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La Promesa

Horas antes
Mansión Vryzas.

Ella debería haber partido a sus vacaciones hace dos días, se lo había prometido a su padre mucho antes de saber lo que había pasado con la familia Vryzas Müller. Al enterarse, le fue imposible irse de relax dejando atrás a Angelo con tantos problemas y al niño solo.

Lo hizo por eso, Vincent e Ivanna O'hurn le han permitido quedarse un par de días más o en su defecto, lo que queda de vacaciones. Ni un solo día más, le habían advertido. Acaba de rellenar el formulario, anexa el currículo, diploma, recomendaciones, etc. Y el dedo índice viaja a la tecla Intro, el cursor titila en la pantalla sobre el mensaje "Enviar". Mueve el dedo en círculos encima de la tecla y decide pensarlo un poco.

¿Está huyendo de los problemas si lo hace? Es consciente que, de ser aceptada, le dice adiós a una reconciliación con Andrés. Baja el dedo hacia la tecla y reclina su cuerpo en la silla observando el mensaje en la pantalla:

"Envío exitoso, en cinco meses tendrá una respuesta por los canales que ha anexado".

Hizo lo correcto, algo dentro de ella respiraba con tranquilidad al saber que sería útil en un lugar que le necesitaba. Ha pedido prestado el estudio de la familia a Demitrius, el único de todos de comportamiento noble. El resto de los Vryzas son agresivos, ásperos y de muy mal temperamento. Cierra todas las ventanas, siendo la última una imagen en la que trabajaba antes de decidirse a rellenar el formulario.

—Seguimos Alexandra. —se motiva sonriendo.

Le da Zoom a la imagen y retoca el antebrazo del hombre de la foto. Aleja la foto admirando los primeros logros de su labor y se siente satisfecha. Retoma de nuevo, esta vez en el cuello cuando alguien irrumpe de forma brusca. Sorprendida por el acto violento, vuelve la mirada en dirección a la puerta encontrándose con Anker.

El pequeño viste un traje negro, cuatro piezas, corbata gris, camisa blanca, y en su solapa prende una rosa blanca. Cabello castaño peinado hacia atrás, cejas juntas y rostro enojado. Su parecido con Ángelo es evidente, aunque también con su madre, a la que Sasha solo conoció en fotos.

—Eres todo un príncipe —comenta abriendo los brazos al verle avanzar hacía ella.

Recibe el abrazo, pero no lo devuelve y no le sorprende. Luego de conocer la muerte de su madre y el asalto a su padre, el pequeño vivió una crisis nerviosa, tras ese suceso se encerró en sí mismo y no quiso hablar con nadie. Se acerca y permanece con ellos, pero sin formular palabra alguna. Eso y que no quiera ver a su padre, preocupa a los Vryzas.

Apoya su rostro en el hombro de Sasha y las manos alrededor de su cuello mientras mira la pantalla del ordenador. Todos los recuerdos de su familia han quedado vueltos cenizas, no hay una foto de su madre en la mansión Vryzas. El primer gesto es de sorpresa, pero se repone, se aleja de ella y acerca a la pantalla. Pasa los dedos delineando el rostro de su madre mientras sonríe, logrando con eso un parecido con la mujer de la foto.

—Aún no he terminado —se excusa sin recibir respuesta de parte del niño.

Es la imagen de su padre bajando las escaleras de ese hotel, la mujer que le acompañaba era Sasha en la imagen original. Pensando en el niño quiso hacerles algunos cambios, reemplazar la imagen suya por la de Aydey y retirar los tatuajes visibles de su padre. Era pura estética aquello de los tatuajes, algo que ella quería hacer con la imagen de él en solitario.

Sin decir nada sale apresurado de la habitación dejando a Sasha con la sensación de haberlo herido. Solo deseaba que tuviera una imagen distinta de sus padres a la que conocía. Angelo sin tatuajes y su madre sonriendo abrazada a su esposo. El retrato de Aydey se la pidió al tío William, quien la obsequió solo si le decía para qué era.

Mira la imagen con una sonrisa en los labios, es lo que deberían haber sido ambos, una hermosa pareja. Faltó comunicación, compromiso y sobre todo amor, de parte y parte. El que pagaba las consecuencias de su mezquindad era el pequeño, en últimas el que menos debería salir dañado.

Anker regresa minutos después sosteniendo en unas manos un retrato y en la otra un perfume. El primero con el marco incinerado y las imágenes dentro se encuentra en igual de condiciones. La fotografía muestra a la típica familia feliz, un padre sosteniendo en brazos a un pequeño de dos años, una madre tan o más feliz que el hombre y un niño con la cabeza apoyada en el pecho de su padre. Solo los rostros lograron sobrevivir al incendio, el resto de la fotografía está calcinada y retorcida en algunos lugares.

El perfume es femenino, usado y en mejores condiciones que las instantáneas. Mantiene ambas cosas en sus manos, las observa detenidamente con sus ojos humedecidos y hombros caídos. Deja el perfume cerca del teclado y continúa viendo la imagen.

—¿Quieres estar en la imagen? —pregunta con cautela.

Asiente pasando los dedos por la desgastada foto, sus dedos se detienen en el rostro de su madre y una lágrima rueda por su mejilla. Lo cierto era que Aydey Müller era una mujer hermosa, que amaba a su hijo y esposo. Lo que sucedió fueron los efectos de poco diálogo y un hombre que nunca supo amarla. Apoya una mano por su cabeza del niño peinando con sus dedos su cabello.

—Puedes llorar todo lo que quieras, nadie va a juzgarte aquí —le calma.

Necesitará una foto suya y la vestimenta de ese instante sería perfecta. Su rostro compungido y al borde de las lágrimas lo hacen difíciles. Sostiene la destruida imagen entre sus manos que tiemblan junto con su barbilla y escucha un sollozo.

—No puedo ver a mamá por última vez —empieza hablar luego de casi un día sin hacerlo —el tío Miles dijo, es mejor recordarla como era con vida. Su cuerpo no puede ser entregado aún, está sola allí... Debe tener miedo.

—¿Qué piensas al respecto? —logra preguntar pese al nudo que se ha formado en su garganta. —¿Qué quieres hacer?

—Que solo estará muerta si la veo en el ataúd y está sola. Creo que Noah puede ayudarme... —habla rompiendo en llanto—El maestro Dai lo dijo... Papá sería el responsable si algo malo le sucedería a mamá.

—¿Quién es el maestro Dai? —los dedos que sostienen la pieza incinerada se tornan blancos antes de responder.

—Me enseñaba Jiujitsu, era amigo de mamá —empieza a decir —eran más que amigos, yo los vi en la cama.

No cuenta con conocimiento sobre niños, salvo aquellos que ha tenido la fortuna de atender, sus sobrinos e hijos de amigos. Lo que sí sabe, es distinguir cuando alguien sufre y tiene una lucha interna. Ella la tuvo en su momento, cuando sus padres le dijeron a que se dedicaba el abuelo, en la época que decidió estudiar en Moscú.

—¿Cómo te sentiste? —las preguntas las hace con guantes de seda y aguantando la respiración al hacerlas.

— No quería que reemplazaran a papá. —responde y ella lo atrae hacia él al notar como tiembla —Dije que se lo diría, mamá le dijo a papá que estaba castigado y no podía pasar al teléfono. El maestro Dai, me contó quien era Hermes y lo peligroso que seria si se enteraba le engañaban.... era capaz de matar a mamá. Papá no sería capaz de hacerlo... El hombre que me mostró en videos si —finaliza en medio del llanto.

Él se ha abierto a ella, hacer preguntas sobre qué tipo de imágenes les mostró no lo considera apropiado. Limpia sus mejillas antes de deshacerse de la arruinada foto que deja con delicadeza en el escritorio, acto seguido toma el perfume que pone en manos de Sasha.

—¿Podrías usarlo ahora? —es un ruego que no amerita mayor explicación.

Sin hacer comentarios, asiente echándose en su cuello, deja el perfume en las manos del niño y le mira un instante sin saber qué pasará después. Creía hasta ese instante estaba preparada para cualquier situación por dolorosa que fuera. La vida le mostró de la peor manera cuán equivocada estaba al sentir el abrazo del niño y el sollozo desgarrador que siguió después. Aquel lamento mezclado con ruego, su voz al romperse pedir que todo volviera a ser como antes.

—Quiero a mamá y a papá, ir de vacaciones con el tío Axel, viajar en crucero... jugar beisbol, practicar mi pronunciación de italiano —detalla cada cosa en medio del llanto haciéndola sentir inútil. —deseo sacar de mi cabeza esas imágenes de él, pero no puedo.

Lo peor de todo es que no puede hacer nada, salvo abrazar y consolar. Permitió que el pequeño llorara, pues no lo había hecho y se permitió también hacerlo. No había manera de devolverle a su madre, lo que sí podía hacer por él era lograr que la viera y se despidiera de ella. Hoy día las funerarias hacen un buen trabajo, estaba segura de ello. Había otro motivo por el que ese hombre no quería que él viera su madre.

—¿Crees que podré verla?

—Creo que todo es posible —comenta al fin —nadie muere en realidad mientras se le recuerda. La muerte es algo tan desconocido para todos que Aydey podría estar aquí y no la vemos.

En respuesta mira a su alrededor con algo de duda e ilusión. Lo que sigue diciendo es solo disparates y producto del miedo que le genera verle perder el control.

—Cómo en otra dimensión o un mundo alterno—sigue por ella y Sasha sonríe.

—Nadie ha muerto y regresado para decirlos que hay allá, aunque hay una gran mayoría que asegura fue y regresó.

—¿Puedes hacer que mamá regrese? —su ruego la toma por sorpresa. Nadie podría ayudarle, ni siquiera si cambiaba una vida por otra.

—No puedo darte eso, lo que sí puedo hacer por ti es ayudarte a recuperar a tu padre ...—promete besando su cabeza — que vaya por ti y juntos inicien una nueva vida.

—Unas vacaciones sin final... —Sasha asiente en silencio.

Anker nunca ha tenido a su padre más de quince días, para él que Angelo llegara a casa eran vacaciones. "Vacaciones sin final", repite en su cabeza. Era increíble que aquello que para cualquier niño era normal, para Anker no lo era.

Tener un padre todas las noches o en su defecto mucho más de quince días cada 90. La promesa parece gustarle, aleja su rostro de su pecho y sonríe viendo la imagen de sus padres. Es demasiado pequeño para entender lo que sucedió, ella misma le es difícil comprenderlo.

—¿Hacemos esa foto? —pregunta y asiente. —Ok. Manos a la obra entonces, necesito una foto tuya que sonrías y... Unas escaleras.

Lo toma de las manos y juntos salen a los pasillos. El pequeño estaba emocionado por la foto, permitiendo que Sasha buscara la toma perfecta. Fue más colaborador que su padre, llegando a brindarle una sonrisa al lente.

Hizo el taller de fotografía en sus vacaciones y solo por no aburrirse. Capturar imágenes de los paisajes era su mayor pasatiempo y con ella hacia postales que enviaba en navidad o en cumpleaños a amigos y familia.

Era gratificante saber que amaban esas demostraciones de cariño. Debe confesar ver el rostro de Anker sonreír al contemplar la foto impresa le llegó al alma. Mostró a cada uno de sus tíos la imagen y Demitrius le buscó una porta retrato.

—No tiene tatuajes ¿Lo ves? —le dice a su tío Miles que llega en ese instante.

La gran mayoría son altos, Demitrius y Angelo, lo son aún más. El menor de los Vryzas le gana en estatura y cuerpo, también en temperamento. Miles mira la foto y sus labios se tuercen en una mueca de burla.

—Solo a un niño se le ocurre recurrir a la amante de su padre para que le ayude a unir a sus padres.

Él no parece haberle entendido o es quizás la llegada de Alana quien le impidió prestar atención. Retira la foto de las manos del hombre y avanza hacia la mujer mostrándosela.

—¿Tiene usted cerebro? Si lo tiene, debería empezar a usarlo —le reta al pasar por su lado, pero no se detiene allí —Anker es un niño inteligente y eso lo detestas... ¡Perdedor!

Se aleja de él sin esperar una respuesta y sonríe a la mujer que abraza al niño besándole ambas mejillas. Pregunta algo señalando la imagen y le señala a Sasha.

—¿Cómo hiciste esto? Dime que tienes la original —le ruega y ella solo logra asentir, la bilis le impide formular palabra alguna.

Le pide una copia en su correo, prometiéndole al niño una imagen más grande y en mejor papel, logrando emocionarlo aún más. En pago a su trabajo recibió un beso, Sasha le pidió la única foto que ahora sabia fue rescatada por Noah. La toma entre sus manos y duda un poco, la que atesora es real, la que hizo Sasha es ficticia por lo que entiende la duda en entregarla.

—¿La vas a cuidar? —pregunta inquieta al verla arrodillar ante él.

—Haré algo mucho mejor, intentaré que alguien la restaure. La llevaré a San Juan tan hermosa como la recuerdas.

Sabía que dar eso por hecho era un error, no sabía si podían hacer algo, pero confiaba en la labor de sus excompañeros de grupo. Tras pensarlo un poco más la deja en sus manos.

(...)

Hacer una promesa era una cosa, cumplirla cuando el involucrado era Ángelo Vryzas era otra. Apoya las manos en la ventana mientras observa la congestionada vía ocho pisos abajo.

—Si llego a necesitar ayuda, hay un sinnúmero de personas que pueden hacer este trabajo.

Cierra los ojos empuñando las manos con fuerza, retiene el aire todo lo que puede y empieza a soltarlo lentamente. No hay rastros de Noah, tampoco de sus antiguos compañeros de equipo. Sus hermanos se niegan a verlos y no dan una razón aparente. Salvo, los Russo, el tío William, Jazmín, Kelly y ella nadie ha hecho contacto con él.

—No lo hago por ti.

Lo hace por el niño, porque ha visto todo lo que está sufriendo. Solo su padre podría darle estabilidad y tranquilidad. Desconoce los motivos que tenga para alejarlo de él o si los tiene, pero quien importa de momento es el pequeño.

— También tienes cosas que solucionar, arregla tu problema con Mackenzie, si le amas en verdad.... perdónale no esperes que sea demasiado tarde.

No hay manera de perdonarle, no es posible hacerlo. Su padre ha encontrado demasiadas cosas tras su ruptura logrando retirar el manto negro en su cabeza, aquel que le impedía ver la verdad.

—Dos cosas —decide aclarar y le da él frente al hacerlo, lo encuentra sentado en la camilla mirando hacia la pared frente a él —no hago esto porque desee tener algo contigo y con Mackenzie no hay posibilidad de nada.

—¿Por qué no lo haces entonces? Todos se han ido ¿Por qué tú no?

—Tu hermano Miles, ha negado a Anker ver a su madre.

El cambio de conversación le impedirá pensar que está solo. El tío William viene en camino, Noah le aseguró tuvo algo muy importante que hacer. La razón de sus hermanos no las preguntó y no las considera necesarias.

—Miles no tiene nada que opinar...

—¡Ve y díselo! —interrumpe molesta. —Anker está en la mitad de todo esto, debe soportar la muerte de su madre, ser alejado de su padre y un tío histérico con comportamiento de Dios. Le temes a la vida real Ángelo, quizás crees no merecerla... Pero pienso que tu hijo.

Es un niño hermoso, con una educación excepcional. Cuenta con un vocabulario extenso pese a su corta edad y habla bastante fluido tres idiomas. La sonrisa más angelical y un mundo de sueños por cumplir. Ha visto como su rostro se ilumina al ver a Noah y se entristece cuando el ruso pasa por su lado sin decirle nada.

—Espera que pidas verle... he visto su rostro ansioso cuando ve a Noah... ¿No tienes acaso corazón? —termina perdiendo el control.

Angelo

No podría verle y descubrir todo cuanto sufre. Sí, es un cobarde por no afrontar su falta, todo cuanto ocurrió fue su culpa y la solución fue dejar a su hijo sin madre. Él cerró la puerta de su hogar, pero dejó la llave puesta para que otro entrara.

"Y ella abrió la de la habitación matrimonial." Le reprende su voz interior.

—No sabría cómo empezar... —logra decir al fin y mira el documento en donde le dan salida.

—Creo que ayudándole a ver a su madre y asegurando tenga un último buen recuerdo de ella —aconseja y guarda silencio —si te rechaza...

Se lo merece, repite internamente sin prestar atención a lo que dice. Sale acompañada por ella quien guarda silencio hasta el auto. Toma el móvil y le marca a Noah, necesita arreglar el funeral.

—¿Dónde estás? —pregunta el ruso del otro lado.

—Rumbo a casa... sé que no es tu labor, pero necesito...

—Estoy ocupado en algo importante, por eso no pude verte —le interrumpe —hablaré contigo esta noche por teléfono es muy extenso.

El cuerpo de Aydey aún reposa en la morgue, Noah ha reconocido el cadáver, pero no le permiten sacarlo.

—Da vuelta en la siguiente —le pide al chofer—yo me encargaré de todo...

Y lo hace, con una Alexandra pisando sus talones sin hacer o decir nada. Recibe la noticia, su tío William está en la ciudad, arribó en casa y ha tenido un fuerte altercado con los Vryzas. No tiene idea de los motivos, pero si lograron cabrear al viejo, no debió ser nada bueno.

—El tío William me necesita —le escucha decir —enviará un auto a recogerme, la policía necesita mi declaración.

—No necesitas mentir...

—Se ha encargado de recoger el cuerpo y llevarlo a la funeraria. Miles no quiere que envíen a Anker lejos de ellos.

—Qué novedad, Miles en desacuerdo conmigo —murmura con ironía con la vista fija en los pasillos —solo debes ver el comportamiento de su hijo y el mío... allí sabrás quien tiene la razón.

Lo último que desea en ese instante es discutir sobre la educación de su hijo. Se detienen en espera que recojan a Alexandra y cierra los ojos un instante. A veces imagina que al abrirlos todo es un sueño o que el destino le ha dado la oportunidad de resarcir su error.

—Puedes hacerlo con tu hijo —la respuesta de ella le hace ver que ha hablado en voz alta. —te necesita Angelo y le debes explicaciones, cuanto antes lo hagas mejor.

Él sigue con los ojos cerrados intentando poner en orden sus sentimientos. La sensación de inutilidad permanece allí, junto con la certeza de haber echado a perder doce años de matrimonio.

El ruido de la puerta abrir, luego cerrarse y el auto avanzar le hace abrir los ojos nuevamente. Convirtió a Aydey en una de esas víctimas que él solía ayudar a liberar de sus esposos. ¿Cómo no darse cuenta? En su afán de protegerlos la hizo presa fácil.

—Es aquí, señor —habla el chofer.

Delante de ellos un segundo auto se detiene y de él se bajan, Axel, su esposa y Anker. Los dos primeros le saludan, su hijo pasa de largo sin mirar en su dirección pese a saber está allí.

"Dale tiempo, es tu hijo... un Vryzas". Le ruega su mente al empuñar su mano y avanzar, lo hace por pasillos solitarios y con ese tipo de música que suele erizar la piel. Lo ve en mitad del salón, vestido en traje negro de la cabeza a los pies. Hombros firmes y mirada al frente contemplando el féretro negro a unos cuantos pasos. Alana le ha enviado traje negro y no prestó atención a ese detalle, inspira fuerte y se acerca a él.

—Siempre decías que cuando este momento llegara no podía llorar ¿Es lo mismo si el muerto es mamá? —pregunta.

—No lo es. Esto no debió acabar así.

"—Yo asesinando a tu madre porque me traicionó. Una traición que quizás yo propicie." Aquellas palabras las dice mentalmente ante la imposibilidad de soportar el odio en su hijo.

Nunca lo prepararon en caso de que fuera Aydey en sus locas teorías el fallecido sería él y moriría en su ley. No hay muchas personas allí, los Russo, las esposas de sus hermanos y las familias de estas. Ella parece dormida, recuerda las tantas veces que llegó a casa por sorpresa y la encontró así tal cual.

El sollozo de su hijo le hace empuñar las manos y esforzarse en él no seguirle. Ella no debió traicionarle con su peor enemigo o con nadie... Si le hubiera pedido la libertad, gustoso se la hubiese dado.

—Angelo Vryzas Savvidis era quien debería estar allí. Tú deberías vivir una vida plena, libre y feliz, la que siempre buscaste.

"—Ella debió pudo salir de casa contigo, tomada de la mano, porque nunca estuvo presa o secuestrada. La prueba de ello es que se vio con su amante en otros lugares, sin yo darme cuenta" —pero solo dice.

—Soy el culpable de todo y lo siento mucho...

Anker era el reflejo de lo buena madre de Aydey. No había nadie que no hablara maravillas de su hijo al conocerlo. Poco o nada era lo que Angelo hacía en su educación ¿Cómo lo haría sin ella? ¿Qué le deparaba su hijo al lado de un criminal como él?

Observa la silueta de su hijo, abandonar el sitio a su lado y dar media vuelta. Sasha tenía razón al decir que se merecía el desprecio de su hijo. Lo había dejado solo en medio de personas con las que nunca se llevaba bien.

—Papá—le llama con la vista puesta en dirección contraria al ataúd—nunca me dijiste lo que esto dolería...

Da un paso atrás y sus rodillas empiezan a flexionarse lentamente. Una vez están frente a frente se lanza a sus brazos rompiendo en llanto. Ese llanto que sabía había estado reteniendo y que le fue imposible seguir ocultando.

Alzarlo en brazos era debilitarlo y no quería que ello ocurriera. Su hijo necesitaba el apoyo de un guía y no de una autoridad. Anker marcaría el camino a escoger él, solo vigilaría que todo estuviera bien.

—No me alejes de ti... No importa como ocurrió, solo no te vayas —le ruega en un hilo de voz— haré lo que me pidas. —finaliza apretando sus brazos alrededor de su cuello.

—No lo haré.

La presencia de varios policías en la entrada le hace sospechar. Le entregan a Axel un documento y su amigo le mira negando con rostro preocupado. Se aleja de su hijo y le mira antes de explicarle los motivos por los cuales debe viajar primero que él.

—Iré por ti a San Juan, estarás mejor allí —le pide —prometo ir por ti.

—¿Lo prometes? —ruega limpiando sus lágrimas y le sonríe.

—Lo prometo...

Axel pidió esperar que el niño no estuviera y que no presenciara el arresto. Esa misma tarde su amigo se enmarcaría en un vuelo privado rumbo a San Juan de los Vientos con su esposa, llevándose lo único valioso que Angelo tenía.

Su hijo.

Angelo rendía declaración sobre lo sucedido en la isla. Aydey pasó el tiempo del supuesto secuestro en Tokio, al lado de la familia de su amante. Noah se lo confirmó esa misma noche cuando fue a visitarle a la estación. Nikolái, Estanislav y Akim lo habían averiguado, quienes estaban tras la pista de los hombres que entraron a su casa.

En ese instante supo que existían dos familias, una era la de sangre y las otras los amigos... la familia que te permitían escoger.

—Pagaré la fianza y saldrá mañana —le dice su amigo sentado en la litera a su lado. —me han pedido declarar... ¿Qué desea que diga?

—Lo que viste... no se puede ocultar el sol con un dedo Noah, —responde inclinando su cuerpo hacia delante y pensando en el rostro lloroso de su hijo pidiéndole no irse.

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