La verdad siempre sale a la luz
Si hasta entonces todo había pasado a cámara lenta y había sido una locura, no era nada en comparación con los meses siguientes. Viajamos a España, Alemania y a Rusia para la misma operación que hicimos con Pablo, ese era el trato y mi firma de confiabilidad después de todo.
Esta vez nos aseguramos de correr el menor riesgo posible. Las aduanas solían ser traicioneras, pero con la debida organización y un buen pago a las personas adecuadas, no tuvimos problemas en ninguna de las misiones. Sin dudas estábamos a punto de llevar el cartel Villanueva más alto de lo que hubiera estado nunca.
El día final estaba a la vuelta de la esquina y yo estaba desesperada por saborear la libertad.
Habíamos decidido que la boda sería el mismo día de la última reunión, así cerraríamos ese ciclo y nos podríamos ir sin necesidad de mirar atrás.
Si, fue muy difícil llevar a cabo las operaciones y preparar una boda al mismo tiempo, pero para mí buena suerte tenía a los mejores amigos que pudiera desear. Obtuve toda su ayuda en cada momento y ahora estaba prácticamente todo listo. Para lo que nunca estuve lista fue para el cambio de acontecimientos que ocurrirían ese día.
Faltaban poco para la boda y ya no tenía ni puta idea de a que otro problema de última hora tendría que enfrentarme.
Mi teléfono no paraba de sonar por cuenta de los modistas del vestido, no sé porque se complicaban tanto en recrear el vestido que había diseñado. Siempre más pruebas, más propuestas de tela, y más, siempre más.
Sabía que lo hacían con todo el amor porque me tenían mucha estima, habían sido mis modistas cuando abrí mi casa de modas, pero ya estaban al punto de volverme loca.
Para que vamos a hablar del repostero, siempre con un nuevo contratiempo, la organizadora de bodas con nuevos diseños para la decoración. Otras, por la cantidad infinitas de propuestas para las invitaciones, la música y no vamos a olvidarnos de los arreglos florales.
¿Por qué tenía que ser tan complicado?
Ya había perdido la cuenta, mi mente había desconectado después del problema número 236, todos los días era algo distinto. Ahora sabía porque la mayoría de las personas se casaban solo una vez. Era un martirio la organización de cada mínimo detalle.
Comenzaba a odiar el sonido de mi móvil, así que cuando lo escuché sonar por millonésima vez ese día estuve a punto de tirarlo a la otra punta de la oficina.
Pero me detuve en el último momento, respiré tres veces para calmarme y respondí. Muy mala idea.
*********
Jace atraviesa la puerta del local, me busca entre las mesas hasta localizarme en la del fondo antes de venir hacía mí. La última vez que supe de él fue al acompañarlo a su casa a la salida del hospital luego de la paliza que Dom le dio por haberme besado en el club.
Me había llamado una hora antes para citarme en este café pidiéndome completa discreción. Según él, debía contarme algo de vital importancia.
En un principio no le creí, lo atribuí a una excusa por no haber aceptado sus anteriores invitaciones a salir, pero bastó con que dijera el apellido Villanueva y los pelos se me pusieron de punta.
Y aquí estaba yo, en un café perdido en el mapa, a la salida de la autopista nacional, esperando al tipo con el que una vez, compartí una buena noche de baile y saliva.
—Buenas tardes Angeline ¿Cómo has estado? —llega junto a mí y toma asiento en frente.
Su pelo rubio estaba algo despeinado y tenía la sombra de una barba de tres días que le confería un aspecto más rudo y deseable, si eso era posible.
—Muy bien, hasta que recibí una perturbadora llamada que me trajo al medio de la nada. ¿Se puedes saber a qué estas jugando? porque no tengo tiempo para esto.
—Ya supe de la inesperada boda que te tiene ocupada, felicidades. Desearía haber podido llamar antes, pero sin las pruebas necesarias no podía contactarte.
—¿Pruebas? ¿De qué pruebas hablas?
—No te conté en su momento, pero soy agente de la policía. Créeme que conocer a una chica en un club no es como para decir a los cuatro vientos que eres poli. ¿No crees?
Mi cara debe reflejar el asombro que crea su declaración porque esto sí que no me lo esperaba.
—Ve al grano, aun no sé qué tiene que ver todo esto conmigo.
—Cierto, me voy por las ramas. Cuando nos conocimos yo estaba de vacaciones, por eso no pude hacer mucho con respecto a la denuncia que puse a mis agresores. Pero comencé a trabajar y me puse manos a la obra. Revisé las cámaras de seguridad del perímetro del club y encontré la cinta de cuando me golpearon. El rostro de los tipos no se veía muy bien porque estaba oscuro, pero si logré reconocer a uno de ellos, Dominic Villanueva.
En este punto me perdí ¿Cómo que Dominic Villanueva?
» Casualmente un año atrás habíamos abierto un caso sobre él y su relación con la mafia. Por falta de pruebas y la sospechosa muerte de los testigos, tuvimos que dar el caso por cerrado. Hasta que empecé a mover unos hilos y encontré un nuevo informante entre sus hombres dispuesto a colaborar. ¿Imaginas mi sorpresa cuando me contó que estabas dentro de todo este mundo de mierda? —hace una pausa.
—¿Y cómo termina la novela? Creo que deberías pedir trabajo como director en los rodajes de Hollywood, porque te montas unas muy buenas películas.
—Angeline dejemos el sarcasmo a un lado. Esto es mucho más serio de lo que crees, tengo pruebas.
—¿Pero de qué pruebas hablas? Me traes al medio de la nada y comienzas a hablar de cosas sin sentido ¿Con la intención de que confiese qué? ¿Qué soy buena en los negocios? si fuera cierto lo que dices ya estaría en la cárcel ¿Oh esta es una manera para chantajearme? Porque de ser así te digo...
—No es chantaje. Nada más lejos de la realidad. Estoy haciendo mi trabajo y si no estás en la cárcel es porque descubrí que estabas bajo amenaza cuando entraste en la organización. Por lo que si decides colaborar te puedo garantizar inmunidad.
—Aquí debe haber un error, mi prometido se llama Dominic Báez estas confundido de persona. Ese tal Villanueva que buscas debe ser otro hombre.
—No Angeline, solo te he contado la punta del iceberg. Dominic, tu prometido, no es Báez, es Villanueva y es el hijo de Francisco.
¿Qué? Creo que el aire deja de llegarme a los pulmones al escuchar esto porque empiezo a hiperventilar. ¿Qué maldito juego era este? No podía ser posible.
» Compruébalo tu misma. Al parecer no conoces tan bien a la persona con la que te vas a casar, y no me extraña.
Me pasa una carpeta que traía en las manos, al abrirla descubro el certificado de nacimiento de Dom y justamente decía que su padre era Francisco Villanueva junto al nombre de su exmujer rellenando la casilla del nombre de la madre. Si esto era una broma no tenía ni puta gracia.
—Puede ser una falsificación. Hoy en día es muy fácil hacer algo así. Quien me garantiza que seas quien dices ser —me negaba a creer lo que estaba viendo.
—Puede ser difícil para ti, sí, pero te puedo garantizar que todo lo que digo en cierto.
No lo entiendo. O, mejor dicho, no quería creer, pero todo estaba ahí desde un principio. Ahora entiendo la complicidad que tenían en la primera reunión. La forma en la que Dom le gritó frente a mí la segunda vez que nos reunimos. Nunca hablaba de su familia y no quería presentarme a sus padres.
El incomprensible odio hacía su madre. Claro, ella se había ido con su tío Fernando y lo había dejado. Acto que conociendo a Dom estoy segura de que no perdonaría jamás.
Y aquella historia de cuando nos conocimos. De como su padre lo unió al negocio y con tan solo entrar ya disponía de poder para ordenar a los hombres que me buscarán y vender mercancía que robaba sin meterse en problemas. Cosa que no podías hacer si no eres el hijo del jefe.
Cuando le pregunté en el casino y me esquivó diciendo que me lo diría todo a su debido tiempo. Sabía que debía indagar más, mi instinto me decía algo andaba mal, y no se equivocó. Ahora todo encajaba.
¿Cómo no lo vi antes? Retengo las lágrimas porque todavía no era el momento. Al final obtendría las respuestas que tanto estuve buscando y debía hacerle frente.
—Te aconsejo que termines de escuchar lo que tengo que decirte antes de que pienses que todo es una mentira y que debes decirle a Dominic. Aún falta lo peor —¿qué coño puede ser peor? —quiero que tengas la mente fría y recuerdes cuando fue la primera vez que se pusieron en contacto contigo.
¿Esto a qué viene ahora? Me sereno un poco porque me estaba poniendo histérica. Hurgo en mi memoria hasta dar con el recuerdo.
—Unos días después de la muerte de mi esposo. Yo acababa de heredar la empresa y me la pasaba siempre en la oficina ¿Por qué?
—¿Sabías que el día antes del accidente de tu esposo, ellos se habían reunido en la empresa? —dice completamente serio.
¿Qué? ¿Pero de qué habla? ¿Cómo no supe de esto hasta ahora?
—No, pero ¿qué tiene que ver? No entiendo.
—Angie no sé cómo decírtelo de una manera delicada, pero tú esposo no tuvo un accidente como te hicieron creer, fue provocado. Leí el expediente de su muerte y al parecer pasaron por alto el detalle de que los frenos estaban cortados.
» ¿Te parece mucha casualidad? no lo creo. También descubrí que de joven había hecho más de un trabajo junto a Dominic para ellos. Teniendo en cuenta este pasado es posible que los Villanueva hayan intentado incluir a tu esposo y su empresa en los negocios. Pero no contaban con que Lucca se negara a colaborar, así que lo sacaron del juego. Una vez fuera, tu como su esposa, serías la nueva dueña de todo. Tal vez el plan era convencerte de hacer negocios y luego hacerse con la empresa. Mataban dos pájaros de un solo tiro.
—¿Me estás diciendo que ellos mataron a Lucca solo para adueñarse de mi empresa? ¿Qué mente retorcida tienes? Hasta ahora solo me has dicho teorías de una persona enferma —estaba al borde del llanto.
—No son sólo suposiciones, está el testimonio de uno de tus trabajadores. Ahora está jubilado, pero era el secretario de tu difunto marido cuando sucedió todo. Es obvio que la policía no investigó mucho y él ingenuamente no podía relacionar la muerte de su jefe con la reunión que había tenido el día antes. Al saber esto, volví a ver a mi fuente, esa que está dentro de la organización y me lo confirmó. Angie, podrías casarte con uno de los asesinos de tu marido.
Esto es suficiente. No podía soportarlo más. Me levanto y salgo de allí con la presión de las lágrimas en mis ojos. Todo esto tenía que ser una maldita broma.
Conduzco por horas, sin rumbo. Mi mente estaba en blanco y mi cuerpo reaccionaba de manera mecánica. No sabía cómo podía conducir en ese estado porque estuve a punto de crear un accidente más de una vez. Parecía una loca suicida a máxima velocidad.
No sabía qué hacer, ni que pensar. Solo dejé que mi mente tratara de encontrar una respuesta a toda esta historia, y tratar de salir del shock que me causó recibir toda esa información de golpe. Era mucho que digerir.
Tenía rabia, mucha rabia. Quería venganza.
Me estuvieron viendo la cara de estúpida todo este tiempo. Y Dominic, él era el peor de todos y quien más daño me había hecho.
¿Cómo pudo hacerme algo así? Se supone que me quiere, que nos amábamos. Nos íbamos a casar maldita sea ¿Cómo pudo jugar así conmigo?
¿Y Lucca? Se suponía que ellos eran amigos. Claro, ahora todo cobraba sentido. Esta era su venganza hacía él por lo que le hizo años atrás.
Sabía que a la historia le faltaban pedazos, pero ahora me caían todas las fichas del rompecabezas. Él me encontró el día de mi boda y se sintió traicionado por quien consideraba su hermano. Esperó el momento exacto para sacarlo de la jugada y entrar en mi vida como si todo hubiera sido una simple casualidad. Cómo si todo hubiera sido un puto plan del destino.
¡Qué estúpida! Todo había sido su maldito plan. Y yo creyendo ciegamente en cada una de sus palabras como si fuera imposible pensar en otra posibilidad... Me sentía tan tonta.
¡Maldita sea! Me las pagarán. Juro por mi alma que un día se consumirá en las llamas del infierno que me las pagarán.
Conduzco hasta la casa de Ana porque de tener a Dom delante no me creía capaz de aguantarme, y lo mejor en este momento era mantenerme alejada.
—Angie ¿Cielo que ha pasado? —abre la puerta y me lanzo a sus brazos.
—Me ha engañado Ana. Aun no me lo puedo creer ¿Cómo no lo vi antes?
—De cómo me digas que lo encontraste en la cama con otra voy y le corto eso que tiene entre las piernas con un juego de tijeras.
—Ojalá fuera eso. No, es mucho peor.
—Te haré un tilo, cálmate y cuéntame que pasó.
—Mejor un tequila o lo que sea, pero que sea fuerte.
Ignora por completo mi comentario y después de unos minutos me pasa una tasa humeante de tilo. La acepto de igual manera, necesitaba tener las manos ocupadas porque estas no paraban de temblar. Lo bebo todo de una vez, aunque si me quemaba la garganta y le cuento lo que descubrí hace tan solo unas horas. Ella no logra controlar su asombro al escuchar la historia.
—¡Oh dios mío! no puede ser. Angie debemos hablar con Jace y detenerlos. No podemos hacer como si nada. Descubriremos si todo es verdad y de ser así tomaremos cartas en el asunto.
—Lo sé Ana, pero duele ¿Sabes? Pasé años sola porque no quería volver sentir lo que era sufrir por amor, perder a Lucca había sido un golpe demasiado fuerte para mí y nunca creí que llegaría a enamorarme de nuevo. Pero luego, aparece él con toda esa actitud de hombre rudo pero que en la intimidad era todo ternura, y se me hizo imposible no enamorarme hasta cada uno de sus defectos. Le abrí mi corazón y mi vida cuando resulta ser el asesino y creador directo de todo mi sufrimiento. Es demasiado para mí. No... no se si podré con esto.
—No estás sola pequeña, aquí estoy para ti. Destruiremos a estos perros, eso te lo puedo jurar —solo en sus brazos puedo encontrar el consuelo que tanto necesitaba —ahora date una ducha en lo que te preparo algo de comer. Necesitarás toda la fuerza posible para enfrentar lo que viene.
Obedezco como una niña pequeña porque sabía que estar bajo el agua caliente ayudaría a aclararme las ideas. En un momento creí que al decirlo en voz alta me sentiría mejor, pero fue todo lo contrario, al hacerlo se volvía mucho más real e insoportable.
Como si de repente se cayera el techo estando debajo, y me aplastara más y más contra el suelo. No logro comer, se me hacía una acción más que imposible. Así que me voy al balcón y enciendo un cigarrillo. Dejo que el aire frío de la noche tome control de mi cuerpo. Buscando así una manera de sentir un tipo de dolor distinto, uno que no fuera el ese que me estrujaba el pecho.
No me pondré a llorar como hacia siempre. Esta vez no. Esta vez plantaré cara y daré guerra así sea lo último que haga.
Decir que no dormí en toda la noche no debe de ser tan difícil de creer. Cerca de las cinco no pude soportar más estar encerrada y decido salir a correr. Mi mente trabajaba mejor cuando explotaba mi cuerpo llevándolo al límite, y era justo lo que necesitaba en ese momento.
Al volver, Ana aun dormía, así que me pego una rápida ducha para ponerme manos a la obra con el plan que iba cogiendo forma en mi cabeza.
—¿Qué haces despierta si apenas son las 7:00? No espera, déjame adivinar. No has dormido ¿verdad?
La voz adormecida de mi amiga me hace levantar la vista en su dirección para toparme con sus pelos de loca que la caracterizaban. Al menos una de las dos pudo dormir.
—No, pero valió la pena. Tengo un plan y Jace nos ayudará. Te juro que Dios temblará con lo que les tengo preparado. Les quitare cada cosa valiosa que tengan en sus miserables vidas, justo delante de sus ojos, como me hicieron a mí. Y luego los dejaré pudriéndose en la más asquerosa de las cárceles.
—Me das miedo cuando pones esa cara. Angie sabes que te apoyo en lo legal, en lo emocional y en todo lo demás, pero no quiero que después de esto salgas perjudicada.
—Créeme, es imposible que logren destruirme más de lo que ya hicieron. En fin, anda y alístate, que hay mucho que hacer y solo un día para tenerlo listo.
Con el tiempo en mi contra salimos rumbo a mi edificio. Debía pasar por casa y ver a Dom. No podía levantar sospechas, y pasar la noche fuera sin dar señales de vida era demasiado.
Conociendo su vena controladora es posible que se hubiera arrancado los pelos toda la noche, y haya puesto a todo un maldito ejército de hombres a buscarme hasta debajo de las piedras.
Se abren las puertas del elevador y sin necesidad de entrar al salón siento los gritos histéricos de Dom hacia varios de sus hombres. Estos se ven interrumpidos al escuchar nuestra llegada, ganándome en el acto seis pares de ojos en mi dirección.
Un segundo después esa bestia que tenía por pareja y que decía amar viene hecho una furia hacía mí.
—¿Se puede saber dónde rayos estabas? ¿Por qué no respondiste el teléfono? te hice más de cien llamadas ¿sabes lo que son unas cien putas llamadas Angeline?
—Te saldrá una hernia. ¿A qué viene tanto drama?
—Sales temprano del trabajo, desapareces durante toda la tarde, pasas toda la noche fuera y no tenía una sola noticia tuya. ¿Era mucho esfuerzo escribir un puto mensaje y decir al menos estabas bien?
Le doy la espalda y camino rumbo a las escaleras, él estaba alterado, y en mí iba creciendo un fuego abrazador que si lo dejaba salir podría destruir el maldito edificio completo. Vamos cálmate, un escalón, luego otro. Concéntrate en esta simple actividad y no grites.
—Angeline al meno mírame cuando te hablo.
Sigo subiendo sin detenerme hasta sentirme segura entre las paredes de mi habitación. Cinco segundos después aparece en el marco de la puerta como si un demonio lo hubiera poseído.
—¿Qué diablos te pasa? Desapareces, no das explicaciones y encima me dejas hablando solo como un completo idiota —grita fuera de si —¿Qué pasa si lo hago? ¿daño tu maldito ego? No soy yo la que debe una mierda de explicaciones al otro. Yo puedo hacer lo que se me cante en ganas y no tengo porque decirte absolutamente nada. ¿Te queda claro? —¡Mierda! creo que metí la pata. Estoy haciendo todo lo contrario a lo que debería hacer y lo debo arreglar.
» Disculpa. Estoy muy nerviosa y estresada por la boda, y terminé explotando contigo. Ayer invité a Ana a tomar algo después del trabajo y terminamos hasta las tantas en el bar, cogimos un taxi para no conducir, y como su casa estaba más cerca me quedé allí. La estaba pasando tan bien que ni siquiera miré el móvil. Discúlpame por no avisarte y dejar que te preocuparas en vano ¿Me perdonas?
Ahora mismo no se si felicitarme por mi maravillosa actuación o golpearme por ser tan tonta.
—Entiendo que necesitaban su noche de chicas y lo respeto, pero avísame la próxima vez. Hice que te buscaran en todas las comisarias y hospitales por si habías tenido un accidente o te había pasado algo. No dormí en toda la noche buscándote. Me estaba vuelvo loco.
—Debo cambiarme, la ropa de Ana me queda un poco grande y ya se me está haciendo tarde para el trabajo —vamos tú puedes, no aflojes ahora.
Me alejo de él hacía el armario, pero se acerca por la espalda y me abraza.
—No vuelvas a asustarme así, moría de la angustia al no saber de ti. Joder, por un momento llegué a pensar lo peor.
Me gira poniéndonos de frente y me besa. Se lo devuelvo costándome un mundo no limpiarme la boca y escupir al separarme, pero lo consigo a duras penas. Si antes sentía un amor infinito ahora solo podía sentir repulsión y asco.
El día pasa sin más problemas. El verdadero reto fue en la noche cuando debía dormir junto a él en la misma cama. Suerte a mi ingenio y a un supuesto "dolor de cabeza" no me vi en la necesidad de tener relaciones con él, eso sería mucho más de lo que podría soportar, pero si no pude evitar que durmiéramos abrasados.
Una noche, solo una noche más y todo habría acabado.
Me despierto y miro a mi lado, aún duerme profundamente. No sé cómo será mi vida a partir de mañana, pero este paso es algo que debo hacer. Duele, duele saber que la persona a la que le abriste tu corazón y tu vida, esa que decía amarte por sobre todas las cosas, te había dado un golpe tan duro del que no sabrías si te podrías recuperar.
Lo amaba, aun lo amo, pero jamás podría estar a su lado sabiendo lo que había hecho. Ya no habría un futuro juntos. Ya no habría un nosotros.
Mi lado masoquista llora porque sé que extrañaré dormir y despertar todos los días a su lado, todos esos meses de amor que le di. No llegar a decir "si quiero" en el altar. Todo me estaba devastando por dentro ¡JODER! Planeábamos tener hijos prontos.
Bien dicen que del amor al odio solo hay un paso y tan solo pensar que tuvo que ver con la muerte de Lucca, el amor se va a tomar por culo.
Me levanto y qué mejor que una ducha fría para prepararme ante el día que me espera por delante.
Al salir del baño veo a Dom aún acostado con los brazos cruzados tras la cabeza y con su erección matutina activa.
Debo estar enferma, pero juro que mis bragas se mojaron al ver la manera en que me desnudaba con la mirada y ese claro deseo que me tenía. Aunque mi mente se interpusiera y repudiara mi reacción estúpida, mi cuerpo actuaba por sí solo y no pude evitar estremecerme y ansiar su toque.
—Buenos días nena, ¿qué te parece un último polvo de solteros? Ya estoy listo para un mañanero.
Que mi cuerpo traicionero estaba más que dispuesto en lanzarse sobre él, tipo el salto del tigre, no lo voy a negar, pero me controlé y seguí mi camino al armario
Distancia, si, esa era la clave para no permitirme caer.
—Ya tendremos tiempo de eso en la luna de miel. Hoy hay demasiadas cosas que hacer y no creo que las horas del día me alcancen para hacer todo.
—Ya revisé la lista más de veinte veces. Me lo sé todo al dedillo y tenemos tiempo de sobra —¡oh no! ¡esa mirada no!
Se levanta de la cama con esa presencia que caracterizaba a Dom, desnudo, excitado, duro. Era el maldito imán del que me costaba despegarme.
—Lo haré esta noche con la lencería y el juego de esposas que corresponden. No seas impaciente y ve a ducharte, estamos atrasados.
No creo que pudiera seguir manteniéndome en el papel, si logro llegar a esta noche sin perder la cabeza juro que me haré una estatua de oro.
Hacemos el último recorrido antes de dejarle todo a Francisco. Pasamos por los almacenes, los clubes y los hoteles que tenemos bajo nuestro poder en un último control de que todo estuviera como debía.
De último dejamos el casino, ya que la reunión sería allí y después iríamos a la mansión que tengo a las afueras de la ciudad, donde sería la reservación y la boda en sí.
Esa casa había sido nuestro primer hogar cuando Lucca y yo nos casamos, y donde crearíamos nuestra familia. Pero una vez sola vivir en esa casa tan grande se me hacía imposible, así que decidí mudarme al ático. Por eso, por esa historia, por esos sueños que compartí con mi Lucca, me pareció bien poner fin a la historia donde en primer lugar tuvo inicio. Se lo debía a su memoria.
Era mediodía cuando por fin llegamos al casino. Como la primera vez ya nos esperaba un hombre para llevarnos a la oficina. Dentro ya estaban Francisco y Fernando era más que obvio que no se toleraban y era de entender. Aun me sorprendía que no se mandaran a matar entre sí y siguieran trabajando juntos. Pero, en fin, que más me da.
—Bienvenidos chicos, por favor tomen asiento, tratemos de ser lo más breves posibles. No queremos interrumpir en la agenda del día.
—Muy atento de su parte preocuparse por nuestra boda y si, le agradecería mucho que no tardemos demasiado. Queda mucho por hacer.
—La alianza que forjaron, posicionó el cartel a uno de los más grandes de todo el país y lo mejor, es que somos intocables al tener a socios tan fuertes como Oleg. Me encantaría que siguieran con nosotros ¿Hay alguna posibilidad de que se lo replanteen? Aún pueden hacer grandes cosas —yo miro a Dom y dejo que responda por los dos.
—Gracias por la oferta, pero no. Tenemos planes y seguir en el negocio no es uno de ellos, así que después de esto no tendremos ningún tipo de relación. ¿Está claro? —en este punto resultó hasta intimidante.
—Está demás decir que los dejo ir porque se lo han ganado, pero como saben, de este negocio solo se sale de una manera, muertos.
Si claro, y yo soy la virgen de Calcuta. Está más que claro que nos deja ir porque Dom es su hijo sino ya nos hubiera metido un tiro en medio de la frente a cada uno. Éramos muy valiosos y a la vez teníamos mucha información.
» bueno eso era todo. A partir de ahora todo pasará a estar bajo mi mando. En fin, mis felicitaciones y nos veremos en la boda.
—Antes de que nos vayamos, no es que dude de su palabra, pero mujer precavida vale por dos —abro mi cartera y sacó unos papeles.
» necesito vuestra firma en este documento. No es nada comprometedor no se preocupen, solo me quiero asegurar de que nunca más me relacionaran con ustedes. Todas y cada una de las pruebas que tengan en mi contra serán eliminadas y nunca más me obligarán a formar parte de este mundo. Creo que es lo mínimo que pueden hacer por mi después de que me tuvieran trabajando para ustedes todo este tiempo.
Dom me mira ofendido y algo dolido, pero puede que ese sea el sentimiento que lo empuje a tomar los papeles de mi mano y hacer su firma en ellos antes de lanzarlos sobre la mesa e irse.
—Chica lista, muy bien —Francisco lo firma y Fernando tras de él.
—Perfecto —salgo de ahí suspiro aliviada.
Primer paso hecho, ahora falta lo más difícil.
Vamos a la mansión en completo silencio. Dom seguía dándole vueltas a los documentos de antes y a mí me venía genial no tener que dirigirle la palabra.
Atravesamos la imponente verja de la casa, dándome la bienvenida una decoración de ensueño, tal como lo había deseado. Si el exterior me dejó sin habla, el interior estaba logrando que se me escapara una lágrima de emoción.
Sencillamente fantástico, no tenía palabras para describirlo, hasta el más mínimo detalle estaba perfectamente organizado. Al salir al jardín trasero veo que los chicos ya habían montado la carpa junto a la piscina.
Todo de color dorado y banco, parecía sacado de un cuento de hadas; las luces, las flores, el ambiente que tanto había esperado encontrar en el día tan especial que debería ser, no pude evitar sentir un sabor amargo al saber el triste final que tendría.
Pero si así tenía que ser, que así fuera.
—Cariño me voy a mi habitación. Mirko y las chicas ya deben estar esperándome —le rodeo el cuello con mis brazos y planto mis labios en los suyos —nos vemos en unas horas.
—Estoy impaciente por verte de blanco, te amo muñeca. No lo dudes.
—Y yo a ti.
Y está vez me besa él. Por más que lo niegue, si me movió un poco el piso este momento. Pero no me aferro, no lucho, tan solo, lo dejo ir.
Horas y horas de masajes, depilación, cera, cremas, aceites, todo para tener la piel impecable. Tratamiento facial, manicura y pedicura. Peinado, maquillaje, y finalmente el vestido.
Todo para un teatro que estaba al caer.
—Estás preciosa Angie, eres la novia más linda que haya visto.
Cecy estaba a mi lado aguantando el ramo. Ella y Ana eran mis damas de honor.
—Gracias Cecy.
Hecho un último vistazo a mi reflejo en el espejo, recreándome por última vez a esta versión de blanco. Me era casi imposible no llorar, mi vestido era como hecho por el hada madrina de Cenicienta. Le había dedicado muchísimas horas al diseño para que fuera el vestido perfecto.
Precioso, de escote de corazón con pedrería incrustada, cero mangas y espalda cubierta por una fina tela transparente que se ajustaba a la cintura para caer en cascada de brillos hasta el suelo, todo esto opacado con la visión de una cola de dos metros.
Un velo que adornaba mi cara junto al sofisticado peinado que llevó hora y media de realización fue lo último para estar lista para salir a escena.
—Me dejan sola por favor —las chicas obedecen y de a poco la habitación se va vaciando —ahora sí, déjate de sentimentalismos y céntrate —le digo a mi reflejo.
Me miro firmemente al estúpido reflejo del espejo que me devolvía una mirada triste.
Escucho las primeras notas de la marcha nupcial por los altavoces y comienzan a bajar las niñas de los pétalos, luego la de las alianzas y después mis damas como se había ensayado.
Por último, bajo yo, tomada del brazo de mi hermano que no deja de mirarme como si hubiera perdido la cabeza, y tal vez era así.
Suspiro profundamente antes de enfrentarme a ese futuro que yo misma iba a dictar. No Dios, no Satanás, ni siquiera Dom. Yo, y no habría vuelta atrás.
Doy unos pasos por la alfombra blanca llena de pétalos que estaba entre las dos filas de asientos y que me llevaría al altar, a los brazos de ese hombre que hasta hace dos días estaba dispuesta a seguir sin importar si era al fin del mundo.
Los invitados se levantan y comienzan a murmurar entre ellos mientras sigo caminando. Algunos me miran extrañados y confusos, otros con algo de reproche, pero todos desconcertados.
Aunque el mayor sorprendido como era de imaginar era el novio. Me mira con la boca abierta y con cara de sorpresa que valía todo el oro del mundo.
Cada paso que doy me acerca a él, hasta detenerme a su lado, a que levante mi velo y descubrir la duda está sembrada en su rostro.
No es para menos son muchos años de tradición, una historia de personajes importantes detrás y llego yo y me cago en todo eso llevando un vestido negro en mi boda.
Lo sé, es retorcido y puede que algunos piensen que macabro, pero me pareció más adecuado que el vestido blanco, ya que a este punto no representaba nada y menos para una boda que no iba a ocurrir. Los dos vestidos eran como dos gotas de agua y a la vez, dos polos opuestos. Había sudado en recrearlo en solo unas horas, pero había merecido absolutamente la pena.
Si vamos a cerrar, que sea a lo grande para que se hable de ello por años.
Miro a los invitados y allí, en segunda fila, estaban los dueños de mi tormento, junto a sus respectivas mujeres; ajenos en su ignorancia de lo que les estaba por ocurrir. Vuelvo a mirar a Dom y ligeramente llevo mi mano a la oreja.
Tres segundos después comienza la verdadera fiesta.
Entran en escena los agentes de la policía que rodean el jardín. En cuestión de segundos aquello se volvió un caos en el cual los invitados tenían dibujado el terror en sus caras. Al menos todo había servido para disfrutar del maravilloso momento en que esposan a ese dúo de hermanos que habían destruido mi vida.
Pero aún no acababa, aún faltaba la cereza del pastel. Dom, al verse rodeado por los policías que se acercaban a él, intenta buscar una vía de fugar.
Demasiado predecible amorcito. Pero esta vez no te vas a escapar. Saco el arma que tenía oculta en el elástico de mis medias y le apunto de frente.
—Un paso más y estás muerto. Sabes muy bien que tengo buena puntería. Lo reconozco, fuiste muy buen maestro
Dom pone las manos en alto, acto que Jace aprovechó para acercarse por la espalda, ponerlo de rodillas y esposarlo en cuestión de segundos.
Me acerco a él a paso lento, fingiendo una tranquilidad que estaba lejos de sentir. Mi interior era un remolino negro de aguas turbulentas en la que no se salvaba nada que callera en ellas.
Sin despegar esa mirada dura y cargada de odio de la suya llego a su lado y me inclino hasta su altura para decirle unas palabras al oído.
No sé si su mirada refleja dolor, traición o sorpresa. No logro descifrarlo, pero tampoco me importa. Me doy la vuelta y me voy por el pasillo hacía la salida.
Mi auto estaba más que listo en la puerta de entrada. Encendí el motor, pisé el embrague, puse primera y salí de allí cerrando una página del libro de mi vida, el cual no tenía intención de volver a abrir.
Y así, saliendo a toda velocidad, sin necesidad de mirar atrás, dije adiós.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro