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El nacimiento de Hermes

Moscú, Rusia

Años atrás

—No quiero que intervengas —le pide al tío William, quien insiste en ir a Atenas.

—Tu hermano... este casado con la mujer que te daría un hijo Angelo. ¿Qué clase de mujer es Axelia?

—Ella preferirá a todos antes que a mí y Demitrius es feliz ¿Qué importa lo demás? —su tío tensa su mandíbula y aprieta sus manos sin decir nada.

Le acaba de obligar a decir las razones de su salida de casa. Fue astuto, porque antes le dio el motivo por las que creía su madre le molestaba su presencia. Básicamente, era porque Angelo era el cómplice, aunque sin saberlo de la aventura entre Anker y la madre de Eros.

—Solo serán unos meses, después me regreso a San juan. No encontré otro mejor sitio que este...

—Esta es tu casa Angelo, no tienes que incomodar a los Russo... te espero abajo —ordena levantándose de la cama y estrechando sus manos —papá y yo te tenemos una propuesta, mientras buscas que hacer.

—Llamo a Eros y estoy contigo —habla mostrándole la pantalla de su móvil con varias llamadas perdidas.

Espera hasta quedar solo y una vez lo hace regresa la llamada a su hermano. Le hace varias, pero no le contesta, revisa los mensajes, elimina varios de Artemis sin leer. En todos le pide perdón, asegura Demitrius, se dio cuenta de la prueba y creyó era suyo. Además, que el accidente en las escaleras era real, se intoxicó con tantas mentiras que acabó por bloquearla de todos lados. La llamada entrante lo obliga a tomarla rápidamente.

—Era tu novia verdad, andaba con los dos por no saber quién iba a heredar, una vez lo supo escogió. —es lo primero que le dice y Angelo cierra los ojos —es una ramera, la he visto con otro y la enfrenté ¿Sabes qué me dijo?

—Probablemente que le gustabas o algo así...

Se incorpora y mira por la ventana sin abrir las cortinas y ve varios hombres en el jardín bastante armados.

—Que Demitrius la había desatendido... fui con Axelia y Demitrius... el pobre está viviendo un infierno y tu mami indica que no hay divorcios en la familia.

Cree con vehemencia que su madre necesita de un psiquiatra al igual que el tío. Posee una teoría basándonos en el comportamiento de su familia hasta determinada edad, después de los 40 los Vryzas se vuelven locos.

—¿Por qué no lo dijiste?

—No me dejó y me lanzó a la calle.

—Tu deber era decirlo...

—¿Te creyó Demitrius Eros? Sé que no... eso responde tu pregunta. —finaliza y cambia de conversación rápidamente.

Eros ha iniciado una búsqueda de su familia materna y para ello ha empezado por averiguar quien era su madre. No le da detalles asegurando que lo hará cuando acabe y en persona. Sonríe al colgar y se queda mirando la pantalla por largo rato, sería una excelente idea, su hermano encontrará a su familia.

Conocer el nuevo hogar del tío William fue sorpresivo, vivía en una enorme ¿Mansión? No sabía si llamarlo de esa manera. Un búnker de paredes anchas, tres pisos y pasadizos secretos. Solía husmear en el interior. Eso sí, existían zonas que no era posible acceder porque cuando no solicitaba una clave, era una tarjeta magnética.

El "hogar" estaba dividido en dos bloques, dos familias en cada una sin un lazo aparente más que amistad. El bloque norte era ocupado por los Levenev con Sergey a la cabeza, su esposa y sus extraños hijos. Chicos de comportamientos bruscos que solían ver a todos con ganas de matar. Solo con Jedrek, el mayor de los cuatro, militar y bastante diferente a los demás (todos eran rubio, él era trigueño) se podía tener una conversación. Debías ignorar su tono superior al hablar y fanfarronería por estar donde estaba (fuerzas especiales).

El bloque sur era ocupado por los Ivannov conformados por el señor Alexis, William, Verónica, y sus tres primos (Giorgio, William y Christine) Y él, a quien adoptaron como un miembro más, le decían primo y mezclaron en los programas familiares pese a no ser uno de ellos en verdad.

La seguridad era extrema, un centenar de hombres entrando, saliendo, vigilando, etc. Deambulaba por el sitio dando la impresión de quien estaba allí era el mismo presidente. Angelo solía verlos entrenar en la parte trasera de la fortaleza. El sitio estaba siempre en constante movimiento y nunca dormía. Había perdido el poder de dormir tranquilo y seguía teniendo sueños inquietos. Despertaba y al mirar por la ventana, siempre había varios autos lujosos entrando o saliendo.

El dinero allí no parecía importar, lo supo cuando se topó con una bodega en donde había varios coches de colección siendo corroídos por el polvo y el óxido. "—Están viejos, si necesitas uno nuevo yo te lo compro". Le había dicho el viejo Alexis cuando pudo más la curiosidad que el sentido común y preguntó por ellos. Al día siguiente, al salir al jardín tenía en la entrada uno, de lujo y especialmente para él "—No hay dos de estos" confesó el anciano restándole importancia el valor del mismo.

Casi todo era así, había notado que todo estaba dentro de ese lugar, estaba al alcance de la mano con solo tronar los dedos. Una decepción amorosa era sanada con mujeres y allí había muchas de donde escoger. "—Te dirán te amo y serán más convincentes que tu misma novia o esposa". Fueron las palabras de Sergey a quien había visto le decían "El mayor", título que según entendía era el máximo honor dentro de esa estructura criminal.

Dentro de la edificación y a lo largo de ella podías encontrar todo tipo de prensa. Eso sí, retiraban deportes, jet set y demás. Allí aprendió a darse cuenta de lo injusto que era el sistema judicial en todo el mundo. Era común ver a criminales salir por capturas o procesos mal elaborados.

Alguien debería encargarse de ese malnacido que asesinó a su madre y solo pagó Tres años, o de aquel que abusó de chicos y fue declarado loco. Eran tantas y tan variadas que Angelo aprendió a ignorarlas en la primera semana. A esa conclusión llegó en una conversación con Eros al comentarle lo que había encontrado.

Detiene sus pasos frente a la puerta que en relieve tiene figuras de dorsos femeninos y algunos masculinos. Por un instante olvida que ha sido llamado por su tío y el padre de este, distrayéndose con las figuras talladas.

La puerta se abre en sus narices impidiendo seguir con su labor y una chica está frente a él. Rubia de ojos grises y cabello lacio recogido en una coleta, estatura más allá de lo común, piernas largas contorneadas que dan muestra de ejercicios o algún deporte. Una vez se fija en el rostro y nota el parecido con los Ivannov, la belleza se esfuma de la mano del encanto.

— Ángelo... Han pasado tres años —intrigado por no tener un registro de ella, se excusa diciendo.

—¿Te conozco?

Da un paso atrás al ver la cercanía de ella. Las palabras castración y tortura retumba en su cabeza, está seguro, es familia del viejo Alexis y eso la hace inalcanzable. Además, hay muchas mujeres dispuestas para estresarse con una chiquilla y arriesgarse a ser devuelto a Atenas.

—Sí. Soy Alexandra O'hurn Ivannov —Responde con una sonrisa en los labios y un brillo extraño en sus ojos —hija de Ivanna y Vincent, nieta de Alexis...

—Hermana de Mark...—sigue por ella —pero no te recuerdo.

Su presencia en la entrada de la puerta le impide entrar y no da señales de querer hacerse a un lado. Ella empieza a narrar como le conoció y en qué momento. Cuenta que jugó béisbol con ellos y ella estuvo en su grupo.

Concluye que no la recuerda, solo sabe que es hermosa y que parece atraída por él. Por su parte a él no le cautiva, es demasiado chica, aunque de alguna manera le agrada esa mirada puesta en él.

Alguien dice algo en el interior, en ruso cree y ella le responde en el mismo idioma. Se despide moviendo las manos y se aleja, gira su rostro divertido por la coquetería de la niña y nota el movimiento de caderas.

—Angelo... —la voz de su tío le trae de vuelta a la realidad y entra apresurado.

Se encuentra en el interior a Alexis y William Ivannov, quienes querían que se especializara y para ello le habían inscrito para estudiar gastronomía en una de las mejores academias del país. Ante la negativa de recibir tanto dinero (los años de estudios eran costosísimos), le dieron un empleo. Ángelo seria de escolta de Sasha al anciano y el tío William le pareció buena idea que él se encargará de la chica.

Así las cosas, en las mañanas usaba la Glock y el auto, se encargaba de alejar imbéciles y en las tardes su indumentaria cambiaba por gorro, mandil y cuchillos. Hizo un trato con la chica, ella le enseñaría ruso y él le acompañaría en su excursión por la ciudad.

La paga era buena, lo que tenía que hacer no era mucho, la chica era obediente y le enseñaba el idioma de manera divertida. Aseguraba la mejor manera de aprenderlo era hablarlo con otros. Entraban a almacenes, disco, cafeterías y heladerías. Así aprendió su sexto idioma y se hizo a una buena amiga.

Siguió con los entrenamientos y reanudó las artes marciales mixtas, algo que dejó tirado cuando entró a trabajar con los Russo. Cortó comunicación con su hogar, con quien hablaba seguido era con Eros. Su hermano ahora vivía en Londres luego de una acalorada discusión con Axelia Vryzas, que se negó a explicar.

Odió a Artemis como no imaginó nunca, el sentimiento que una vez tuvo por ella se convirtió en oscuro. Era la mujer que mató a su hijo, porque tenía claro era suyo de otra manera no lo hubiese abortado. Eliminó de su vida todo recuerdo suyo y se concentró en alimentar a la bestia del odio.

Las mujeres que encontró en Moscú contribuyeron a su pensamiento. Angelo salía con sus primos y podía verlas como esperaban a que su pareja se descuidara para buscarle. Llegó a tener encuentros con algunas en el tocador a pocos pasos de sus novios y esposos.

Concluyó a base de esos encuentros, que en muchas ocasiones no buscaba, pero acaba aprovechando, no existía mujer leal. Sacaba de esa lista a las esposas de sus hermanos y a las de su familia por considerarlas fuera de concurso. Pero, no dudaba de que de tener la oportunidad y querer vengarse, recurrían a ese tipo de actos.

Perfeccionó el idioma, siguió recibiendo clases de Sasha e intercambiándolas por salidas. La chica era asediaba y era muy común que Angelo alejara a las manos largas o golpeara a uno que otro de hijo de puta. Sasha veía a su héroe en acción cuando en realidad estaba haciendo su trabajo.

Veía a una chica de alta esfera social que podía escoger entre cualquiera de su edad (con más dinero) elegirlo a él. Y, aunque no estaba en sus pensamientos tener algo con ella por considerarla muy joven e infantil, era bueno para su corazón roto tener esa atención.

Sasha vivía su primer amor como el príncipe azul, Angelo la escogía como su paño de lágrimas. Ella creyó no había nadie mejor y él la trató como si todo el tiempo estaría en los 17 y no se convertiría en una mujer hermosa.

Todo cambió cierta tarde en que, apoyado en la puerta del auto, en espera que ella saliera, recibe una llamada que marcaría un antes y un después en su vida.

Eros ha cambiado de número tres veces en este último mes y suele burlarse de su hermano. A quien tiene la dicha de decir, le ha ido mejor que a él, no solo en lo sentimental, también en su carrera. Todo lo que ha conseguido es gracias a su esfuerzo en los estudios y empleo.

—El número cuatro, empiezas a preocuparme...

—¿El señor Ángelo Vryzas? Le llamó desde el Hospital Saint Thomas...

Le interrumpe una voz femenina en tono frío del otro lado que no solo le borra la sonrisa, sino que hace latir su corazón a millón. Su hermano había sido asaltado y se requería su presencia. Escucha el detalle de parte de la mujer encargada de dar tan terrible noticia y pasa saliva.

El tiempo que esperó a Sasha le pareció una eternidad, le advirtió subir al auto y en diez minutos cruzaban las rejas de la fortaleza. Se bajó del vehículo sin ayudarle a ella y preguntó por su tío William.

—Está en una reunión...

Sasha viene detrás para alivio de Angelo, no hizo comentario y se limitó a verle de reojo sus nudillos presionando fuerte el volante, ella por su parte agarrarse con fuerza del bolso que sostenía en su pecho. Le toman por los hombros en el momento que abre la puerta, como resultado cae al suelo solo un instante, pues se levanta arremetiendo con furia hacia su agresor.

Intentan detenerle, pero no hay nada que pueda hacerlo y acaba golpeándolo varias veces en el suelo. Unos brazos presionan con fuerza su cuello obligándolo a parar y lo sueltan cuando retrocede. Cae de rodillas a la vista de todos los miembros de los líderes de todas las estructuras. Fue la primera vez que no controló su odio y no supo nivelar la bestia que sabía existía en su interior.

Se incorpora con las manos en un puño sangrando, no era su sangre, sino del que ha dejado en el suelo, busca a su tío en medio de los hombres. Este le mira con enojo un algo de preocupación, los demás en una mezcla de admiración cuando se dirige a su tío en griego.

—Eros fue asaltado ... Mi hermano está muriendo.

William Ivannov preparaba una reprimenda para su sobrino que quedó en el aire al escuchar aquello. Se incorpora consciente que el acto que han presenciado todos allí le traerá problemas a Angelo y ese temor se materializa cuando alguien dice.

—Odio, fuerza y destreza perfecta —comenta el mayor —tendría un buen futuro...

—Ni lo sueñes Sergey —le advierte William avanzando a Angelo intentando hacerle invisible, pero es imposible

—¡Retírenlo! —ordena otro sin dejar de sonreír —si necesitas las armas para buscar nos dices.

Angelo asiente aún aletargado por lo que le han dicho y sin ser consciente de lo que acaba de hacer o delante de quien.

****

—¿Qué sucedió? —le pregunta al hombre tirado en la cama y con rostro deformado por los golpes.

—La policía tiene el nombre —le comenta con dificultad —está en prisión.

—John Evans—repite el nombre dato por William y Eros asiente.

Se ha enterado por parte de su tío William que vino con él y ha estado a cargo de ello. Sabe además que todo inició por una pelea que no era de Eros, el hombre maltrataba a una mujer a la vista de todos a las afueras de un bar y nadie hacia nada.

—Como si no importara o fuera invisible —dice con rostro dolido —agonizaba en manos de ese infeliz y nadie le detenía.

Sonríe porque no esperaba menos de Eros y besa su mano. Ha discutido con Axelia y no le ha dicho las razones, solo que se alejó de casa, estudió y trabajo por su cuenta. Tenía un fideicomiso que dejó su padre, que había invertido y le daba buenos dividendos.

Eros era de rasgos finos, igual de alto que ellos, pero más delgado, de buen comportamiento, educado, inteligente y con mucho futuro. Su hermano no merecía morir de esa manera, no cuando lo que hizo fue salvar a una mujer.

—Creo que nuestros hermanos necesitan estar aquí....

—No es necesario Angelo —habla con voz entrecortada —está quien siempre me ha apoyado, no necesito de nadie más para que sostenga mi mano y cierre mis ojos. No les llamé porque no los quiero aquí...

—Eros —ruega y su voz se quiebra, sonríe apretando su mano y la siente débil y fría.

—¿Recuerdas que buscaba a mi familia? Fue mi tesis te grado. —comenta sonriente y Angelo sonríe —soy el mejor abogado hermano, el mundo se pierde a uno de los mejores juristas.

Angelo asiente tomando sus manos y le pide hablar sin prisa. Su estado es delicado, pero conserva la esperanza que logré recuperarse.

—Necesito contarte algo, pero debes prometer, no harás nada —ruega —¡Promételo! —insiste tirando de su brazo —tampoco se lo dirás a los demás porque ya no importa.

—Lo prometo. —dice al fin y su hermano asiente.

—Empecé por mamá, yo tenía cuatro años cuando llegué a casa y todos dicen lo mismo...

Ella murió durante un parto y dado que él tiene 26, retrocedió 22 años. Encontró muchas muertes femeninas promediando esa fecha, ninguna de ellas durante el parto, por lo que retrocedió años atrás.

—Me dije que quizás estuve un tiempo en alguna casa hogar y papá no quería enfrentar a Axelia —sigue diciendo.

—Es muy probable, papá le temía —confiesa y ambos sonríen —¿Qué encontraste?

Sabe que algo encontró, cuando se trata de sacar verdades o se fijaba una meta, Eros era como el despiadado e intenso.

—Los motivos por los que amas la sangre ... Mi madre murió asesinada, papá y tú la encontraron desangrándose.

Aprieta con fuerza la mano que su hermano le sostiene y lo mira fijamente. No lo supo todo enseguida, fueron los detalles encontrados en la investigación que le dejó dudas. Se decía que su padre rodeaba Atenas en un bote para verla, eso le dejó tres sitios en que buscar y redujo la búsqueda.

Solo una mujer murió en aquel tiempo por esos lugares, tenía la edad que debería su madre, el mismo nombre y su apellido. Contaba con un hijo llamado Eros y en el tiempo del asalto jugaba con un chico en la playa. Todos le veían jugar con él cada cierto tiempo y un hombre se posaba en una piedra con sombrero sonriendo al verlos jugar.

—No estaba embarazada, tenía una herida de arma blanca en su pecho, murió desangrada. —sus ojos se empañan y su voz sale cada vez más rota al seguir —ella pudo ser salvada, solo si alguien la hubiera extrañado...

Leyó la declaración de su padre, quien dijo la mujer era la niñera de Angelo, que fue despedida injustamente. Su hijo le tenía cariño y como tenían un niño de la misma edad, Anker lo llevaba a jugar.

—No se encontró al culpable... y lo único que me duele de morir es que no pude hacer justicia —en ese punto sus ojos se empañan en llanto y Angelo no puede ocultar los suyos —alguien debería ser la voz de aquellos que no la poseen y yo quería.... Ser ese.

Una hora después y tras volverle a prometer que no diría nada a nadie, un 16 de mayo, Eros Vryzas partió de este mundo. Dejando a Angelo con dos promesas que estaba dispuesto a cumplir.

Hacer que el asesino de su hermano pagara y develar el rostro del de Cristel Dimou, la madre del mejor amigo que ha tenido y el que sabía no tenía reemplazo.

Sale a los pasillos cuando escucha al doctor dar la hora de muerte y se encuentra al tío William que viene a su encuentro. Fue la última vez que se permitió quebrarse frente a alguien, su hermano lo valía.

—Lo siento hijo —le consuela —yo no sé a donde va uno cuando muere, pero todos dicen que a un mejor lugar. —sigue diciendo —salió bajo fianza y es posible que abandone el país, tiene contactos.

Justo allí, con las palabras de su hermano sobre que alguien debería ser la voz de las que no los tienen y la del ruso que le aseguró ayudarle, empezó a crear la idea de lo que sería su vida en adelante.

Con la ayuda de Noah acorraló, cazó y mató con sus propias manos al malnacido que mató a su hermano y luego no pudo parar. Cuando supo lo que la sociedad se había librado a través de la prensa y al leer sus innumerables delitos se dio cuenta de que Eros tenía razón.

Alguien debería ser la voz de los que no lo poseen, descubrió que hay muchos John Evans a quien enviar al infierno. Entendió había nacido para eso, encontró un lugar en el mundo. Le preguntaron cuántos hombres quería, él pudo decir cualquier número, pero escogió ese.

¿Por qué cincuenta? Era su número de la suerte y solía verlo en todos lados. La última fue al llegar a casa de su tío, en la habitación había un libro cuyo nombre era "Cincuenta leyes del poder"

¿Por qué Hermes? Eso, nombre se lo dio Alexis y sus explicaciones le hicieron usarlos. Algunas de ellas era su nacionalidad, astucia, por aquello que era mensajero de los dioses, llevaba almas al infierno, protector de los viajeros. Joven, atractivo, en la flor de la vida y sin problemas, muy aficionado a gastar bromas o mentir sin ser descubierto. Lo de joven y atractivo fue por burla, debe aceptarlo.

De esa manera nació su segunda familia... los cincuenta...

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