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Pesadillas Vs Realidad

ÁNGELO

El último de sus días tranquilos y felizmente enamorado no fue en su casa con Aydey. Lo hizo en Moscú, sitio que fue por años su segundo hogar que lo acogió y pudo limpiar sus heridas. El bloque en donde su tío vivía, fue perfecto para encontrarse así mismo en su momento. En aquel entonces, solo el tío se le vino a la mente, es probable que por lo unido que era a él.

Tras un largo recorrido y pese a que quería ir directo a casa, Angelo tuvo que entrar a Moscú y recibió una orden que cambiaría su vida para siempre. Hace unos minutos su tío acababa de pedirle llevar a su sobrina a Londres antes de ir a casa. En Londres estaba el novio de ella, Andrés Mackenzie, un hombre que había conocido hace algunos años y que al conocer a Sasha se había enamorado de ella.

—Llamaré a Andrés, la recogerá en el aeropuerto.

William vuelve a llenar el vaso con whisky y se lo entrega a su sobrino. La ceja de Angelo se tuerce en un acto molesto, odia ser usado como escolta, pero no hay nadie a quien le confiarían a Sasha más que a él.

—Me gustaría saber qué pasa por la mente de un hombre que se atreve a dejar plantada a alguien como Sasha. —le da un sorbo a su bebida y regresa el brazo a la silla, cruza sus piernas observando la pintura de Alexis Ivannov frente a sí.

—Tampoco yo hijo, Vincent e Ivanna no han querido intervenir.

Resopla en respuesta sin dejar de ver la pintura del anciano. Eran otras épocas aquellas, piensa de manera melancólica. Tu palabra valía, las promesas se cumplían y las mujeres no intervenían en venganzas.

—Andrés Mackenzie ama a Jaz y está a su vez a Noah —le advierte —ya te lo dije.

—No te pido mucho, salvo dejarla en Londres y no interferir en eso. —le pide —no es una exigencia Ángelo, es un favor.

Lo tenía claro, como también que Sasha O'hurn era sinónimo de problemas. Llevaban tres años de noviazgos y sin señales que Andrés fijara fecha de boda.

Su tío le había pedido no intervenir, los O'hurn estaban conscientes de ello, pero también en lo testaruda que era la chica. Una rubia bastante hermosa, belleza heredada de su madre.

Y no solo eso heredó.

Su rebeldía, ocurrencia y espíritu libre también, todas esas virtudes han sido un tormento para Ivanna y dolores de cabeza para su padre, pero era una mujer querida y digna de un mejor futuro. Continuamente se sentía culpable gracias a él, Mackenzie llegó a la casa.

La vibración de su móvil lo hace mirarlo justo cuando acepta llevar a Sasha a los brazos del escocés. El mensaje era de Aydey, su esposa, "¿Vendrás hoy?", no entiende el porqué de la pregunta, no recuerda haber prometido llegar, por lo que piensa un poco la respuesta.

"Llevaré a Sasha a Londres, Mañana al medio día estoy allí. Te quiero"

—¿Cuánto tiempo? —alza el rostro encontrándose con el de su tío y retiene el aire unos momentos.

—Seis meses.

—¿Se lo has dicho?

No. Quería fuera una sorpresa, fueron seis meses lejos de casa, pero había logrado lo más cercano a un boleto de libertad. Trabajará un poco menos, estará en casa más tiempo, ya no tendrá que irse continuamente.

—Te lo debo. Sin ti esto no hubiera sido posible.

—¿Es lo que realmente quieres?

—Es lo que ella me ha pedido siempre —responde simplemente y William solo suspira.

Por muchos años espero el día en que Angelo le pidiera enterrar a Hermes, el mismo anhelo hacerlo en muchas ocasiones ¿Por qué hoy se sentía tan desnudo y vulnerable? Podría ser porque no era una sepultura como tal, su sobrino estaría más expuesto al tener un rostro dentro de este mundo.

—No era lo que quería escuchar, aunque supongo debo conformarme.

—Me sé cuidar tío... no te preocupes. —le calma.

Angelo sonríe llevándose el resto el vaso a sus labios, movimiento que queda en mitad de camino al sentir dos pares de brazos rodear sus hombros y una larga cabellera rubia cae sobre él. El fresco e inconfundible olor a limón, Bergamota y almizcle tiene para el nombre propio.

Sasha O'hurn Ivannov...

La rubia deja en beso en su cuello para ir a los brazos de su tío y sentarse en sus piernas. Sonríe en dirección a Angelo y este solo le hace un guiño a manera de saludo.

Se conocen casi que el mismo tiempo que lleva conociendo Moscú. Su llegada a este país coincidió con la de la rubia a estudiar, con ella solía entrenar todo el tiempo. En los primeros años, hizo de su escolta cuando aún no tenía claro que quería hacer con su vida. Siendo honestos era todo con ella menos su protector, juntos conocieron la ciudad y forjaron lo más parecido a una amistad.

—¿Llevas mucho tiempo esperando? —pregunta y Angelo alza la ceja—¿Me dirás que no llegaste a Moscú por mí?

Ladea la cabeza a un lado y sus ojos grises brillan divertidos, no gana nada con darle una respuesta que no va a ser escuchada y, en cambio, será contraatacada con otra más inteligente.

—Extraño al Angelo de antes.

—Yo no—se incorpora dando el último sorbo a su bebida dejando el vaso en el bar a su paso — te veo en la pista en tres horas, si no llegas en ese tiempo, te quedas y otro imbécil hará de nana.

—¡Amargado!

—¡Enferma!

La respuesta es tan rápida que su oponente sonríe en voz alta, su risa eriza la piel y respira brusco. Desde que la conoció fue un tormento, ella sabía la belleza que poseía y como usarla ¿El problema?

Era menor de edad, hija y sobrina de dos hombres muy importantes para él, después de sus hermanos. William Ivannov York, es quizás la única figura paterna que ha tenido y Vincent O'hurn, lo más parecido a un tío.

—¿Nos vamos? —pregunta Noah al verle salir y afirma.

—Dejaremos a Sasha en Londres, pide un cambio en la ruta.

Su compañero y amigo lo ve sorprendido, pero no espera respuesta y avanza al vehículo, cierra la puerta tras sí viendo al grupo de hombres vestidos de negros pasar a entrenar. Extrañará todo esto, no tiene dudas de ello y no será fácil adaptarse a la sociedad que por tantos años despreció. Unos golpes en la ventanilla del vehículo le hacen bajar el vidrio al notar a Noah tras ellos.

—Mañana es el cumpleaños de Aydey ¿Lo olvidaste? Jazmín me ha pedido recordártelo...

¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! Aprieta con fuerza el volante y mira al frente desconcertado ¿Cómo olvidó el cumpleaños? Su salida de este mundo era el regalo de cumpleaños a su mujer. Por eso el mensaje, ella le estaba recordando de una manera sutil.

—Yo podría llevar a Sasha —sugiere Noah —si deseas...

Niega. De ninguna manera dejará a Sasha en manos extrañas, su tío la encomendó a él por la confianza y aunque Noah lo es, la chica es el tesoro de William.

—Iremos a casa, pasaremos el día, el cumpleaños y el jueves la llevaré...

—Tendrás que hablar con ella—Noah no se ve conforme con la propuesta y Angelo lo ignora —Aydey no suele ser buena con las visitas...

—¡Ella no es cualquier visita! —le aclara molesto —y estará tan de buen humor cuando le diga el cambio de trabajo, que no se fijará en ella.

—La llevaré con Jaz.

Era la mejor opción, por eso no negó el ofrecimiento, fósil sería buena compañía y le mostraría la isla a Sasha esa noche. Dejar la acción y convertirse en un gáster más, pasar todo lo que tenga que ver con el extranjero a sus hombres y convertirse en un ratón de biblioteca. Esa sería su vida en adelante, piensa encendiendo el auto.

¿Cómo lo logró? Es una historia un poco turbia y llena de traiciones, ninguna de ellas cometidas por él. Hermes fue por años, más que un hombre, fue una organización independiente capaz de limpiar la mierda y las cloacas más apestosas. Gracias a esto, adquirió prestigio y reconocimiento, lo que hacía su permanencia en los grupos indispensable.

Sin embargo, y gracias a eso logró que le dieran un pase de cortesía. Sería elitista en sus trabajos y solo si Noah no podía hacerlos o el cliente fuera exigente.

¿Disgusto a algunos? Sí, a quienes también querían irse y no habían logrado una salida digna. Pero, lo de él era el resultado de años de esfuerzo y trabajo limpio.

****

—¿Falta poco para llegar? —pregunta la chica viendo el inmenso mar.

Angelo no responde, tiene la vista fija en la hilera de humo negro que se asoma a la distancia. Noah ha estado por radio desde que lo han divisado, pero no hay respuestas en casa.

La piel se le eriza y la adrenalina corre con fuerza. Todas sus pesadillas pasan su cabeza al contemplar lo que en definitiva es fuego. Sus manos están adormecidas de la presión que ejerce, nunca la llegada a puerto le ha sentido tan lejana como este día.

—Esto no puede estar pasando— susurra y es casi una plegaria al ver los primeros rastros de su hogar y el incendio.

—¡Dios mío! —el grito de Sasha lo siente lejano.

Los escenarios que recrea su mente no son nada alentadores. Su mayor orgullo es que su familia ha estado siempre en las sombras y nadie sabía de su existencia ¿Cómo lo descubrieron?

Las cinco lanchas rápidas que le acompañan aceleran al ver la mansión en llamas. La vista que suele proporcionarle paz, esta vez le brinda terror. No hay un sitio que no este cubierto por el fuego o calcinado por este.

Su acompañante nota lo delicado de la situación, toma una de las glock que Angelo en una el sillón y espera. No duda que sepa usarla tanto o mejor que Alexis, Vincent o su padre, pero no está dispuesto a arriesgarla.

—Te quedas aquí —le indica. —esto no es un simulacro.

Ella ha participado en muchos ensayos y ha sobresalido en casi todos, pero esto no es uno de ellos. No es lo mismo que fingir, ser herido o fallecer en un entrenamiento, al final de este no te levantas y ríes con tus compañeros. Él ha tenido que dejar a muchos atrás y negarle cristiana sepultura por lo intrincado del sitio en el que fallecen.

Detiene el yate y antes que pueda negarse ella ha lanzado en ancla y ha saltado al puerto.

—No me subestimes Vryzas, he visto más muertos que tú —responde cortante.

Quizás porque es médico, esta vez es el miedo lo que le impide callar. Los restos de su hogar por más de diez años, el olor a madera chamuscada y la sofocación que se siente pese a estar lejos de la mansión se lo impiden.

—¡Anker! ¡Aydey! —les grita. Acto seguido lanza un silbido fuerte seguido de otro más.

No hay respuestas.

Saca el arma de su pretina consciente que no lo va a necesitar. Los hombres que custodiaban a su familia estar dispersos por todo el sitio. Él podría describir lo que sucedió allí con base en donde quedaron y las heridas que recibieron. Sin perder de vista a Sasha que se arrodilla en cada cuerpo y niega compungida. Le gustaría poder burlarse de ella y el comentario de hace unas horas.

Son sus hombres, hacen parte de los 50, el grupo que por más de 15 años le ha acompañado, su otra familia ha sido aniquilada de manera salvaje. Rodea con ella la parte trasera de la mansión. Esquiva, cuerpos a su paso, Sasha se queda relegada, detallando los cuerpos y él tiene un destino.

La habitación del pánico, aquel sitio blindado al que ruega, su mujer e hijo entraran mucho antes de todo iniciar. Anker sabe lo que tiene que hacer, Aydey igual, fueron muchas las horas que dedico a entrenarlos a ambos.

—No hay sobrevivientes —grita uno de los suyos a lo lejos.

Lo sabe, su mente ha recreado la escena basándose en lo que ha visto. Es uno de sus trabajos, pero realizado por otro ¿Quién encontró el sitio? ¿Cómo traspasaron la seguridad? Su mente empieza a trabajar rápidamente y la respuesta le llega de igual manera.

Alguien dentro les dio entrada.

El sitio estaba detrás de la casa en el primer piso, ellos solos deberían entrar y cerrar tras sí. Un espacio blindado y oculto en la casa, con, por lo menos, una línea de teléfono individual y circuito cerrado de cámaras de seguridad. Paredes blindadas e imposible entrar en ella, desde afuera.

Se detiene frente a lo que en días anteriores era la habitación de videojuegos y se llena de valor. Nunca creyó que averiguaría lo buena que era la habitación de esta manera.

—¡Anker! —vuelve gritar y esta vez desgarra no solo su garganta, también parte de su alma que parece calcinarse o morir con cada cuerpo que ve.

El olor a la derrota nunca la ha sentido tan cerca como el día de hoy. La puerta gris luce ennegrecida y permanece frente a ella por largos minutos, escucha los pasos detrás suyos y siente la presencia de sus hombres y de Sasha.

No sabe que ha estado llamándolos y golpeando la puerta hasta que unas manos lo detienen. Noah, le señala el movimiento de ella al ceder desde el interior y el alma regresa a él. Un par de dedos se asoman, al tiempo que él empuja lentamente la misma para recibir a su hijo que cae inconsciente en sus brazos.

Una mirada al interior de la pequeña habitación le revela el peor de los escenarios. Su pequeño permanece despierto lo suficiente para decirle.

—Mamá me encerró.

—Revisa las cámaras —ordena a Noah y mira a Sasha. —¿Puedes?

—¡Por supuesto!

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