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El Vryzas y ser un buen padre

No le dirigió la palabra, bajó a cenar cuando le llamó. Se sentó frente a él, comió rápido hasta llegar a un punto en que creyó iba a atragantarse. Retiro platos que lavó y hasta le ayudó con los que estaban sucios.

El comedor está en mitad de la enorme cocina, él puede ver todos los movimientos de su hijo. Esperaba esa reacción, aunque también anhelaba que le entendiera solo un poco o no le juzgara.

—¿Puedo hablar con Alexandra?

—Claro —responde dejando el móvil en la mesa —deja eso yo lo hago.

—Buenas noches.

Dio media vuelta tomando el móvil y saliendo de la cocina. No hubo un beso de buenas noches, un abrazo ¿Qué película vemos? ¿Llamamos nosotros o esperamos?

Durmió solo esa noche y a la mañana siguiente hizo todo tal cual siempre, esta vez sin hablarle.

Lo llevó a la escuela y regresó a la casa con la sensación de haber fracasado como padre. Derrotado sube a la azotea, en aquel sitio había adaptado un pequeño gimnasio. Avanza hasta la esquina izquierda, enciende el estéreo y con ello la TV. En segundos, las doce cámaras que rodean la casa y los sensores se activan frente a él.

Se sienta en una banca de madera cubriendo sus manos con una venda observando el saco frente a él. ¿Era posible que el odio hacia alguien llegara a proporciones tan grandes que no te importaba morir con tal de verle sufrir? Kanoe debió prever que algo así sucedería, si no en sus manos, en las de cualquiera de los chicos. ¿Fue por Alana? Porque le dañó los planes o había algo más oscuro. El hombre fue solo un peón, en ese punto lo tiene claro, pero ¿De quién?

Saca el móvil y mira la pantalla de la videollamada entrante y contesta. Lo deja a un costado en donde pueda verla y ella a él, le saluda mostrando los guantes. Su rostro está bronceado, se ha cortado el cabello que cae en capas por su frente y partes de su rostro dándole un look diferente que resalta su belleza.

—Buenos días, Sasha, imagino a lo que has llamado.

—Lo dudo—responde y sonríe —¿Cómo estás?

—He tenido días mejores —responde dando un golpe al saco.

La tensión en sus músculos le relaja por cada golpe que da. Lo hace con fuerza intentando encontrar en ellos un poco de dolor físico, que calme su turbación.

—¿Te contó? —pregunta dando otro golpe

—Ajá... está confundido. Tú lo conoces más que yo.

—No hay manera de decirlo sin que doliera o le confundiera —logra decir —se me hace difícil de creer que Aydey le hiciera esto. Y no hablo por el daño que causa en mí, que me vea con miedo...

—Sé a lo que te refieres. No lo dijo ella, se lo dijo ese hombre...

—Porque ella le dijo quién era —lanza un golpe con toda la furia que puede logrando que la cadena que sostiene le saco en el techo cruja al rozar la madera —obviemos que Kanoe supiera quien soy... ella le dijo a un extraño quien era su esposo aun a sabiendas el peligro que esta revelación tendría.

Lo que hizo lo espera de una mujer que ha sido secuestrada o maltratada, que busca de alguna manera liberarse. No era el caso de Aydey, ella pudo salir de esa isla con su bendición y apoyo.

—Hizo un buen trabajo, Anker aún tiene recuerdos buenos. Imagino supo ganarse su confianza, hay personas con las que logras conectar sin tener motivos... dudo que sepas de qué hablo.

Sonríe mientras asesta otro golpe, esta vez con la izquierda, sintiendo como el sudor empieza a correr por su cuerpo y la ve de reojo.

—¿Crees que no me duele, que me digas así? —la observa fingir, pensar unos segundos y luego responder.

—¡No!

—En unos meses me repites eso —amenaza mostrándole el guante y muestra tres dedos.

—En tres... me tendrás en tu casa estorbando...—le hace un guiño —te llamaba para otra cosa.

—Sexo no tendrás Sasha, no importa tus ruegos. —resopla molesta y rueda los ojos —¿Para qué es bueno este hermoso cuerpo?

—¿Recuerdas el bar del abuelo? No sé si has ido allí...

—Sé donde es ¿Qué hay con él? —detiene los golpes para verla un instante y le sonríe.

—El tío William te espera allí en...

Mira el reloj antes de seguir y ese gesto le permite tener una vista de su perfil. Un mechón de su cabello dorado cae en mitad de su rostro y sonríe al verle sorprendida.

—¡Media hora! Debí llamarte antes, pero tuve pacientes...

—Si llego con retraso es tu culpa —se queja.

—Colgaré para que la reprimenda no sea tanta... te quiero —le dice antes de colgar y se queda viendo el móvil con una mezcla de sorpresa y excitación.

Una hora más tarde, exhausto y más relajado, detiene el auto frente al bar de Alexis. La última vez que supo de este lugar fue por Frederick, en este sitio fue abandonada la esposa de Gregory y con sus dos hijas. Estaba deshabitado, era nido de ladrones y derrumbándose a pedazos.

El sitio ante él no tenía esa descripción, varios hombres entraban y salían. Otro grupo montaba un letrero que él reconocía bastante bien "Vryzas. Baja el auto sin disimular cuanto le sorprende y alegra ver una parte tan importante para él, tan lejos de casa.

—¿Te gusta? —vuelve la mirada al tío William, quien está al lado de su hermana y el esposo de esta.

—¿De quién fue la idea? Demitrius no es muy expansionista —pregunta y se responde rápidamente cruzándose de brazos.

—Hice una pequeña inversión, el local era nuestro... solo debí negociar con el nombre. Es tuyo si lo deseas y pagas el precio de la...

—Lo que quieras por él... lo pagaré. —le interrumpe sonriendo.

Era maravilloso, era el Vryzas el sitio en que anhelo trabajar y por capricho de Axelia no fue posible. Otra sería su suerte si tan solo ella...

—Es tu sueño hecho realidad, —le escucha decir y sonríe al afirmar.

—Sasha te conoce después de todo —comenta Ivanna y al verla a los ojos le aclara —fue idea de ella y William.

—Anker debería verlo. —vuelve a hablar el tío William —estará feliz.

—Te aseguro hace años no me sentía tan feliz. —confiesa.

—Aún no lo conocemos —la queja viene del padre de Sasha —¿Tienes algún motivo?

—Ninguno, en realidad, nos estamos adaptando. Muchas cosas por hacer en casa —dice encogiéndose de hombros y O'hurn niega.

—Temes por él... sé lo que es eso.

Está por ingresar al lugar y el móvil vuelve a sonar. Sonriente sigue subiendo y levanta la llamada.

—¿Con el señor Angelo Vryzas? —le dice una voz fría del otro lado que le hace detener.

—Con él ...

—Le llamamos de la preparatoria...

Lo siguiente lo escucha dando media vuelta y excusándose con el tío William que le pregunta qué sucede. Le ha colgado a la mal educada mujer, le cuesta creer la mitad de lo que ha dicho. Anker se fue a los golpes con un compañero sin razón aparente.

—Anker tuvo una pelea... —se excusa —regreso en unos minutos... lo prometo.

—¿Quieres compañía? —sonríe a su tío William y mira a los O'hurn antes de entrar al jeep.

—Espero nunca necesitar de un abogado con él —los tres sonríen y el ambiente tenso se va —debe ser un malentendido, Anker no es nada violento.

(...)

Diez minutos después y tras detener el auto de cualquier manera, atraviesa el campus de la preparatoria y avanza a pasos firmes con largas zancadas el interior del lugar. Atraviesa la estancia e ignora la secretaria que le pide esperar para anunciarle y entra sin dar espera.

Se queda en seco al ver a su hijo rostro bajo y con una marca roja en torno a su ojo izquierdo. Manchas de llantos en sus mejillas y al sentir la puerta abrirse con violencia alza la vista. A su lado un chico un tanto mayor (dos o tres años) con rostro bravucón y sin un golpe.

—Señor Vryzas —la voz del director le hace retirar de mala gana la mirada de su hijo y ver al hombre —siéntese por favor, estamos esperando al padre de Diego.

—¿Qué sucedió? —pregunta a su hijo quien lo observa sin decir nada. —¿Anker? —insiste.

—Señor Vryzas... le dije que...

—¡Le escuché! —le interrumpe —quiero oír a mi hijo antes que a usted —sigue diciendo con la mirada fija en Anker —¿Qué sucedió?

Su hijo mira al chico a su lado con desprecio y luego a su padre, pero no hace comentarios. El director y la psicóloga le recuerdan que la violencia no puede justificarse.

Los ignora, ya que no es a donde quiere llegar. Su hijo no reaccionaría con violencia rápidamente, por ningún motivo. Puede que haya sido por lo que ha descubierto y ello solo lo hace infeliz.

La llegada de un hombre en traje a la medida, Rolex y un maletín en cuero les hace callar. Corredor de bolsa u abogado, se inclina más por lo primero. Se detiene frente a su hijo y le alza el rostro revisando su apariencia detalladamente.

—Si hay alguna lesión habrá demanda... —tiene la osadía de ver a su hijo mientras dice aquello y Anker lo busca dentro del grupo.

—Espero tenga un buen abogado... —le advierte al ver que su mano va dirigida hacia su pequeño. —aleje esa mano de mi hijo —le advierte.

Sonríe al descubrir nota el tono peligroso en su voz, se ha detenido en mitad del gesto. No dudaría en destruir cada uno de sus dedos si toca a su hijo por la maldita razón que sea.

—Por favor... —el rector intenta calmarles, pero él sigue alerta dispuesto a quebrar todos los jodidos huesos de su mano si le toca —al parecer Diego insultó a Anker y este reaccionó de mala manera...

—¿Qué tipo de insulto? —y de nuevo la mira a su hijo.

Las exclamaciones de protesta no se hacen esperar. La gran mayoría insiste en que no se debe reaccionar a insultos con violencia y él está de acuerdo; no obstante, hay palabras que son vistas como insultos y no lo son.

Anker ha aprendido a distinguirlas.

—Creo eso pierde importancia, señor Vryzas, lo importante aquí es la reacción violenta de Anker...

—Le dije marica —interrumpe el prospecto de ampón sin dejar de ver a su hijo con una sonrisa.

—¡Diego!

La protesta de todos es instantánea y Angelo mira a su hijo incrédulo. Aprendió a detallar el rostro de su hijo, sabe sus sentimientos sin decirlo, pues al igual que su padre le cuesta demostrarlo.

—Ser Gay no es ni será una ofensa para Anker —manifiesta con una sonrisa viendo al tal diego —¿Qué sucedió? —insiste en saber de labios del único que puede darle la verdad.

En respuesta el chico alza el rostro y arquea una ceja, por un instante siente cierto alivio al saber que no es su hijo y al final de la jornada no se sentirá desilusionado por su labor de padre.

—¿Está diciendo que mi hijo es mentiroso?

—¿Nos calmamos? —pide el rector—por favor siéntense y solucionemos esto.

En segundos el chico está en pie y sede el puesto a su padre, quien se sienta sin problemas. Anker observa ambos con una ceja arqueada y cierto aire burlón idéntico al de su padre.

—Estoy bien aquí, no se preocupe —le dice al director que le indica a su hijo levantarse —¿Qué sucedió realmente? Y no me digan que fue por decirle Gay porque no es una ofensa real. Ser asesino, ladrón, timador o estafador... —detalla mirando a cada uno en calma —eso sí son insultos, ser gay no.

—Creo que es bastante justificable la violencia del niño —sin más el padre de Diego le mira de arriba abajo y Angelo sonríe divertido negando. —¿Qué clase de valores le ha enseñado a su hijo?

—Solo hay una manera que Anker haya reaccionado con violencia —inicia diciendo, viendo a su hijo— Mi esposa y yo le hemos enseñado la importante que es no ser partícipe de un acto violento y ayudar a quien le necesite.

—Pues han fallado...

—Ahora —interrumpe —¿A quién insultó y con qué calificativo? A mi hijo no fue, estoy seguro de ello.

—Disculpen —habla alguien en la puerta que trae de la mano a una niña —Insistió en que tenía que venir —se excusa la maestra al ver el rostro de espanto en todos y la sonrisa en el hombre apoyado en la pared.

Una pequeña de siete años o quizás menos, cabello negro, piel rosada y extraños ojos negros ¿Ava? Se pregunta internamente al coincidir con la descripción que su hijo le ha dado de la niña.

—Pregunté si alguien sabía algo... y todos guardaron solo Diego habló —la voz del profesor es de indignación, el pequeño truhan ya no luce tan bravo, mientras que Anker mira a la pequeña en silencio.

Es la psicóloga quien le pide a la niña que les diga que sucedió realmente. Se sorprende al saber que todo lo que han dicho es basándonos en la palabra del tal Diego, nadie ha escuchado a su hijo.

—Me dijo ramera. —inicia —Anker le pidió que se excusara... Se burló y le dijo gay —señala a Diego — me intentó golpear... Anker se atravesó y recibió los golpes por mí.

—¿Es cierto eso? —pregunta el padre del niño tomándolo por el brazo con violencia.

—Creo no es necesario esos tratos —comenta el rector ante la reacción del pequeño de encogerse.

Alguien debería vigilar lo que sucede con Diego en los siguientes días o dentro de su hogar. Los niños son el reflejo de los adultos, espera que esa lógica no se aplique a su hijo con él. Siente las manos que toman la suya y al bajar el rostro su hijo tiene la vista fija en la pequeña sin dejar de sostener sus manos.

Ni siguiera, se interesó en el castigo del niño, salió con Anker y en los pasillos se detuvo para agradecer a la pequeña por decir la verdad.

—Gracias por decir lo que ocurrió —le dice y la niña asiente en silencio —¿No eres muy chica para este curso?

—¡Lo siento! —ella se excusa, como si lo dicho fuera algo malo.

La maestra y él sonríen divertidos al tiempo que salen cada uno por rumbos distintos.

—Tomó la nota y tiró el resto —comenta su hijo al salir de la preparatoria —¿Es bueno?

—Para ella si...

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