El rastro
Eros Vryzas Dimou, seguido de las fechas de nacimiento y muerte. La imagen de su hermano de 25 años le recibe en la entrada del apartamento y con ello, los recuerdos.
—Puedes ponerte cómoda, deja las valijas en un lado... mañana mismo te regresas a América.
No sabe qué les dijo Sasha a sus padres, solo sabe que no la quiere cerca. Será distracción, revivirá momentos que lo mejor era siguieran ocultos, en resumen, lo desconcentraría.
No espera respuesta suelta el morral, recoge las llaves y sale. El apartamento de su hermano no es el mejor lugar para estar, pero es el único sitio en el que no le van a buscar. No usa el ascensor, ante la sensación de ahogo que le produce todo el día de hoy.
Ya en el sótano desactiva la alarma y busca el elegante auto deportivo negro de Eros. Mantiene todo tal cual lo dejó y se asegura su "Hijo" como solía llamar a su vehículo este funcional. Entra al vehículo en el instante en que recibe una llamada.
—¿Cómo está? ¿Qué encontraste? —le pregunta a Noah avanzando en el auto y saliendo del sótano.
—Las cámaras del cuarto del pánico y Elvis recuperaron algunos extractos de minutos previos o durante... te lo envié al correo.
—Lo veré con Sousa ¿Anker? —insiste.
Ha pasado solo seis horas desde que salió de casa, odia la idea de dejarlo solo en el peor momento, pero está seguro lo entiende. Su hijo ha pedido hablarle, ha insistido mucho en ello, por lo que pide pasarle al teléfono.
—¿Papá? ¿Estás bien? —sonríe al escucharle lo que suele preguntarle siempre, esta vez hay rastros de miedo en esa pregunta.
—Lo estoy campeón ¿Y tú?
—También... ¿Dónde estás? ¿Puedes venir?
—Estoy buscando a tu mamá ¿Lo recuerdas?
Las luces de la ciudad empiezan a verse, el sol da paso a la luna y con ello a toda la vida nocturna de Londres. Hace algún tiempo y tras un ataque de melancolía, se refugió allí. Compró un restaurante y creyó poder ser un ser humano normal por primera vez desde que empezó en este mundo.
Contaba con muchas razones, una de ellas era por pasar mucho tiempo en San juan de los vientos con Axel y su familia. El recuerdo de su vida en Grecia y luego en Moscú lo hizo intentar algo distinto. Alana Russo, le aconsejó hacerlo y aseguró poder obtener a la mujer que quisiera.
—¿Y si no quiere venir? Podemos estar solo los dos...
—Podemos hijo, pero ella nunca se iría sin ti. Estaré contigo en dos días lo prometo.
—¿Seguro?
—Seguro... —promete y su voz apagada le desgarra algo por dentro —¿Anker?
—¿Señor?
—Te amo cielo...
La respiración pesada que sigue y el sollozo le hace orillar el auto en un costado de la vía. Él no debió dejarlo solo, hay infinidad de personas que podrían hacer eso...
—Sé que es difícil para ti y no me imagino lo que puedas estar sintiendo...
—Lo siento mucho papá...
—No eres culpable de nada. Sin importar el resultado de todo, te amo y eres mi vida... estoy agradecido con que estés aquí.
—Te quiero... —sin decir más cuelga.
Por unos minutos solo maldice golpeando el volante, toda esta historia le resulta extraña. ¿Qué le dijo la última vez que la vio? Intenta recordar como fue ese encuentro y solo recuerda, le calló por sorpresa en Tokio para su cumpleaños número 37, tres meses atrás.
Se enojó porque lo hizo sola, también por dejar al niño en casa con la nana. Aydey solía viajar sola ante el miedo que le generaba que le hicieran algo a Anker. Enciende el vehículo cuando su nivel de enojo ha bajado y diez minutos está frente a la discoteca.
Las luces de neón iluminan el nombre "Dorsos", verde, rojo y naranja. Entrega las llaves a unos de los hombres de negro en la entrada y entra por la zona de administración.
—Sousa no está jefe —señala uno de los guardias y le entrega las llaves de la oficina —en media hora estará aquí.
—Dijo que necesitaba privacidad ¿Necesita algo más?
—Por ahora no.
Se retira el saco empezando a entrar por un pasillo con luz verde y destellos rojos. Una de las paredes es en cristal y da al interior del local, el sitio está repleto, varias parejas bailan en la pista o eso cree sus cuerpos están tan juntos que es imposible decir donde empieza uno y donde acaba el otro. En las mesas y privados ocurre exactamente lo mismo, allí es claro lo que hacen.
Se detiene frente a la puerta cuando nota una cabellera rubia entrando al sitio. Es curioso, pero no pensó en Aydey cuando la vio, sino en Sasha y ese pensamiento lo lleva a una verdad que ha estado ignorando. La mujer lleva puesto un vestido negro un poco arriba de mitad de pierna, piernas igual de largas, mismo tono de cabello y exuberante cuerpo.
La testaruda le ha seguido, porque ella ha olvidado la promesa hecha hace años por ambos. Nadie tiene que saberlo salvo ellos, al parecer ella lo ha pasado por alto, pero él no.
Una mezcla de alivio y desilusión le llega cuando la dama le da el frente y descubre no es ella. Entra a la oficina con ambas sensaciones rondando en sus entrañas. Las luces están encendidas, la laptop frente al escritorio, una botella de su coñac preferido en la hielera y un vaso vacío a su lado.
Rodrigo Sousa, sabe como atender a sus amigos o sabe por lo que Angelo está pasando. Hace años su esposa fue declarada como secuestrada al igual que a sus dos hijos. Al final, la historia fue otra, la mujer lo había abandonado. El sitio es una réplica exacta de las tantas oficinas en las que ha estado.
La ausencia de fotografías para evitar que el rostro de su familia caiga en manos de las autoridades, no hay cuadros, decoraciones o lujos, de esa manera les joderían la vida a los perfiladores. William Ivannov, solía decir al respeto de ello y esta vida que era como jugar ajedrez, no solo había que planear tu jugada, también imaginar las de un oponente.
Así las cosas, era muy común para ellos hacer algo y no pensar en sus gustos o lo que querían, sino en sus enemigos o autoridades. Camina hacia el escritorio, alza la laptop y digita correo y clave, sin sentarse. Lo que está allí no le va a gustar, han sido más de dos días viendo la escena en su mente y todo ello tiene nombre y apellido.
Su peor enemigo y el único que le cree con las pelotas de entrar a su territorio, matar a sus hombres y llevarse a su mujer. Encuentra muchos mensajes en su entrada, alguno de ellos de Axel que le pide enviar al niño a San Juan y se promete llevarlo el mismo dentro de poco.
Busca lo que le interesa y lo abre, sus dedos golpean de forma rítmica la parte inferior del teclado del objeto y su vista se fija de nuevo en la disco. No sabe por qué, pero no le gustaba que Sasha obedeciera sin chistar. Cuando regresa la vista a la pantalla, el primer video está reproduciéndose.
—Hijo de perra —aprieta sus dientes y empuña sus manos al ver la imagen de sus hombres caer uno a uno.
No llevan pasamontañas, no los necesitan, son mercenarios que están dispuestos a morir allí mismo por la causa (La que mierdas sean). Su porte delgado, ojos achinados y el inconfundible tatuaje en su brazo izquierdo les delata.
—Kai Kanoe...
Su mente viaja a aquella disputa cuando lo encontró desnudando a Alana Parissi (esposa de Axel, su mejor amigo) y dispuesto a abusar de ella. Alana había tenido un accidente y estaba en coma, el miserable fue su ex y gozaba del cariño de los Parissi.
Lo encontró con ella desnuda, él con el cinturón rodado, lo enfrentó y amenazó. Recuerda como si hubiese pasado ayer y no hace doce años ese encuentro.
Flashback
—Cuando Axel o su padre se enteren, me dirán ¡Soluciónalo! O quizás le digan a Camorra... No importa quién es el protagonista. —presiona un poco más su pecho y luego lo suelta sonriente. No se quita de encima de él y deja una rodilla en el pecho del asiático—darán con esa sabandija que has llamado Aiko y allí sabrás lo que el dolor Kanoe...
Presiona la rodilla en el pecho del hombre que, desde el suelo, intenta liberarse sin resultados. Solo cuando ve su cuerpo rojo y la respiración cada vez más pesada lo suelta. Kanoe inspira una gran bocanada de aire y empieza a toser, se levanta con dificultad ante la mirada divertida de Angelo "ya no es tan hombre ahora".
—¿Crees que no sé lo que hiciste? — pregunta —¡Le vendiste esa droga a los Seller! Y no me digas que lo sabías.
—Son negocios, tú sabes más de eso que yo —responde —no tenía idea que ella tomaría esa pastilla. Solo se dormiría y ya...
—Tienes dos horas para largarte —le advierte en calma —te estoy dando una oportunidad que nadie ha gozado hasta hoy y solo porque le debo un favor a tu jefe.
—Nos veremos las caras...
—Cuando estés casado ¡Recuérdame! —le advierte señalándolo —porque yo no me voy a olvidar de ti. Buscaré a tu mujer y me la cogeré, me aseguraré que esté despierta y goce gritando mi nombre.... Recuerdas que fue puta y esas no dejan de serlo —empuña su mano y besa la cruz que hay en ella para luego apuntar el dedo índice hacia él —Dalo desde ya por hecho. ¡Porta! —vuelve a gritar y en segundos tres hombres entran y sacan al hombre de la habitación.
Fin del flashback
De alguna manera Kanoe supo de su esposa e hijos, quiso enviarle un mensaje y Aydey protegió a su hijo. Así estaban las cosas hasta ahora. Su esposa corría peligro en manos de ese demente con costumbres y fetiches extraños.
—No está muerto —comenta a la presencia detrás de él.
—No... te sugiero, las veas todas.
Y eso hace, revisa cada uno de los videos, esta vez apoyando en el escritorio de espaldas al espejo que sirve como ventana hacia el interior del local. Conocen los sitios de las cámaras, mismas que no están visibles, miran hacia ella burlándose.
El asalto es por sorpresa y triplican en número a sus hombres. Reducen a los que están en la entrada y los reemplazan rápidamente, acto seguido apagan las cámaras de ese sitio. De esa manera van accediendo a cada uno de los puestos limpio y sin prisa.
Se sienta de golpe sintiendo las manos de Rodrigo en sus hombros. Recrear en su mente la muerte de sus hombres no se comparaba con verlos morir. Pasa un par de horas allí, dejando de último el de su hijo en el salón del pánico. Se concentra en donde sabe encontrara respuestas, no hay rastros de Kanoe y no lo necesita.
Todo el asalto grita su nombre. Tampoco hay registro del momento en que asaltan a Aydey, salvo cuando un hombre la lleva en hombros inconscientes.
—¿Le has quitado algún negocio? —niega mirando el último video.
—Le impedí dañar a la esposa de un amigo.
El único ser humano que sin conocerlo o saber quien era le brindó la mano. Axel Russo fue mucho más que un jefe o el hijo de este, se convirtió en su hermano.
—¿Russo? —pregunta y no le responde su mano viaja al video dándole clic —algo escuché. Su jefe supo que le robaba y te pidió solucionarlo...
—Llegué a él con la noticia había muerto calcinado en una avioneta... al parecer tiene siete vidas ese hijo de puta. —ambos callan cuando el metraje empieza a reproducirse.
Su hijo entra al cuarto solo. La única imagen que tiene de su madre es cuando le dice algo, acto seguido Anker corre al interior del cuarto y cerrando la puerta digitando los números y activándola, deja a su madre por fuera golpeando la puerta y llamándole.
—Sé que tienes en tu mente muchas teorías, también que en ninguna de ellas tu mujer finge culpable —señala Rodrigo y Angelo da media vuelta dejando el PC en el escritorio observando la barra del barman. —Esto fue posible gracias a un traidor, fue demasiado limpio, rápido, sabían los lugares de las cámaras, se tomaron el trabajo de mirarlas, sonreír y mofarse...
—Tengo que buscarla
Rodrigo —señala cerrando el correo y girando a ver al brasilero que lo observa sorprendido —conozco a este miserable mejor que tú y pueda que su plan sea ese... que Aydey se vea como culpable.
—Entiendo y no deseo estar en tu pellejo —se levanta para estrechar su mano y Angelo hace lo mismo —esta es tu casa, si necesitas de mis hombres, dinero, pasaporte... lo que desees.
—Lo tendré presente —dice y ve la figura inconfundible en jean y remera blanca. —¿Sasha?
Hace a un lado a Rodrigo, abre la puerta que comunica al interior del sitio y baja las escaleras de a dos. Está por lo que puede verse ebria y un imbécil muy cerca. Demasiado vulnerable y alcoholizada para reaccionar, solo se limita a empujarle, pero el hombre es persistente. Se abre campo empujando a varios a su paso y una vez está frente a ambos se detiene. Dedo índice en el hombro izquierdo del fallecido (porque va a morir en ese instante), cuya mano va rumbo a las partes íntimas de la ella le pide girar. No a mirando del todo hacia él cuando su puño impacta su rostro y este cae inconsciente al suelo.
—Esto es lo único que me faltaba —se queja tomándola en brazos y lanzándola a sus hombros ante su protesta y el silbido de todos —hacer de niñera.
Cada zancada que da alejándose aumenta los niveles de su enojo. Una vez fuera del sitio la deja en suelo firme y tambalea... espera que caiga de esa manera ese bello trasero será golpeado por el asfalto y no por sus manos.
—¿Qué mierdas haces siguiéndome?
—No sé de lo que hablas —tartamudea y pasa las manos por su rostro dándole las espaldas en búsqueda de cordura.
—¿No me estabas siguiendo?
—No. —responde alzando el mentón y Angelo frunce las cejas.
—Hay miles de bares aquí y tú atinas a estar en este... ¿Pretendes que te crea es casualidad? —pregunta cruzando sus brazos.
Ella a duras penas puede mantenerse en pie. Le está costando hacerlo, sorbe su nariz y mira a todos lados confundida. Detesta que se menosprecien de esa manera, que no sean conscientes del valor que tienen y se arrastren por gusanos que nos las merece.
—Lo que más me enfurece de todo esto Sasha... ¿Por qué tomas de esa manera? Ese malnacido estaba a punto de cogerte allí. Todo porque Mackenzie te dejó por otra...
—Es tu culpa... —le señala tambaleando. —todo esto es tu culpa.
—Tienes razón, tengo la culpa... nunca debí presentarte a Mackenzie. ...
Están causando cierto escándalo, por lo que intenta tomarla de las manos para acabar su cruda y hablar, pero cuando ella sea capaz de escucharle. Sin embargo, su acusación lo detiene y le obliga dar dos pasos atrás.
—Eres el maldito culpable por no arriesgarte hace quince años Angelo... por ver solo a una niña mimada y no a la mujer que te quería, menospreciarte, permitir que esa zorra te destruyera y no ver a quien verdad te amaba...
Angelo nunca ha sentido tanto terror de enfrentarse a su pasado como hoy, así que retrocede un poco más. Nunca la ha visto tan hermosa como ahora, ebria, cabello revuelto y ojos hinchados. Ella no entendió que él solo le brindaba una amistad y confundió todo.
—En estos momentos yo no estaría llorando por Mackenzie, Anker sería nuestro hijo y tú no tendrías que estar buscando a una mujer que se folla con tu peor enemigo, dios sabe desde cuando... te casaste con esta mujer tan parecida a mí ¿Por qué mierdas no conmigo? —Sostiene en sus manos una foto de Aydey que le muestra con furia y ve sus nudillos blancos.
Estaba lejos de parecerse a su esposa, el nivel de licor y despecho le hacía ver fantasmas.
—Estás equivocada, tú y yo nunca estuvimos juntos... Y no te pareces a Aydey ¿Podemos tener esta conversación en otro sitio?
La respuesta inicial es sonreírle mientras alza el dedo para detener un taxi.
—Pudiste acostarte con medio mundo y tener sexo con las mujeres más hermosas Vryzas... Pero yo te hice feliz con la ropa puesta y eso no lo logra nadie.
—¿A dónde carajos vas?
—Lejos de ti... —responde entrando al taxi y en segundos se pierde en la vía...
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