ansioso en el primer día al dejarlo. Anker jamás estaba solo y rodeado de tantos extraños. El miedo iba desde que fuera golpeado hasta ser reconocido como hijo de Hermes y dañado.

No fue a casa ese día quedándose frente a la preparatoria en espera de su hijo. Llamó la atención de algunos padres y fue interrogado por la policía "Un hombre tatuado, de estatura desarrollada y aspecto de maleante frente a una escuela" ... Cualquiera sospecharía.

Logró hacerles entender, él y su hijo eran nuevos en el país, Anker nunca había estado en una escuela, pues sus estudios meses atrás eran en casa. Acabó teniendo una conversación de padre a padre con uno de los oficiales que se mostró bastante interesado por esa técnica.

Los interrogantes más comunes era que sí, esa forma de estudios no lo hacía asocial. Teoría que ellos mismos tiraron por tierra cuando vieron a Anker salir de la escuela y saludarlos con cortesía. Fue amable y cordial, le hicieron las mismas preguntas que a su padre, concordó en casi todo. Lo único que dijo de más y que su padre no le vio motivos para que los oficiales lo supieran, es su madre había muerto seis meses atrás.

"—Pueden irse —les habían dicho al terminar y uno de ellos le dio una tarjeta —por si necesitan algo.

"—Tenemos un equipo de futbol americano, por si se le antoja llevar al niño—comentó el segundo extendiéndole otra tarjeta —allí están los horarios"

Así las cosas en ese nuevo mundo, se hizo conocidos de dos oficiales con los que intercambio números y sus vecinos le temían. Nada había cambiado, pues la autoridad tuvo que hablar con él y darse cuenta de que no era un peligro. Los que realmente tienden a serlo, se muestran como personas comunes y pueden llegar a verlos como "Tiernos".

Respiró tranquilo al llegar a casa, pero al día siguiente retomaba su martirio. Cada mañana era una agonía dejarlo en la escuela, una que acaba al ir por él. Ocupaba el tiempo de espera, pintando la verja o tapizando alguna habitación.

No socializada con nadie, recibía llamadas de Moscú, Grecia y de los O'hurn, pero no salía de casa. El miedo a que le hicieran daño a su hijo le impedía tener una vida normal.

En las noches la rutina cambiaba, Sasha solía hacer videollamadas y los tres veían alguna serie o película en Netflix. Su hijo le divertía compartir comentarios con la mujer tras el teléfono, así hasta que Anker se quedaba dormido. Quedando ambos solos hablando entre susurros vigilando el sueño de Anker. Alexandra era el único lazo con la sociedad y no se sentía mal por ello.

Observa la figura salir en medio de un grupo de chicos con el rostro bajo. No suele quedarse en lo que su hijo le cuenta del día, vigila el comportamiento del pequeño cuando no le está viendo. Solo es posible cuando va rumbo a su encuentro al salir de clases. En esta ocasión está triste o preocupado por algo. Abre la puerta del auto, lanza el morral a la parte trasera y se pone el cinturón en completo silencio. Ante el rostro expectante de su padre que vigila sus pasos.

—¿Podemos pasar a comprar algo? —pregunta al fin y sus dedos se crispan tras el volante.

—Podemos. —responde con toda la calma que logra obtener —¿Qué deseas comprar? —pregunta tamborileando el volante con sus dedos, sacando una música inexistente.

—Algo para los golpes —mira hacia la vía dándole la espalda a su padre, quien espera explicación. —Ava llegó con un morado en el brazo, lo cubrió rápido, pero lo vi.

Afirma con la cabeza viéndolo un instante antes de regresar la vista en la vía. Si algo ha heredado Anker de él es que no le gusta ser presionado, hará las cosas o hablará cuando lo quiera y no antes.

—Ava es una compañera. —al verle afirmar le da espacio de seguir.

—Le dije a la señora Smith y no le importó —continúa y puede ver que su indignación va en ascenso —me amonestó diciendo no debo hacer preguntas que la incomoden.

—Iremos de compras, la despensa está vacía. Aprovecharemos a comprar algo que le pueda servir —sus hombros se relajan al escuchar la voz de su padre y se suelta a él.

—Creo que es su padre. Cuando le dije que hablara con sus padres, me dijo que su mamá estaba igual o peor...

—¿Y su padre?

—Solo negó y me dijo que no le hiciera más preguntas.

Disminuye la velocidad y empieza a buscar un lugar en donde parquear. Una crema para los golpes no es lo ideal, lo ideal sería saber quién o que originó esos hematomas. Una vez encuentra donde detenerse, saca la llave y mira a su hijo.

—¿Qué deseas hacer?

Le ve detenidamente por unos segundos en los cuales parece estar viendo a Aydey y eso le causa opresión en el pecho.

—Comprar algo para los golpes. —aclara y Ángelo asiente retirando el seguro al auto.

—Vamos por ello.

Durante las compras, aprovecha para saber un poco más sobre Ava. La niña no es amiga de su hijo, solo una compañera con la que ha intercambiado algunas palabras y talleres. No habla con nadie y suele asustarse por todo, lo que ocasiona sus compañeros se burlen de ella. Viste ropa limpia, pero solo le conocen dos trajes, siendo esto otro motivo de bromas.

—Su padre es taxista y su mamá no trabaja... Pero si lo hace —se apresura a decir.

—Trabajar en casa es muy importante —le dice mostrándole tres paquetes de diversas marcas de cereales. —¿Cómo paga la colegiatura? Dices que solo usa dos trajes...

—Por una beca escolar —responde y vuelve a ver ese brillo en sus ojos —es superlista.

Retira uno que deja en la estante toma dos más y lo lanza al carro de compras dejando a su padre perplejo en mitad del pasillo. Continúa escogiendo varias cosas de los estantes y le sorprende ver lo bien que lo hace. Es pillado viéndolo con una sonrisa, revisando el contenido de las conservas y vigilando diferentes marcas.

—Hacia esto con mamá. —explica —¿Qué harías si tuvieras una compañera como Ava?

Están escondiendo la crema adecuada cuando le pregunta aquello. Sería más fácil si fuera adulta; aun así, lo ideal sería acercarse a ella, saber el motivo de los golpes, ellos podrían ser hechos por ella. Si fuera adulta tendría que investigar con quien vive o si visita a un psicólogo. Son demasiados datos para explicar a un niño de diez que espera por una respuesta fácil.

—Hacerme su amigo y decirle que puede contar conmigo. Invitarle a casa o que ella me lleve a la suya.

¡Simplificar! Eso se resume la labor como padre y da resultado, su hijo medita su respuesta.

—¿Puedo invitarla a casa?

—Siempre y cuando sus padres estén de acuerdo y no la fuerces en aceptar—cosa que duda si todo es lo que sospecha. —¿Lleva merienda?

—No. Tampoco recibe cuando le doy la mitad de la mía.

Tiene valores, es orgullosa o teme que detrás de ese gesto venga algo más. Vive en medio de una familia disfuncional, papá, taxista, quizás alcohólico, madre sumisa, barrio popular o peligroso...

Detiene sus pensamientos al darse cuenta de que está pensando demasiado en algo que quizás no tenga más relevancia que un simple golpe. Escoge la crema correcta, la abre y encuentra en su interior el folleto que indica como usarlo. Despliega el papel sobre una de las cajas de cereal y mira a Anker.

—¿Bolígrafo? —le pide.

Anker le entrega uno que saca de su bolsillo y ve a su padre escribir en el centro del papel rosado.

"Si necesitan ayuda, puedes comunicarte a los Teléfonos... No importa la hora".

Firma y dobla cuidando respetar los dobles dejándolo en el mismo lugar. Lanza la caja al carro de compra topándose con la mirada de su hijo.

Nunca han hablado de los dibujos, aunque sabe ha tocado el tema con Sasha. Él ha querido respetar su silencio y espera cuando se sienta listo hablará. Existen en él heridas que no han sanado de ese fatídico día, lo que le recuerda...

—Hay que buscar un psicólogo.

—¿Es necesario? —su pregunta es un ruego y asiente ingresando las bolsas en el baúl del auto.

—Me temo que si—responde con cautela y él se ve derrotado —si nos dice que no es necesario hacerlo lo dejamos —promete —¿No te gustaría pulir esos dibujos de tu pared?

Se encoge de hombros de manera indiferente y se cierra a él. Anker decidió adornar su habitación con dibujos realizados por él y aunque la pregunta es inocente, quiso tirar un puente en búsqueda que hablara de los realizados en Atenas.

—Si no quieres no hay problema —responde cerrando el baúl, pero ya su hijo se ha puesto los audífonos.

Cierra los ojos apoyando la cabeza en el jeep y permanece allí hasta que logra calmarse. No debería forzarlo, sin embargo, algo le dice que su hijo es quien puede ayudarle a dar con los causantes de todo.

Regresa al auto con la caja en las manos que le entrega en silencio. Retira uno de los audífonos de su oído al ver que está por hablar.

—Le entregas y le dices que debe leer las instrucciones antes de usar... insiste en ello y vigila lo que hace. —le pide y asiente —me dices como reaccionó y todo cuanto hizo.

—...

El camino a casa es en silencio, ha guardado la crema dentro del morral y escuchado lo que debe hacer. Pasa directo al sitio que han acordado es el estudio, una vez le ha ayudado con las cosas en la cocina. Su padre se va al bar (único sitio en buen estado en toda la casa) y revisa correos. Pierde la noción del tiempo, sentado en la barra con una copa y planea lo que sería el menú de su hijo en toda la semana mientras responde correos.

Un par de ellos son de Young, dándole ánimos por la perdida y diciéndole que Israel es un buen lugar para los hombres como ellos. Lo sería, si no tuviera un hijo al que no desea le laven el cerebro. Va por el siguiente y este si le hace dejar la copa a un lado.

"Alguien ha dado tu nombre como próximo jefe. Aún no lo hacen oficial, pero en Tokio no se habla de otra cosa. Serás el sucesor de Sergey".

Molesto cierra la laptop llevándose el contenido de la copa a su boca y pasándola por su garganta sin hacer pausas. La primera vez lo rechazó por su esposa e hijo, hoy día lo hacía por sentido común. Eran solo él y Anker, tener ese puesto implicaba poner a su hijo en la línea de fuego.

Él no desea esa vida para su hijo. Anker no es como él, nunca lo será.

—¿Quién era Hermes? —la pregunta eriza su piel y alza el rostro encontrándose con su hijo —¿Qué tan malo era?

Está en el arco que comunica el salón con el bar, descalzo en pantalones cortes y la remera de jugar beisbol. Juega distraído con el dije de la cadena recuerdo de su madre al tiempo que lo ve expectante.

—No hay justificación para hacer el mal...

—Lo que hiciste en la tienda ¿Haces eso seguido? —insiste.

Eran pocas las cosas a las que solía temerle, una de ellas era a hablar de su hijo sobre Hermes. A sus diez años era demasiado joven para entender, no quería tuviera una idea errónea del bien y el mal.

Hay quienes aseguran que, al nacer, el bien y el mal salen juntos tomados de la mano por un camino largo y extenso (tu vida). Son hermanos y educados bajo las mismas condiciones. El bien suele seguir las reglas y acatarlas, el mal, por el contrario, no. Con el tiempo ese camino se le abre una brecha que los divide y aleja. Lo hace, en gran medida, los errores del mal y lo difícil que es para el bien estar con su hermano sin sufrir. Dependiendo que tanto se alimente a uno y a otro, el camino se irá ampliando y disminuyendo para el bien. En algunos casos el bien llega a desaparecer por completo.

La historia hace referencia al ser humano al nacer y crecer, ambos sentimientos están juntos, depende el entorno, la sociedad y la persona, aumenta o disminuye la fuerza en uno de los dos. Hasta que uno de ellos desaparezca, la mayor parte del tiempo es el bien, pues según se dice el mal es más fuerte.

Lo que le diga a su hijo hoy, podría influirle a futuro y Ángelo no quería eso. Decide iniciar por el sentimiento que ha crecido en él, al saber que su compañera sufre. Él vivió ese mismo momento con Eros y al igual que Anker quiso comprar algo para calmar su dolor.

—Solo que tu tío no necesitaba "algo para el dolor" más bien justifica. —continúa diciéndole y le toma de las manos llevándolo a la sala de estar en donde se sientan —Al buscarla vi muchos Eros y Ava en el camino, a quienes personas como la señorita Smith no parecían importarles.

—Lo que hiciste con esa caja... Lo que escribiste —hace una pausa y mira el rostro de su padre sin que parezca entender del todo —haces de juez, abogado y jurado... ¿Todo en conjunto?

—No espero que me entiendas y realmente amaría si odias esa parte de mí —revela —conocí a tu madre en uno de esos casos, hizo parte de las personas que rescaté.

Sigue jugando con aquella cadena en su cuello de la que cuelga una botella plateada con un labrado antiguo, propiedad de su madre y suele acariciarlo cuando se retrae. En ese instante lo ha desenroscado y juega con él en su mano derecha mientras escucha a su padre en silencio.

Se cuida de dar detalles que solo van a confundirlo y es escuchado en silencio sin hacer preguntas. Una vez acaba lo que sigue es tenso, Anker se incorpora, entra al estudio de dónde saca su morral y sube las escaleras. Dejándole con la certeza fue derrotado por Kanoe aun estando muerto. 

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