Como agua fría
Salgo al salón y tomo asiento en la mesa que nos habían asignado, muy cerca del escenario. A mi lado estaban Julián y Max, también abogado del bufete y esta noche acompañante de Ana. Ésta me mira de manera interrogante, preguntándome si estaba todo en orden, pero solo consigo asentir.
Es en ese momento suben al estrado Dominic y su Barbie. Esta última se pone bajo las luces y empieza el discurso. Pobrecilla iba muy bien, pero se olvida de la parte final, mira a Dom a modo de súplica para que la salvara. Y como no, él salió en su rescate terminándolo magistralmente.
Concluye con el video que tan mal rato nos hizo pasar y donde se mostraban pequeños fragmentos de como los médicos atendían a los niños y como teníamos pensado ayudar a esas familias con fundación.
Al finalizar tan conmovedora presentación todos rompemos en un enérgico aplauso.
—Como cierre, queremos invitarlos a participar en la recaudación de fondos para apoyar a esta increíble causa.
Esta es sin duda estrategia de Dominic para disfrazar la exorbitante cifra que estábamos a punto de manejar.
Se baja del escenario con la muñeca tomada de su brazo y el Dj cobra vida poniendo música de fondo para acompañar la cena que estaban comenzando a servir.
El menú lo había escogido él, por lo que me sorprendí al ver unos de mis platos favoritos en la mesa junto al vino que a mi particularmente me volvía loca.
Seguimos la velada como si nada. Yo estaba ausente, respondía con un simple sí o no cuando me incorporaban a la conversación, pero mi cabeza no dejaba de pasar la escena de minutos atrás.
Estaba claro que las barreras que me empeñaba en poner entre nosotros ya no eran suficientes, o ponía distancia o terminaría por perderme a mí misma en el camino.
¿En serio estuvo a punto de besarme? ¿Y yo? Diablos, estuve a punto de permitir que ocurriera.
—Angie, te estoy hablando muñeca. ¿me estás escuchando? —Julián agita una mano frente a mi interrumpiendo mis pensamientos.
—Si, si claro —respondo sin tener idea alguna de que se trataba esto.
Podría haber dicho que compraría una bomba nuclear y yo ni por enterada.
—Entonces no te importa que me tire de un edificio, tú ya estás de acuerdo ¿No es así? —dice él.
—¿Que tú vas a hacer qué? —todos empiezan a reír —¿Has perdido el juicio? Bueno, el poco que te quedaba ¿pero que les da tanta gracia? —ellos siguen con su ataque y me doy cuenta de que me estaban tomando el pelo.
—Vaya, gracias por la parte que me toca. Pero en serio ¿dónde anda esa cabecita tuya? Porque está claro que aquí no —frunce el ceño —¿Hay algo que deba saber? —genial, otro que sabe leerme.
—¿Qué crees que me pueda pasar? Estoy nerviosa por todo esto y muy cansada. De hecho, estoy en mi límite.
En realidad, no era mentira, pero no iba a decir lo que estaba pensando de verdad. Entonces Julián si me internaba en un convento o un psiquiátrico. Había declarado a Dominic su enemigo número uno.
—Ya falta poco. Este es un paso más para llegar al final. Míralo por el lado bueno, al menos ya no veras más a la rubia merodeando por las oficinas.
Si, eso es todo un alivio. No era secreto para nadie que no soportaba a esa muñeca inflable.
—En fin, cambiando de tema ¿qué piensan hacer mañana en la noche? —por su pregunta ya imaginaba por donde iban los tiros de mi amiga —nosotras saldremos al Lux, y después a The Terrace. Pueden acompañarnos si quieren.
Su cara decía que si no hubiera tantas personas alrededor ya estuviera sobre la mesa y como plato principal: Max al desnudo. Pobre, en menudas garras fue a caer.
—Una noche bien movidita por lo que veo. Yo me apunto. Julián no sé tú, pero yo no pienso dejar a estas bellezas solas por nada del mundo.
Se gira hacía Ana y el acaricia la mejilla con ternura. En su mirada quedaba claro que ese gesto escondía mucho más de lo que parecía a simple vista.
Estos dos se lanzaban miradas como si fueran comestibles. Curiosamente me recordó a lo que me había pasado hace un rato. Corrección, lo que estuvo a punto de pasarme.
—Como digan las damas. Mañana nos vamos de fiesta hasta que amanezca —levanta su copa de vino y todos brindamos.
—¡Salud! —Decimos en coro antes de darle un sorbo a nuestras copas y seguir la conversación.
—Señora Black, creo que me debe un baile sino recuerdo mal —¡Oh, no! ¿Por qué a mí?
—Claro —es todo lo que soy capaz de decir.
Me levanto a regañadientes lanzándole una mirada de socorro a Julián, pero él estaba muy entretenido en conseguir el número de una chica.
Bueno, ya que nadie saldrá en mi rescate que mejor que hacerlo rápido y así terminar cuanto antes.
Llegamos al centro de la pista que había entre las mesas y comienza una canción suave que no sabría identificar. Hudson pone su mano en mi espalda desnuda incitándome a acercarme a él.
Si antes detestaba la idea de bailar, ahora me causaba repulsión. Controlé por todos los medios el impulso de separarme de esos brazos repulsivos.
Seguí su ritmo. Estaba tan aburrida e íbamos a un paso tan lento que no dudaba que me quedaría dormida en sus brazos ¿A quién se le ocurre poner una canción tan larga? Ya sé, ese maldito karma está en mi contra.
—Ya se lo he dicho, pero está realmente preciosa esta noche. ¿Le molesta que si nos tuteamos? —niego con la cabeza porque lo último que quería era mantener algún tipo de conversación con él, por alguna razón me daba mal presentimiento —este mundo es muy pequeño, y se comentan muchas cosas. Últimamente ha estado en el centro de ellos Angeline —perfecto, si quería mi atención ya la tenía.
—Es lo normal, en este medio somos figuras públicas, no es de extrañar que esté en uno que otro rumor. Usted más que nadie lo sabe.
Traté de darle la menor importancia, pero mi mal presentimiento se acrecentaba con cada palabra que salía de su boca. Debía virar la tortilla hacia él. No puede negarme que hace poco estuvo un escándalo con serias repercusiones para su carrera política.
—Si claro, los comentarios son imposibles de controlar. Pero lo que sí podemos controlar es que tanta verdad o mentiras circulan en ellos. Se dice que está trabajando para un cartel narcotraficante y que, gracias a eso, sus ganancias han aumentado tan exageradamente en los últimos meses. Y, por si fuera poco, tiene relación directa con esta fundación, más de la que me quiso reconocer hace un rato.
Mi cara tiene que ser un poema porque él se queda estudiando mi reacción un largo rato. Escucho que la canción cambia en ese momento, pero no es una opción alejarme de él. No ahora.
—¿Qué crees de todo eso? Yo digo que solo son rumores de personas que no tienen nada que decir para llenar las columnas en los periódicos. Cosa que impedí, no se preocupe.
Agrega al ver que trato de zafarme de su agarre. Busco desesperada a mi hermano con la mirada, pero ya no estaba en la mesa, y la chica tampoco. No es muy difícil imaginar que se salió con la suya y a saber dónde la había llevado.
Ana estaba enfrascada en una conversación con Max, se veían muy acaramelados.
¡Perfecto! Yo enfrentándome al fin del mundo y el resto buscando un orgasmo ¡Genial!
—No sé de qué está hablando señor Hudson —hasta yo noté el temor en mi voz. Vaya tantas clases de teatro en la escuela y al final para esto.
—¿Es consciente que no hay nada que justifique semejante calumnia? Lo creí un hombre más listo. Mira que creer en chismes sin fundamento. Lo podía esperar de cualquiera, pero no de usted.
—Dijimos que nos íbamos a tutear, llámeme Richard por favor. Y no se equivoca. Obviamente en un principio no creí lo que decían, vincularla a usted con ese tipo de personas era impensable. Pero debo reconocer que luego picó mi curiosidad, no lo voy a negar. Así que investigué un poco ¿Y qué cree? descubrí que la intachable empresa de White & Black está relacionadas con el lavado de dinero. Imagínese mi sorpresa, no podía creerlo. Pero aun así ordené que impidieran la redacción de dicha nota en los periódicos. Estás a salvo. No se debe preocupar.
—Qué atento de su parte proteger mi seguridad. Aunque se hubiera ahorrado las molestias con tan solo decirme lo que estaba sucediendo. Hubiera aclarado todo ese mal entendido. No tenía idea alguna de dicha calumnia, pero ya pondré a mis abogados a trabajar en eso. No quiero que perjudiquen la imagen de mi empresa por esos chismes del día —Me doy cuenta inmediatamente de a qué punto quería llegar en cuanto termino de hablar.
» Pero me imagino que si no me lo dijo y lo resolvió por sus medios es porque quiere algo cambio de ese favor. Estoy en lo cierto ¿no es verdad?
Sabía desde un principio que algo estaba tramando y me alegra saber que mi instinto no se había equivocado. Aunque me hubiera gustado por una vez, que no fuera así.
—Muy intuitiva Angeline, veo que no me equivoco contigo. Eres justamente lo que estoy buscando —¿esto es lo que estoy pensando o es que ver tantas novelas me está afectando? —pero no te apresures, este no es ni el momento ni el lugar para tratar este tema. Ya la llamaré para una cita. Y como sé que es una mujer muuyy ocupada.
Alargó la palabra muy, cosa que no me gustó para nada, cabía esperar que encerraba algo más. ¡Rayos! cada vez estoy peor.
—Se lo diré con antelación así podrá planificarse. Y con lo lista que es, estoy seguro de que no rechazará mi invitación. No olvide, me debe un favor. Y a no ser que prefiera que las pruebas que tengo en mis manos sean de dominio público, no creo que se niegue a lo que le voy a ofrecer.
—En pocas palabras me está chantajeando en mostrar pruebas de una falsa colaboración con el crimen organizado si no acepto lo que va a proponerme —su mirada lo decía todo siente y yo solo sentía como se me secaba la boca —dígame de una vez de que se trata.
Podría tener lo que quisiera en mi contra, pero de mis labios nunca saldría una afirmación.
—No mi querida, no comas ansia. Tiempo al tiempo, ya le diré cuándo y dónde nos veremos.
Me separo lentamente de él, no soportaba un segundo más tener sus manos encima de mí y asiento levemente. Me doy la vuelta y camino hacia la mesa. Debía contarle a Ana cuanto antes.
Pero como ese día el universo estaba en mi contra ¡Como no! Una inesperada copa de vino se vierte sobre mi vestido accidentalmente a solo unos pasos de mi mesa.
¡Oh, vaya! si es que no podía pasarme nada peor. Ana se da cuenta del jaleo que se creó tras esto porque la mujer se deshacía en disculpas.
Tal vez en otro momento hasta le hubiera dicho que no pasaba nada, que era solo un accidente, pero en ese momento estaba a punto de sufrir un ataque. Así que dejándola con la palabra en la boca me dirijo al baño.
Mi amiga insiste en venir conmigo y me lo pienso, era una buena oportunidad para contarle lo que me acaba de pasar. Pero estaba muy alterada para eso.
Necesitaba calmarme y de ser posible poner algo de distancia. Así que recojo mi cartera y me voy a los baños. Trataré de arreglar este estropicio y luego iré afuera, me fumaré al menos cinco cigarrillos hasta que sienta que mi ataque de nervios halla pasado. Si, en mi cabeza el plan era perfecto.
Voy por el pasillo maldiciendo en los cinco idiomas que conozco y culpando a todos los santos que existen y los que no existían también, para que nos vamos a engañar. Era tal mi enojo que no me percaté de los gemidos que provenían de este hasta que fue demasiado tarde.
¡No podía irme peor, no hombre no! Si es que el karma y todo el puto universo estaba en mi contra y se alegra de restregármelo en la cara una y otra vez.
Mi cerebro se negaba a procesar lo que mis ojos estaban viendo. Aquí, frente a mí, estaba la Barbie de silicona sentada sobre el lavamanos. Con su vestido subido hasta la cintura, sus senos al aire revotando como cheque en blanco y de piernas abierta.
Como era de imaginar entre ellas estaba un sudoroso y excitado Dominic. Con la camisa abierta, su saco adornando una esquina del suelo y sus pantalones permanecían a la altura de las rodillas.
Estaba más claro que el agua lo que estaba pasando aquí, pero por más que mi cerebro gritaba que me fuera, pero mi cuerpo no respondía. No podía moverme, seguía pegada al suelo sin poder quitar la mirada de esa repugnante escena.
Dominic gira su cara perlada de sudor hacia mí con gesto de goce y las cochinas palabras que salen de su boca rompen algo dentro de mi
—¿Te quiere unir preciosa? La vamos a pasar muy bien, anda yo sé que lo estas deseando. Hace unas horas estabas desesperada porque te besara. Ven, únete a la fiesta.
Hablaba con su actitud de superioridad como si fuera el maldito dios al que debía agradecerle solo por permitirme seguir viva y eso hizo que me hirviera la sangre del coraje. Nunca en mi vida me había sentido más humillada y puedo jurar como que le quitare el poder a Lucifer en el infierno de que esto no se quedaría así.
Aún no sé cómo, pero di un paso, y luego otro, y otro más hasta que llegué a su lado, tal vez impulsada por ese odio ciego que estaba creciendo dentro de mí. Él, a diferencia de mí, como si no le importara una mierda todo aquello que yo pudiera pensar, mantenía una estúpida sonrisa de satisfacción que me encargué de borrar con la bofetada más fuerte que había dado en toda mi vida.
Lo dejo llevándose mano en la mejilla mientras me miraba con una cara de sorpresa tal, que no me sorprendería que le salieran los ojos de las órbitas. Ni siquiera me detengo a mirarlo una última vez, salgo echa una furia sin detenerme hasta llegar al ático. Me sentía capaz de pasarle a cualquiera por encima si se atravesaba delante.
Le envío un mensaje a Ana diciéndole que me iba porque no me sentía bien que no se preocupara. Sabía que ella notaría mi ausencia y lo último que deseaba era que viniera tras de mí.
No bastaba con que lo hubiera encontrado en esa situación, sino que se regodeo en restregármelo delante de ella.
No era solo que estuviera celosa. ¿Por qué sentiría celos de él? ¿Acaso por el intento fracasado del beso?
No, claro que no eran celos. Era humillación. Sentía indignación y vergüenza por todo lo que me permitía sentir por él aun sabiendo perfectamente quien era. Y yo era una estúpida por pensar siquiera un minuto que él podría dejar de ser un maldito mujeriego que solo quería jugar conmigo y lo peor de todo, es que yo le estaba dando demasiado poder sobre mí.
Eso junto al chantaje de Hudson, la presión que tengo sobre mí, todo me cayó de golpe y estallé.
Pero la bofetada se la tenía merecido. ¿Se creía que iba a jugar conmigo? pues se equivoca. A partir de ahora sabría quién era Angeline Ruíz viuda de Black.
—Ya verás lo que te espera infeliz. Nadie se burla de mí y se va de rositas —digo en voz alta como si lo tuviera enfrente.
Me desvisto y voy a la ducha, dejo que el agua haga su magia y termine por controlar la tensión de mis músculos. Después de lo que supongo fue media hora por lo arrugados que tenía los dedos, me seco y me pongo mi bata de dormir. Voy a la despensa, saco una botella de brandy, un vaso y no podían faltar mis cigarros. Con todo esto en mano voy al balcón de mi cuarto.
Era uno de mis lugares favoritos en el mundo, las vistas desde aquí arriba eran increíbles. El cielo bañando por estrellas y la tierra de sus luces. Era como observar el cielo nocturno reflejando en el mar, y tenía siempre en mí un efecto reconfortante.
Me dejo caer en la tumbona, me sirvo un trago junto a la primera calda. Miro al cielo y planeo detalladamente todos y cada uno de mis pasos a partir de hoy. Si algo me regodeaba de ser, desde luego era rencorosa.
No podría dormir tranquila sabiendo que me vieron la cara y no había hecho nada al respecto.
Sería cerca de las dos de la madrugada cuando sentí la puerta de ascensor abrirse, y en menos de un minuto sentir los brazos de mi amiga rodeándome.
No hacían faltas palabras, ella sabía que no estaba bien, pero en contra de todo pronóstico no hizo preguntas. Sabía que no era el momento.
En su lugar dio un trago directo de la botella y cogió un cigarrillo para ella.
Se acostó junto a mí y así estuvimos, en un agradable silencio, hasta que despuntó el alba y nos fuimos a la cama para dormir juntas como cuando éramos niñas y hacíamos pijamada.
Nos escondíamos para ver películas de terror y luego debíamos dormir abrazadas porque temíamos que si nos separábamos un hombre-lobo nos vendría a buscar.
Serían la una de la tarde cuando desperté. No recuerdo cuándo fue la última vez que dormí hasta tan tarde. Sin duda era resultado de todos los chupitos de tequila que nos dimos después que acabamos la botella.
Queríamos algo diferente después de eso y mírame aquí, con inicios de una resaca mundial.
Me doy una ducha rápida, necesitaba urgentemente buscar aspirinas o lo que sea que se tome para la resaca, la cabeza iba a estallarme.
Voy a la cocina guiada por el aroma inconfundible de la comida de Ana. Me llamaba como sirenas a los marinos.
Lo que me metía en una polémica. Mi estómago rugía de hambre, pero sentía que si comía cualquier cosa lo devolvería al instante. Pero ni modo, la naturaleza manda y yo obedezco.
—Ya era hora que despertaras, estaba pensando en traer un gallo como alarma —dice al verme entrar a la cocina —ya está listo el desayuno-almuerzo, estaba esperando por ti.
Solo ella sabía qué diablos les echaba a sus huevos revueltos que sabían a gloria bendita. Y como ella piensa en todo, ya tenía las pastillas mágicas que me liberarían de este malestar.
—Eres la mejor ¿Te lo había dicho? —se sirve y se viene junto a mí a la isla de la cocina con unos vasos con jugos de naranja que acababa de exprimir.
Me sentía de nuevo con 9 años.
—Como unas cien mil veces, pero no pares, se siente bien que me lo digas. Por cierto ¿cómo sigues? —su mirada era preocupada.
—Espero que con estas pastillas me sienta mucho mejor, es tu culpa. Como se te ocurre sacar el tequila después de una de brandy, solo a mí se me ocurre seguir tus ideas.
—Jajaj, si estas bromeando es que estas mejor de lo que aparenta tu cara —me mira y vuelve a romper en carcajada —¿Qué? no me mires así. No sentí quejarte cuando te tomabas chupito tras chupito como si fueran vasos de agua.
Sigue riendo y después de un rato agrega.
» pero no me refería a eso. Sabes que hablo de anoche, algo realmente malo tuvo que pasar para que tomaras de esa manera. Ya estabas mal cuando pasó lo de la copa de vino y después despareciste. Quería venir en cuanto recibí tu mensaje, pero Max creyó que si te fuiste era porque necesitabas estar sola. Por suerte para cuando Julián apareció ya casi se acababa la velada y le dije que tuviste que irte.
Suspiro lentamente preparándome psicológicamente para lo que le iba a contar. Sin darle muchas vueltas le cuento lo ocurrido en el evento.
Las palabras, a diferencia de la noche anterior salían a bocajarro. Ella sin perder la arruga que se le hacía en la frente gesto de estar concentrada en mi relato no me interrumpe. Solo cuando he terminado se aclara la garganta para decir.
—¿Si los matamos cual crees que sería un buen lugar para esconder los cuerpos? —a mi pesar la desgraciada sabía cómo hacerme reír y como sacarme de la oscuridad donde yo misma me encerraba.
» pero ahora serias. Vamos por partes, primero Hudson. Debemos descubrir cuales son las pruebas que dice tener y si estas existen. Hemos sido muy cuidadosas en todos nuestros trabajos para impedir precisamente esto ¿cómo lo consiguió?
—Ojalá lo supiera. Solo sé que en la cita le sacaré la mayor información que pueda, y escuchar la dichosa oferta que me tiene. Nada bueno debe ser eso seguro. ¿Sino por qué tanto misterio?
—Bien ya planearemos algo. De problemas peores hemos salido —esa es mi Ana dándome apoyo cuando más lo necesito —y con respecto a Dominic creo que...
—Dejémoslo así. Arreglemos este relajo que has hecho o Lala nos matará, de seguro está por llegar con las compras. De veras cocinas como los ángeles, pero parale al desmadre que formas mujer, te pasas
Ella me mira como estudiando el cambio de tema, pero deja el tema por la paz. Arreglamos la cocina y nos vamos al despacho que tenía en la primera planta. Estudiamos nuestras tácticas y luego vimos las comedias que tanto nos gustan. Solo debíamos esperar a la noche para salir a disfrutar.
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