Infamia
Alexandra y Anker, crearon una amistad, una en donde Angelo, al parecer, no entraba. Llegaba de visita e ingresaba a la habitación de su hijo, los escuchaba ver televisión, reír y hasta hacerse cosquillas.
Anker había logrado aquello que él no ha podido, acercarse a Sasha y citarla en su casa. ¿Sería igual si su hijo tuviera 15? Se preguntaba en algunas ocasiones en que tras hablar con él varios minutos Anker tomaba a la rubia de las manos y subía con ella.
Todo eso mientras él fingía concentrarse en el estudio con lo recolectado de esa trágica tarde. Aquel trágico día en que murieron 22 personas y un matrimonio que creía iba a durar hasta que se retirara. No solo murieron sus hombres y Aydey, confiesa que un poco de él también lo hizo.
El comportamiento de Sasha le recordaba aquel que tuvo cuando le hizo prometer alejarse. Su trato era amistoso y hasta bromeaba, pero siempre marcando las distancias. Bajaba las escaleras con su hijo de la mano, se despedía y se iba.
Como si no hubieran visto y rozado sus cuerpos desnudos. No pensó en esa reacción, sus pensamientos egoístas le llevaron a pensar que los encuentros seguirían.
—Puedo decirle a Ava que Akim ira por ella —pregunta su hijo tras detener el auto frente a la escuela.
Debería. Junto con una descripción del hombre para no confundirla, es una niña y cabía la posibilidad de un error. Busca dentro de su móvil una imagen de Akim y descubre que no hay ninguna.
De ninguna clase, ni videos. Notas de voz, nada. Aun cuando ya no pertenece a ese mundo, sigue teniendo el mismo comportamiento.
—¿Tienes una foto de Ava? —pregunta a su hijo. —se la daré a Akim, junto con tu número.
Anker saca el móvil de su morral, busca algo y minutos después el suyo vibra en su pantalón. Cada uno de ellos tiene su manera de trabajar, el manejo que le dan a cada trabajo depende en gran parte en su experiencia y habilidad.
Tras despedirse de su hijo, regresa a casa, en espera de noticias de la señora Harrison. La noche anterior al llegar a casa encontró a Anker despierto, charlando animado con los tres hermanos. Había despertado, su padre no estaba y solo escucha a los chicos en la sala.
Llamó a Sasha para buscar compañía, quería hablar por teléfono mientras su padre aparecía, ella y sus dos hermanos decidieron hacerlo personalmente. Detiene el auto frente a la casa, entra y sube directo a la habitación de su hijo.
Limpiar la casa no es un trabajo que le resulte atrayente. Basado en la experiencia que les dejó el profesor Dai, tiene sus reservas a la hora de contratar a un particular. Solo son ellos dos y ambos son dados a dejar las cosas en el lugar que se acostumbra. Desconoce si es algo que su hijo heredó de él o que adoptó con base en el comportamiento de su padre.
Sonríe al entrar en la habitación y ver todo tal cual debería estar. Anker suele doblar hasta la ropa sucia antes de lanzarla a la cesta. ¿Quién dijo que una mala semilla no da frutos?
Saca el móvil de su bolsillo y revisa la imagen que ha enviado su hijo. Una toma de la niña sentada en una banca del jardín de la escuela mirando a la nada con rostro triste. Reenvía la foto de la niña junto con el contacto de Anker y espera respuesta, un que llega con un "¡Entendido!"
La llamada entrante le impide hablar con el chico y suelta el aire al ver los números en la pantalla. No ha hablado con Sergey desde mucho antes del suceso, cuando se reunió con Young envió a su emisario.
—Vryzas, hermano —saluda.
—Sergey. —responde en el mismo tono.
Salvo algunos libros dispersos en el suelo, no hay nada que hacer allí. Abre el primer cajón que encuentra para ingresar los libros y descubre varios paquetes envueltos en terciopelo rojo.
—Tenemos que hablar...
—Te escucho —le dice descubriendo aquello que su hijo guarda con tanto cuidado. —sigo sin querer llevar mi caso a la junta...
—Nosotros pensamos distinto y tus hombres están dispuestos a recibir una compensación monetaria... la gran mayoría.
Su silencio puede creerse, es por lo que acaba de escuchar, cuando la realidad es la foto que ha revelado dentro del trozo de tela. La imagen de él con Aydey, cuando Anker era tan solo un bebé, solía estar encima de la mesa de noche de ella.
Cuando no estaba en casa, Anker la tomaba y se quedaba dormido abrazando la imagen. Envuelve la imagen con el mismo cuidado que la encontró y saca el siguiente.
—Son libres de hacerlos, me tiene sin cuidado. —responde al fin —soy más exigente, no necesito dinero, palmadas en el hombro o voces de consuelo. —continúa— No deberías perder tiempo en mi Sergey, son los O'hurn o tu hijo que deberían preocuparte.
El siguiente que descubre lo hace sonreír, la imagen suya bajando las escaleras en Tel Aviv. No tiene los tatuajes visibles y recuerda que prometió hacerle retoques y que adornaría su chimenea. Su sonrisa acaba cuando revisa con más detenimiento. La mujer que debería ir tomada de su brazo tendría que ser Sasha, en cambio, ve a Aydey.
—¿Sigues allí? —la voz de Sergey lo trae de vuelta a la realidad.
—Lo estoy. Tu conversación es aburrida e inútil, no deseo compensación monetaria o exponer mi caso a nadie.
—¿Desde cuándo no sigues las reglas?
—¡Desde que estoy fuera! —responde tenso más por la imagen de Sasha manchada por la de Aydey que la conversación —o que mi ubicación fue expuesta, me mintieron al decir que Kanoe estaba muerto, mis hombres fallecieron. Escoge una puta excusa de esas y entrégala ¡Me da igual!
El hombre del otro lado tiene la respiración irregular, se escucha más como un sonido ronco seguido de un pítico. No duda que estará aún en el hospital, en lugar de estar recuperándose insiste en que deje las cosas así.
—¿Exactamente que estás ocultando Sergey? ¿A qué le temes? La verdad te hará libre... no es bueno cargarla —sigue diciendo cuando se ha calmado.
Es solo una imagen, no tiene por qué sentirse mal por ella. Su hijo necesita de ellas para avanzar y de una figura femenina que no lo haga sentirse perdido.
—Lo dice quien ha sido señalado y acusado, por quienes la desconocen... Tú tienes la verdad en las manos y la posición de convertir el villano en víctima...
—Creo que amo ser villano en mi historia Sergey —replica en tensa calma.
Sale de la habitación de su hijo y baja al primer piso con la cesta de la ropa sucia. Un hombre como Sergey nunca podrá entender el peso que tiene una promesa de amor.
Eros era su hermano a quien ama y llora como si fuera el primer día. Prometió buscar la verdad, aunque también guardar silencio, Eros debió tener una idea del culpable y las connotaciones que tendría en la familia de saberse.
—Les estoy ahorrando sufrimiento, nada bueno va a resultar de esa investigación—aconseja —no deseas compensación o exponer el caso en consenso por desear tu verdad...
—¿Recuerdas lo que decía Alexis cuando le presionaban? —le pregunta y solo escucha su respiración irregular —te lo diré igual "No me estreses, porque si me estreso me enojo mucho y si me enojo suelo nivelar mi irritación con balas".
—En este caso Vryzas, esto puede venir de la mano de muertes, muchas muertes.
Una amenaza con guante blanco, a un Angelo que no cuenta con las mismas armas de antes, aunque el mismo temperamento. Recibe la advertencia con la mejor de las sonrisas colgando la llamada sin despedirse.
—¡Sergey! —habla en voz alta escuchando el timbre al dejar la cesta en la zona de lavado.
Mira el registro de cámaras en su móvil y tras ver detrás de la puerta a la señora Harrison de la mano de su hijo. Era la visita que estaba esperando y avanza a paso rápido hacia la puerta. El chico sigue teniendo ese aspecto de cadáver, pero este bañado, limpio y se ha retirado el exceso de pelo de encima.
—Adelante —les dice.
Ambos niegan señalando el auto gris con vidrios oscuros detrás de ellos que los espera. Ha negado ir a San Juan, por considerar que tener Angelo amigos allí hará a su hijo vulnerable a las críticas. No quiso entrar en conflictos al decirle que no es muy sociable allí y entendió que quisieran privacidad.
—Venimos a despedirnos —dice la anciana a la que no le ve nadie en las manos, siendo eso motivo de desilusión.
—¿Encontraron un sitio adecuado?
—Nos gustó a ambos —responde la anciana y él no deja de buscar algún paquete que tengan oculto.
—Le dije a mamá que no era necesario buscar culpables —habla Gary —no fui obligado. —sigue diciendo, sosteniendo la mano de su madre —me hubiera gustado conocerlo antes...
—Tendrías que ser huérfano —explica mirando a su madre quien le mira sorprendida —o con problemas con tus padres...
—Gracias por todo —comenta la mujer estirando la mano —estaré orando por ti, sé que no crees en eso... pero es lo mejor que puedo ofrecerte.
Afirma sin hacer comentarios, por experiencia sabe que la religión suele ser un tema al que nunca llegara a un acuerdo. Ingresa la mano en el bolsillo del pantalón viendo como madre e hijo ingresan al baúl del auto su equipaje.
—Espero halles lo que buscas —dice ya dentro del interior del auto —y logre tu paz, todos somos merecedores de ella.
—¡Éxitos! A ambos —les dice viéndolos alejarse.
El sol de la mañana suele ser relajante, más en esa época del año en la ciudad. En esa ocasión no obtiene el resultado que espera, si bien, se siente feliz por saber que hizo lo correcto, eso no evita fallarle al hombre que se parquea el vehículo en el mismo lugar que ocupaba el que se llevó a los Harrison.
—¿A dónde vas? —pregunta a Noah que se ha bajado del auto y corre a casa de los Harrison —Acaban de irse —insiste, pero no es escuchado.
Noah saca de su bolsillo una llave que ingresa en la ranura de la casa de la dama y abre. Angelo le sigue en silencio, consciente que es el protagonista de esta historia y que merece saberla. Un par de manos en sus hombros lo obligan a detenerse y ve a Jazmín detrás de ellos.
—¡Fósil! ¿Cuándo llegaste?
—Ayer —dice viendo el antebrazo y la piel ya expuesta. —uno menos.
Angelo sonríe afirmando, se ha borrado el tatuaje que la mujer le aconsejó e hizo citas para otros más. También necesitó de la ayuda de Marck para otra cita y se ganó una mirada de interrogante, pero no hizo preguntas y le ayudó.
—La información no puede salir de su casa —empieza a hablar Noah detrás de ellos —nunca ha traicionado a los suyos y no empezaría ahora.
Le envió la llave de la casa junto con una nota diciendo aquello. Ella no daría información, Noah entraría y la buscaría. Era una mujer mayor de edad con problemas de memoria que accidentalmente dejó cosas importantes en casa y olvidó enviar al buró o borrar.
Angelo sonríe, pese lo delicado de lo que está por suceder. Lo primero que notó al entrar es que las fotografías ya no estaban en las paredes, no en la cantidad que solía estar. Las pocas que estaban allí eran las del chico con los hombres de Vladímir.
—Astuta —le dice su amigo revisando cada rincón,
Ingresa una mano en el bolsillo de su pantalón y saca lo que la anciana le dio cuando le estrechó la mano. Empieza verificar un sitio en donde se podría ubicar la pieza en madera. En forma de pirámide cinco centímetros de diámetro, la toma con ambas manos, pues al parecer puede abrirse.
—¿Qué traes allí?
—Me lo dio la señora Harrison antes de irse —explica a Noah.
No solo puede abrirse, sino que del interior sale un papel dorado envuelto minuciosamente. Abre el papel y lee el contenido, lo lee varias veces a pesar de que a la primera logró entenderla.
—¿Qué dice? —mira hacia Noah con el papel en sus manos.
—La persona a reemplazar en la próxima reunión.
—¿El jefe?
Noah solo quiere distracción para no pensar en lo que está por descubrir. Angelo busca la manera de conectar este nombre con lo sucedido en la isla. Debajo del nombre estaba una nota que era de gran ayuda.
"A nadie le gusta que su diario personal salga a luz, no si tienes muchas cosas allí que puedan dañarte." Alguien no le gustaba que estuviera libre, su presencia en la vida civil significaba que no estaba obligado a respetar secretos. Lo que quien sea estaba detrás de esto no sabía, es que mucho antes de aceptar sus códigos, Angelo contaba con los suyos.
—Es la mejor noticia que he recibido —confiesa y su amigo no le entiende —ya lo sabrás. —comenta viendo el papel y cerrando la pieza después.
Todo esto quiere decir que Kanoe no le robó a Xen, sino a este hombre. Tampoco fingió su muerte ayudada solo por el francés, alguien más que se hizo del botín o se dividieron lo robado, con eso pudo sobrevivir y planear su venganza. El dinero que se había robado nunca apareció, por lo menos eso fue lo que dijo Xen.
—¡Aquí! —Noah señala el PC encendido encima del escritorio alejando a Angelo de sus teorías.
No es el quién debe estar a su lado, por lo que mira a su prometida y le indica avanzar. Jazmín Kelly ha sido una pieza importante en la vida de su amigo y la única que se merece sostener su mano.
Algo le dice que lo va a necesitar. Con esa certeza empieza a escuchar frente a ellos y de pie lo que la mujer ha dejado para Noah.
—Misha Vovk, sacerdote a cargo del centro para huérfanos en Pravda, Tishkovo, Óblast, de Moscú —empieza y Angelo se permite verlo, sus manos tiemblan ligeramente frente al teclado y Jaz las sostiene al notarlo —asesinado a la edad de 55 años por un huérfano de nombre desconocido y sin razón aparente. —alza el rostro hacia su amigo antes de seguir —es el dictamen oficial...
Si algo podía alardear Alexis Ivannov era de no fanfarronear ni mentir, motivo por el cual cuando le dijo a Angelo que conocía al hombre y dudaba de esa historia le hizo pensar. Luego que le aconsejó verificar aquella historia supo era su manera de confesar lo que no podía. Noah sigue leyendo en silencio por varios minutos, Jaz se lleva una de sus manos a su boca empezando a llorar.
—Misha Vovk, hijo de Faddei y Zaria Vovk...
Su padre fue asesinado cuando Misha tenía 23 años por un grupo de hombres irrumpió en su casa. Misha estaba en el seminario cuando ocurrió, su madre nunca fue hallada con vida.
Un año más tarde fue encontrada muerta en una zanja, había dado a luz y el niño estaba aún con vida. En adelante, dedicó su vida a buscar a su hermano a quien el sistema se lo había tragado.
No se lo quisieron entregar por ser sacerdote y le dijeron que debía regirse por lo legal. Ordenado como sacerdote, trabajó en varios orfanatos, se cree que buscando a su hermano de quien solo sabia estaba en uno de ellos....
—Siendo el Tishkovo Óblast, el sitio en el que se quedaría por 10 años. —al borde de un colapso, Noah sigue leyendo, sin parpadear y con todo su cuerpo tenso. —Esto no tiene sentido ¿Por qué nunca dijo quien era?
Angelo apoya su cuerpo en la pared escuchando el resto del relato. Ya no tenía que buscar a un hermano, pues ya lo había encontrado. Conoce los detalles de la muerte del sacerdote, Noah lo había cogido desprevenido y no le dio tiempo de defenderse.
De verlo llegar es posible le dijera quien era.
—Sería retirado del lugar —comenta Jaz —y te protegía...
—Aun así, iba a cumplir 18, me largaría de allí. —insiste. —estuve en tantos lugares y pude defenderme sin él.
—¿Hay algo más? —pregunta Angelo leyendo la nota en sus manos—¿Quién asaltó a los Vovk o sobre la muerte de la mujer?
—¡Ladrones! Es todo lo que dicen los registros.
Ladrones, repite Angelo en su cabeza, Alexis era amigo de Misha y según dijo también de Vladímir. El anciano estaba en aquella época en prisión ¿Cómo pudo ser amigo de ambos?
Le mintió sobre que era su amigo, pero ¿Por qué? El anciano no lo haría sin justificación. Inspira fuerte empezando a unir cabos, una razón de peso lo haría mentir. "—Me recuerdas a alguien" le había dicho a Noah al verle...
—¿Qué edad se presume tienes? —pregunta.
—Treinta y ocho...
Con su cabeza echa un mar de conjeturas, empieza a buscar motivos. Su memoria atrae recuerdos de los relatos del anciano, le alivia saber que fue de los pocos que le prestó atención.
Estaba en la cárcel, Davis Rogers era su abogado, aunque con otro nombre y mucho después. Fue obligado a casarse con Amelia, la hija del mayor y tenía a su cargo un grupo de hombres. Al igual que Angelo le dieron una lista de personas a buscar y cazar, junto con su grupo lo hizo.
Aquella lista era muy distinta a la de Angelo y realizada por Dimitri, no recuerda los motivos. Solo que fueron en su mayoría traidores que entregaron información a la policía o robaron a la causa.
—Sergey tiene 65...—empieza a decir llamando la atención de la pareja que lee los registros en ese instante —no siempre fue reconocido como hijo de Vladímir. Antes de eso servía de escoltas a una hija de este, Amelia. Estaba servicio de Dimitri, un hombre cruel y sádico, según Alexis.
Tendría 26 años cuando se imagina esto ocurrió, era tratado como empleado, por un hombre que golpeaba a su sobrina y quiso traicionar al mayor. Su amigo se levanta lentamente al darse cuenta a donde quiere llegar y Angelo afirma.
Tiempo después pasó a trabajar con el abogado de Alexis e imagina por eso el anciano conocía esa historia. Su vida cambió con la cercanía del americano, quienes solía tratarlos como amigos y no como jefes. El dinero que le entregaban por los servicios los dividía a partes iguales. Fue una época de traiciones, sobre todo, al saberse que el mayor tenía familia, cuando exigía a los demás no tener. Un par de líderes se revelaron, uno de ellos recibió el peor golpe. No recuerda el nombre.
—Eres hijo o bien de Dimitri o de Habib—habla más para sí.
De ser de Dimitri significaría es el único heredero, pues el viejo solo tuvo un hijo y fue sentenciado a muerte por el mayor. El dinero que dejó pasó a manos de este y luego a Sergey.
—¿Quién estaría enojado si esto se supiera? —al ver que sus ojos oscurecen sonríe —exacto y ¿Quién cubriría su falta de darse cuenta? —sigue.
—Vladímir no quiere ser el mayor, desea ser el jefe de jefes —sigue diciendo Noah.
—¿Por qué significarías un problema? Nunca has querido algo así ¿Me equivoco? —su prometido asiente atrayéndola hacia él cuando nota lo nerviosa que esta.
Alguien le cree un peligro por fuera, el mismo que teme salga a la luz el origen de Noah. Esa misma persona sabía del odio entre Kanoe y él ¿Cómo convencieron a Kanoe de salir de las sombras? ¿Qué otra cosa aparte de dinero podría ofrecerle?
—¿Quién es el Boss? —la pregunta de Jaz los saca de su letargo y mira de nuevo la nota.
Ha encontrado al aliado perfecto, un hombre que no le gusta, le vean la cara de imbécil y que suele cobrárselas de la peor manera. ¿Cómo no lo imaginó?
Un maldito mafioso de cuello blanco... eso era.
—Nunca lo creerían... —dice sonriente llevándose la nota a su boca y mascándola. —me lo llevaré a la tumba.
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