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¡Culpa!

Atenas, Grecia

24 horas después...

Contrario a en otras ocasiones el ambiente en casa era distinto. Angelo logró hablar con sus hermanos sin que la conversación acabara en una disputa, por lo menos así fue con Demitrius y Otis, Miles no estaba en casa cuando él llegó. Esperaba no lo hiciera hasta que no se fuera.

Las despedidas, nunca han sido buenas para él, lo demostró con Sasha y lo confirma con su hijo ahora. Siendo su hijo quien más dolor le causa, sabe lo mucho que sufriría sin él. Él no podía quedarse allí y fingir nada pasaba, cuando no tendría más. Necesitaba que alguien le asegurara la libertad de los suyos y saber la verdad.

—¿Vas a volver? — pregunta su hijo con el miedo reflejado en su rostro.

—Son solo vacaciones Anker —le calma arrodillándose ante él. —puedes ir a San Juan cuando lo desees.

—No sin ti.

Molesto retrocede hasta dejar a su padre solo. Le ha dejado claro que no desea otro lugar para vivir, que no sea a su lado. Le alegra saber que su hijo lo prefiera por sobre cualquier lugar, precisamente eso le obliga a darle fin a esto.

—Sabes que no es posible....

—¡Entonces vete! Y no vuelvas nunca —da media vuelta subiendo las escaleras.

—Sabes que tiene razón —escucha a Miles hablar.

Cierra los ojos y empuña las manos porque la paz de la que hablaba hace unos minutos se había espumado. Se levanta y avanza hacia la salida, siente los pasos detrás de él y se detiene bruscamente.

—¿Puedes tan solo...?

—No te odiaba por ser el preferido de papá, era porque le recordabas lo que hizo. Por eso eras unido a Eros, ese vínculo tan fuerte. —de todas las cosas que esperaba le dijera, la escuchada no era una de ellas.

Gira lentamente hacia su hermano con la pequeña esperanza que no sea lo que imagina, una que se hace trizas cuando al observar su rostro ve el dolor.

—¡Déjalo! —le advierte—te aseguro lo que sea, crees que sabes, no es ni la mitad de la verdad.

El calor del medio día se sentía en esa zona de la casa, las palmeras no se movían un ápice, el mar en las mismas condiciones al grado de parecer una postal. La calma que reflejaba el ambiente contrastaba con la de Angelo.

Dolor, furia, desesperación e impotencia. Era todo lo que sentía al recordar lo que le habían obligado a hacer.

—Me lo dijo Noah. ¿Cómo te enteraste?

Aquello hacía imposible negarlo, Noah fue con él en aquella ocasión. La primera vez que su amigo visitó Grecia quedando maravillado con lo que veía.

—Los vecinos... —inicia y pasa las manos por su cabello —habíamos descubierto era mejor fuente de información. Eros había dado con el registro oficial, encontré contradicciones entre lo dicho por los vecinos y lo declarado por papá.

Mientras su padre declaró que fue a verla como era costumbre y la encontró muerta en el jardín, un vecino dijo que un niño jugaba en la playa con Eros, justo a la hora del asalto.

Los hombros de Miles están bajos, labios apretados y las cejas caídas. Angelo tuvo esa misma reacción cuando tras decidir era mejor ir con los vecinos que acudir a la policía.

—Cristel Dimou... murió desangrándose en mitad del jardín de su casa mientras Eros y yo jugábamos en la playa...

Así inicia su relato, aquel que juró no decir a nadie eran de esas verdades que al salir a la luz destruirían. Un verano como este, con el mismo calor y agobio en su pecho...

Flashback

—Si te detienes en cada paisaje y tomas una foto, no vamos a llegar—se queja viendo a su amigo capturar la foto número mil o un millón.

—Tú no le ves lo magnífico, porque estás acostumbrado a ello. —le responde y Angelo sonríe.

—Es lo malo de pertenecer a un lugar, no encuentras la magnificencia y cuando lo haces es porque estás lejos.

Un anciano está sentado en una barca que limpia unas redes dentro de ella, les ha respondido. Sin camisa, descalzo y con la piel curtida por el sol, repara a ambos hombres mientras sonríe.

—Tú no eres de acá—dice señalando a Noah mientras muerde un tabaco —tu sí ¿Qué te trae por aquí?

Le responde que su amigo es de Moscú y que ha querido mostrarle lo mejor de su ciudad. Al sonreír el hombre le muestra una hilera de blancos dientes, retira el tabaco de su boca mientras escupe a tierra.

—¿Lleva mucho tiempo aquí? — pregunta y el hombre asiente.

—Nací aquí y tengo 75 años haga cuentas —responde volviendo a su labor.

—¿Qué tal la pesca? —quiere saber Noah.

—Pudo ser mejor. Los peces son cada vez más listos. — la respuesta del hombre les hace reír a ambos y es Noah quien sigue en adelante.

—¿Podría prestarnos el bote?

Ha sacado de su bolsillo un fajo de billetes que extiende hacia el hombre mayor. Sentado en el borde del bote, con parte de las redes en sus piernas, ve acercarse a Noah quien lo deja encima de un banco de madera.

—Con eso pueden comprar uno nuevo o alquilar algo mejor.

—Pero nos interesa esta zona, es muy importante para mí —insiste Noah y señala las casas a la distancia. —quiero ver lo mismo que Cristel Dimou vio por última vez.

La mención del nombre hace sonreír al hombre mayor. La busca entre los vivos y no la recuerda sin deber que debe hacerlo entre los nietos y olvidados.

—Somos invisibles para la sociedad. —asegura mirando el horizonte—todos muestras la parte bella, limpia y lujosa, nadie se toma el trabajo de venir hasta acá... no sin un motivo.

—Sé cómo es eso.

Al negar mira a Angelo con ironía, examina su ropa de la cabeza a los pies. El menosprecio en ese acto podría notarse a metros. Muy a pesar de que la de Noah era tan o más costosa que la de él.

—Lo dudo, ustedes suelen callar consciencias y tergiversar los hechos. Lo sucedido con Cristel lo confirma. —baja el rostro hacia sus redes que sigue limpiando con cuidado—para todos fue asalto, la realidad fue otra. Alguien de su misma esfera social entró y acabó con ella, sin importar que estaba con el niño... Tampoco fue un hombre sino una mujer y no fue un asalto.

—No es lo que dice el registro policial—se apresura a decir Angelo y el hombre se burla con voz fuerte.

—Para los pobres hasta ser asesinado es un delito. Lo recuerdo como si fuera ayer, limpiaba las redes allí.

Señala una piedra pequeña a unos cien metros, luego a la playa. La mujer en cuestión llegó en un bote con motor, venía con un niño. El pequeño se bajó antes de arribar y corrió a la casa de Cristel.

—No era la primera vez que veía al pequeño, pero si a la dama. El chico llegaba con uno de los Vryzas, todos sabían que lo era pese a que él se las arreglaba para cubrirlo. Se sentaba en aquella piedra, con un sombrero y gafas oscuras mientras los dos niños jugaban. Fue lo que dijeron en aquella ocasión...

—¿Los amenazaron?

Angelo se atraganta al preguntar aquello y el anciano solo lo ve con burla, en aquella época existía la amenaza que un Vryzas se erigiría en esas tierras. Eran propiedad de la familia, ellos se apoderaron de ella de manera ilegal. En plena investigación recibieron la visita de un abogado con los registros de cada una de las casas.

—Sería nuestra si no nombrábamos a la mujer. No era mentir, era solo evadir esa parte...

Solo él se negó a hacerlo y quien mencionó al niño que jugaba en la playa justo a la hora del asalto. Creyó que con solo eso sería suficiente y que la investigación prosperaría, hasta que Anker Vryzas declaró.

—A esa edad entendí que lo suficiente de la sociedad y como se maneja las cosas en el sistema—niega frustrado y sonríe. —aún puedo recordar a los niños abrazados en la entrada del jardín. Uno de ellos estaba lleno de sangre, su camisa y zapatos. El hijo de Cristel, no recuerdo el nombre... lloraba.

Tuvo curiosidad al verla bajar, un hombre se quedó en el bote y él fingió no prestar atención. Su casa estaba justo al lado de Cristel, vivía solo con su esposa. Fue ella quien escucharía lo sucedido, regaba las margaritas de la entrada cuando oyó la discusión, después silencio.

No era la primera vez que escuchaban a Cristel discutir con alguien, antes de todo ya la habían visto hacerlo con el desconocido que llegaba con el niño. Se decía que la mujer no quería que el hombre llegara a la casa ante el temor de ser descubierta.

—¿Hay algo más vil que asesinar a una madre delante de su hijo? —les pregunta y ante su silencio sigue—usar a su hijo para lograrlo... esa mujer necesitaba el lugar exacto y el pequeño se lo dio.

Fin del flashback

El nudo en la garganta le duró días al entender partes del sueño recurrente que aún no podía conectar. El hombre narró todo cuando recordaba de aquel suceso, lo suficiente para que uniera cabos.

Llegó a la misma conclusión que Eros, el motivo de atraerle la sangre fue la muerte de Cristel, pero no porque la vio muerta. Él no llegó con su padre, sino con su madre y le marcó el sendero como llegar a ella.

—La vi agonizar. —comenta sonriendo sin humor — tu siguiente pregunta será ¿La enfrenté? —niega al recordarlo porque fue violento—¡Si! ¿Lo negó? —mira a su hermano compungido sin que el rostro de dolor de Miles le afecte.

—Lo justificó—Miles acaba por él— para expiar sus culpas se aferró a Dios y quiso arrastraste a ti hacia eso.

Angelo era el culpable que todo ocurriera, su padre insistía en que ambos debían crecer juntos. Por tener la misma edad y ser su sangre ¿Qué clase de madre culpa a su hijo de los problemas matrimoniales? Axelia lo hizo y fue tan cruel en eso que lo usó para llegar hasta la amante de su esposo, culpándolo de ello hasta lo que le quedó de vida.

—¿Callaste por qué nos creíste débiles o porque te hacía sentir bien hacernos pasar por imbéciles?

Se toma el tiempo en responder o en buscar una respuesta menos libre de odio. Ha entendido tiene demasiado creciendo en su interior que no cabe un poco más.

—Sin importar si callaba o hablaba, me harían sentir culpable—confiesa.

Tal cual está ocurriendo ahora, Axelia Vryzas le negó la facultad de tener una infancia normal. Asesinó a su hijo a la edad de cuatro años, porque el pequeño que salió de casa de Cristel no volvería a ser el de antes.

Piensa que sus ansias de justicia son llevadas por el sentimiento de culpa de ser quien llevó a su madre a esa casa o por no poder hacer nada por ella.

—En lugar de demostrarle lo equivocada que estaba... hiciste lo contrario y te hundiste en ese mundo. Te vendió la idea que no vales y por eso aceptaste una mujer que sabías no era la leal, pero la que consideraste a tu altura.

—No me psicoanalices... —advierte.

Su hermano sonríe al ver que aprieta los labios y empuña las manos. No es necesario, todos se dieron cuenta de ello cuando se enteraron quien era Aydey y como la conoció.

—No niego que era buena madre... excelente madre —se corrige rápidamente.

—No soy perfecto, ustedes me lo han dejado claro—habla entendiendo a donde quiere llegar y Miles bufa.

—¡Tonterías! Sabías que no era alguien de fiar, basándonos en lo que le hizo a esa chica. —los ojos de Miles están oscuros y todo su cuerpo tenso — Ella sabía que ese hombre abusó de su exnovia de todas las maneras posibles. Cualquier mujer sale huyendo al saberlo...

—Aydey me quiso aun sabiendo quien era. —la defiende.

Ambos son culpables de todo cuanto ocurrió, Aydey y él se parecían en varios aspectos. Al igual que ella creyó que lo sentido por Murat era suficiente para vencer obstáculos, Angelo hizo lo mismo ¿Acaso no creyó que amarse lo harían vencer obstáculos?

Planearon una vida juntos e hicieron promesas que más adelante ninguno de los dos no pudo cumplir. Nadie sabe lo que pasaba dentro de su hogar, ni siquiera ellos mismos. La llegada del chofer le dice que es hora de partir y mira a su hermano antes de hacerlo.

—Cuando los problemas llegaron y las mariposas volaron... estas se llevaron también el amor que decían tenerse. —su metáfora lo hace pensar y su hermano sonríe al ver que ha logrado callarle —Ahora tienes la oportunidad de poner en orden tu vida, tienes a la chica perfecta, un trabajo honrado ¿Qué haces? Huyes... porque le temes, porque piensas, no lo mereces.

Nadie parece entender por qué lo hace, sin responderle da media vuelta ingresando al vehículo. Si la mujer que le dio un hijo, quien prometió amar y lo hizo por más de diez años, le bastó meses para cambiarlo ¿Qué no haría Alexandra? A quien nunca le hizo promesas, no tiene idea de lo que él siente por ella (Ni el mismo lo sabe) y no los une nada.

Ya en el lugar en que todo se calmaría y saliendo del aeropuerto con rumbo a esa cita. El ruido del móvil lo hace mirar la pantalla y encuentra una llamada de Noah que se va a buzón, otra de Estanislav, Nikolái y Akim con el igual de resultado.

¿Dónde estás?

La pregunta le llega sistemáticamente una detrás de la otra, ellos están esperándolos en una pista clandestina y el auto ingresa a las calles de Estambul.

"—Este trabajo lo hago solo, considérense hombres libres"

Le da enviar y se queda con él en las manos, recordando a su padre. Tuvo que mentir al declarar para evitar la furia de su familia y soportar la culpa de la muerte de Cristel. Él descubrió el cuerpo y lo hizo solo, porque Angelo estaba con su madre en el otro lado de la ciudad... cuando ya había asesinado a la mujer, según ella en un arrebato de cólera.

Solo que ella llevaba la daga en el bolsillo, quien hace eso es porque tiene un plan trazado.

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