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Despedida

Un mes después...

Sasha deja la última prenda en su guardarropa y cierra el mismo. Apoya su cabeza en ella al hacerlo mientras suspira. En menos de un año se ha mudado tres veces, espera que en esta ocasión sea la última. Amaba estar en casa y estar con sus padres, regresar a ella lo vio como derrota.

—¿Lo has buscado? —pregunta su madre ante su silencio y niega—¿Y él a ti?

—Un par de veces —confiesa. —pero tengo miedo mamá.

—No es el hombre que esperábamos para ti, pero tu padre tampoco fue bien visto por William en su momento —habla su madre acercándose y obligándola a verla—¿A qué le temes realmente?

—No lo sé —confiesa — o quizás si... mamá, mi cabeza es un caos— finaliza abrazándola —no soy una mujer de aventuras y es lo único que puede darme. Él está por irse mamá, sigue con eso de buscar culpables y no sé si soy tan fuerte.

Ha aprendido a conocer su valor, todo lo vivido le ha enseñado a verlo. Andrés ha sido su mejor maestro y por fortuna dejó de hostigarla. Su padre asegura que la amenaza de Angelo fue suficiente y no tuvo que ir.

Salen a la sala y encuentran a sus hermanos dejando el último sillón lanzándose a él segundos después. Han insistido en ayudarle, su padre es el encargado de la seguridad junto con Marck.

Alexis quiso pedir la baja al enterarse lo sucedido y su padre se lo impidió. Había encontrado en aquel lugar un remanso de paz y en esta ciudad tendría que lidiar con esa mujer.

—Listo —habla su padre entrando con Marck y mirando a su alrededor. —no vas a durar mucho aquí, pero quiero estés segura.

—No he dicho que aceptaré —le recuerda y sus hermanos fingen toser.

Ha sido escogida para una especialización en Moscú, su perfil ha gustado y ser egresada con honores de la misma universidad ha ayudado. El recuerdo del abuelo está allí, siendo lo único que le detiene, a su madre, es estar en la misma ciudad que Vladímir y respirar su mismo aire.

Como era de esperarse, la investigación no ha prosperado y el padre de ese bastardo ha querido solucionar todo con dinero. Comportamiento que ha hecho el enojo en sus padres aumenten. El que esté sometido a un respirador artificial da un poco de alivio y que Dios le perdone sus malos pensamientos.

—¿Pedimos comida o salimos?

—Salimos —la respuesta de sus hermanos a Marck le hace reír.

—¿Espero no dañar algún plan?

Todos aseguran que no y de ser así no lo van a confesar. Decide aceptar la salida, más por distracción que por tener apetito. Aún no tiene auto, el que tenía fue obsequiado por Mackenzie y lo devolvió luego de la última discusión.

—Iré con Marck.

Apoya su mano en el brazo de su hermano y pega su rostro a su hombro. En estos días está soltero, su esposa e hijos están de visitando a su familia en Alemania y el no pudo viajar por compromisos. Pero volverán está noche lo que lo tiene feliz y si él lo es, ella igual.

—Deberías comprar auto y te ahorras ser extorsionada por esos dos —se queja Marck y ella sonríe —hablo en serio linda, los taxis no son seguros o el metro.

—Piensa que estoy contribuyendo a la no contaminación —sonríe al ver su rostro, mirarla molesto y besa su mejilla —lo pensaré... lo prometo.

—No aceptes... te lo pido como favor. —ruega y se queda viéndolo preocupada —no me pidas explicaciones que no podré darlas.

—Bien —le dice simplemente —voy a tomar el consejo.

Se relaja al escucharla y junto bajan a los ascensores, sus hermanos y padres ya no lo hicieron antes que ellos. La comida fue la de siempre entre ellos, amena y divertida. Rieron por cada locura de los mellizos, o recuerdo de la época en que sus padres eran novios y al extrañar a Alexis acabaron haciendo una videollamada.

Hicieron planes de vacaciones en la playa, esas que llevaban años de no ir, cuadraron horarios con Alexis y fijaron fecha exacta. Al llegar a casa su hermano mayor le entregó un sobre. No se sorprendió al ver la misma especialización, pero en otro país.

—Supongo que Londres es mejor que Moscú.

—Y estarás en familia.

Se despide de su hermano quien se queda allí hasta que cierra la puerta y se asegura de poner todos los seguros. Lo imagina detrás de ella con la mano apoyada escuchando los cinco registros que debe accionar.

—Uno, dos, tres, cuatro y cinco —enumera con una sonrisa —¿Listo?

—Listo —le dice del otro lado y sonríe apoyando la mano en la puerta —iré al aeropuerto por Mauren, si necesitas algo me llamas.

—No lo dudes... —le calma —te quiero.

—Y yo a ti. —apoya la cabeza en la puerta y se queda allí por largo tiempo.

Salta al sentir un par de manos, rodear su cintura y se sacude con violencia. Lo primero que se le viene a la mente es lo sucedido en Brasil. El pánico se apodera de ella al ser atraída a un cuerpo.

—Alguien debería ponerles un límite a tus hermanos —la inconfundible voz de Angelo, detienen su lucha.

Gira rápidamente lanzándose a su cuello, mientras su cuerpo es un mar de emociones. Se pega a él quien empieza a dejar besos en su cuello al tiempo que excusa.

—Era una sorpresa —dice entre beso y beso — pagué muy bien por ella.

—¡Eres un idiota! —se queja.

—¡Tú, idiota! —corrige apoderándose de sus labios. —vine a invitarte a cenar en casa... tus hermanos olvidaron mencionar que irías con ellos.

—Te vas —le recuerda alejándose de él.

Sus ojos dorados por un instante fugaz muestran preocupación. Avanza hacia ella que retrocede hasta chocar con la pared y toma un mechón de su ya largo cabello que se lleva a sus labios.

Retrocede instantáneamente y es observada en silencio. Mientras ella es un mar de emociones, Angelo está relajado sin que parezca afectado.

—Me debes cuatro cosas —empieza a decir —en Israel, prometiste cumplir ¿Lo recuerdas?

Comprensión, perdón, un te quiero y una sonrisa. Lo dijo cuando le insistió en que bailara con ella, por lo que afirma. Viene a cobrar una de ellas, la primera y más importante para él.

Desearía ser tan importante para él, para pedirle que no se vaya. Tal cual lo hizo Marck con ella, le bastó ver el miedo en los ojos de su hermano para desistir.

—Necesito tu comprensión...

—No te vayas... —le interrumpe sin poder evitarlo y lo escucha sonreír —sé que no soy tan importante...

No la deja terminar lo siguiente que ocurre en sus labios encima de los de ella y su lengua abriéndose campo en su boca. Su cuerpo reacciona a sus besos y su piel a sus caricias.

—Eres importante—habla con voz ronca al dejar ese vacío en sus labios y apoyando su frente en la suya —maldita sea Sasha... ¡Eres importante!

—¡Demuéstralo!

—Pero no puedo quedarme aquí y exponerlos... si regreso es con la certeza que puedo tener una vida medianamente normal. —insiste alejándose un instante de ella para verla a los ojos. —¿Qué te dijo Mackenzie?

—Promete que vas a volver —le dice en respuesta.

Sus cejas cobrizas se juntan y sus labios se aprietan, odia ese tipo de cosas. No hay algo más con la que pueda negociar salvo esa, quizás no pueda impedir que arriesgue su vida, pero si hacerle prometer que volverá.

—No puedo prometer porque no tengo el control de nada en este instante —habla al fin y los ojos de ella se empañan —no sé cuánto dure o si tendrá final... No deseo que detengas tu vida por mí...

—Voy a esperarte. —habla decidida y mira a su alrededor —no pienso estar contigo una última vez como despedida, porque estaré preparando tu regreso.

—Tus hermanos me advirtieron que esto sucedería.

No esperaba menos de ellos, piensa de forma fugaz al ser conducida en brazos a la única habitación que tiene su apartamento. Solo un beso y se le olvida lo que ha prometido, se reprende cuando es dejada en el suelo.

—¿Qué te dijo? —insiste en saber tomando sus manos y llevándola a su erección—¿Lo sientes? —habla en tono ronco al acercarse a ella —Así estaré hasta que regrese... Así me tienes todo el tiempo.

Frota su mano con su erección, Sasha le observa cerrar los ojos al ver que ella sigue sola. Desabrocha su cinturón mientras le narra lo que dijo, en espera que sus caricias logren el milagro y no preste atención.

—La puta de un mafioso —repite sus palabras al tomar sus manos y retirarlas de su erección — Por eso te has alejado de mí.

Es al azar sus manos entrelazadas que ella nota ya no lleva los tatuajes, ni en su cuello. La calentura de sus labios, la ha hecho no ver algo que debería notarse sin problemas.

—¿Crees que no mereces un sacrificio de mi parte? —insiste y Sasha muerde sus labios —he deseado tu cuerpo cada que te veo, detesté no ver tu imagen en aquella foto en Israel... y ver la de Aydey. —le dice y se queda viéndolo sorprendida —quizás no sea amor, pero te aseguro no pienso en ti como alguien a quien follar y tirar.

Lo dejó claro al invitarla a casa esa noche y compartir con su hijo una cena. No comió, pero acabó por tener una velada agradable. El nudo en su garganta aumentaba cada que las horas pasaban. Angelo se iría al día siguiente, dejaría a Anker en Atenas y lo demás no lo tenía claro.

No se lo dijo.

Eran casi las doce de la noche cuando la llevó a casa, la dejó en la puerta y acarició su rostro. Estaba segura, no lo volvería a ver, existía algo en su interior que lo decía o quizás fue el tío William y sus miedos que acabaron por contagiarla.

Le dio su comprensión, solo si volvía y que ella pudiera cumplir las tres restantes. Lo que le dijo hizo que sus ojos se empañaran, era la certeza a sus miedos.

—Prométeme que no vas a detener tu vida, pase lo que pase vas a ser feliz... que me perdonaras si no regreso, lanzarás un te quiero a mi tumba y finalizarás con una sonrisa que perdurara en tu rostro hasta el final de tus días. —besa sus labios al decir aquello en un beso totalmente distinto a los que le ha dado a lo largo de la noche. Tierno, dulce y lleno de promesas inconclusas —Sé a qué me expongo, no puedo vivir con el miedo a que algo le suceda a mi hijo o quien tengo cerca.

—Sin pasado, sin futuro y solo un presente —recuerda las palabras de su abuelo al acabar el beso y se aleja lentamente de él —sin importar lo que suceda entre los dos más adelante... voy a esperarte. No sueles hacer promesas vanas...

El último recuerdo que tiene de él es su sonrisa al acabar su discurso. Sus ojos cerrarse al darle un último beso o su frente apoyada en la suya al tiempo que lo atraía hacia él.

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